Conservación privada o pública de las monedas

Advertencias iniciales

 

Hace unos meses tuvimos una conversación en Imperio Numismático a raíz de una subasta de áureos sobre si el Estado debe comprar monedas o no. Como viene siendo habitual, la calidad de los mensajes de esa conversación es muy variable. Pero los argumentos que salieron me dieron para una reflexión al respecto de si las monedas están mejor conservadas de manera pública o de manera privada.

Antes de nada tengo que decir que soy consciente de que voy a defender una opinión muy minoritaria tanto en España como en Hispanoamérica. En nuestra cultura es prácticamente unánime la idea de que el poder público es bondadoso y vela por el conjunto de la sociedad, mientras que las iniciativas privadas son intrínsecamente ávaras y solo fomentan una insaciable codicia personal. En cambio, mi postura se acerca más a quienes entienden el poder público como una élite social que vela por sus propios intereses, subyugando al resto de la ciudadanía de manera monopolística (Disney lo explicó aquí y aquí). No intentaré convencer a nadie de mis opiniones sobre la ontología política. Simplemente quiero decir que esta concepción tiene claras implicaciones económicas, políticas y, sobre todo, éticas y morales.

Otra cuestión importante es que cualquier cosa que diga no debe ser interpretada como un ataque a los museos y, mucho menos, a sus trabajadores. A mí en un museo se me pasan las horas como minutos. Además, siempre que puedo converso con directores, diseñadores o conservadores de museos (uno, dos). Son personas muy interesantes; auténticos pozos de sabiduría. Una sabiduría que saben plasmas de manera bella y amena en esas salas de museos. No tengo ninguna crítica hacia ellos, sino más bien un profundo agradecimiento por los buenos ratos que me han hecho pasar.

Dadas estas dos advertencias, vamos con la entrada.

A favor de la adquisición pública

Ya se explicó que el Estado tiene derechos de compra preferente en los bienes históricos y artísticos que se subastan o que se exportan. Así que pueden decir «yo lo quiero» y, sin más, se lo adjudican pudiendo además pagarlo en cómodos plazos. Cada vez que aparece una colección de monedas a la venta, o incluso alguna moneda rara suelta, no falta quien dice en las redes sociales que el Estado debería ejercer sus derechos para adquirirlas. Este tipo de comentarios suelen atraer los aplausos de la multitud. Unos aplausos siempre motivados por los mismos argumentos serios (no me molesto en reportar las falacias y las idioteces que a veces las acompañan):

  • El Estado debe asegurar la correcta conservación de esas monedas.
  • El Estado debe asegurar que esa colección importante no se disperse.
  • El Estado debe asegurar que las monedas sean accesibles a estudiosos cuando estos lo requieran.
  • Es preferible que las monedas las posea el Estado para que todos podamos disfrutar de ellas y no solo una élite económica.
  • No supone un dinero significativo para las arcas del Estado.

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Contra la adquisición pública

En estos debates también suelen repetirse los argumentos de quienes están en contra de la adquisición de monedas por parte del Estado. Estos suelen recibir menos aplausos, pero son igualmente respetables (de nuevo, no tengo en cuenta falacias ni idioteces):

  • Adquirir más monedas no debería ser una prioridad para el Estado, por lo que no debería dedicar ningún presupuesto a ello.
  • Los fondos de los museos están llenos de monedas que no se exponen, por lo que no tiene sentido adquirir más.
  • La dispersión de colecciones es algo normal, porque si no se dispersasen no se podrían montar nuevas colecciones.
  • Se eliminan bienes del mercado que, en principio, no volverán al mismo: se elimina así la opción de que los coleccionistas se puedan hacer con ciertas monedas y de que su plusvalía genere beneficio a los coleccionistas, a los comerciantes y a Hacienda.
  • Una moneda podría estudiarse y digitalizarse, publicar todo eso en la Web de forma que sea fácilmente accesible, y luego venderse de manera privada.

Mi opinión al respecto

Yo comulgo mucho más con los segundos argumentos que con los primeros. Se me hace difícil pensar para qué querrá el Estado Español más monedas cuando en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) hay una colección de 300.000 ejemplares de la que solo una mínima parte está expuesta. Igualmente en el Gabinete Numismático del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) hay 115.000 monedas y solo una minúscula salita para exponer unas cuantas. Estas son las dos colecciones más grandes que hay en España, pero no las únicas.

Bien es cierto que si alguien está haciendo un estudio numismático tiene acceso a estas colecciones, además de contar con el apoyo de los conservadores (tengo el privilegio de conocer tanto a Paloma Otero como a Albert Estrada-Rius, conservadores de ambas colecciones y son auténticos sabios de la numismática). Pero al público en general esas monedas son inaccesibles porque la cantidad de monedas en los fondos es tal que se tardarían siglos en mostrarse todas en las exposiciones temporales. El colmo es que en el Museo El Cordón de Palencia se exponga este bodrio falsísimo como «moneda palentina» mientras que una original se guarda en los fondos del MAN. Si alguien dice que el problema son las competencias, pues el Museo El Cordón pertenece a la Diputación de Palencia y el MAN al Estado, mi respuesta es que eso como ciudadano me da lo mismo: o el Estado está mal estructurado o la estructura existente está mal organizada, pero a los ciudadanos nos están dando un servicio ineficiente.

Por cierto, ya que hablamos de esa moneda hay que decir que su remate fue de 1.300 euros; otras dos monedas palentinas que salieron a subasta en 2020 se remataron por 17.500 y 9.000 euros, llevándoselas también el Estado. Esto tiene dos corolarios: el Estado no nos está permitiendo a los coleccionistas hacernos con monedas románicas de Palencia porque compra todas las que sale; y el Estado me ha frustrado una compra magnífica que yo hubiera podido hacer en 2013 y que, de haberla vendido ahora, hubiera ganado un dinero considerable, parte del cual hubiese ido a manos de la Hacienda Pública.

¿El estado cuida mejor de su patrimonio?

Dejando todo esto atrás, lo que parece que nadie pone en duda es que si queremos que una moneda se conserve adecuadamente lo mejor es que sea el Estado quien garantice dicha conservación. Si esto fuese así de manera general sería motivo suficiente como para argumentar que el Estado se haga con prácticamente todos los bienes arqueológicos, artísticos o históricos que haya en el mercado. No quisiéramos que alguien comprase un Modigliani y lo prendiese fuego o que se haga con un tetradracma siracusano y lo funda. Afortunadamente este no es el caso general, por lo que no se justificaría que el Estado se otorgue a sí mismo el monopolio de la conservación del Patrimonio. Pero voy un paso más allá y pongo en duda, precisamente, que el Estado conserve mejor las monedas que los coleccionistas particulares.

