Colecciones de monedas antiguas

En muchas ocasiones he citado en el blog las «colecciones antiguas» y las «colecciones completistas«. Muchas veces los he tratado casi como sinónimos, generando cierta confusión hasta que Mir me llamó al orden (sus comentarios aquí y aquí, también relacionados y además son muy recomendables). En esta entrada voy a explicar de manera más extensa lo que entiendo por estos términos. Cabe recalcar que lo que escribo no es más que mi opinión sobre el tema, que seguramente se pueda contrastar con la de otros colegas que escriban en los comentarios.

La forma de coleccionar monedas en el siglo XXI es bastante diferente a la forma de coleccionar en el siglo XX. Yo veo tres diferencias fundamentales:

* En el siglo XXI las colecciones suelen ser más variadas y suelen tener un rango de épocas o cecas mucho más amplio. Si bien hoy siguen siendo mayoría quienes coleccionan euros o monedas de El Centenario de la Peseta, hace 50 años la práctica totalidad de los coleccionistas «no salían de la Peseta». Yo creo que esto se debe fundamentalmente a que ahora es mucho más fácil tener acceso a la información lo que nos permite formarnos muy sencillamente. Un palentino en los años 80 no podía acceder más que a su «numismático de cabecera» (más), que le vendía las pesetas que iban saliendo, las monedas de Franco o de la Segunda República y algún duro de El Centenario en calidad BC+ por cinco veces su peso en plata. Ese es panorama que yo veía en mi más tierna infancia y al único que podía acceder un palentino medio. El que quisiera salirse de ahí tenía que complicarse bastante la vida, saliendo a otras ciudades con frecuencia y adquiriendo bibliografía que era del todo menos barata. En cambio, hoy en día tenemos acceso a miles de monedas ofrecidas por casas de subastas, comerciantes y otros coleccionistas a golpe de ratón . Podemos obtener de manera gratuita una enorme cantidad de información sobre qué monedas se acuñaron en cada época o territorio, sobre cómo coleccionar, sobre qué precios son razonables, sobre el trasfondo histórico de cada moneda… además de poder comprar piezas en cualquier lugar del mundo desde el cómodo sofá de nuestra casa (pero con cuidado, mucho cuidado). Todo esto hace que el coleccionista pueda forjar a día de hoy colecciones que no se centren en una serie concreta.

Dinero. Alfonso VI. Toledo.

«considero una «colección antigua» aquella que tiene las características de las colecciones del siglo XX»

* En el siglo XXI las colecciones buscan la alta conservación: Esta moda también está relacionada con el fácil acceso a la información, puesto que los coleccionistas podemos ver muchas monedas y desarrollar nuestro gusto estético, pero sobre todo se debe al empuje de los Estados Unidos, que son quienes tienen la batuta en el mercado numismático. Otra causa puede ser que muchos de los grandes coleccionistas del siglo XX encontraron la dificultad en conocer y catalogar las monedas existentes a partir de su propia colección. Podríamos poner como ejemplos a Crusafont y a Turró. Estos coleccionistas buscaban realizar un estudio numismático a partir de su propia colección y eso les llevó a escribir catálogos que hoy todos tenemos como referencia. Ahora bien, una vez que estos estudios están hechos, los grandes coleccionistas buscan otro tipo de retos. Una curiosidad que muestra muy bien esta diferencia es la escala Sheldon. Esta escala se definió inicialmente como una escala para calcular los precios. Su autor consideró que una moneda en VF-30 costaba aproximadamente la mitad que una en MS-60, y que un MS-66 solo costaba un 10% más que un MS-60. Hoy en día para muchas monedas estadounidenses la diferencia entre un MS-66 y un MS-60 es de dos órdenes de magnitud, lo que nos da una idea de cuánto se valora ahora la diferencia de calidad con respecto a hace unas décadas. El coleccionista del siglo XX estaba interesado en «tener la moneda», sin importarle demasiado la calidad de la misma; el coleccionista del siglo XXI está interesado en «tener la moneda en alta calidad».

