Comienzo con ésta, una serie de seis entradas en las que voy a hablar de las “crypto-cosas”. Mi intención es relacionar todos los nuevos conceptos que están apareciendo con esto de las “cryptos” con el coleccionismo y la historia del dinero. Serán entradas largas dirigidas a quienes hayan oído hablar de las “cryptos”, pero no sepan muy bien qué son.
Llevaba tiempo queriendo hacer esta serie de entradas y ahora he visto la oportunidad porque son patrocinadas por GBM Coin, una criptomoneda relacionada con la conservación de la selva del Paraná. Utilizaré a GBM Coin para ilustrar algunos de los conceptos de los que hablaré relacionados con las “crypto-cosas”, además de contar con el asesoramiento de esta empresa para escribir las entradas. También debe ir por delante que conozco desde hace años a uno de los fundadores de GBM Coin.
En esta entrada hablaré de lo que son los NFT (Non-Fungible Tokens, Tokens No Fungibles). Este es un concepto que se ha puesto de moda en 2021, que de la noche a la mañana está moviendo muchísimo dinero y que promete abrir nuevas puertas al coleccionismo. ¿Esto es así? ¿Qué implicación tienen los NFT en el coleccionismo? ¿y en la numismática? ¿Qué otras aplicaciones tienen los NFT?
¿Qué son los NFT?
NFT corresponde en inglés a las siglas “Token No Fungible”. Cada NFT es un conjunto de datos almacenados en una cadena de bloques (blockchain) que no se pueden replicar.
Tecnológicamente es algo muy complejo de explicar. Pero, por fortuna, el propietario de un NFT no necesita comprender la tecnología blockchain, al igual que el propietario de un vehículo no necesita comprender los fundamentos de un motor de explosión. Basta con entender que esta tecnología permite crear una escasez virtual verificable; asignar una propiedad a cada elemento; y hacerlo con protocolos abiertos, de manera que sean potencialmente interoperables entre plataformas (no entraré más en este tercer punto por entenderlo muy técnico).
Pongamos un ejemplo:
Con los documentos físicos es muy sencillo hacer tokens no fungibles. Un ejemplo sería una litografía de Picasso: el artista malagueño hacía una tirada de, pongamos, 1.000 ejemplares numerados y firmados. Cada ejemplar es único e irreproducible. Por eso cuestan dinero: no habrá más de 1.000 dueños de los originales de esa litografía.
Después, cualquiera podría hacer 10, 100, o 10.000 fotocopias de uno de esos ejemplares. Esas fotocopias carecerán de valor porque puede haber tantas como se quiera. Las fotocopias son tokens fungibles; los originales firmados y numerados son no fungibles.
Hasta ahora cualquier artefacto digital (un tweet, una imagen .jpg, una espada de un videojuego, un código de programación…) ha sido siempre un token fungible. Cualquiera podría replicarlo y, además, de manera muy barata. La tecnología blockchain permite, justamente, crear ese número limitado de objetos que no se pueden replicar y a los que se puede asignar un dueño. De esta manera se puede conseguir en el mundo digital la misma exclusividad que se consigue en el mundo real.
Un caso concreto sería el del primer tweet de la historia, que indicaba “just setting up my twttr”. Cualquiera podemos copiar y pegar ese tweet donde queramos, pero eso no serán más que “fotocopias”, tokens fungibles sin valor económico. El verdadero y original tweet pertenece a Sina Estavi, quien pagó 2,9 millones de dólares por poseerlo y que ahora lo tendrá en su monedero digital (ejemplo). La unicidad del tweet y la posesión por parte de Estavi están garantizados por una blockchain.
Los NFT y el coleccionismo

Con la introducción anterior quedará claro que los NFT tienen una aplicación clarísima en el coleccionismo. La idea, en un inicio, es que los NFT proporcionan un medio a los artistas digitales de vender sus obras como ejemplares únicos e irreproducibles, al igual que lo hacen los artistas plásticos con cuadros, litografías o esculturas.