Cuando digo que «pongo en duda» que el Estado conserve mejor las monedas que los coleccionistas particulares es porque no puedo probar tal afirmación ni tampoco puedo probar lo contrario. Para poder probarlo tendría que saber la cantidad de monedas que existen en manos públicas y en manos privadas. También tendría que saber cuántas han sido robadas, destruidas o dañadas de forma considerable durante un tiempo suficientemente largo (pongamos 100 años). Con esos datos podría saber si una moneda tiene más probabilidades de sobrevivir en buenas condiciones durante un tiempo determinado y, de esa forma, saber si un dueño público o un dueño privado la conserva mejor. Lamentablemente nadie tiene esos datos por lo que solo nos queda argumentar al respecto.

A favor de la conservación pública

 

A favor de la conservación por parte del Estado se puede argumentar que los grandes museos tienen unos medios extraordinarios para el correcto almacenamiento y la conservación de las monedas. Las cámaras de seguridad que tiene el MAN están absolutamente fuera del alcance de cualquier particular por mucho dinero que éste tenga. Dentro de esas cámaras de seguridad cada pieza está colocada con celo, perfectamente identificada y claramente registrada. Además, los trabajadores que acceden a esas monedas son profesionales que siguen protocolos determinados para su manipulación.

En el caso de una colección particular, el coleccionista puede hacer con sus monedas lo que considere. Puede limpiarlas, puede dañarlas al manipularlas de manera incorrecta, puede hacerse una joya con ellas, puede incluso fundirlas o tirarlas al río si es su deseo. Son sus propiedad privada y nadie se lo impide. De hecho, hemos visto casos de coleccionistas importantes que han dañado sus colecciones: Reginald Huth limpiaba sus monedas una y otra vez debido a su misofobia, mientras que el mismísimo Tomás Francisco Prieto imprimía en ellas una marca particular, como era la moda de la época. También hemos visto a coleccionistas nóveles hacer mil destrozos a sus monedas intentando limpiarlas.

A favor de la conservación privada

A esto se puede responder que esas modas de marcar o de limpiar monedas hace más de un siglo que desaparecieron. Los coleccionistas somos muy conscientes de la importancia de conservar adecuadamente las piezas que conforman nuestra colección, especialmente aquellos que dedican una parte significativa de sus ingresos a adquirir estas monedas. Cuando aparece un loco diciendo que va a destruir cierto patrimonio histórico de su propiedad, como cuando Ryoei Saito puso en su testamento que se le incinerase junto a su van Gogh y su Renoir, su entorno acaba por no permitírselo (de hecho, en el caso de Saito esto fue una argucia para evitar el pago de impuestos millonarios). También se puede decir que el Estado no está libre de cometer fechorías a las monedas; yo mismo he visto monedas lamentablemente limpiadas en museos de titularidad pública.

Se puede ir todavía más allá y reflexionar que muchos estados se ven incapaces de mantener el enorme Patrimonio que poseen. El caso de España es especialmente flagrante: el Estado posee una enorme cantidad de Patrimonio que necesita unos costosísimos cuidados y no hay presupuestos para ello; tampoco es que sea una prioridad para el votante, ni para los medios de comunicación ni para los partidos políticos, así que dudo que esta situación vaya a revertirse. Otro caso histórico lo tenemos con las desamortizaciones eclesiásticas llevadas a cabo en España en el siglo XIX: una gran cantidad de Patrimonio pasó de titularidad eclesiástica a titularidad estatal y el Estado, sin más, lo abandonó. Mejor o peor la Iglesia sigue conservando sus bienes, pero cuando estos pasaron a titularidad pública simplemente se dejaron hundir. No parece que tenga mucho sentido que una entidad incapaz de conservar su propio Patrimonio adquiera más arguyendo que solo ella puede garantizar su conservación.

A esto se le añade que el Estado tiene medios legales para forzar a que los propietarios privados de un bien de especial relevancia histórica o artística lo conserven adecuadamente. La Ley de Patrimonio Histórico contempla la definición de Bien de Interés Cultural (BIC). La declaración de un bien como BIC implica varias obligaciones a su dueño; entre ellas a mantenerlo, custodiarlo y conservarlo adecuadamente, a permitir que profesionales puedan acceder a él para su estudio; a que no se pueda vender ni exportar sin notificar a la Administración; y a permitir su exposición. Es decir, que todas las supuestas bondades de que un bien histórico pase a titularidad pública se consiguen dejando dicho bien en manos privadas y declarándolo como BIC. Un liberal podría decir que esa declaración como BIC también supone una agresión a la propietario puesto que ya no puede hacer lo que quiera con su bien. Sin duda la agresión es tal, pero es mucho menor que la nacionalización forzosa de dicho bien.

El caso de las monedas

Todos los argumentos tratados hasta ahora podrían utilizarse para cualquier tipo de bien histórico o artístico. Pero las características propias de las monedas nos permiten ir más allá. Veamos:

Las monedas son objetos pequeños, fácilmente transportables y producidos en serie, por lo que muchas veces es difícil identificar un ejemplar concreto. Además, a pesar de su gran interés histórico, atraen poco la atención en los museos en comparación con otros bienes arqueológicos o artísticos (v.gr. pinturas, esculturas o mosaicos). Finalmente, en muchos casos las monedas tienen mucho valor intrínseco como metal y hay un mercado ágil dispuesto a adquirirlas. Todo esto hace que las monedas sean unos bienes especialmente proclives a ser robados: es más fácil salir por la puerta de un museo o de una vivienda con una moneda que con un cuadro; es más probable que si una moneda desaparece de un monetario los trabajadores de un museo o el dueño de una colección tarden más en percatarse que si desaparece un cuadro; y una vez robada, es más fácil vender una moneda que un cuadro, pudiendo incluso fundirla para venderla como metal. Así que en el caso de las monedas nos debemos preocupar especialmente en su robo.

