Los coleccionistas aislados

Fui por primera vez a Londres en el año 2006, siendo un estudiante sin mucho dinero en el bolsillo (luego estuve viviendo 4 meses en Southampton y escribí varias entradas sobre Inglaterra: una, dos, tres, cuatro y cinco). Estuve una semana y mi presupuesto eran 200 euros, de los que me gasté 180 incluyendo los vuelos. Una de las tardes que andaba por el centro pasé por delante de un teatro y me encontré con bastante gente haciendo cola para entrar. También había un reventa que intentaba vender entradas a los despistados. Me ofreció una entrada por 100 libras (el precio oficial eran 50 libras) y le dije que no. Pero esperé en la puerta. Luego volvió y me ofreció la entrada por 60 libras, a lo que yo volví a decir que no. Pero seguí esperando. Cuando quedaban 5 minutos para entrar me dijo que como estaba claro que quería ver el teatro, y le caía bien y no sé qué otras historias, me dejaba la entrada a precio de coste. Le dije que no. Cuando quedaban 2 minutos para que empezase la obra le ofrecí 20 libras por la entrada, diciéndole que no tenía más (¡y era verdad!). El reventa, viendo que no la iba a poder vender de otra manera, me la vendió prefiriendo perder 30 libras a perder 50.
ponderal Toledo

En cambio, hace unos meses una compañera de trabajo me dijo que iba a ir con su hermana a ver un concierto de Tchaikovsky en Tallín. Pero resulta que se encontraba mal y no podía ir, por lo que su hermana iba a perder la entrada. Muy gustoso acepté comprar a su hermana la entrada y se la pagué a precio de coste. Bien es cierto que podría haber aplicado las mismas reglas de mercado que con el reventa: como va a perder la entrada yo puedo tirar del precio para abajo. Tendría su sentido e incluso se podría justificar: si se la compro a mitad de precio le hago el favor de solo perder la mitad de lo que perdería y yo gano la otra mitad, por lo que ambos quedamos beneficiados de igual modo. Lo que pasa es que ese raciocinio tiene un importante coste social, pues a partir de ese momento mi compañera de trabajo -y probablemente el resto de mis compañeros- me vean como un tacaño a quien no harán un favor en la vida.

Pues en la numismática lo mismo.

Hay algunos coleccionistas que se quejan de que los coleccionistas somos muy tontos porque no sabemos organizarnos para intercambiar monedas y tenemos que acudir a las casas de subastas -pagando las consiguientes comisiones– para poder vender las piezas. Según ellos, con ese modelo salimos todos perdiendo excepto las casas de subastas y los comerciantes profesionales.

Estos son argumentos que yo mismo me creía hace unos años, pero ya no. Lo primero porque los profesionales juegan un papel importante, tienen una profesión que no es tan sencilla como parece y las casas de subastas hacen mucho bien a la numismática. Así que de entrada no me parece mal que los profesionales se ganen el pan con su trabajo. Pero es que, además, los coleccionistas tenemos muchos negocios entre nosotros. Compramos, cambiamos, vendemos y prestamos monedas de manera muy habitual. Quien diga que no es así lo que realmente está diciendo es que a él nadie le compra, nadie le vende, nadie le cambia y nadie le presta. Están «aislados socialmente» en el mundillo numismático.

ponderal ToledoEstá claro que hace unas décadas ese aislamiento social era la norma porque todos los coleccionistas que vivían en provincias tenían muy pocas alternativas a comprar monedas en las típicas tiendas numismáticas. Hoy en día el panorama ha cambiado enormemente, pues con Internet es muy fácil acceder a otros coleccionistas y además viajar no es tan caro ni tan difícil como era antes, por lo que todos podemos ir a alguna convención de vez en cuando. Es cierto que hay muchos coleccionistas que no están dispuestos a hacer ese esfuerzo de «integrarse socialmente», pero ellos no suelen quejarse de su falta de contactos porque tampoco es que los hayan buscado de manera directa. Los que se quejan son los que los buscan y no los encuentran (ejemplo).

Todos los casos de gente que se queja por su aislamiento social cometen el mismo error: no saben dejar que el otro gane. Ante cualquier trato privado que hagan intentan maximizar su beneficio, que en otras palabras supone reducir todo lo que puedan el beneficio de quien tienen delante. Si es en una compra intentan limar el precio todo lo que puedan independientemente de que el precio inicial sea razonablemente barato. Si es una venta intentan llevarse todo el margen de beneficio de la misma. Eso es totalmente lícito y es la ley del mercado, pero tiene sus consecuencias sociales igual que en el caso de la entrada del concierto de Tchaikovsky.

