En los últimos años Áureo & Calicó ha subastado una enorme cantidad de billetes de la Guerra Civil. La colección Martí Cot (uno, dos, tres y cuatro), la Serrallonga y ahora la Belchite están siendo toda una escuela para aprender sobre las emisiones de la Guerra Civil. Desde el Blog Numismático hemos dado cobertura y hemos extraído muchos aprendizajes de estas colecciones con la magnífica ayuda de Vicenç.
Uno de los aspectos que más atraen a los coleccionistas es el carácter artesanal de los billetes. Algunos de ellos se hacían manualmente en los pueblos como buenamente podían. En otros casos se solicitaban la fabricación de billetes -todos iguales- en una imprenta, que muchas veces eran “rematados” localmente: se firmaba la emisión, se les aplicaba un número de serie o se les aplicaban tampones que, a veces, portan mucha información. Como a los coleccionistas de billetes locales les gusta el proceso artesanal, cuanto más manual sea su fabricación, mejor.
En el resto de este artículo me fijaré en las firmas de los billetes. Estas firmas daban seguridad al tenedor del billete de que el papel moneda tenía cierto respaldo (aunque no lo tuviera) o, al menos, legitimidad en el municipio. Por eso, en muchos casos los billetes iban firmados por el presidente del consejo municipal (o el alcalde del municipio) y algunos funcionarios, como pudieran ser el cajero, el interventor, el depositario… Hay veces que incluso se puede llegar a saber qué personas concretas firmaron estos billetes, lo que los hace interesantísimos para entender la historia local de ese pueblo durante la Guerra Civil.
Estas firmas se aplicaban de tres maneras: a máquina, con un tampón o a mano. También es posible que no tengan firmas en el caso de que sea un ejemplar que nunca fue emitido y, simplemente, quedó como un “resto de imprenta” en el municipio o en la imprenta en cuestión. Ejemplificaré estos tipos de firmas con algunos billetes de Almería que aparecen en la subasta Belchite de Áureo & Calicó.
Billetes firmados a máquina

Una primera forma de firmar los billetes es, simplemente, introducir la firma de los responsables como parte del diseño impreso en ellos. En muchos casos incluso tienen el mismo color de tinta que el resto del billete porque, al ser impresiones baratas y hechas con una tecnología sencilla, no hacían distintas capas de impresión.
Es bastante fácil de identificar cuando un billete se ha firmado con una máquina: todas las firmas son réplicas perfectas, con el mismo tamaño, el mismo trazo, la misma posición y el mismo color. Un ejemplo son los billetes de Huércal-Overa que se muestran más arriba.
Estos billetes están firmados en su proceso de fabricación, por lo que portan las firmas aunque no estén emitidos. Pero cuando entraban en circulación se añadía manualmente algún otro elemento con un tampón que permitiera reconocer la legalidad del papel. En el caso de los billetes de Huércal-Overa hay dos elementos añadidos: un sello con el municipio en el anverso y un número de serie en el reverso. En ambos casos son elementos añadidos con un tampón.
Billetes firmados con un tampón

Una segunda forma de aplicar las firmas es utilizando un tampón. En este caso el diseño del billete no incluía las firmas y estas se aplicaban utilizando un tampón. La ventaja es que era más rápido firmar con un tampón que firmar a mano y, además, el firmante no tendría que estar presente. Probablemente fuera un funcionario del ayuntamiento quien aplicara el tampón que contenía la firma del presidente del consejo.
Las firmas aplicadas con tampón suelen tener un color distinto a las tintas usadas en el resto del billete. No son difíciles de distinguir si se comparan varios billetes de un mismo municipio: basta con ver que la forma y el tamaño de la firma es siempre igual pero no se colocan exactamente en el mismo lugar. Si no se tienen varios billetes con los que comparar nos podemos fijar en lo irregular del trazo: al ser un tampón no hay una continuidad del trazo y en unas zonas hay más tinta que en otras. Un ejemplo son los billetes de Albox que se muestran más arriba.
Si nos fijamos en el billete de 2,5 pesetas, éste es un billete no emitido. No está firmado ni se le aplicó ningún tipo de elemento ni tampón tras salir de la imprenta. Los demás tienen las firmas aplicadas con un tampón, lo que a veces hace que estén muy desplazadas (fijaros en la firma del depositario en el billete de 25 céntimos). En el reverso se les escribió un número de serie. El de peseta incluye el número de serie aplicado con un tampón, mientras que los otros dos se escribieron a mano. Finalmente, se aplicó un tampón del consejo municipal en el anverso.
Billetes firmados a mano