En este Blog ya hemos visto varios casos de robos a personas privadas (uno, dos y tres) y a museos públicos (uno, dos, tres, cuatro y cinco). Es difícil saber si unos u otros ocurren con mayor frecuencia. Lo que se puede argumentar, como he dicho antes, es que los sistemas de seguridad de un museo público van a ser infinitamente mayores de los que pueda tener una persona privada. Aun así, estos robos ocurren incluso en el berlinés Museo Bode; y también hay ladrones que se especializan en museos. Si bien son sistemas muy seguros, no son infalibles.

Lamentablemente, muchas veces los robos no se hacen desde fuera sino desde dentro, siendo los propios trabajadores del museo quienes los cometen. Un ejemplo lo vimos hace poco en el Museo Nacional de Argentina, donde unos trabajadores robaron parte de la colección que Belgrano había llevado a dicho país.  Al ser una colección tan importante ya había sido debidamente estudiada y los ladrones fueron descubiertos cuando intentaron poner las monedas en el mercado. Esto muchas veces no es así. Ya vimos que las monedas custodiadas por los museos gallegos no estaban debidamente clasificadas hasta que Pablo Núñez realizó un profundo estudio como parte de su tesis doctoral. En esos casos, que mucho me temo que son más comunes de lo que deberían, sería relativamente sencillo «despistar» alguna pieza. Estoy seguro de que estos ladrones no son más que una minúscula minoría de los trabajadores de los museos, la inmensa mayoría de los cuales nunca se han visto tentados por realizar ningún robo.

Más peligrosos que los trabajadores -mucho más, de hecho- son los políticos. Al fin y al cabo son ellos los que ejercen el poder público y quienes, en última instancia, podrían hacer lo que considerasen con esas monedas. Incluyendo su saqueo. Lamentablemente, el siglo XX está lleno de ejemplos en los que el Patrimonio Histórico ha sufrido la codicia de los mandatarios. Las ocupaciones soviéticas y la Segunda Guerra Mundial nos dejan una enorme retahíla de expolios de museos en el mismo corazón de Europa. Ya en el siglo XXI podemos hablar de AfganistánIrak o Siria como algunos de los casos más flagrantes. En España tenemos un triste precedente, que fue el saqueo del gabinete numismático del Museo Arqueológico Nacional por parte del Gobierno de la Segunda República. La heroica actitud de Mateu i Llopis evitó que algunas de las monedas más importantes acabasen en el famoso Vita para no volverse a saber de ellas nunca jamás, pero no pudo hacer nada con muchas otras monedas. En cambio, durante esa misma guerra fratricida, la joven heredera de Barril consiguió enterrar la colección de su padre y salvarla de un destino semejante. Vemos cómo en tiempos convulsos una simple niña tuvo más medios para cuidar de su patrimonio privado que los trabajadores del MAN para cuidar del patrimonio público. Un patrimonio que es «de todos» pero cuya soberanía la ejercen «unos pocos».

Podemos pensar que ahora vivimos tiempos de estabilidad política y de prosperidad económica. En estos tiempo los políticos tienen medios mucho más sutiles y socialmente aceptados de hacerse ricos, que casi siempre se basan en adueñarse de parte de lo que produzcan sus súbditos. Mucho me temo que en Europa esto va a seguir así muchos años; supongo que toda mi vida. Pero no me cabe duda de que antes o después volverán tiempos convulsos. En esos casos la ciudadanía se ve incapaz de producir tanto como se requiere. Entonces la clase dirigente lanzará sus ojos hacia el Patrimonio Nacional, no considerándolo más que un medio para satisfacer su enorme codicia. En ese momento las monedas de titularidad pública serán las primeras que caerán en sus garras.

Los vídeos que ilustran la entrada ofrecen una visita virtual al Museo de la Fábrica de Moneda y Timbre. Es un museo extraordinario que os recomiendo visitar a todos los que paséis por Madrid.

37 comentarios en “Conservación privada o pública de las monedas”

  1. ¿Quién va a tener más interés en conservar algo muy bien?
    a) un probo (Supongamos que sea probo) funcionario público que no va a ver los resultados de su buen trabajo atribuidos a él. Tras él, cuando se jubile, vendrán una serie de reemplazos que siempre podrán atribuirse el mérito o achacar al anterior el demérito.
    b) Un inversor privado que, cuanto mejor se conserven sus piezas, mejor redito obtendrá para su jubilación o, en su caso, mayor patrimonio legará a sus hijos.
    Simplemente respondiendo a esa pregunta, podemos contestarnos a nosotros mismos.

  2. BRAVO! Concuerdo contigo…monedas mejor en colecciones privadas. Que mejor ejemplo que las grandes doblas Castellanas en manos de la Biblioteca Nacional de Paris que por siglos permanecieron ocultas y no estudiadas!

    1. Hola a todos
      Estoy plenamente seguro y confiado que las monedas deben estar en manos privadas, además no es posible , como pasa en mi ciudad que existen un gabinete numismatico y
      Otras instituciones que tengan en sus almacenes un montón de monedas históricas y no se
      Muestren ni siquiera al público, es más en una oportunidad hasta ofrecí mi tiempo para realizar un inventario en una colección de monedas de una fundación junto con un grupo de historiadores y nada , y esas instituciones ni las presenta al público, ni permite hacer un estudio de las mismas y Lo más grave sabrá Dios en que condiciones están almacenadas. Es como un museo prestigioso que visite y me dijo uno de los guías y trabajador que en los almacenes había más de 10 veces sin exponer que no verán las luz. Y Aquí es otra cosa aparte por que los museos deben de ser más proactivos pero bueno no voy entrar en el tema. También ocurre algo parecido con los numismatico ,yo entiendo que la mayoría quiere privacidad y está en su derecho , pero que pasaría si no hubiera tanto celo . Aquí mismo en mi zona hay gente que colecciona y ni siquiera nos ponemos de acuerdo para
      Ver una pequeña representación de las monedas y así estamos como estamos , aquí en España hay mucho celo con el tema y puedo entenderlo ,pero abrir un poco la ventana
      Para que entre la luz no seria tan malo. Y para terminar en este asunto creo tenemos las dos caras de la moneda . Bueno ruego disculpen mi mala ortografía y una vez más gracias
      Adolfo por el extraordinario trabajo que estas llevando por la numismatica y a toda la
      Gran familia que estamos en este mundillo les deseo una feliz Navidad. Felices fiestas.

      1. Adolfo Ruiz Calleja

        Muchas gracias por tu comentario, Alexis.

