Una revista italiana publicaba el año pasado un artículo con un hallazgo sorprendente: en un pecio ha aparecido un conjunto de monedas de oro entre las que se encuentran un 8 escudos limeño de 1659. Se trata de un hallazgo excepcional porque se tratan de los primeros 8 escudos acuñados en una ceca americana y de ellos solo se conocía otro ejemplar. Os comento la historia.
Los 8 escudos de la ceca ilegal de Lima (1659 – 1660)
En esta bitácora ya hemos hablado varias veces sobre la ceca ilegal de Lima (una, dos, tres y cuatro). Fue una ceca que comenzó a funcionar el 21 de enero de 1659 con el permiso del virrey Alva de Liste pero sin la venia de Felipe IV.
Los motivos para abrirla eran claros: Lima necesitaba una ceca porque, tras el escándalo de Potosí se habían quedado sin circulante, ya que tuvieron que recoger toda la plata para refundirla. Los motivos por los que Madrid no autorizaba su apertura también eran claros: se había generado una estafa de mayúsculas proporciones en Potosí y no querían nuevas cecas lejanas y difíciles de controlar que pudieran generar más problemas. Así que, a pesar de que Alva de Liste permitió su apertura, cuando escribió a Felipe IV para notificarle sobre el hecho recibió una carta ordenando el cierre inmediato de la ceca. Eso se hizo el 8 de abril de 1660.
Entre 1659 y 1660 se acuñaron en Lima monedas de plata, con módulos de 1/2, 1, 2, 4 y 8 reales (más abajo tenéis un ejemplar que subasta Sedwick). También monedas de oro con módulos de 1 y 8 escudos. Son todas ellas raras. Los pocos ejemplares que se conocen provienen en su mayoría del barco San Miguel el Arcángel, que se hundió en las aguas de Florida a finales de 1659 o principios de 1660. También por eso se explica que las fechadas en 1660 sean más raras que las de 1659: en 1660 solo acuñaron hasta abril y, en ese pecio obviamente no se incluía ninguna.

Los coleccionistas se suelen referir a las platas de esta ceca ilegal como “estrellas de Lima”, debido a la gran estrella (símbolo de la ciudad) que lucen. Bien pueden considerarse el cénit de la numismática peruana, pues son rarísimas y cada ejemplar supone un desembolso más que notable.
En cuanto a los oros, el estudio de la contabilidad de la ceca que hizo Lazo nos permite saber que en 1659 se acuñaron 1717 ejemplares de 8 escudos y 11 de 1 escudo, mientras que en 1660 se acuñaron 846 ejemplares de 8 escudos y 5 de 1 escudo. Las primeras 1.000 monedas de 8 escudos se remitieron directamente a Madrid, mientras que el resto se comercializaron entre los mercaderes locales. Nada se sabe de las monedas de 1 escudo, de los que no ha llegado a nuestros días ningún ejemplar.
Esas monedas de 8 escudos son tremendamente sorprendentes. Suponen toda una osadía, no solo por haberse acuñado en una ceca ilegal sino porque fueron las primeras monedas de 8 escudos jamás labradas en América (en Segovia ya se acuñaron en 1611 y en Madrid y Sevilla a partir de la década de 1630). Mi interpretación de todo esto es que buscaban impresionar al monarca, mostrando que podían realizar monedas de oro en módulo grande y, además, se las regalaban.
No les funcionó. De hecho, la labra era tan tosca que se consideraba que los dos ejemplares que se conservaban en el Museo del Banco de España eran considerados dos fantasías (es decir, dos monedas inventadas por algún falsario siglos después). El estudio de la documentación que hizo Lazo a principios de la década de 1990 permitió determinar que esas monedas eran auténticas.
Seguramente se trataban de los dos ejemplares que encontraron en las cajas fuertes de la ceca cuando se reabrió la Casa de Moneda de Lima en 1683 (ya de forma legal). Según la documentación, esos dos ejemplares estaban en el inventario que se realizó el 16 de octubre de ese año y se entregaron al duque de Palata, que entonces era virrey del Perú. Así se pudieron salvar los que, hasta el año pasado, eran los únicos ejemplares de oro acuñados en la ceca ilegal de Lima.


