Los datos en las monedas macuquinas de Lima y Potosí

Llamamos “macuquinas” a las monedas acuñadas a martillo en las cecas americanas (por extensión muchas veces también nos referimos a “macuquinas peninsulares”). Se acuñaron en plata desde que abrió la ceca de México en 1535 hasta que cerró la primera casa de moneda de Potosí en 1773. Las tres cecas principales fueron México, Lima y Potosí, a las que se añade Santa Fe como ceca de oro a partir de 1621 (hubo más cecas, pero de menor recorrido).

El patrón metrológico permaneció muy estable durante los 240 años que se acuñaron monedas macuquinas. También lo hizo el diseño de las monedas. La plata americana viajaba por el mundo entero por lo que era conveniente contar con un diseño que permaneciese inalterado durante el mayor tiempo posible, facilitando así el reconocimiento de la moneda. Como consecuencia hubo muy pocos diseños para las monedas macuquinas si atendemos a que son acuñaciones prolongadas en el tiempo, con grandes distancias entre cecas y con un gran volumen de emisión para la época.

En este artículo introductorio me fijaré en un diseño en particular: el que se definió en 1652 tras el Gran Escándalo de Potosí. Este diseño lo compartieron la ceca de Lima y de Potosí desde 1653 hasta que dejaron de acuñar a martillo (1752 en Lima y 1773 en Potosí). Todos los módulos de plata de este periodo y de estas dos cecas comparten un diseño inalterado durante 120 años. La excepción eran las monedas de medio real, que tenían un diseño más simple (un ejemplo y otro). La otra ceca importante, México, tenía otro tipo de diseño (un ejemplo y otro). 

Los datos en las monedas macuquinas de Lima y Potosí 

El diseño en cuestión se aprecia perfectamente en la siguiente moneda, que es un galano (también denominado, por motivos comerciales, “redondo” o “royal”).

Potosí. 8 reales galano 1708.

En este galano se pueden ver los datos que aportan estas monedas y su disposición (aquí podéis ver una idealización esquemática). Resulta muy curioso que estos datos se den por duplicado o triplicado. El motivo es que descontaban que la acuñación iba a ser muy defectuosa, así que incluían el mismo datos varias veces en distintas zonas del diseño haciendo así mucho más probable que en la moneda resultante se viese al menos una vez. Concretamente:

  • El valor de la moneda aparece dos veces. Una de ellas está en el anverso, sobre la cruz. Otra está en el reverso, en la “casilla” central de la fila de arriba (segundo cuartel).
  • La ceca es explícita tres veces e implícita una cuarta. La marca de ceca de ese galano es “P”, de “Perú”, que era la marca de ceca en las acuñaciones a martillo de Potosí. En el anverso aparece a la izquierda de la cruz. En el reverso aparece en el cuartel de arriba a la izquierda (primer cuartel) y el de abajo a la derecha (noveno). De manera implícita la ceca también queda definida por el patrón de las olas: las de Lima hacen un valle en el centro de la moneda (ejemplo).
  • El ensayador aparece tres veces. La marca de ensayador (“Y” en el caso del ejemplo) aparece en el anverso a la derecha de la cruz. En el reverso aparece en el tercer y séptimo cuartel. 
  • La fecha aparece tres veces, pero solo una incluye todos los dígitos. En el anverso la fecha se encuentra debajo de la cruz, definida por los dos o tres últimos dígitos del año (“708” para 1708, en el caso del ejemplo); en el reverso la fecha se encuentra en el octavo cuartel y en la leyenda, bajo las olas, a eso de las 7. La fecha que está en la leyenda incluye los cuatro dígitos. La fecha que está en el cuartel incluye dos dígitos en el caso de monedas del siglo XVII (“58” para 1658 en la siguiente imagen) y tres dígitos en el caso de monedas del siglo XVIII (“708” para 1708 en la moneda de arriba).
  • El nombre del rey aparece una sola vez. Este nombre se encuentra en la leyenda del anverso a la derecha, entre las 2 y las 4. Que aparezca una sola vez y en un lugar periférico muestra que no es un rasgo definitorio de la moneda y que, en el fondo, les daba igual que estuviera grabado o no. Pero lo incluyo porque los coleccionistas suelen valorar que aparezca.