        Lo que indicas está muy relacionado con lo que dice Yago más abajo.

        Sobre la privacidad de los coleccionistas, creo que es algo comprensible. Mucha gente no quiere que se sepa lo que tienen. Eso sí, creo que cada vez somos más abiertos y formamos más comunidad aunque sea en las redes sociales.

        Saludos,
        Adolfo

    2. En España hay un peligroso antecedente histórico, la desaparición del oro del Banco de España en la Segunda República, miles de monedas de oro y plata que fueron enviadas a la Unión Soviética, y que jamás se volverán a ver.

  3. Adolfo Ruiz Calleja

    Esta entrada es muy proclive al debate, entrando casi en la filosofía.

    Me sorprende mucho que, al menos hasta ahora, no haya habido voces que discrepen con mi postura. Me sorprende porque en los foros y las redes sociales siempre se aplaude a quien dice que el Estado debería comprar tal moneda o adquirir tal colección en su totalidad.

    Quizá el motivo es que la entrada es tan larga que abruma. Cierto es que es larga, pero se hace necesario argumentar bien una opinión discordante con la mayoría.

    Me alegro de que os haya gustado y de que haya promovido la reflexión.

    Saludos,
    Adolfo

  4. Buenas tardes,
    Ya llego yo para discrepar :-) En parte.
    En primer lugar, creo que no tiene sentido plantear esto como un debate de máximos dñonde sólo existen dos opciones. Tampoco suelo confiar mucho por egoístas en aquellos argumentos que sólo tiene en cuenta el coste-beneficio económico. Las políticas públicas han de tener en cuenta otros aspectos más allá del beneficio puramente económico.
    Yo entiendo que cierto patrimonio debe estar en museos, porque es de todos los ciudadanos, y todos han de poder disfrutarlo, aprender de él e investigar.

    Lo que no me parece bien es llegar a extremos como tener los sótanos repletos de monedas que no estan expuestas al público, difícilmente tienen un valor para la investigación (una vez debidamente catalogadas) cuando podrían disfrutarlas otras personas. O de tener que solicitar permisos especiales para exportar piezas que en términos públicos y de investigación tienen poco interés.

    En los Pirineos (como supongo que en tantas zonas rurales de la Península) conocemos bien el expolio que durante años han sufrido las comunidades rurales. Creo que algo de control por parte del Estado no está siempre de más.

  5. Se me olvidó añadir la felicitación para Adolfo por la entrada, muy trabajada e interesante. Y por el debate que se prepara.
    Saludos cordiales y felices fiestas a tod@s los lectores del blog.

  6. En lo que más discrepo es que en un museo numismático se pasen las horas como minutos. Me cuesta horrores disfrutar de monedas tras un cristal y pudiendo ver tan solo una cara. Sé que es otro debate y otra reflexión, pero no acabo de ver el concepto «museo numismático» más allá del público especializado, o integrándolo con mucho 3D y otros objetos en un museo de historia.

    1. Domitilo Tristán Jover

      Cita de Adolfo: «También se puede decir que el Estado no está libre de cometer fechorías a las monedas; yo mismo he visto monedas lamentablemente limpiadas en museos de titularidad pública.»

      Y yo también. Luego como dices los almacenes de los museos llenos de artefactos que nunca se expondrán al público y a los cuales generalmente es imposible de acceder. Para concluir, no creo que debería ser parte de las actividades de un estado el coleccionar o mejor dicho acaparar monedas. Quizas de un museo, pero que lo hagan con su propio dinero y no con dinero público. ¿Y qué ocurrió con la colección de monedas de Manuel Vidal Quadras y Ramón?¿No la robaron los repúblicanos también? Eso creo de recordar, pero puede que esté equivocado.

      Un saludo,
      Tristán

      1. Adolfo Ruiz Calleja

        Hay que matizar que los fondos de los museos no están pensados para que acceda todo el público pero que un estudioso podría acceder en caso de necesidad. No sé el procedimiento necesario para acceder pero sé que es posible.

        La Vidal Quadras se ofreció a principios del siglo XX al Ayuntamiento de Barcelona y a Huntington, pero no las adquirieron. Al final acabó en manos de un comerciante parisino: http://www.familiavidalquadras.com/docs/Monedas.pdf

        Saludos,
        Adolfo

  7. Yago Abilleira Crespo

    Lo que yo conozco de los museos gallegos es que, salvo unas pocas piezas «estrella» que miman, el resto les importa entre poco o nada. Y sí, la ley es preciosa: Artículo 46 de la Constitución Española: «Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad».
    Vale, vete a los almacenes de un museo y recítalo entre piezas que se echan a perder y que nadie sabe nada de ellas.
    Y las monedas es de lo que menos les importa.

  8. Supongo que son dos debates en paralelo: qué sistema es mejor, y sobre la aplicación del mismo. Una política pública bien diseñada pero implementada de forma ineficiente o descuidada puede tener los efectos contrarios a los deseados. Y estoy de acuerdo en que tener miles de piezas acumuladas en un almacén no es el mejor uso.

    En el mundo anglosajón hay programas muy interesantes, como los educativos de la American Numismatic Society (una entidad privada, por cierto), que saca sus colecciones a institutos para que los alumnos aprendan historia viendo y tocando sus objetos. También en algunos museos (lo vi en el British) algunas piezas estan fuera de vitrina para que los visitantes las puedan tocar.

    En España no conozco iniciativas similares.

  9. Totalmente de acuerdo con esta posición!!!!
    Los museos más importantes del mundo (Met de NY, Louvre en Paris) exponen sus monedas engarzadas en ganchos de metal que dudo dudo sean los más adecuados para conservar las monedas que además solo se ven por una cara, lejos detrás de un cristal a menudo sucio y opaco. En mi caso jamás imaginaría guardar mis monedas así.
    Siendo más pro-activos sería deseable que las leyes permitieran a los museo e instituciones públicas la venta de objetos (no solo monedas) que no se exponen rutinariamente. Esto ha ocurrido recientemente cómo fue el caso de la venta de la colección Huntington que pertenecía a la Spanish Society of the Americas en NY y que fue subastada hace unos años. Sin embargo esto solo ocurrió porque este es un museo privado y no público.
    Lamentablemente la bulimia se los museos del mundo que quieren acaparar todo sin ningún propósito particular y bajo el falaz argumento que se trata de “patrimonio del país” es una tendencia que seguirá. Y lo peor puede aún ocurrir : que algún político/legislador se le ocurra la brillante idea de proclamar que la posición todas las monedas de colección se convierta de repente en ilegal. Este ya es el caso en Perú!!!!!