* En el siglo XXI se aprecia la «belleza natural» de la moneda: Digamos que ésta es una tendencia puramente estética, pero hace unas décadas se apreciaban mucho más ciertas pátinas o incluso monedas limpiadas. Había incluso coleccionistas que marcaban sus piezas (ya vimos ilustres ejemplos) o que «regrababan» algunos detalles que se hubieran desgastado.

Con todo, considero una «colección antigua» aquella que tiene las características de las colecciones del siglo XX. Pero en lo que más me fijo es en la poca atención que presta a la calidad de las monedas o las manipulaciones que éstas hayan podido sufrir. Es curioso cómo a veces estas colecciones presentan monedas de alta calidad junto con otras de una calidad nefasta. Quizá el mejor ejemplo de esto último sea la Huntington. Por otro lado, considero una «colección completista» la que se centra en una serie concreta de la que pretende hacerse con todos los tipos de monedas (todas las combinaciones de ceca, ensayador, año, variante…) primando completar la colección antes que la calidad de las piezas. Hay miles de coleccionistas de El Centenario con un ejemplar de 1 peseta de 1884 hecho una auténtica chapa.

Novén. Alfonso X. Coruña.

1 real. Felipe V. Madrid. 1717.

Claramente el hecho de que una colección sea antigua está correlado con el hecho de que ésta sea completista, puesto que había muchos más completistas hace unas décadas que ahora. Pero podemos encontrar todas las combinaciones:

* Colecciones antiguas completistas: Navarra, Turró y decenas de miles de coleccionistas de pesetas durante el siglo XX.
* Colecciones antiguas no completistas: Huntington, Barril, Crusafont, el Rey Farouk.
* Colecciones modernas completistas: Eliasberg y tantas miles de colecciones gringas que se dedican a acaparar todas las variantes de cuño de un mismo tipo.
* Colecciones modernas no completistas: Caballero de las Yndias, Imagines Imperatorvm, El Dorado.

Como veis, la distinción entre «colección antigua» y «colección moderna» desde mi punto de vista tiene poco que ver con cuándo se forjó la colección. Lo normal en cada periodo es que se coleccione «según la moda y los criterios de esa época», pero hay quienes van adelantados. De hecho, para mí el mayor logro de Caballero (convenientemente asesorado por Calicó) fue adelantarse 60 años a la forma de coleccionar y montar en plena post-guerra una colección del siglo XXI. Por otra parte, considero colecciones completistas a las que buscan por encima de todo tener todos los ejemplares de una serie concreta. Pero eso no significa que, si pueden, no vayan a buscar calidad. De hecho, entre los completistas actuales es típico lo de comprar las monedas raras en una calidad baja y luego intentar mejorarlas (un ejemplo).Otro aspecto a aclarar es que considero muy interesantes tanto las colecciones antiguas como las colecciones completistas. De una colección completista de una serie no tan conocida (e.g., la Ramón Llul) se puede aprender muchísimo porque profundiza en un tema concreto. Ahora bien, quizá no considere tan interesante la enésima colección de El Centenario de la Peseta o de Isabel II, aunque admito que son muy sencillas y bonitas para un coleccionista que no quiera complicarse la vida. En cuanto a las colecciones antiguas, muchas veces en ellas se encuentran ejemplares rarísimos que habían permanecido ocultos durante décadas, como ocurrió con la Barril. Es muy interesante también cómo una colección antigua puede suponer unos sólidos cimientos para una colección del siglo XXI. Hay casos en los que un coleccionista fallece y alguno de sus herederos se interesa por la numismática. En esos casos es típico seleccionar los ejemplares «propios de una colección potente del siglo XXI», vender los demás y forjar una buena colección a partir de los primeros.

1/2 céntimo de escudo. Isabel II. Barcelona. 1868.