Con esto del blog yo tengo una red social razonablemente amplia y para casi cualquier moneda o billete interesante de los que se coleccionan en España puedo pensar en alguien que esté interesado en ella. Imaginémonos que alguien me viene con una tarea sencilla y me ofrece un columnario curioso de Carlos III. No me sería complicado encontrar a 10 interesados en esa moneda pero ¿a quién se la ofreceré? Pues a quien sé que la pagará sin problemas a un precio razonable y sin discutir demasiado al respecto; si además ese alguien sé que colecciona duros españoles, mejor que mejor; y si además hace poco que él me pasó una pieza que encajó perfectamente en mi colección, entonces la prioridad ya es absoluta. En cambio a quien sé que para poder venderle una moneda -a pesar de ser tan comercial como un duro columnario bonito- me va a tocar pelear el precio y además es alguien que no ha hecho nunca nada por mí, solo le ofreceré la moneda en el caso de que necesite venderla y no tenga a quién. Es decir, nunca.

Que conste que este mismo razonamiento que tengo yo como coleccionista lo tienen todos los comerciantes autónomos. De ahí que los coleccionistas que están aislados no encuentren nunca monedas interesantes de manera privada. Otros coleccionistas, más inteligentes, se preocupan por mantener de manera activa los contactos que tienen porque lo ven como algo crucial para poder forjar su colección. Obviamente con los comerciantes no es de esperar que vayan a vender las monedas muy baratas (al no ser que sean monedas muy difíciles de vender o que sean series que ellos no controlen) pero el principio sigue siendo el mismo: la relación irá para largo siempre y cuando ambos ganen. El coleccionista será razonablemente leal al comerciante mientras que el comerciante le ofrecerá sus conocimientos al coleccionista y tendrá ciertos detalles, como ofertarle novedades interesantes a él antes de a otros clientes. En términos económicos se puede decir que el comerciante genera valor con la venta, cosa que no ocurre cuando hay una venta entre coleccionistas, salvo que hablemos de mentores.
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Los coleccionistas aislados no tienen esos contactos y nadie se preocupa por ellos. Por eso llega un punto donde solo pueden adquirir monedas en subastas, las cuales se convierten en sus únicos proveedores de monedas. Lo cual no es que esté mal, pero las casas de subastas no son precisamente baratas.

Para terminar quisiera volver a insistir un aspecto: no estoy diciendo que en la numismática haya que comprar amigos. No es cuestión de ir regalando dinero ni de ir de tonto por la vida. Simplemente hay que mantener unas relaciones sociales donde todos ganen y preocuparse de que quien te da un beneficio reciba algún tipo de beneficio de ti. Esto en la numismática y en cualquier otro aspecto de la vida.

Las imágenes que ilustran la entrada son tres ponderales toledanos que salen en la próxima subasta de Áureo & Calicó.

17 comentarios en “Los coleccionistas aislados”

  1. Muy buena entrada. Todo de puro sentido común así como difícilmente rebatible (aunque me imagino que alguno lo intentará).
    Sólo apuntar que yo, efectivamente, conozco varios casos de coleccionistas totalmente aislados, que están a punto de abandonar el coleccionismo porque ya sólo les queda la vía de las subastas para seguir comprando monedas, donde casi nunca se llevan nada debido a que no pueden competir con los pujadores extranjeros. El más aislado de todos, un tío al que no sólo no le enseña ya nadie nunca nada sino que incluso hay comerciantes que no le permiten examinar su material, es un coleccionista MUY, MUY célebre, al que la mayoría de vosotros conocéis (si no a él, sí a su obra). Y se aisló precisamente por empezar a apretar a sus proveedores –profesionales y no profesionales– de una forma totalmente desmedida, empleando toda clase de maniobras para alcanzar su objetivo de comprar muy barato. Muchas le funcionó la técnica pero a un altísimo coste social: hoy en día, ya os digo, ya no le enseña nadie nada desde hace mucho y el hombre va por ahí quejándose amargamente, diciendo que «nunca sale ya nada», «que se le está quitando la afición», «que está desanimado», todo ello sin percatarse siquiera de que esa situación se la ha buscado él y solamente él. Ya ni siquiera va a las subastas pues nunca se lleva nada de lo que le interesa (son piezas raras y buenas donde la competencia extranjera le derrota fácilmente) y el hombre está, como digo, a punto de dejar la afición.