  10. Se me olvidó precisar. Algún político puede declarar las monedas “patrimonio nacional” y esto fue los que ocurrió en el Perú según entiendo. Con un plumazo coleccionar vender comerciar monedas se vuelve una actividad ilegal.

  11. Adolfo Ruiz Calleja

    @Ramón, me alegro de que te haya gustado la entrada.

    Estoy de acuerdo en que las políticas públicas deben tener en cuenta argumentos que no son puramente económicos (pero sin olvidarse de éstos). Pero aquí hay otro tema: ¿para qué compra el Estado más Patrimonio si a duras penas tiene recursos para mantener el que ya tiene?
    Ejemplo es el expolio que hubo en el Pirineo y en Castilla. Bueno, que hubo y que sigue habiendo.

    Sobre el tema de que las monedas o los objetos artísticos estén disponibles para los investigadores, creo que se podrían buscar alternativas como solicitar el escaneo en alta resolución que permita generar modelos 3D muy precisos (hoy hay tecnología muy avanzada en este sentido y ha habido proyectos europeos que investigaron y definieron buenas prácticas para su uso con el Patrimonio).

    Ni qué decir tiene que ambos sistemas (conservación pública y conservación privada) deben coexistir, al menos mientras el Estado exista y la propiedad privada se respete. No se trata ver qué sistema es mejor que el otro, sino más bien argumentar (por mi parte) que no necesariamente la conservación pública es preferible, como algunos indican siempre que tienen ocasión.

    @don papote, efectivamente ese es otro debate.

    El ejemplo que siempre se pone es el del British Museum, que para mí es el mejor museo de arqueología del mundo. En él hay una sala sobre la «historia del dinero» y el resto de monedas se exponen contextualizadas con otros objetos. Es decir, al lado de una estatua griega puedes tener una vitrina con unos decadracmas y, en otra sala, al lado de un cuadro románico te puedes encontrar una vitrina con ciertas monedas italianas del siglo XII.

    Como dice @Ramón, en el British también se pueden tocar algunas monedas y otros objetos arqueológicos que no tienen especial valor pero que permiten acercar más aún el objeto al ciudadano. Y no solo en el British, también lo he visto en otros museos ingleses, como el Fitzwilliam Museum de Cambridge.

    Lo estuve comentando con un curador de un museo y me dijo que eso le resulta excelente. Desde luego que mucho mejor que tener una sala de numismática donde entra muy poca gente y casi es solo apta para especialistas. Pero el problema está en «las competencias»: al curador del arte románico del museo, a quien le gustaría tener 3 veces más de espacio para colocar más tablas románicas, no le puedes pedir que ceda una vitrina al gabinete numismático para colocar sus monedas.

    Sinceramente, creo que la estructura propia de los museos españoles (y de la mayoría de lugares del mundo) es la que entorpece la exposición numismática.

    @Yago, supongo que ese artículo sea uno de esos «principios rectores de la economía».

    También entiendo que en los museos se hace lo que se puede con los fondos que hay. Pero sí… una pena.

    @Gregario, permitir la privatización del Patrimonio Estatal sería algo muy polémico de llevar a la práctica. No me cabe duda de que muchos políticos estaría encantados de hacer algo así: en vez de recortar las pensiones vendemos los fondos del Museo del Prado, que «son cuadros que están cogiendo polvo y no los queremos para nada». Si, además, se lo venden a su primo por la mitad de lo que vale, entonces la jugada sería redonda. Al cabo de 5 años estarían todos los museos vacíos y el dinero resultante gastado en gasto corriente.

    El caso de Perú no lo conozco. ¿Puedes darnos alguna referencia?
    Yo no sé cómo será la legislación en Perú, pero una cosa es considerar un objeto arqueológico Patrimonio Nacional y otra cosa es que su posesión o transmisión privada sea ilegal. En España cuando se considera un bien como Patrimonio Nacional, el Estado se compromete a adquirirlo, no se puede exportar, se debe conservar de cierta forma… pero su posesión puede seguir siendo privada.

    Ya te digo yo que en España no van a considerar que toda moneda de colección es Patrimonio Nacional porque, si lo hacen, cualquiera podría pagar sus impuestos con su colección de monedas y el Estado estaría obligado a aceptarlo como pago. Ni qué decir tiene que el Estado lo que quiere es dinerito líquido y fácil de gastar.

    Saludos,
    Adolfo

  12. Tema controvertido y que todo será opinión… aunque ya has dejado muchísimos puntos expresados en el post. Aquí hay algo curioso en el propio objeto moneda que lo hace especial para este tema y que hace que todo aficionado a la numismática lo vea con otros ojos.
    Las monedas son objetos de colección producidos de forma más o menos industrial, pero nosotros los consideramos arte, aunque no tiene esa consideración por la mayor parte del público. Las «botellitas de licor» son únicamente objetos coleccionables, que podrían estar en un museo costumbrista, pero no consideraríamos arte. Para elevar una lata de tomate Campbell’s al rango de arte tiene que llegar un artista y convertirla en tal, y para elevar una botella de licor a ser algo para mostrar en un museo, debe formar parte exactamente de «una colección», lo que se muestra no es el objeto individual sino su pertenencia a un todo que es la colección y es el paquete lo que tiene valor.
    Si eliminamos la característica de coleccionable para el museo, entonces tendría interés como objeto de métrica para datar un objeto y tendría sentido que se mostrara únicamente como se muestran también imágenes para hacer una idea del marco vital de otra pieza.
    Y si tampoco lo usamos como métrica, las podríamos querer por su valor «arqueológico», hay que tener en cuenta que los museos arqueológicos no muestran arte, muestran objetos «antiguos/viejos» únicamente por el gusto del hombre de analizar de donde viene y cual ha sido su evolución.
    Y por último, lo de siempre, si son de metales nobles, el objeto en sí mismo tiene valor económico.

    Esta en el fondo es la belleza de las monedas, que se pueden descomponer y resultar interesantes para muchos sectores, a los que les gustará más una u otra de sus características (otras veces habéis hablado del alma de una moneda, supongo que los tiros van por aquí).