«considero una colección completista la que se centra en una serie concreta de la que pretende hacerse con todos los tipos de monedas (todas las combinaciones de ceca, ensayador, año, variante…) primando completar la colección antes que la calidad de las piezas»

Finalmente quisiera aconsejar a los coleccionistas que busquen realizar colecciones propias del siglo XXI. Yo no aconsejaría a nadie forjar a día de hoy una colección como la Navarra, que tiene un presupuesto de unos 250.000 euros y consigue un montón de onzas de Carlos IV en calidades bajas y medias. Creo que es mucho más interesante con ese dinero hacerse con una colección de onzas variadas en alta calidad. Si se comienza con Carlos IV se pueden buscar todas las combinaciones de busto, ceca y ensayador en calidad SC- y con el dinero sobrante hacer lo propio con Carlos III o Fernando VII. Tampoco recomendaría a nadie que con ese presupuesto incluyese monedas que hayan estado colgadas o agresivamente limpiadas. De forma semejante, a un coleccionista de moneda íbera le recomendaría que se hiciese con una buena representación de las piezas acuñadas en la Península Ibérica antes que profundizar en todas y cada una de las variantes de cuño que aparecen en una misma ceca.

Las monedas que ilustran la entrada salen a la venta en la próxima Subasta Selección de Áureo & Calicó que comentamos aquí. Además de ser ejemplares preciosos, tienen la característica de que su precio estimado está por debajo de los 100 euros. ¡Ya veis que no todas las monedas de esa colección son para millonarios! Se trata de un dinero toledano de Alfonso VI, un novén de la Coruña de Alfonso X, un real madrileño de 1717 y medio céntimo de escudo de Barcelona de 1868.

Aquí otros comentarios de esta entrada en Facebook.

20 comentarios en “Colecciones de monedas antiguas”

  1. Yago Abilleira Crespo

    Bueno, yo tengo alguna discrepancia.

    En primer lugar, es cierto que se puede forjar una gran colección a golpe de click, pero eso le quita casi toda la gracia al asunto. Lo interesante es hablar con la gente y ver otras colecciones, pero bueno, me salgo del tiesto.

    Por seguir, yo creo que una colección que todas las piezas son SC+ aburre (me va a caer una buena por esto). Alguna monedilla cascada y corriente pero que tenga una historia interesante (naufragio, guerra,…) hace que la colección luzca más.

    Luego está el tema de los completistas… bueno, decir que coincido con la entrada que se hizo en este blog recomendando los duros del 70 en vez de los 69.

    Es un poco lo de siempre. Cada colección depende del coleccionista. Si el coleccionista quiere revalorizarla, irá por unos camino. Si tiene inquietudes históricas de un periodo, irá por otro lado.
    Además, todos los coleccionistas, por mucho que tengan delimitados sus criterios de compra y gravados a fuego, acaban cogiendo alguna pieza que de ningún modo se haría con ella en otras circunstancias, pero que «le hizo gracia» y se hizo con ella. Eso es lo bonito de la numismática, y lo que le da la chispa.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Ya veo que hay discrepancias. Esto es muy bueno, pues como digo al principio, son ideas que todavía necesitan madurar y, gracias a los comentarios, iremos en esa dirección.
      Efectivamente todo esto es decisión personal de cada coleccionista y hacia dónde conduzca la colección dependerá casi en exclusiva de sus intereses personales. Lo que ocurre es que últimamente hay muchos más coleccionistas interesados en la estética de las monedas.
      Sobre los caprichos, creo que todos hemos comprado alguna moneda que nos ha hecho gracia aunque no encaje en nuestra colección o aunque tenga una temática totalmente distinta. Quizá el mejor ejemplo son las lechuzas de Atenea; es muy típico que los coleccionistas quieran tener un ejemplar aunque su colección se centre en otros temas. Pero yo creo que esas monedas no se suelen considerar parte de la colección, sino como una moneda aparte.
      Por cierto, la entrada que mencionas es ésta: https://blognumismatico.com/2014/10/16/por-que-no-recomiendo-comprar-duros-de-1869/