    1. Ostias, @Luis lo que dices me suena a otro coleccionista que conozco xDDD Dice exactamente lo mismo, pero como no ha escrito nada, lo he descartado xD De Barcelona, por cierto…
      Me ha gustado mucho la entrada @Adolfo :) Es verdad que de vez en cuando hay que ceder, pero hay veces que te toman directamente por gilipollas. No sería la primera vez que me ofrecen un billete de cooperativa y me piden doscientos pavos, y claro, es feo reírse delante de alguien, sobretodo cuando sabes que eses mismo billete lo puedes comprar por veinte euros xD pero la risa floja aparece :)
      Y más cosas que podría contar: Monedas que aparecen en un lote y te las quieren vender por más del doble del precio del lote, y tienen los santos cojones de decirte que pierden dinero, monedas en las que estás interesado y te piden una absoluta burrada porque precisamente TÚ estás interesado, etc…

      Yo por ejemplo, me considero un coleccionista aislado en la temática que hago, pero no en el sentido que expones. Sigo siendo pesado yendo a convenciones, comerciantes, contactos, pero no hasta el punto de que me digan «pues no te lo enseño», o «no tengo nada». Cuando me lo dicen, realmente no tienen nada. Regateo y me gusta, pero claro, hasta cierto punto. Lo que odio profundamente es que me tomen el pelo.

  2. Pienso que hay dos clases de coleccionistas, los que poseen sin más y los que estudian sus piezas y participan en foros y blogs como éste.
    Para mi, es muy sano interaccionar con los demás, de alguna forma, intercambiando conocimientos y estando al día de este mundo tan infinito, como es la numismática.
    Cuando alguien simplemente se dedica a coleccionar metales sin conocer nada de su historia, y compra o adquiere una moneda nueva, ésta, inmediatamente, va perdiendo la atención que se detentaba antes de conseguirla. Sin embargo, si esta moneda que ha caído en sus manos, es fruto de algo meditado o posteriormente, la indagación sobre este tipo de pieza, es enriquecedor, nunca podrá quedar en el olvido, ya que está íntimamente ligada con el aspecto histórico y emocional.
    Cuando alguien solo busca tener, y ansía ésto por encima de lo demás, seguramemte estè abocado a cansarse rápidamente, porque comprará siempre monedas que no hablen con su dueño, monedas mudas que no dicen nada, salvo lo bonitas que puedan llegar a ser. Es como tener una novia exuberante y no tener conversación con ella, al principio puede engancharnos, pero más tarde, perderemos todo interés. Sin embargo, si esta novia interacciona con nosotros, la metemos dentro del grupo de amigos que nosotros decidamos, seguramente la cosa cambie y mucho.
    Yo, particularmente, no soy mucho de ir a convenciones, compro de manera bastante individualista…pero aunque en este sentido sea muy «mío» no dejo de frecuentar varios foros y blogs como el tuyo, Adolfo. Pues me parece una manera enriquecedora y amena de desentrañar diferentes puntos de vista y de conseguir con todo el conocimiento que se va adquiriendo, mayor amor por esas piezas que poseemos.
    El decir que «ya no se encuentran piezas…» me supongo que es un comentario de alguien que o bien, lo tiene todo (cosa bastante imposible) o bien, se ha dedicado a conseguir el mayor número de piezas posible lo largo de su vida, sin ningún otro propósito más que el poseerlas, y descuidando las relaciones personales.
    Por poner un ejemplo, yo llevo más de un año buscando un 8 maravedís de 1617
    con marca de ensayador y no lo he encontrado todavía, y por ello no voy a decir que no hay piezas, si no que algunas son difíciles de conseguirlas. Pero ¿qué es lo que me anima a seguir en ésto? Pues, el saber la historia de estas monedas, el conocer la rareza de las mismas, en intercambiar opiniones en foros, en ser consciente de lo que puede valer la moneda y en lo que pagaría por ella, en ser consciente de no herir la moral del vendedor al querer rebajarle la moneda y en no ser tampoco tonto en pagar mucho más de lo que se pagaría por ella…
    En definitiva, creo que el abandono no es solo fruto de no conseguir piezas y estar repudiado ( por lo que esta persona haya podido hacer) sino que también influye mucho en la pasión que uno mismo, tenga de estos trozos de historia y ver cómo debe alimentarla, y no ser un símil de «Gollum» que solo quiere acaparar lo que se le antoje, portándose de manera egoista, materialosta y uraña, con aquellos que te rodean y más si algún día hiciste «peña» con ellos.
    hablo de manera generalista, pues desconozco el caso de este señor.