Esta idea se venía fraguando desde hace unos años, pero no fue hasta el 11 de marzo de 2021 cuando eso de los NFT como forma de vender arte digital saltó a las portadas de todos los periódicos del mundo. Ese día Christie’s remató en 69.346.250 $ la obra “Everydays: The first 5.000 days”, del artista Beeple. Otros sorprendentes remates son los 11.754.000 $ de un ejemplar de la colección Crypto Punk (compuesta por 10.000 iconos de 24 por 24 píxeles), los 462.000 $ pagados por el rapero Eminem por un dibujo de un mono bostezando hecho por una inteligencia artificial, o los 3.000.000 $ que ha pagado Justin Bieber por dos de esos monos (de nuevo, hay una colección de 10.000 monos, con un precio mínimo de en torno a los 250.000 $ cada uno).
Al calor de las noticias en las que millonarios gastan cantidades astronómicas por unas imágenes digitales han surgido multitud de plataformas para la compra-venta de NFT artísticos. La más famosa es Open Sea. Ahí se compran, venden, re-venden y subastan todo tipo de dibujos artísticos, que en muchos casos forman parte de colecciones. Hablamos de un mercado tan grande que en 2021 movió 40.000 millones de dólares, generalmente utilizando la criptomoneda Ether como divisa de intercambio.
Pero los NFT van más allá del arte. Tim Berners Lee subastó en Sotheby’s el código original de la Web como un NFT por 5,4 millones de dólares. La NBA ha sacado colecciones de NFT con ediciones limitadas de las mejores jugadas en las pistas de baloncesto, con un volumen total de ventas de 230 millones de dólares. En otro orden de dinero, el ajedrecista chileno Pablo Salinas ha ofrecido algunas de sus mejores partidas como NFT, con unos precios entre 12 $ y 1.125 $, para poder recoger fondos y costear su carrera deportiva.
No es oro todo lo que reluce: son varios los artistas digitales los que se han quejado de que terceros han robado sus obras para ofrecerlas como NFT sin su consentimiento. Ya se sabe que no faltan personajes sin escrúpulos cuando una novedad atrae mucho dinero.
Los NFT y la numismática
Ya veis que los NFT están muy relacionados con el coleccionismo. Así que tiene todo el sentido del mundo reflexionar sobre si los NFT tendrán un impacto en el coleccionismo de monedas.

Yo dudo mucho que los NFT vayan a revolucionar nuestro coleccionismo. Mis argumentos son los siguientes:
- Somos una comunidad en la que la mayor parte de sus miembros estamos ya entrados en años, lo que nos hace ser cautos con las “novedades revolucionarias”.
- El sentimiento de posesión de un coleccionista numismático está relacionado con entidades físicas y no con bienes digitales intangibles.
- La numismática es el estudio de las monedas y como tal requiere el estudio de un objeto físico.
A pesar de ello, hay varias iniciativas que relacionan las criptomonedas con los NFT.
LB Coin en Lituania

La primera iniciativa que vinculó la numismática y los NFT fue LB COIN. Esto fue una propuesta del Banco de Lituania en la que los coleccionistas podían comprar seis NFT y cambiarlos entre ellos. Después de un tiempo esos NFT se podían cambiar por una moneda física de plata. Aquí lo hablamos con detalle cuando se emitió en julio de 2020.
En julio de 2020 hubo varias publicaciones al respecto en Lituania y en la prensa europea. A partir de agosto de ese mismo año parece que los focos se apagaron y no se ha vuelto a hablar del tema, ni en prensa ni en las redes sociales. Tampoco hubo otra emisión equivalente en 2021. Todo esto me hace suponer que el éxito ha sido más bien escaso.
Otras iniciativas en EEUU

Otras iniciativas provienen de Estados Unidos. Por ahora no son más que propuestas iniciales; una lluvia de ideas sin apenas implementación. Aquí reporto las que conozco:
- Jeff Garret, uno de los mejores escritores numismáticos que conozco, proponía en un artículo utilizar NFT para vender “participaciones de monedas raras”. Por ejemplo, de una moneda que cueste 1 millón de euros se podrían hacer 10.000 NFT y venderlos cada uno a 100 euros, de manera que haya 10.000 co-propietarios de dicha moneda. Que yo sepa nadie está implementando esta idea.
