Representaciones ecuestres en la moneda de oro medieval

Este texto, de mi autoría, fue publicado originalmente en la revista Detección & Monedas.

La visión que tiene la sociedad sobre la Edad Media está completamente truncada por la literatura romántica y los temas recurrentes que han llegado hasta nuestros días: lindas princesas con vestidos largos, caballeros al galope blandiendo espadas, goliardos orondos con un jarro en la mano y reyes poderosos que buscaban lo mejor para el pueblo. De todo esto hubo, pero la literatura hizo de la excepción la regla y mezcló a todos estos personajes singulares con magos, dragones, duendes, elfos y decenas de otros personajes fantásticos que pueblan el imaginario popular. Por supuesto que nada fue como se cuenta, pero si de todos estos arquetípicos personajes hay alguno que dejó su rastro en las monedas, ése es el caballero medieval. En este artículo repasaré brevemente las representaciones ecuestres, centrándome en las acuñaciones de oro.

Los motivos ecuestres aparecen en el oro medieval casi tan pronto como los reinos cristianos comienzan a acuñar oro. Debemos esa aparición al reino de Portugal, cuyas primeras emisiones áureas incluían dicho motivo. Se tratan de los morabetinos acuñados por Sancho I en una Portugal recién independizada del Reino de León. Se comenzaron a producir entre 1185 y 1188, es decir, casi a la vez que los morabetinos leoneses. Son monedas que siguen la metrología musulmana y que estaban fundamentalmente pensadas para los pagos internacionales a pesar de que los motivos son puramente cristianos y las leyendas están en letras latinas (véase la Figura 1). Con estas monedas estamos ante una obra maestra del arte románico: en el anverso se tiene una preciosa y simpática representación del rey como un jinete cabezón con la espada en alto. Sin duda que es toda una declaración de intenciones por parte de un rey que buscaba la conquista de territorio almohade con ayuda de otros ejércitos cristianos. En el reverso de la moneda se ve el que acabaría siendo el emblema de Portugal hasta nuestros días. Contiene cinco escudos con cinco quinas, representando a los cinco reyes musulmanes muertos en la Batalla de Ourique.

morabetino Sancho I

Lamentablemente esta belleza románica de Sancho I tuvo poca continuación. Acuñaron este tipo de morabetinos sus sucesores Alfonso II y Sancho II, pero hasta nuestros días han llegado poquísimos, lo que hace pensar que las emisiones fueron muy limitadas.

Hubo que esperar otros 150 años hasta que hubiera más acuñaciones en oro con motivos ecuestres en Europa Occidental. La Francia gótica fue la responsable de continuar con este motivo. Más concretamente el 5 de diciembre de 1360, cuando Juan II el Bueno (un rey cuya incompetencia perdonaremos por esta joya numismática) regresó a Francia tras firmar el Tratado de Brétigny y ser liberado de su cautiverio en Inglaterra. De nuevo estamos ante un escenario bélico que acontece dentro de la Guerra de los Cien Años (Figura 2). Por eso el rey se hace representar en los franc à cheval como un jinete a galope con un caballo engalonado con lises y en posición de atizar con la espada. La inmensidad de la figura se ve resaltada por las patas del caballo, que cruzan la orla de puntos. Se trata de una representación tremendamente dinámica y con un mensaje muy claro: parece que el rey vaya a cargar contra las filas enemigas. Salvando las distancias, sería como representar hoy a un rey al mando de un Eurofighter. Paradógicamente, el inútil de Juan II no cargó contra los ingleses y tampoco fue capaz de acumular el enorme botín que le exigía el Tratado de Brétigny, así que él mismo tuvo que entregarse en 1364 poniendo fin a estas emisiones.

franc a cheval

El diseño de estos franc à cheval tuvo una repercusión muy grande en otros reinos cristianos de la época. Fueron bastantes los que imitaron el diseño, si bien desde mi gusto estético, ninguno de los imitadores consiguió mejorarlo. El primero de ellos fue Enrique II de Castilla, quien acuñó la dobla ecuestre de 35 maravedís que se muestra en la Figura 3 apenas dos años después de la muerte de Juan II de Francia. Algunos autores consideraron que dichas doblas ecuestres se facturaron en Burdeos en 1367, cuando Enrique II preparaba la guerra contra Pedro I, pero hoy en día Balaguer, Mozo y Retuerce coinciden en que es más probable que se acuñasen en 1366 en Burgos, cuando Enrique II fue coronado. La influencia de los franc à cheval en la dobla de la que tratamos es obvia, igual que es parecida la situación bélica: Castilla vivía una guerra civil entre Enrique II y Pedro I que también se enmarcaba dentro de la Guerra de los Cien Años. Como diferencias entre las monedas vemos que el jinete mira a derecha en vez de a izquierda y porta el cuartelado de Castilla y León en vez de las flores de lis. Pero quizá la diferencia más importante es el estilo gótico castellano, que es más duro y áspero que el francés, como bien se aprecia en estas monedas. En mi opinión, estamos ante la moneda más bella de la numismática castellana. Es una pena que la extrema rareza de la misma solo permita que unos pocos privilegiados se hagan con un ejemplar, si bien el resto de aficionados podemos disfrutar de uno en el Museo de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.