    Hay gente que pierde el norte. Por poner un ejemplo, un amigo mío frecuentaba a menudo, una numismática de mediana provincia, a pesar de los costes elevados del vendedor sobre sus monedas. Un buen día, mi amigo le comentó que estaba buscando un as de Segovia. Al mes, el vendedor le dijo que en la subasta «X» había encontrado «dicha moneda» e inmediatamente, el comprador que tantas otras veces se había pasado por esta casa a adquirir piezas, le dijo: -ah, pues entonces voy a decidirme a ir a pujar por ella.-
    La contestación del vendedor, le dejó estupefacto:
    -¿cómo?. Yo te he dado la información, así que no puedes ir. Voy yo, la compro yo, y luego te la vendo yo (me supongo que por un precio mayor al que consiga en puja, para salvaguardar su negocio. Cosa ésta comprensible).

    Conclusión; el vendedor ha dejado de tener un comprador más en potencia. ¿ Por qué? Pues sin duda, por el mal tacto que tuvo con el comprador y por querer sacar un provecho de algo que roza la expresión «tener mucha cara dura».
    si verdaderamente antepones todo a tu negocio, no seas tan tonto y egoista y consigue la moneda sin decir nada de la subasta…argumenta algo así como: -mira, te puedo conseguir la pieza, ¿la quieres de verdad?…
    verdaderamente un tipo para mi, desconsiderado.

    1. El coleccionista «aislado» que yo cuento no es para nada un acaparador, al menos no solamente un acaparador. Lo que ha estudiado ese hombre las monedas y la pasión que ha sentido por ellas no está en los escritos. Pero le ha perdido el ansia por comprar barato –a veces MUY barato–. No ha sabido ceder cuando procedía…

      En cuanto al suceso del as de Segovia no sé, macho, qué historia más rara. Que no digo yo que sea falsa pero ya te digo: rara como ella sola. Ese comerciante debe tener un principio de demencia o algo así. No es tanto de mal comerciante –poco tacto y tal– sino directamente de «tipo raro». A quién se le ocurre hacer algo así. No penséis que los comerciantes «reales», los que acuden a las convenciones, los que tienen sus tienda en internet, etc, etc, cometen semejantes majaderías. Esto es propio de gente de otro tiempo y casi de otro planeta.

    1. Caras no, carísimas. Lo de que los comerciantes se nutren de monedas en las subastas es un mito más. Hombre, alguna se puede comprar y de hecho se compra pero eso es una cosa y otra muy distinta el concepto «nutrirse». Si llega al 10% el porcentaje de monedas para vender que consigo yo en subastas es rabiando. ¡Ah!, y siempre piezas «normalitas»: buenas piezas tanto por raras como por comerciales ninguna pues como es natural son las que más suben y no se pueden adquirir con margen de reventa. A ver si os creéis que un comerciante autónomo es capaz de vender una moneda potente más cara que Áureo o que Vico, salvo que la compre para llevarla a otra subasta.

      1. @luis podemos comparar el precio (por ejemplo) de columnarios y vemos que los precios de los remates de las subastas agregando el porcentaje de la subasta es inferior entre 100 y 150 euros de lo que lo venden los comerciantes. Queda ahí para el quiera comprobarlo y corroboralo.

  3. Saludos a todos, creo que tanto si vendes como si compras, todo se puede resumir en el dicho » manitas que no dais ¿Qué esperáis?», en cada caso que cada uno se aplique el dicho.

  4. Por lo que leo parece que hay más de uno que responde a mi perfil:
    – Coleccionista aislado para las transacciones. 80% en subastas. Muy puntualmente particulares y/o numismáticas.
    – Coleccionista activo en cuanto a participar en foros, leer blogs, asistir a alguna subasta y ver el ambientillo, alguna convención…
    Alguna vez he pensado en tener una relación estable con un comerciante. Incluso del tipo me gasto X mil euros al año en monedas de esta serie, me las puedo gastar contigo. Pero:
    – Me da pereza. No tengo mucho tiempo. Ver monedas y pujarlas por internet es muy eficiente.
    – Las casa de subastas me dan más confianza de autenticidad.
    – Si no te picas y tienes paciencia pienso que el premium medio por moneda en subasta no es tan alto… y me sale a cuenta por la «garantía», la factura segura, el tiempo y el anonimato.