- Filip Niziol propone vender monedas “tokenizadas”. Es decir, asignar un NFT a cada moneda en venta de manera que se vende de forma conjunta el NFT y la moneda. De esta forma el dueño de la moneda tiene un código que le garantiza su posesión y, además, se facilita la trazabilidad de la moneda. Aquí ofrece tres monedas pero parece que todavía no ha vendido ninguna.
- D.F. Grotjohann, de Roma Numismatics, ha incluido una colección de imágenes de monedas como NFT en Open Sea. La idea es ofrecer la posesión de la imagen de una moneda muy rara; de esta forma, el coleccionista que no pueda permitirse un áureo de Cómodo en SC sí que podrá permitirse poseer su imagen al precio de 0,025 ETH (unos 75 euros). NumisNFT parece ser una iniciativa semejante. Parece que en ninguno de los dos casos se ha efectuado ninguna venta.
Otras aplicaciones de los NFT

Hasta ahora hemos hablado de aplicaciones de los NFT relacionadas con el coleccionismo. Digamos que con esas aplicaciones se hacen únicos objetos que no tienen un valor utilitario (imágenes, vídeos…) pero que al hacerlos escasos y coleccionables adquieren valor. Esto también hace a los NFT muy apreciados en la industria de los videojuegos, como explico aquí.
Es normal que cuando se lanza una nueva tecnología sus primeras aplicaciones sean bastante sencillas y sirvan poco más que para jugar (y, en este caso, especular). Las aplicaciones más serias e interesantes requieren una mayor madurez tecnológica y, sobre todo, una comprensión de esa tecnología por parte de unos empresarios que serán quienes hagan que la sociedad la adopte.
Tal es el caso de GBM Coin y el equipo que está detrás de ello. Os lo cuento brevemente, lo que sirve para ejemplificar otro tipo de usos de los NFT:
GBM Coin propone conservar 24.500 hectáreas de la selva del Paraná durante 100 años. Para ello ha emitido 245 millones de GBM Coin, que son criptomonedas (en otro artículo explicaré lo que es una criptomoneda), que cualquiera puede comprar y vender. Cada GBM Coin representa la conservación de un metro cuadrado de la selva del Paraná desde hoy hasta el año 2122. Es decir, si alguien compra 100 GBM Coin está comprando la preservación de 100 metros cuadrados de selva hasta 2122.
Cada GBM Coin emite cada año un GBM Bond, que es un NFT. Ese GBM Bond equivale a la cantidad de dióxido de carbono capturado por un metro cuadrado de selva del Paraná (es un bono de carbono). Esos GBM Bond podrán ser acumulados por el propietario de las criptomonedas o vendidos a empresas que busquen tener una política de compensar sus emisiones de carbono.
Vemos, por lo tanto, como en el caso de GBM Coin la tecnología de los NFT no se utiliza para dar valor a un objeto digital, sino para permitir la comercialización de un bien que ya de por sí tiene valor. Creo que es una aplicación bastante interesante y que sirve para ejemplificar que los NFT tendrán un uso industrial.
¿Nuevos campos para el coleccionismo?
Predecir el futuro es casi siempre equivalente a equivocarse. A pesar de ello, estoy bastante seguro de que los NFT han venido para quedarse. Dentro de 20 años seguro que seguimos hablando de ellos y seguro que serán mucho más presentes en nuestras vidas de lo que son ahora.
Preguntarse si los NFT son humo, o si son una estafa, es tanto como preguntarse si los bonos de las empresas son una estafa, o si las acciones son una estafa, o si las divisas fiduciarias son una estafa. La respuesta siempre es la misma: depende de qué respaldo tienen. Hay acciones que son una estafa porque son acciones de empresas quebradas; hay divisas que son una estafa porque son divisas de países arruinados… pero también hay acciones que han hecho ganar mucho dinero a sus propietarios y hay divisas que se han mantenido razonablemente estables a lo largo del tiempo. Siempre hay que fijarse en qué está respaldando el valor que estamos adquiriendo.
Lo mismo ocurre con los NFT. A mí se me hace difícil pensar que haya hecho una buena inversión quien pagó 11,75 millones de dólares, más comisiones, por la posesión de un dibujito que yo podría hacer con el Paint. Por otro lado, me parece muy sensato pagar 5,4 millones de dólares, más comisiones, por el código original de la Web, pues lo considero el invento más importante desde que se inventó la agricultura.