La tercera forma de firmar el billete es, simplemente, firmarlo a mano. Al igual que en el caso anterior, el billete salido de la imprenta no incluía ningún elemento que lo haga único ni que respalde su legitimidad. Así que, simplemente, los responsables lo firmaban con una pluma.
Las firmas aplicadas manualmente suelen tener tinta de color negro o azul. Identificarlas es fácil si se cuenta con varios billetes: al ser firmas manuscritas cada una es diferente. Si solo se cuenta con un billete nos podemos fijar en la continuidad del trazo o que en ciertas zonas la firma tiene pequeños manchones de tinta. Un ejemplo son los billetes de Vera que se muestran más arriba.
Es curioso que los cuatro billetes están firmados pero solo tres tienen número de serie aplicado con un tampón: los de una y dos pesetas en el reverso y el de 25 céntimos en el anverso. El de 50 céntimos no tiene número de serie y su conservación es mucho mejor. Todo apunta que fue un billete no emitido. Seguramente en Vera se pasase un día el presidente a firmar todos los billetes y así quedaron en el consejo municipal. Luego, según fueron emitidos, el funcionario de turno aplicaba el tampón correspondiente con el número de serie.
Técnicas mixtas

Al igual que algunos billetes incluyen una firma a mano y un número de serie aplicado con un tampón, otros incluyen distintas técnicas para insertar las firmas. El caso más típico son billetes que tienen una o dos firmas a máquina (generalmente de cargos políticos), pero dejan una tercera (generalmente la de un funcionario) para que sea una rúbrica manuscrita. Tal es el caso de los billetes de Elda que se muestran sobre estas líneas.

La Colección Belchite
Áureo & Calicó organiza dos subastas especiales para el mes de noviembre de 2023: la Colección Gal·la Placídia, dedicada a la moneda catalana en el sentido amplio del término, que se subasta el 15 de noviembre; y la Colección Belchite, dedicada a billetes de municipios no catalanes de la Guerra Civil, el 16 de noviembre. Ahora haré un breve comentario sobre la Colección Belchite y dejaré la Gal·la Placídia para la entrada de mañana.
La Colección Belchite se compone de 588 lotes de billetes de la Guerra Civil no catalanes. La mayoría de estos lotes son series enteras de consejos municipales. Hay algunas emisiones de cooperativas, pero son las menos. Hay provincias muy bien representadas, como Valencia, Jaén, Alicante, Huesca o Teruel.
Estos billetes han pegado un subidón de padre y muy señor mío: hasta hace poco atraían muy poca atención y ahora los coleccionistas se pegan por ellos. Bastará ver los remates de la Martí Cot vol. III (443% del precio de salida) o del vol. IV (527% del precio de salida). Son remates récord que se explican porque son billetes muy raros, así que un aumento en su demanda hace que el precio se dispare.
Teniendo en cuenta que la subasta Serrallonga casi duplica su precio de salida y que la Martí Cot vol. I y vol. II superó el doble de su precio de salida, podemos hacer una pequeña predicción del remate de la colección Belchite. Según esta regla de tres, la colección cuadruplicará su precio de salida.
Como viene siendo costumbre, Vicenç nos dio toda una clase en el Club Escudo a partir de la subasta publicada. Aquí podéis ver el vídeo:
Este artículo está patrocinado por Áureo & Calicó. Podéis seguir a Áureo & Calicó en su web, en Facebook, Instagram y Twitter.
En podcast
Os dejo un podcast con un contenido semejante al de esta entrada:
Gracias muy buena explicación 👍👍👍
La verdad que sí se «han pegado un subidón de padre y muy señor mío» los billetes locales en línes generales. El interés y coleccionismo aumentó significativamente, tanto que uno puede ver en las redes sociales como el tema surge y se trata diariamente. Además el número de participantes en las subastas se ve más en cada una, haciendo subir las adjudicaciones. La pregunta que nos hacemos es: una moda pasajera o ha venido a quedarse el nuevo gusto por los billetes locales de la guerra civil española? 🤔
Mucho cuidado con este tipo de billetes que venden como escasos, raros o nunca vistos y luego hay muchos guardados en cajones particulares que cualquier día saldrán al mercado.
En unos años se verá si la burbuja explota o sigue creciendo.