    1. Yo coincido totalmente con el perfil que expones. De mi círculo de amistades no hay nadie interesado en la numismática -y de gastarse el dinero en monedas menos aún!- y aunque me guste leer en foros y de vez en cuando participar, encuentro difícil entrar en un grupo de coleccionistas activos o que los comerciantes de mi ciudad me aprecien lo suficiente, aunque en un par de ellas ya me conozcan, como para que me avisen de posibles ventas interesantes. Y aunque lleve relativamente poco tiempo y quizás con los años vaya ascendiendo escalones en la logia, tampoco veo fácil que aparezcan monedas mucho más baratas que en subastas por la sencilla razón que no entendería por qué me la deberían ofrecer a mí si en una subasta, según expone Adolfo en el artículo, podrían conseguir un mejor precio. No obstante, estoy muy de acuerdo con el fondo del artículo pero es algo que parece difícil de aplicar en la práctica.

  5. Adolfo Ruiz Calleja

    Han salido muchísimas cosas. Voy por partes:

    @Luis, estoy muy de acuerdo contigo en general.

    @jesusdelrio, una cosa es ceder y otra que te tomen el pelo. Si alguien me quiere vender por 200 euros lo que cuesta razonablemente 50, yo soy el primero que no quiero tener relación con esa persona. Ahora bien, si un colega me ofrece una moneda que ande buscando por 55 euros no voy a andar regateando a ver si la saco por 50 (incluso pensando que realmente no vale más que 50): el «coste social» del regateo seguramente sea mayor que los 5 euros.
    Otra cosa es si me la ofrece en 70. Ahí ya quizá le diga: «bueno, si quieres te ofrezco 50 pero más no puedo pagar». Pero en ningún caso entraré en una batalla campal con un colega.

    @Óscar, la historia que cuentas es muy rara. Está claro que ese vendedor es peor que malo, pero en esto de la numismática los he visto malísimos así que no me extraña demasiado. Encontrar un as de Segovia es tarea muy sencilla si el cliente está dispuesto a pagar un precio razonable por él. Al menos a mí no creo que me cueste más de tres telefonazos.

    @Jesús, efectivamente. De nuevo los refranes, cargados de la sabiduría popular, nos muestran que esto que se está contando es puro sentido común.

    @Lutiacei, @Curial y @otros que escribís en Facebook. Una cosa es que vosotros compréis en subastas y otra que estéis aislados. Yo entiendo que las compras en subastas son muy cómodas para el coleccionista normal. En una subasta mediana se van a encontrar más monedas que en cualquier convención y además no hay que desplazarse. Claro está que se pierde el placer de las conversaciones numismáticas, pero eso se puede compensar en buena parte a través de los foros.
    Vuestro caso no es el que comento en la entrada. Vosotros estáis contentos y conformes con vuestra forma de entender la afición. Yo mismo tengo muchos más contactos on-line que coleccionistas a los que haya visto físicamente. No pasa nada por eso, está muy bien.
    La gente a la que me refiero es a los que dicen que hay que mantener contactos duraderos entre coleccionistas para que podamos intercambiar piezas entre intermediarios. Pero luego llega la hora de la verdad y tiran de la cuerda demasiado fuerte, haciendo que todo el mundo hable mal de ellos. Pero esto no ocurre solo en la numismática.

    Sobre el tema de las monedas caras en subastas o en compras privadas

    Es una cosa que ya hablamos aquí: https://blognumismatico.com/2013/07/16/comprar-monedas-en-subastas-vs-comprar-de-forma-privada/

    Yo creo que una casa de subastas DEBE vender caro porque de otra forma se arruina. Nadie consignaría sus monedas a una casa de subastas que no venda caro. Por otra parte, hay comerciantes autónomos que piden el oro y el moro por sus monedas, pero la realidad es que no venden casi nada. Ejemplo: https://blognumismatico.com/2015/04/19/perro-ladrador/

    Es cierto que hay algunas monedas que en subastas salen baratas pero lo normal es que no sea así. Os aseguro que los precios alcanzados por las monedas corrientes en las últimas subastas que ha habido en España es claramente superior a lo que podrían venderse esas mismas monedas en un mercadillo. No digo que alguna no la pueda vender más cara un comerciante autónomo pero no lo hará de manera sistemática como sí lo hacen las casas de subastas.