Igualmente, me parece una mala inversión gastarse 100.000 dólares en una pistola de un videojuego llamado Counter Strike; pero me parece sensato gastar ese mismo dinero en preservar 10 hectáreas de la selva del Paraná, cuyos bonos de carbono se van a poder vender durante 100 años.
El último punto a tener en cuenta es saber bien quién está detrás del proyecto. Hay que dedicar un rato a investigar quién es la empresa responsable de la emisión de esos NFT para, así, evitar caer en estafas. Por ejemplo, GBM Coin lo emite Heidmall Technologies, una empresa estonia y gestionada por Javier Ortiz (amigo mío desde hace años), junto con la empresa uruguaya Nideport. Heidmall Technologies tiene licencia por parte del regulador estonio para la emisión de criptomonedas y es auditada por Sumsub (más). Este tipo de datos no garantiza que la inversión vaya a salir bien, pero sí que apunta a que detrás no hay una estafa.
También en vídeo
Aquí os dejo un contenido semejante a este artículo, en vídeo y en audio.
En vaya jardines nos metes, Adolfo…
El tema de los NFTs es un tema que controlo más o menos bien por causas ajenas a la numismática. Veo que lo explicas muy bien en tu artículo, pero creo que es necesario hacer un par de puntualizaciones:
1- Sí que es verdad que no hace falta saber qué es blockchain para entender superficialmente el tema d elos NFTs, pero también es verdad que hay que saber además del blockchain Ethereum, hay otros blockchains, como Cardano o Solana.
Y ya que mencionas el ejemplo del primer tweet, que está en Ethereum, lo uso yo también: nada impide hacer otro NFT de ese tweet en Solana y en cualquier otro blockchain que lo permita, y venderlo al mejor postor. Ambos tienen el mismo NFT en dos blockchains diferentes. ¿Quién de las potenciales 10-15 personas que han comprado el NFT en diferentes plataformas es el verdadero propietario?
2 – La empresa que promocionas tiene su base en Ethereum. Una simple transacción en Etehreum consume 238,22 kwH. Según Red Eléctrica Española, la casa media española consume al mes 270kwH. Es decir, compras una vez, vendes otra, y ya has gastado más electricidad que toda tu casa en mes y medio.
Está bien posicionarse como «verde», y no sé que cálculos habrán echado ellos, pero tengo mis dudas de que conservar 245km2 de selva compense la contaminación que genera esa criptomoneda. Para comparar, Ávila tiene un territorio de 231.9km2.
3- Tengo mis serias dudas de que un NFT genere valor de un video o imagen. Especulación seguro, dinero también, pero ¿valor? Mejor no olvidar que el fin último de un NFT es vendérselo a otro por más caro de lo que lo compraste.
Y no voy a entrar en temas como lo fácil que es que te los roben, lo común que es el pump and dump, lo inestable que es el precio del «gas», o qué pasa cuando el smart contract tiene un bug. Y tú ya mencionaste lo de los copyrights.
Y ojo, pienso como tú, el NFT está aquí para quedarse. Pero, para mí personalmente, aún no es momento.
Un abrazo!
No sabía que también controlases de NFT. ¡¡Estás hecho un fenómeno!!
Sobre tus matices, estoy bastante de acuerdo en el comentario general: los NFT están para quedarse pero todavía es necesario cierta madurez en la tecnología y la forma en la que la sociedad la adopte. Estamos en un primer momento y aparecen varios problemas, como los que indicas sobre la pluralidad de redes y el consumo energético.
Ahora estamos en una etapa de «hype», luego llegará la etapa de «depresión» y posteriormente se consolidarán ciertas propuestas que serán las que lleguen a una etapa de producción. La curva de Gartner se da en todas las nuevas tecnologías y no creo que los NFT sean una excepción.
Por la parte de la conservación de 245 kilómetros cuadrados, esta es una primera etapa: pronto se extenderá.