Debo decir que, durante mis viajes por Perú, he oído hablar de otro ejemplar que se ha encontrado recientemente en Bolivia. Según me han dicho, ese ejemplar está en manos privadas. Yo solo lo he visto en fotografía y no sé ni quién lo tiene ni quién lo encontró. Por las fotografías que he visto, se trata de un ejemplar en bastante mal estado de conservación. No ha sido publicado, así que quizá no sea más que una invención.
El nuevo hallazgo en Italia
El 12 de junio de 2019 un ingeniero alemán llamado Martin Klimach buceaba durante sus vacaciones en Cerdeña. En una de sus inmersiones vio algunos destellos entre la arena. Se sumergió en apnea y recogió los objetos brillantes: ¡se trataban de monedas de oro y plata!

A pesar de que es obvio para cualquiera que las monedas encontradas tienen un valor considerable (aunque solo sea por el peso del oro), Klimach hizo lo correcto: informó a las autoridades y entregó lo encontrado. Esto permitió que pocos días más tarde unos buzos arqueólogos regresasen al lugar con detectores y encontrasen varios ejemplares más. La pandemia hizo retrasar la siguiente campaña, que no pudo llevarse a cabo hasta mayo de 2022. Fue entonces cuando se estudió con detalle el pecio, como podéis leer aquí (páginas 39 y siguientes). Un pecio que seguramente fuese de la Guerra de la Sucesión Española o de la Guerra de la Cuádruple Alianza.
En total se recuperaron 10 monedas de plata y 32 monedas de oro. La mayoría eran monedas españolas. El resto eran tres ejemplares italianos y otros tres franceses. Son todas ellas monedas acuñadas entre la época de Felipe II y 1712; la mayoría son de finales del XVII o principios del XVIII. En cuanto a ejemplares raros, se pueden citar varias onzas madrileñas, limeñas, sevillanas y mexicanas. Pero, sin duda, el ejemplar que se lleva la palma es el que se muestra a continuación:

La pregunta que me surge es si la moneda encontrada sería una de las 1.000 enviadas a la Corte o una de las que adquirió algún comerciante limeño. Yo me inclino a pensar lo segundo ya que en el pecio se han encontrado otras onzas limeñas. Supongo que en Madrid esas 1.000 onzas se entenderían como una remesa de oro y que se mandasen fundir inmediatamente, más todavía cuando consideraban ilegal la ceca que las acuñó y no tenían ningún interés en dar un marco legal a esas monedas. Así que una de las onzas que adquirió algún comerciante peruano de alguna manera llegó hasta un puerto europeo, allí la embarcaron junto con otras muchas monedas de oro y plata con la mala suerte de que acabó en el fondo del mar hasta que volvió a emerger hace apenas un año.
No puedo cerrar el artículo sin expresar mis agradecimientos a Eduardo Dargent. Eduardo me ha informado del artículo donde hablan del pecio y me ha dado suficiente bibliografía para que pueda escribir el presente texto. Ya no solo sus libros publicados, sino el capítulo dedicado a la ceca ilegal de Lima que aparecerá en su próximo libro; un libro que presentará en Santo Domingo MMXXIII y que yo espero con ansia.
Formato podcast
Aquí tenéis un contenido semejante al de esta entrada en formato podcast.
He visto en Facebook la entrada y no me resisto a entrar y comentarla. En la información sobre el naufragio que pasas a mayores, destaca que ya se sacaron de ese pecio dos cañones de bronce españoles. Así que el origen de la moneda puede ser otro: Formó parte de las 1.000 monedas enviadas a España y el Rey decidió usarlas como dinero corriente y con ellas costeó el alistamiento de ese posible buque de guerra. Es una teoría propia que me acabo de inventar, tan válida como la del mercader limeño, pero con otra perspectiva. Saludos
Pues quizá tengas razón 🤷