    Ahora bien, hay otro aspecto muy importante que no estamos teniendo en cuenta y en el que seguramente habría que profundizar en una entrada aparte (pero no sé muy bien cómo enfocarla). La mayoría de los coleccionistas nos centramos en monedas muy corrientes y sencillas. Queremos tener unos denarios, o unos durillos, o unas monedas de El Centenario, o un poco de todo… estas monedas son muy fáciles de encontrar. Si alguien quiere hacer una colección así puede «pasar» de comprar monedas en subastas, pues será sencillo surtirse a base de comerciantes autónomos; y también puede «pasar» de comprar monedas en privado, pues será sencillo surtirse a base de subastas (el que quiera un duro de 1882 en EBC+ no tiene más que pujarlo con paciencia cada vez que salga y seguramente en menos de 5 años se hará con él a un precio razonable e incluso barato).

    Ahora bien, el caso que está poniendo @Luis es el de un coleccionista muy especializado y experto. No tengo ni idea de quién será, pero pongamos que coleccione duros de los Austrias (si da la casualidad que he acertado es pura casualidad). Obviamente si tiene una colección especializada en ese periodo no le quedarán más que los duros más complicados. Imaginémonos que un comerciante u otro coleccionista se hace con uno de Rincón bastante bonito y se lo ofrece por 6.000 euros (supongámoslo un precio razonable).

    El coleccionista tiene varias opciones:
    a) Pagar los 6.000 euros aceptando que es un precio razonable
    b) Intentar limar el precio hasta un máximo de 4.500 euros, que ya es un precio bueno

    Como dije antes, se podría argumentar e incluso defender que el coleccionista intente limar ese precio hasta los 4.500 euros (si no va a ganar dinero con la compra, ¿para qué comprar?). Puede incluso que se la lleve por 4.500 euros porque el otro coleccionista necesite liquidez inmediatamente y no sea nada sencillo para él encontrar otro interesado (no es fácil para una pieza así). Pero el coste social será grande, pues a partir de ese momento el comprador empezará a coger mala fama y muy necesitados tendrán que estar los que le vendan.

    Entonces el vendedor puede decir: «mira, para vender a éste la moneda a 4.500 euros prefiero mandarla a una subasta, que sé que a malas malas me llevo 4.000». En la subasta el comprador la puede comprar, pero para eso tendrá que pegarse con otros coleccionistas. Quizá tenga suerte y se la lleve por 5.000 euros + 18%, pero también puede ocurrir que la quiera un americano que tenga dinero para aburrir y que literalmente le dé lo mismo pagar por ella 6.000 que 12.000.

    Por eso quien quiera una colección especializada no puede permitirse el lujo de solo comprar en subastas. Ni tampoco solo comprar a compradores autónomos. Y, en general, yo creo que los buenos coleccionistas compran tanto en subastas como a comerciantes autónomos.

    Saludos,
    Adolfo

  6. Alfonso, 52 años.
    Adolfo, eres un gran tipo, todo un personaje, no das «puntá sin hilo».
    Tu comentario, genial y totalmente acertado.
    Leo todo cuanto firma$ pq me parece$ genial.
    Presentado, quiero extender el tema a las personas q como yo, tenemos el problema de que el día solo tiene solo 24 horas, compatibilizar trabajo…s, obligación… es, afición… es. E$ muy complicado, en mi opinión dejar desatendido a algo, esto está…rá, comenzando…se a perder…$€.
    Tu página lo mejor q me ha…s enseñado es eso: el no mantenerme aislado numismáticamente hablando.

  7. Por cierto decir que soy «chatarrilla» colecciono cobres antiguos, en pésimo estado por el paso de los años, sumado al abandono, multiplica mi pasión numismática.
    Ahora bien de mis 6 primeras piezas compradas,( 8 reales) me colaron dos copias. Principal razón de mi aislamiento, sin sentido por acumular piezas repetidas.
    Me regalaron un un resello embalado junto a mi compra de 8 reales. Lo pongo encima de mi montoncito de resellos en fase de estudio y cartón… Su posición privilegiada en el montón hace que por comparación se delate. Falsa de época! Que bonito es esta bendita afición…

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