    Y ahora a lo que vamos. Nosotros vemos todas esas facetas y le vemos todo el encanto a las monedas, y les damos mil vueltas y nos encantan, pero eso no implica que el resto de la población lo vea igual que nosotros. Ahora bien, los museos y los estados… las codician, cada uno tendrá sus motivos de porqué un conservador decide que una moneda es importante para el patrimonio nacional (de la nación que sea) Al final los conservadores de museos lo principal que hacen es «forjar la colección del museo», cada museo indicará al conservador un presupuesto anual para mejorar su colección y los criterios hacia donde tiene que dirigirse la misma, si es un museo de escultura no adquirirá monedas especiales, pero tal vez si adquiera monedas para «decorar» sus esculturas y ponerlas en contexto.

    Obviamente al Estado Español le encantaría adquirir todos los Velázquez de este mundo, pero eso es impensable por el coste que supone, sin embargo, si pueden optar a tener una moneda de cada clase. Lo único que ocurre, es que si «mejoran su colección» porque consiguen una con mejores características de las que tienen en el fondo, nunca se desprenden de la «versión anterior» y eso es lo que hace que en cierto modo acaparen sin sentido.

    Yo no veo que una entidad pública se deshaga de parte de sus colecciones, porque no les reportaría apenas beneficio e iría en contra de «lo público», dado que si una moneda que «es de todos» pasa a formar parte de manos privadas, en la mayor parte de los casos pasará a disfrutarla sólo uno. ¿Qué ahora mismo no la disfruta nadie porque está escondida? Pero es de todos, el día de mañana puede que surja otra colección, u otra forma de mostrarla, u otro organismo que pueda hacer algo con ellas y no empezará de cero, porque tendremos stock en la colección general.

    Muchas veces se ha comentado la gran suerte de poder contar con un objeto que tiene 2000 años por unos pocos cientos de euros, objetos reconocibles, un muy muy buen estado, y además preciosos. Pon el mismo precio a un jarrón entero de hace 2000 años y vas a ver que jarrón tan mierdoso consigues. Nos duele que haya monedas en posesión pública, pero realmente de lo que hay que felicitarse es que aún haya suficientes para que podamos tener monedas en posesión privada de una forma tan sencilla.

    Creo que ambas opciones, no son incompatibles, de hecho vivimos así y aquí no pasa nada. Del lado del que esté cada uno siempre querrá que haya más del suyo. Respecto a quien las conserva mejor… habrá de todo en todos lados, también seguramente ocurre que como son objetos «menos delicados» no se les presta tanta atención como a un cuadro o una escultura y los que queremos más a estos objetos nos duele, pero no hay que olvidar que tienen muchas veces miles de años y si nadie los maltrata aguantarán mucho más.

    Un objeto de arte, de cualquier tipo, deberá estar en las manos de quien pueda pagarlo… y ¿por qué esa métrica tan capitalista? Porque el que pueda permitirse monedas de 10.000 euros, presumiblemente tendrá medios para protegerla de robos y del paso del tiempo adecuadamente. Quien se pueda permitir monedas de 20 euros, las protegerá acorde a lo que valen. Lo mismo que cualquier otro objeto, quien paga un Velázquez ya se molestará de asegurarlo y de intentar cuidarlo lo mejor que pueda.

    Una cosa que he aprendido en estos dos años con vosotros, es que en las monedas la oferta y la demanda se palpan en el ambiente, así como las modas, o el precio del metal. Al final es un objeto con el que se especula muchísimo, en cada nuevo coleccionista no paro de descubrir pequeños especuladores. Además no buscamos las monedas para adornar nuestras casas, sino para forjar nuestro pequeño museo privado (en cuanto a colección) de modo que si nos las podemos permitir, las cuidaremos.
    FELIZ NAVIDAD A TODOS
    (lo siento por la filosofía, mira que ya avisó Adolfo que no nos pusiéramos a filosofar)

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Gracias Victoria, por tu visión.

      Hay una diferencia fundamental entre tu visión y la mía. Como dije al principio de la entrada, la opinión sobre la ontología política de cada uno tiene muchas implicaciones en este tema. No me voy a poner a argumentarlo porque entraríamos en temas filosóficos ajenos a la numismática.

      Basta con apuntar la diferencia: tú indicas que cuando algo es de propiedad pública es «de todos». En mi opinión, cuando algo es de propiedad pública es «del Estado». Yo entiendo el Estado como una entidad jurídica utilizada por una élite gobernante para justificar, ejercer y prolongar su poder. Por tanto, entiendo que si algo es del Estado no es de todos sino de esa élite.

      En lo que tienes mucha razón es que muchos de los coleccionistas somos «pequeños especuladores». Yo no me avergüenzo por ello, aunque muchos de los que lo son no se aceptan como tal.

      Por parte de la métrica capitalista por la que solo quienes pueden pagar algo pueden adquirirlo… pues es así como hemos estructurado nuestra sociedad en los últimos siglos. Los bienes escasos adquieren un precio alto y solo quienes pueden (y quieren) pagarlo pueden acceder a ellos. En otras sociedades el acceso a bienes escasos dependía de la estirpe, del género, de la profesión… Parece que a nuestra sociedad le va mejor que a esas otras.

      Como digo, es muy interesante tu visión :-)

      Saludos,
      Adolfo

      1. Guauu. Diste en el clavo pero además bien. A ti no te molesta que cualquier otro tenga una moneda…. A ti te molesta que una entidad te fastidie ejerciendo un poder en tu contra…. Esa «elite» ejerce su poder adueñándose de algo que otros mortales quieren y esgrimiendo ese mismo poder para lograrlo (bajo un velo de somos bondadosos).
        No soy capaz de expresar esto bien por escrito…me parece un punto de vista interesante y perfectamente lícito. Simplemente me ha llamado la atención, no me lo esperaba. Mi visión no tiene nada que ver con mis ideas políticas, yo siempre lo veré todo bajo un prisma de bondad y seré la perfecta abogado del diablo en una discusión, aunque no opine lo mismo que defiendo, es que me encanta ese papel.
        Desde mi ingenuidad, si cualquiera hace algo, eso siempre saldrá bien de algún modo. Si la maquinaria del Estado (elite) te fuerza a renunciar a tu moneda entiendo que te cueste horrores pensar que es por el bien común. Pero te acercas mucho al pensamiento expoliador…. Tachan tachan….

        1. Adolfo Ruiz Calleja

          Lo has expresado correctísimamente.