  2. Muchas veces, el mismo periodo del que se pretenden coleccionar ciertas piezas, dicta unas pautas determinadas a seguir para el numismático. Me refiero a que, de por sí, cada periodo tiene unas peculiaridades distintas intrínsecas. No es lo mismo la consideración completista que se tiene con monedas contemporáneas que con monedas modernas. Alguien que esté acostumbrado a coleccionar monedas del siglo XXI, en calidad SC o ebc, puede llevarse las manos a la cabeza cuando observe un Felipe de busto de 1660 (ya de por sí raro en esta fecha) en calidad SC y que para él no pasa de un BC. Sí ya de por sí, es ardua la tarea de encontrar en estos años, monedas de muy alta calidad, nunca podrán compararse con las calidades de piezas contemporáneas (que tampoco falta hace). Así que, por fuerza, aunque el coleccionista de monedas modernas, pudiera buscar la calidad más suprema que se puede permitir dentro de estos periodos, en este tipo de piezas, estará más acostumbrado a lidiar con «peores calidades» de conservación, y cederá más rápido a este principio de coleccionismo que un completista contemporáneo que se fije solo en calidades superiores. Conozco a más de un amigo coleccionista del centenario de la peseta que no entiende como un servidor, que va de la mano más con los Austrias, suplante a veces la rareza y otras peculiaridades de una moneda a la calidad de la misma. En este tipo de coleccionismo, empieza a cobrar más protagonismo la rareza de las piezas, las cercas, los valores, los fallos cometidos durante el proceso de interpretación y acuñación de las monedas…es difícil que un coleccionista completista de monedas modernas, no tenga más de una pieza repetida en fecha y ceca, pues siempre serán más diferentes y peculiares que sus vecinas contemporáneas (cuando no sea por leyendas distintas, será por un desplazamiento en el corte de la moneda, o un desplazamiento en la acuñación, o una contramarca política o un Resello en la misma moneda que ya la vuelve distinta, o un repinte extraño…)
    El paso del tiempo es inexpugnable con todos, y también con el metal, exceptuando al dios de los mismos, el oro. No siempre se cumplen estos criterios, por poner un ejemplo, en monedas de plata. Podríamos centrar nuestra colección en denarios ibéricos, los cuales existen con una conservación espectacular es su acuñación y en el devenir del tiempo, aunque dudo que haya alguno en calidad espejo, más que nada porque cuando fueron creados no disponían de las técnicas suficientes para disponer de estas peculiaridades.
    Otra persona, puede solo coleccionar monedas fundidas de cobre, y aunque siempre busque las mejores piezas en conservación, nunca llegará normalmente a tener calidades super altas, y si las puede conseguir, no se centrará solo en este cometido, si no en coleccionar rarezas…porque es lo que tienen estos periodos, monedas a veces exclusivas, que por ende restan importancia a la falta de calidad en la acuñación de las mismas, ¿ A quién no le gustaría tener un 8 maravedís de Carlos V acuñado sobre un busto de Fernando VII en calidad Bc-? Claro, que esta consideración en este tipo de piezas, podría ser un mbc (todo es tan relativo)

    En definitiva, aunque un coleccionista busque muy buenas calidades, hay periodos donde parece que tiene más sentido poner en la balanza la calidad o la rareza, y en unos se notará más este binomio y en otros menos.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Apuntas dos temas interesantes.
      El primero es que quienes se acercan a ciertas series no van a poder hacerse con monedas de alta calidad, por el simple hecho de que no existen ( https://blognumismatico.com/2014/01/10/pidiendo-peras-a-un-olmo/ ). Para algunas series (vellones medievales o RRCC, cobres de los Austrias…) un MBC+ ya es una calidad extraordinaria. A la vez, esas mismas series presentan muchísimas rarezas y errores de acuñación. Por eso el coleccionista se siente más tentado en dejar a un lado «un poquito» de calidad y llenar su colección de rarezas.
      Lo que no sé es si el coleccionista es así porque se centra en esas series, o si se centra en esas series porque es así. Me explico: alguien que quiera tener todas sus monedas inmaculadas seguramente no se vea atraído por los vellones de la Guerra de los Segadores, sino que directamente buscase adquirir duros del siglo XIX.
      El otro tema que apuntas es que todos los coleccionistas de estas series buscan tener muchas variantes de cuño y errores de acuñación. Yo no sé si estoy del todo de acuerdo contigo en este aspecto. Fíjate por ejemplo en la colección Trastámara: había una cantidad «razonable» de variantes de cuño, lo cual es muy bueno porque si resulta que la colección trae 8 variantes por cada fecha hubiera habido demasiados bostezos en la sala. Personalmente a mí me resulta más interesante una colección de vellones de los RRCC y los Austrias que busque distintas cecas, reinados y fechas, que una colección con tropemil variantes de cada vellón de los RRCC.