Más datos, más raras, más caras 

Una moneda macuquina es más interesante cuantos más datos se aprecien y cuanto más completos estén. Lo ideal sería una acuñación cuidada y perfecta como el galano anterior, pero eso es una verdadera excepción: es una moneda acuñada con esmero para que quedase todo lo bonita que se pudiera. Las monedas “normales” tienen una acuñación mucho más descuidada donde ya se descontaba que no iba a reflejarse todo el diseño del cuño. Justamente por eso los datos relevantes aparecían por duplicado o triplicado.
Veamos dos ejemplos de monedas muy buenas de 8 reales donde se aprecian buena parte de los datos. Los dos pertenecen a la próxima subasta de Tauler & Fau, al igual que las siguientes imágenes de la entrada.

Potosí. 8 reales 1658.

Este primer duro tiene muchísimos datos visibles. El valor se aprecia clarísimamente en el reverso, mientras que en el anverso apenas se ve el rasgo inferior del “8”. La fecha se ve en los tres lugares, lo que es algo verdaderamente inusual: en el anverso se ven los tres dígitos “658”, en el cuadrante del reverso solo se ve el “5” y en la leyenda solo se ve el “8”; pero, a pesar de que no estén completas, tener triple fecha en una moneda macuquina es muy complicado. En cuanto al ensayador, es muy claro en el anverso y en el séptimo cuartel del reverso, mientras que solo se ve un pequeño rasgo del tercer cuartel; de nuevo, un “doble ensayador” muestra que es muy buen ejemplar. La ceca no se ve en el anverso, pero en el reverso es clarísima en el primer cuartel, hay cierto rastro en el noveno cuartel y las olas son clarísimas. Como premio, se ve parte del nombre del rey, distinguiéndose el “PVS IIII”.

Potosí. 8 reales 1685

El segundo ejemplar tiene una doble acuñación desplazada en el reverso, lo cual es muy habitual en estas monedas. Esto no debe confundirnos: el “8” del reverso cuenta solo como una marca de valor que se ha acuñado dos veces; no es que tenga dos marcas de valor. La fecha es doble y clarísima: “85” tanto en anverso como en el cuartel del reverso. La marca de ensayador es triple; si bien esta marca no es tan clara como la fecha, se distingue el “VR” en cada una de ellas. Finalmente, la marca de ceca se ve también por triplicado.

Más datos, más raras, más caras 

Los dos ejemplares anteriores son monedas de 8 reales del siglo XVII y son de lo mejor que se puede encontrar. Según pasaba el tiempo se degeneró la acuñación y las monedas salían cada vez peor. El esmero en la fabricación de los cospeles fue a menos, llegando a convertirse cospeles pequeños, de forma irregular y con un grosor variable. Esto hace que sea prácticamente imposible encontrar un ejemplar de Fernando VI o de Carlos III donde se vea la leyenda o todos los datos de los motivos principales. 

Es necesaria mucha experiencia analizando macuquinas para saber distinguir cuándo se está ante una verdadera oportunidad. Hay veces que monedas que pueden resultar poco atractivas para un novicio son valoradas (¡y pagadas!) como auténticas joyas por un coleccionista experto. Por ejemplo, el siguiente ejemplar es muy bueno para ser de 1767.

Potosí. 8 reales 1767.

En este caso vemos que en el anverso solo está la marca de la fecha, mientras que en el reverso se encuentran acuñados casi todos los datos de los cuarteles centrales. No aparece casi nada de la leyenda, como es normal en los duros de esta época. Así, el valor es clarísimo en el reverso, la marca de ceca se lee fácilmente en el primer y noveno cuartel y la marca de ensayador “V” se observa perfectamente en el tercero (pero no en el séptimo). Lo que es más interesante es que la fecha es doble: “767” en el reverso y “76” en el anverso; esta segunda no está completa pero aún así no es común ver una doble fecha en un duro potosino de Carlos III. 

También era más complicado que se imprimiesen bien los datos cuando los módulos eran más pequeños. Especialmente la leyenda no se suele ver casi nunca. Aquí muestro un ejemplar de 2 reales muy bueno para analizar:

Potosí. 2 reales 1734.

Lo primero que nos fijamos en este ejemplar es que en el reverso hay una doble acuñación muy marcada. Por lo demás, se pueden ver casi todos los datos, lo que le convierte en una pieza rara: valor en anverso y reverso; triple marca de ceca (curiosamente no se ven las olas, que es otra marca de ceca implícita); una sola marca de ensayador en el séptimo cuartel; y doble fecha completa “734”. ¡Una moneda muy interesante a pesar de lo irregular de su cospel! 

En módulos más pequeños todavía está más difícil apreciar los datos. Veamos el siguiente real de Lima.