          Poco tiene que ver esto con el expolio. Yo estoy en contra del expolio por dos motivos:

          * Es ilegal.
          * Destroza evidencias que potencialmente nos podrían permitir reconstruir la historia/prehistoria.

  13. Respondiendo a las preguntas de Adolfo puedo dar unas breves explicaciones cómo funcionaba las leyes de declaratoria de patrimonio nacional en algunos países de América Latina y en especial de Colombia cuyo caso es de todo mi interés.

    La ley de Patrimonio Nacional declara que ciertos objetos son Patrimonio del Estado y su propiedad es del Estado. Todos los particulares que posean bienes considerados de Patrimonio del Estado deben registrarlos antes las autoridades. Estás a su vez permiten su usufructo (más no propiedad) por particulares. El usufructo consiste en el goce en su casa del bien Patrimonio Nacional. Sin embargo el individuo debe hacerse cargo de la custodia y mantenimiento del bien. No puede venderlo, heredarlos o mecerlo de lugar sin la autorización de la autoridad competente pues cómo se ha dicho este no es ya de su propiedad. Sobra decir que el estado no tiene ningún interés en la mayoría de los casos de recuperar estos bien que en realidad no son de gran interés.
    Esta ley o una muy similar aplica en lo que entiendo en Perú para las monedas. En Colombia aplica para todos los artículos ore-colombinos indigentes independientemente si se trata de una pobre vasija de barros quemada o de una bella máscara en oro.
    Cuando por maldición se declaran las monedas artículos de Patrimonio Nacional su colección, venta y comercio en general se convierte en ilegal.

  14. en cuanto al robo de las monedas del Museo Nacional de Argentina, me gustaría hacer una observación: las monedas que se iban robando según publicó el diario «Clarín» de Buenos Aires, eran vendidas en «la calle Corrientes al 700», en esa dirección solo hay un negocio numismático donde compré monedas más de una vez. Me pregunto el profesional que está al frente de ese comercio compraba monedas griegas a una mujer que a todas luces no era coleccionista importante ni mucho menos, eso como se entiende? dejo la reflexión para que quien quiera se la haga.

  15. Victoria. En realidad los herederos deben anunciar el fallecimiento de la persona a las autoridades y estas definen si “recuperan” el bien o lo dejan en custodia con uno de los herederos. Es tal el papeleo que a menudo es más rentable fundir las piezas en oro o quebrar las cerámicas pre-colombinas que denunciar ante las autoridades cualquier hallazgo o pieza poseas.

  16. Saludos, voy a ser breve en mi opinión las cosas están bien como están coleccionistas privados y colecciones públicas, ahora bien, el Estado debería pujar más por piezas importantes y no dejarlas escapar y dejar de almacenar tanta chatarra de «patrimonio nacional».
    En otro orden mi colección de monedas sasanidas es patrimonio nacional? en qué ceca de hispania fueron acuñadas? Las gracias debería darme el Estado.
    Por cierto ver las exposiciones de monedas es un horror o están muy bajas y a la media hora te duele la espalda, por eje. en la casa de la moneda de Madrid o están a una buena altura y los niños no pueden disfrutar, eso sí hablar de la iluminación, ya tenemos otro tema para debatir.
    Por cierto Adolfo, como castellano creo que deberías ver los museos como bienes del común y no del Estado, con el dinero de todo se hacen y se mantienen.
    Feliz Navidad a todos y que el 2021 sea mejor…

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Claro que tu colección de monedas sasánidas no es Patrimonio Nacional. Pero supongo que, llegado el caso, España podría declarar como Bien de Interés Nacional un objeto que no haya sido fabricado en España.

      Los museos son propiedad del Estado Español o de las distintas administraciones públicas que lo conforman. No son «bienes comunes» que pertenezcan a una comunidad de vecinos o a una comuna anarquista o algo así. Eso es un hecho. Otra cosa es mi concepción sobre qué es el Estado y cuál es su relación con los ciudadanos. Una concepción que no creo que tenga que ver con mi condición de castellano.

      Saludos,
      Adolfo

  17. Que articulo! Muy trabajado y cuidado en sus conceptos, y que decir de los comentarios que dejan poco para contribuir. Solo quisiera agregar que en ultima instancia salvo que pertenezcas a la elite economina o a la politico/cultural de turno a la gran numismatica solo tendras acceso por fotos o en algun museo y que por lo demas deberas conformarte a verla de esa manera y que no veo gran diferencia, en el caso que Adolfo comenta, que una moneda deseada sea el estado u otro comprador con mayor poder adquisitivo el que te la arrebate de las manos.
    Saludos

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Buen punto este.

      El común de los mortales no podremos nunca poseer monedas que valgan 50.000 euros. Pero ahí está el criterio moral de si es adecuada o no su adquisición por el Estado o no. Una adquisición que, en última instancia, se paga con nuestros impuestos.

      Como digo, es una cuestión moral, que es de lo que va todo esta entrada. Yo tampoco podré adquirir nunca la empresa Mercadona (una cadena de supermercados española que pertenece a una familia y no cotiza en bolsa) y sin embargo estaría totalmente en contra de su nacionalización. Lo mismo con las monedas.

      Saludos,
      Adolfo

      1. Adolfo
        Por una cuestion de principios jamas podria estar de acuerdo con nacionalizar algo que ya tiene dueño, sea una empresa y mucho menos una moneda, San Eloy nos libre y proteja, y estoy muy de acuerdo que si hay niños pasando hanbre seria mas que inmoral, criminal un estado comprando monedas para acumular en un museo.
        Ahora bien en otras circunstancias y con una politica seria de valoraciones historicas, prioridades y disponibilidad de exhibicion no esta mal que un estado compre y tenga prioridad sobre algunas y selectas piezas con importancia historica y patrimonial para que queden al alcance de la comunidad.
        Eso si, sin dejar de tener en cuenta nunca que esto debe ser algo extraordinario y no una costumbre para atiborrar museos con monedas que jamas van a ser mostradas o estudiadas por nadie.
        Ahora en el otro extremo tambien se podria realizar un planteo etico y moral, por ejemplo tomando el caso de un hipotetico nuevo rico que un buen dia se levanta con ganas de numismatica y arrasa por unos meses con cuanto se le cruza por el camino y luego las guarda y olvida dejandolas tambien fuera del alcance de todos, y sin garantizar su cuidado ni el acceso para su estudio, todo esto solo por el hecho de tener mucho dinero y no saber en que gastarlo.
        Saludos

        1. Adolfo Ruiz Calleja

          Nuevos ricos de ese corte los hay.