  3. Y aquí otro que disiente con eso de que siempre ha de primar la conservación.
    Si compro una kookaburra de 2007 obviamente la compraré sc porque me va a costar solo 3 euros más que una que este sobada. Pero si hablamos, de onzas, por ejemplo, voy a disfrutar más como coleccionista de 2 onzas comunes en mbc+ con bustos distintos que a mismo presupuesto con una sólo en sc. Y desde un punto de vista economico si toca venderlas voy a perderle menos dinero a las 2 mbc+ que a la sc. Sólo hay que tirar de archivo para ver las evoluciones de los precios. Así que exceptuando casos muy concretos no veo el negocio en las grandes conservaciones ni a nivel de disfrute ni a nivel económico a no ser que seas millonario o un sibarita que prefiere comprar una moneda espectacular cada 5 años.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Yo no he dicho que «siempre» haya que primar la conservación por encima de todo. Lo que hay que primar es, sobre todo, el disfrute del coleccionista pues nunca hay que perder de vista que esto es una afición.
      En cuanto a las onzas, si son dos piezas corrientes en MBC+ no vas a pagar mucho más que su peso en oro por lo que limitas mucho las pérdidas que puedas tener con ellas. En una pieza en alta conservación puedes perder mucho más pero también puedes ganar dinero si consigues comprarla bien. En los últimos años las monedas que más han subido de precio son las que tienen alta calidad y son demandadas por el mercado internacional. Lo que pasa es que esas no están al alcance de la clase media (ni aunque no compre una pieza en 5 años).

  4. Para mi, el clásico completista esta de capa caída. Solo hace falta hablar con la gente del mundillo para darse cuenta que hoy en día la gente va picando monedas de épocas distintas y materiales variados.
    Pero eso si, a mi personalmente me gusta completar en la medida de lo posible sin hacer excesivo empeño en la calidad, aunque cierto es que procuro dejar de lado las chapas.
    A fin de cuentas como dice el amigo Yago, cada coleccionista es un mundo y hace lo que cree mejor para su colección con el dinero que posea.

  5. Jejjeej hoy te están cayendo disensiones por todos lados Adolfo

    Lo que ha cambiado la forma de coleccionar ha sido el acceso público a una cantidad de información ingente que era imposible hace 40 años, quitando a un puñado de verdaderos expertos y de profesionales… lo que es Internet, pa’ que nos entendamos. Cualquiera tiene desde su casa acceso a más catálogos y documentación numismática de la que puede procesar en una vida dedicada a ello en exclusiva.

    Y pasa que la gente no es tonta, y se ha dado cuenta que el completismo clásico, del que se habla en esta entrada, o bien es muy caro, o bien es poco estético porque muy poquitas series hay que no tengan 2 o 3 piezas (como mínimo) inalcalzables en una calidad que no sea «chapa con restos de números» Al final nos hemos dado cuenta de que es mucho más bonita una colección con una calidad media/alta, aunque no hayamos podido tachar todos los recuadros de un catálogo en particular.

    Pero yo no creo que el completismo esté de capa caída como decís. Simplemente también ha evolucionado. Básicamente es lo mismo pero con acceso a muchísima más información. Siempre habrá excepciones, por supuesto… pero creo que prácticamente todos hemos intentado COMPLETAR alguna serie. Llámese conseguir un 8 reales de cada ceca peninsular de cada monarca español, llámese conseguir un denario de cada emperador romano, o llámese conseguir un oro de cada periodo histórico relevante de la historia de España.