Lima. 1 real 1687.

Este es un ejemplar muy interesante porque tiene todos sus datos y la fecha por triplicado. En el reverso se puede ver el valor “1” (segundo cuartel) y la marca de ensayador “R” (séptimo cuartel). La ceca no se observa en el cuartel, pero en el anverso es muy clara; además, el patrón de las olas nos indica que se trata de la ceca limeña. Lo más interesante es que la fecha se ve por triplicado, lo que es rarísimo en una moneda de un real. El “87” es clarísimo en el octavo cuartel, mientras que se ven restos en el anverso y en la leyenda del reverso. Restos que, por sí solos, ya serían suficientes como para identificar la moneda.

Último consejo

Creo que las monedas que tienen este diseño son muy buenas para introducirse en la moneda a martillo. Son sencillas de identificar porque siguen un patrón muy claro con los datos repetidos, de forma que no cuesta mucho entrenar la vista para identificar la moneda. Además, se acuñaron durante un espacio de tiempo muy amplio, lo que permite ver ese mismo patrón en monedas con una acuñación más o menos degenerada.

Para aprender hay que haber visto muchas piezas, tanto en fotografía como en mano; solo así se entrena el ojo.  La parte buena es que se pueden encontrar monedas de este estilo fácilmente. Por ejemplo, en la próxima subasta de Tauler & Fau aparecen muchas. También os recomiendo, para seguir aprendiendo, la entrevista que hice a Mastalir, uno de los grandes expertos en la moneda potosina

Una vez habituados a las monedas con este diseño podéis dar el salto a otras monedas a martillo: las mexicanas, las de medio real, las anteriores al Escándalo, las peninsulares… esas suponen un grado de dificultad mayor porque sus datos suelen estar en la periferia y no aparecen repetidos. Pero una vez acostumbrados a leer las monedas a martillo del siglo XVIII el resto se hace más sencillo.

La próxima subasta de Tauler & Fau

Tauler & Fau organiza dos subastas para finales de octubre de 2023: una subasta en sala dividida en dos sesiones (23 y 24 de octubre) y la colección Espoz y Mina, dedicada a la moneda de Navarra. 

El repaso a la moneda española es muy amplio. Son más de 1.800 lotes en dos sesiones. Hay monedas más que interesantes para cualquier tipo de coleccionista. Como son tan variadas, me resulta muy complicado hacer una síntesis sucinta que cubra todo lo interesante. Pero voy a intentarlo:

La subasta arranca con más de 100 monedas medievales entre los que destacan algunos dineros castellanos, como el de doña Urraca, los de Alfonso VII o alguna rareza de Alfonso VIII. También hay platas raras y un interesante pilarte de Milmanda acuñado por Fernando I de Portugal

La Monarquía Española es el núcleo duro de la subasta. Gustarán mucho las monedas de 8 escudos, como el de Lima de 1751 o de 1754, el de México de 1746… y los 8 reales, especialmente los 12 de Segovia y los columnarios. Pero a mí lo que más me ha llamado la atención ha sido el amplio conjunto de platas acuñadas a martillo, especialmente de Potosí. Hay muchos ejemplares de la calidad de los que ilustran esta entrada, además de una amplia colección de monedas de medio real a martillo. Quizá no sean tan comerciales como los duros o las onzas que he citado anteriormente, pero son piezas muy proclives a la rareza y seguro que los coleccionistas especializados saben valorarlas.

El siglo XIX se describe con nada menos que 800 monedas. Son piezas muy conocidas y muy comerciales. Entre las más llamativas están los 8 escudos de Lima de 1811, los 20 reales de Madrid de 1813, el céntimo de 1906 SMV, los 30 sous de Mallorca de 1808, algunos duros de El Centenario en alta calidad… Se acompañan también algunos billetes del siglo XX con piezas interesantes como las 50 pesetas de 1935 en MS64 o una pareja de las 25 pesetas de 1936

En cuanto a la colección Spoz y Mina, describe la moneda navarra en 322 lotes, la mayoría de los cuales son monedas de cobre o vellón. Hay muchísimos cornados, algunos de ellos valores o variantes muy raras. Es la típica colección apta para coleccionistas especializados y amantes de la moneda navarra. Me consta que hay muchos de ellos cerca de Pamplona.

Este artículo ha sido patrocinado por Tauler & Fau. Podéis seguir a Tauler & Fau en su página web, en Facebook o en Instagram.

En vídeo 

Os dejo un vídeo con un contenido semejante al de esta entrada:

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