          Lo bueno es que casi siempre se arruinan al cabo de poco tiempo y su colección vuelve a salir al mercado. Un caso muy conocido es el del Rey Faruk, pero soy consciente de algunos más.

  18. Hay una cosa que admiro de Adolfo y es su capacidad para hacernos reflexionar con sus preguntas.
    Mi posición es más cercana a que es el Estado el que debe tener prioridad en la adquisición y posterior conservación y exposición de las monedas, pero con un límite, por supuesto.
    Por otra parte me parece una tontería que el estado acumule monedas sin criterios claros. Si dependiera de mí lo que haría sería una buena catalogación de lo que tenemos, las «necesidades» museísticas y posterior venta a particulares de aquello que ya se posea o no resulte interesante. Claro, todo lo dicho en este párrafo requiere un trabajo enorme.
    Para hacer una buena catalogación hay que gastar muchos recursos, pero ojo, tampoco creo que nadie tenga mucha prisa, se puede hacer de forma ordenada y estoy seguro que tenemos funcionarios más que competentes para ello.
    Las «necesidades museísticas» hay que pensarlo bien, porque no sé si queremos una súper colección de todo tipo de monedas para un solo museo, o para uno en cada comunidad autónoma o… quizás queramos tener muchas piezas mediocres para que la gente las toque en los museos, en los colegios, etc.
    Una vez tengamos esto, es bastante probable que miles de piezas sean descartadas por tener muchas o no tener demasiado valor histórico, y estas se podrían vender a particulares, siempre con normas claras para que no se las queden los primos de los políticos a un precio de risa.
    Saludos.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Los museos más grandes, como el del MAN o el de la FNMT, tienen un amplio abanico de monedas que cubren una gran cantidad de periodos y cecas. No tenéis más que ver los vídeos de la entrada. Pero los museos pequeños suelen centrar su colección en el ámbito local y solo les interesan algunas pocas cosas concretas. Como es normal.
      Lo malo es que muchas veces estas monedas que «faltan» en los museos pequeños están en el sótano de los grandes. Hay veces que se ceden ejemplares. Tal es el caso del tesoro de Valsadornín, que recientemente el MAN ha cedido al Museo de Palencia: https://es.wikipedia.org/wiki/Tesoro_de_Valsadornín

      Para llevar a cabo una privatización del Patrimonio Nacional lo primero que haría falta son buenos profesionales en los museos -de esos tenemos de sobra- y políticos honrados -ahí andamos más justos-. Sin esos dos ingredientes primeros, la privatización iba a ser un total desastre. Mira lo que ocurrió con la colección del Rey Faruk.

      Saludos,
      Adolfo

  19. Yago Abilleira Crespo

    Al hilo de otro asunto no relacionado, me viene a la cabeza la excavación subacuática que se hizo en Finisterre (La Coruña) en galeón San Jerónimo (Armada de Padilla, 1596). Se sacaron cientos de monedas de plata que, a día de hoy, no tengo ni idea de cuántas fueron ni dónde están. No se hizo ningún estudio numismático (clasificarlas todas y publicar los datos) o, al meno yo no lo di localizado. Actualmente hay unas poquitas expuestas en el Museo de San Antón (La Coruña) en unas condiciones ambientales penosas. También se muestran las dos de oro que aparecieron, estando el (creo) 4 escudos clasificado como de los Reyes Católicos, pese a que es bien visible la D cuadrada del ensayador Melchor Damián (Felipe II).
    Todo ello, por supuesto, con dinero público. No veo mucha diferencia con los cazatesoros, la verdad.

  20. Patrimonios, herencias monedas y estado.

    De esta guisa, recuerdo a un conocido que heredó o mejor dicho se vio en un enredo entre herencia, propiedades, monedas y admón.publica. Un familiar suyo de 3er.grado -falleció- legando al no tener descendencia ni de 1er. , ni 2do.grado propiedades rústicas, urbanas, una colección de moneda, alguna que otra inversión. Esta persona al parecer salió de España después de la guerra civil como muchos emigrando a la zona francesa de Borgoña, estando igualmente en Suiza. Donde trabajo de mecánico y tornero toda su vida. A cada visita de vuelta a España el hombre fue comprando propiedades con la intención futura de regresar, pero finalmente falleció en Francia. En el momento de proceder a la repartición de los bienes ya a finales de los 70 , y principios de los 80 los herederos con derecho rondaban los 13. Por esa manía que tiene la gente de morirse. Los bienes algunos de los cuáles estaban en arriendo -los terrenos y dinero efectivo, legado de monedas- quedo «pendiente de repartir» al ser imposible localizar a los 13 iniciales herederos, en fecha de los 80. En 2000 ya eran unos 26, y a día de hoy son más de 35 a reparto – hijos de hermanos, primos , familia política , … etc etc …

    Resumiendo al meollo de la cuestión. El Estado. Vía Admon. de Justicia decide que ante la imposible repartición de bienes los ingresos procedentes del arriendo quedan a depositar en el juzgado correspondiente, al igual que el resto de bien material -monedas incluidas- acumulando capital desde el 79 aproximadamente en concepto de alquiler en una cuenta bancaria de la administración de justicia. O sea desde hace 41 años atrás. Llega Marzo de 2016 después de pleitos entre descendientes de 6 grado o 5 , unos 36 personas llegan a un acuerdo de reparticion. Acude al juzgado y misteriosamente el dinero a «desaparecido» 😁, las monedas se han evaporado entre los depósitos almacén del juzgado, y de las fincas queda un piso en arriendo que es indivisible entre 36 con una cafetería explotación pagando el alquiler al juzgado. Y sobre las fincas rústicas le han pasado carreteras por encima y algún que otro vecino se ha tomado la libertad de cogerse y ocupar algún metro arriba o abajo, aquello tan antiguo de mover las lindes de la finca entre vecinos. Según el código civil esto es antiguo cuando pasan más de 30 años se ocupa una propiedad y puede demostrarse que está establecido, ya no hay nada más que adueñarse de ella.

    Estas son las bondades de la administración en cuanto a gestión patrimonio privado imagínense que harán con el patrimonio público. Lo siento pero si tengo que esperar a que el estado tutele , cuide o se haga cargo de algo lo tenemos claro en este país.

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