    Se me viene a la cabeza el señor Lanzarote, que creo que lo conocemos todos por aquí. La primera vez que vi su web me chocaron mucho un par de monedas o 3 que tiene de esas coleccionables de la FNMT… como que no me cuadraban. Luego lei en la descripción que en esa parte nos enseña una moneda de cada monarca español que ha habido, y ya lo comprendí todo… el que no sea completista a su manera, que tire la primera piedra (yo no puedo).

    Saludos a todos!

  6. Adolfo Ruiz Calleja

    Cualquier coleccionista quisiera completar algo, o al menos acumular monedas de cierto tipo o con ciertas características. Eso es muy evidente.
    La diferencia está en que un «completista clásico» lo que quiere es tener todas las monedas de una serie concreta (y probablemente no definida por él mismo, sino por un catálogo) mientras que un «completista de los que tú hablas» lo que busca es hacerse con una moneda representativa de los hechos más interesantes. En el caso de Lanzarote, busca hacerse con un duro de 1871, pero realmente le da igual si en la segunda estrella hay un «1» o un «3». Igualmente, el que quiera completar una colección de un denario por cada emperador, buscará un denario de Galba y le dará lo mismo si en el reverso aparece Concordia o Victoria.

    Yo a estos segundos coleccionistas no les considero completistas porque no se centran en una serie concreta. Además, su forma de coleccionar les permite hacerse con monedas de calidad: si tienen un presupuesto de 200 euros para un duro de 1871, compran uno con *71 en EBC y no uno con *73 en BC+.

    Saludos,
    Adolfo

  7. Yo creo que es bueno tener previamente en mente el diseño de tu colección, e ir completándola poco a poco, en general cuando te impones unos objetivos, un reto, se disfruta mucho más. Por ese lado sí se me puede considerar completista, en realidad casi todos los coleccionistas lo somos de alguna manera, vamos completando ese diseño preconcebido.

    Aunque el esqueleto de mi colección es muy fino, y me da mucha libertad para engordar mucho lo que más me pone, los duros del imperio de la monarquía hispánica, y para, dentro de los huecos a rellenar, hacerlo con las monedas que me atraen más, que me enamoren, que no necesariamente lo hacen por tener conservaciones excepcionales, sino porque tengan un error curioso en el proceso de acuñación, etc.

    Ciertamente, como dice Adolfo, si en mi colección hay un hueco para Amadeo I, tengo la libertad que no tiene un completista de una serie, es decir, puedo elegir una moneda entre muchas, la que más me guste dentro de las asequibles, y como no, elijo un duro, y dentro de los duros de Amadeo prefiero un *71 bien bonito que un *73 peor conservado, porque este último no tendría ningún sentido en mi colección.

    https://siemprenosquedaralan.wixsite.com/home/cont-amadeoi-5ptas

    También es importante tener en cuenta el poder adquisitivo de cada coleccionista, el mío es de 100 pavos al mes, no me puedo plantear tener una colección de relevancia, así que me compro lo que me gusta y puedo, y con mucha paciencia, y limitando el número para conseguir alguna bonita. Si tuviera pasta y quisiera tener una colección que aportara algo a nuestro mundillo, igual hubiera hecho una colección de tipo completista, con los duros de la ceca de Sevilla. Para saciar esa inquietud, hice el catalogo de duros de Sevilla, que me salió gratis :)

    https://siemprenosquedaralan.wixsite.com/home/durossevilla

    En definitiva, cada coleccionista es un mundo, pero estoy de acuerdo con Adolfo en que cada vez las colecciones tienen un corset más ligero, y por lo tanto permite al coleccionista primar más la calidad a la rareza.

  8. Para el que piense, hombre, elegir entre todas las monedas de Amadeo, un duro, pensará, tampoco sa calentao mucho la cabeza, pero podría haber elegido las 100 pesetas :P

  9. Supongo que debería decir algo y, aparte de gracias, no me sale.

    Así que vamos allá.