En cuanto a lo de qué pasa si en otras redes se registra el mismo código/imagen (ya hablaremos en otras entradas sobre eso de los distintos blockchain), entiendo que en última instancia, el dueño del código/imagen es quien lo haya comprado al autor (o último dueño legal) de ese código/imagen. Si yo registro el código de la Web en Cardano, dudo mucho que nadie vaya a comprármelo.
Y… sí. Buena parte de las propuestas actuales son pura especulación. Me recuerda mucho a la Web a finales de los 90.
Saludos,
Adolfo
He hablado con Javier al respecto del consumo energético en las transacciones de GBM Coin.
GBM Coin utiliza los protocolos Ethereum, pero NO la rede Ethereum. Tienen una red propia, así que la parte del consumo energético está resuelta.
Si alguien lo lee y no entiende esto no pasa nada: lo explicaré en futuras entradas.
Saludos,
Adolfo
Necesito las siguientes entradas que hagáis al respecto para aprender un poco más…. Pero me gustaría llegado el momento especular por la parte de «vender participaciones de monedas raras» y puedo esperar y no hay que contestar ahora… pero ¿sería algo así como un piso en copropiedad de esos que se vendieron hace mil años… pero sin tener que registrarlo en la Administración….¿podríamos hacer un accionariado para ser propietarios de monedas sin tener que registrarlo en ningún sitio más que comprando los NFT y por lo tanto un posible siguiente comprador de esa moneda en una subasta, finalmente lo que haría sería comprar todos los NFT de la misma al precio subastado y dividido?? Lo veo un negociazo: compro monedón, hago 1000 NFTs de la misma, vendo el 90% y recupero el 90% de la inversión. La disfruto x años, y la vendo, en ese momento yo y todos los demás copropietarios de la moneda, ganamos o perdemos con la operación, pero yo mientras he disfrutado de lo lindo mi moneda, habiéndola pagado unos cuantos
No sé si se podría hacer ese negocio.
Yo creo que más bien sería comprar la moneda por 100.000 euros y venderla en 1.000 NFT (que serían como «certificados de co-propiedad») a 120 euros cada uno. La moneda se quedaría en una caja fuerte y no creo que la disfrutase mucha gente. Luego, a la hora de venderla, habría que poner de acuerdo a todos los propietarios de NFT. No sé si eso sería muy viable.
Saludos,
Adolfo
En cuanto a los NFT’s y la numismática, yo dudo que entre los coleccionistas esto vaya a tener éxito y sentido por las 2 razones que tú mismo has dicho ;»El sentimiento de posesión de un coleccionista numismático está relacionado con entidades físicas y no con bienes digitales intangibles» y «La numismática es el estudio de las monedas y como tal requiere el estudio de un objeto físico «.
Cuando uno compra una moneda(un bien físico),la sensación de tener en tus manos un pedacito de historia el cual vas a poder tocar y estudiar jamás te la podrá dar ningún archivo digital por muy revolucionaria que sea la tecnología NFT.Esta tecnología para obras digitales me parece perfecto pero para monedas físicas no le veo ningún sentido ni siquiera en las iniciativas que has comentado en esta entrada(la idea de utilizar NFT’s para hacer participaciones de monedas raras me ha matado,jajajaja…. es decir que técnicamente soy uno de los dueños de la moneda pero en mi vida la voy a poder tocar).
Aún así,la entrada me ha parecido interesante.
Un saludo,Adolfo.
Yo tengo la misma opinión que tú, pero pensando exclusivamente en los coleccionistas actuales. No me extrañaría nada que dentro de unos años los niños coleccionasen NFT en vez de las típicas colecciones de cromos de Panini.
Esos niños, cuando crezcan, probablemente vean muy razonable coleccionar NFT de monedas raras. Además, son NFT que vendrían con imágenes muy bien hechas, accesibles desde cualquier lugar a través de un móvil. Puedes presumir de tu adquisición fácilmente, no como los coleccionistas de monedas «clásicos» que tienen sus monedas en casa y no pueden verlas más que cuando están en casa.
No digo que ese vaya a ser el futuro. Solo que puede llegar a serlo.
Saludos,
Adolfo
Esta última reflexión sobre cómo coleccionarán los niños del futuro (mis bisnietos) me ha gustado. Puede ser que ocurra así.