    A mi todo me parece bien, cada uno hace la colección que le parece y todas me parece que tendrán su interés, al menos para el que la hace. Creo que Adolfo ha ido definiendo una raya entre lo moderno y lo antiguo de acuerdo al perfil psicopatológico del coleccionista (obsesivo compulsivo, delirante, voyeur, o los que se os ocurran) cuando en realidad está describiendo la moda, a la que deberíamos de considerar como un rasgo transitorio. Yo tengo pocas dudas que una colección de calidad responde a un modelo más acertado de revalorización porque así lo indica la moda y probablemente seguirá siendo así por mucho tiempo porque crematísticamente es un modelo de éxito, con riesgos pero de éxito.

    Ahora bien, y solo a título de ejemplo, a mí (insisto que a mí) me gusta más Lanzarote cuando cataloga Sevilla que cuando se compra un duro de Milán y otro de Bruselas, es un decir. Pero es que se le ve el plumero, cuando compra aparentemente disperso se comporta como un completista buscando piezas singulares con ese detalle del escudo en el que nadie ha reparado. Es decir, hagamos lo que hagamos nuestra personalidad se va a infiltrar en nuestros actos, Lanzarote cuando le conviene es un completista de a uno, creo que después se entenderá porque lo digo.

    Sin algún rasgo de mi personalidad que me lleva a ser completista, quizás algo que tiende a lo obsesivo (detallista en términos coloquiales), yo no coleccionaría; del mismo modo que me debe faltar algo que impide que toque las maracas, y no son las manos. Ahora bien, en mi opinión eso es anecdótico aunque defina las características de la colección a la que nos dediquemos, ya sean conchas polinesias o euros.
    A mí lo que me pone es dialogar con las monedas (y ahí la cosa se pone delirante), pero muy raramente las monedas berrean por si solas y por lo tanto es necesario observarlas en su contexto: histórico (historiográfico) desde luego, pero también en su estructura de valores y su coherencia; en su evolución de detalle y del arte; en sus características productivas; en el sentido de las variantes (incluso interferido por el charco de los errores)… y desde ese punto de vista la conservación no es lo más significativo, sino que la moneda conserve su capacidad comunicativa como se corresponde a todo documento -aunque a mí me gustan bonitas y tiendo a substituir las mediocres, si es posible, porque la moneda fue fabricada en serie y de una gran parte de ellas se conservan réplicas idénticas y por tanto más posibilidades de buenas conservaciones, pero a veces hay pocas y hay que tomar lo que “hayga”-.

    Y todo esto ya venía de algún modo conmigo, pero ese enfoque, con todas las letras, solo ha sido posible gracias a algo tan nuevo como internet (incluidas las subastas) porque sin haber visto centenares de piezas de las que estudio, no habría podido concluir que todavía quedaban unidades de conocimiento y de información por desentrañar, más allá, efectivamente, de seguir un catálogo ya concluido, así que para mí el enfoque completista es lo más moderno que yo haya visto.

    Por eso si la moda me acompaña, mejor, pero si no acompaña, pues también, lo que es seguro es que si solo me limitara a la moneda de alta calidad haría mucho que me habría buscado otra afición más satisfactoria, más mbc.

  10. Me he releído y, además de algún matiz poco importante, observo que lo dicho no sirve para la moneda industrial que se corresponde a un estado que troquela sus expresiones de poder de modo homogéneo y consolidado, en este caso sus excepciones son rarísimas, generalmente bien identificadas y solo accesibles a bolsillos selectísimos (pruebas, emisiones frustradas…) aunque hay excepciones como las flechas debajo de los 50 cts. de 1951. Pero sus variaciones ligeras, como una oreja rayada o un 9 con palo curvo o recto solo adquieren interés porque han esquivado un sistema que evita denodadamente la variante. Parece razonable afrontar una colección de esta naturaleza con la mayor calidad posible de acuerdo al poder adquisitivo.

    Pero a veces, cuando el poder se desmenuza, aparecen fenómenos como el de la moneda local de la guerra que es deslumbrante, siempre en términos de mi interés potencial porque es constatable que hay aficionados en el otro extremo para los que ese es un episodio deleznable impropio de nuestra maravillosa tradición y sin parangón en nuestro entorno geográfico. Para gustos, colores. Observemos que quién afronte su colección, pongamos de billetes locales, no va a poder basarse en la calidad como eje, sino en intentar completar una serie, un territorio, un valor… eso no impide que la busque, sino que no podrá estar en el primer lugar de las prioridades, en cambio para la mayor parte de monedas podrá regresar al modelo de calidad.

    Desde el siglo XVIII a, más o menos, primeros del XIX (y creo que se podría incluir aquí las producciones del ingenio de Segovia y similares) la moneda aspira a ser esa moneda de estado pétrea, aunque técnicamente no lo consiga del todo al dejar brechas basadas en la imposibilidad de obtener cuños replicados. En mi opinión, ese modelo permite los dos abordajes, la calidad o la variabilidad (tipo colección Navarra).

    Todo lo anterior, al menos hasta el medievo (no me considero capaz de opinar de antes, aunque por ahí debe andar), la producción es artesanal y como artesanal que es, muestra signos de variación buscados: mecanismos primarios de control de emisión, de seriación cronológica (cuando no ponían fecha), de función (conquista de Argel o las primeras para América)… si el coleccionista aspira a entender algo de eso, la calidad no puede ser lo primero aunque si lo puede ser la conservación de la mayor parte de elementos constitutivos posibles.

  11. Partamos antes de nada de la premisa de que YO tengo la verdad única y absoluta…
    …en lo que se refiere a mi colección.
    Mi colección está ahí para reportarme gratificación y placer, cuando yo muera mis monedas se dispersarán para dar felicidad a otros coleccionistas y lucro a algún comerciante además de a mis herederos.
    Mi colección está centrada en la moneda de Roma, es «completista» en el aspecto de que no hago ascos a tener dos ejemplares de la misma época y ceca (siempre hay divergencias) pero por otro lado aspiro a abarcar el mayor número posible de emperadores.
    Por motivos económicos descarto el oro y ciertos emperadores imposibles, y de cuando en cuando cae alguna moneda bizantina o republicana.
    Pero todas mis monedas tienen un claro elemento en común:
    ME HACEN FELIZ A MI

    1. Si señor, de otra manera nada tendria sentido.
      Muy buena entrada disparadora de aun mejores comentarios.
      He disfrutado mucho leyendolos a todos, expresando cada uno su punto de vista particular, viendo como una misma actividad se puede disfrutar de tan diversas formas.
      Saludos

  12. Adolfo Ruiz Calleja

    Una cuestión importante, y que creo que nunca se ha tratado de manera explícita en el blog, ha salido en varios comentarios: la colección debe buscar sobre todo el disfrute del coleccionista. Esto debe ser así por encima de todo. Nunca hay que perder de vista que la numismática es nuestra afición.

  13. Odio el completismo :P incluso rescato el comentario de un académico (estoy en duda si Frochoso o Vaño) que instaba a concentrarse más en los tipos generales más que en las variantes, que de esa forma se comprende mucho más la numismática de fondo. Me parece un muy buen enfoque, y bueno, de paso me parece más divertido (totalmente personal).
    Muy buena entrada!

  14. Hombre Leandro, odiar es irse muy arriba, odiar a los falsificadores o a los espoliadores tiene sentido, pero odiar una forma de coleccionismo es un poco mucho.

    Aunque es verdad, grandes investigadores rechazan el detallismo (palabra que me gusta más que completismo), no solo estos que citas, yo creo que es debido a su punto de partida. Cuando está casi todo por hacer, hay que construir la estructura y esa estructura debe ser sólida, capaz de definir los tipos fundamentales, asignar su autoridad emisora correctamente y asociarlo a los datos documentales conservados. Cuando está todo por hacer el detallismo despista y puede llevarte a perder el tiempo.

    Pero cuando la estructura está bien montada (tema básico), el detallismo te dará otro tipo de información, por ejemplo: identificar falsificaciones, establecer procedimientos de producción, identificar alguna inconsistencia y un montón de cosas más. Si te gusta investigar, se trata de adaptarse al momento que nos toca vivir, no vamos a repetir lo que otros han hecho.

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