35 maravedíes Enrique II

A mediados del siglo XV hubo otros mandatarios que tomaron el franc à cheval como modelo. Uno de ellos fue Felipe III el Bueno, duque de Burgundy, en los actuales Países Bajos. Este duque alternó pactos con Francia e Inglaterra para llevar a su ducado a la máxima expresión. Viéndose con capacidad, creó una nueva moneda de oro que llamó Philippus (sí, le puso su nombre) para que se uniformasen las emisiones doradas de todo su reinado. Teniendo en cuenta el diseño de la moneda (Figura 4) no es de extrañar que pronto se llamasen cavalier d’or (jinete de oro). Estamos ante otro diseño que casi copia el del franc à cheval, aunque de nuevo el jinete mira a derecha y en este caso no tiene ornamentación de ningún tipo. Sin embargo, vemos que el estilo ha evolucionado hacia un gótico más tardío, mucho más refinado y realista.

cavalier d’or

Este Philippus o cavalier d’or tuvo una repercusión muy notable en la numismática de los Países Bajos, pues se encuentran diseños semejantes en las emisiones holandesas hasta bien entrado el siglo XVIII. Quizá las más conocidas por los coleccionistas sean los silver rider ducaton (ducatón de plata con jinete), como el de la Figura 5, acuñados entre 1659 y 1798. Otras emisiones con un motivo semejante fueron los también llamados cavalier d’or, emitidos a principios del siglo XVII (Figura 6).

silver rider ducaton
cavalier d’or

Más o menos en la misma época que Felipe III de Burgundy, el rey de la Corona de Aragón Alfonso V el Magnánimo conquistó Nápoles en 1442 reinando allí como Alfonso I. De forma pareja al duque de Burgundy, Alfonso V consideró oportuno emitir ducados alfonsíes (hoy en día se les conoce simplemente como alfonsíes), que equivalían a un ducado y medio de los venecianos. De nuevo el rey se hace representar como un jinete al galope (Figura 7), pero el estilo ya es más avanzado y busca más la muestra de poder político que la bravura militar. Se deben resaltar también dos cosas del diseño: el bonito toque italiano en el estilo y el entramado de las armas de Aragón y de Nápoles en el reverso de la moneda. Una preciosidad que nos deja en las puertas del Renacimiento.

ducado alfonsí

Si bien la repercusión numismática de los alfonsíes no fue tan amplia como la de los cavalier d’or sí que hubo emisiones posteriores en otros territorios italianos que representaban al famoso jinete y que cada vez se aproximaban más al Renacimiento. En la Figura 8 podemos ver una pieza acuñada por Ludovico el Generoso, duque de Saboya, a mediados del siglo XV. Otras monedas muy interesantes las acuñó Ludovico María Sforza, duque de Milán cuando finalizaba el siglo XV. En las Figuras 9 y 10 se pueden ver unos raros ducado y un doble ducado que cuentan con unos anversos que bien podrían servir de ejemplo de retrato renacentista en cualquier escuela de arte. No obstante, el reverso todavía incluye el motivo medieval del jinete galopando. Eso sí, es un jinete cada vez más estilizado.

Ludovico el Generoso

Ludovico María Sforza

ducado Ludovico María Sforza

Se hace curioso ver que a mediados del siglo XV Italia ya estaba en un renacimiento pleno mientras que otros territorios de Europa todavía tardarían en avanzar estilísticamente. Prueba de ello son otras monedas de oro que representan un jinete al galope, pero esta vez acuñadas en el corazón de Castilla por el pobrecillo de Alfonso de Ávila entre 1465 y 1468. Un magnífico ejemplo de esas doblas se muestra en la Figura 11. Se puede ver cómo, a pesar de haber sido acuñada a mediados del siglo XV, el estilo sigue siendo totalmente gótico (de hecho ha evolucionado poco con respecto a la dobla ecuestre de Enrique II) y la simbología sigue siendo militar. Parece claro de que el precendente de Enrique II fue clave a la hora de diseñar las doblas de Alfonso de Ávila, pues era un descendiente de aquél que volvía a ser pretendiente a la Corona de Castilla.

dobla Alfonso de Ávila

Un último apunte es que aún hoy aparecen monedas con jinetes a caballo. Esos diseños destacan especialmente en dos países. El primero de ellos es Inglaterra, pues representa con mucha frecuencia a San Jorge a caballo (por ejemplo en el soberano de la Figura 12). El otro es Lituania, que tiene la tradición de tomar al caballero medieval como símbolo nacional y es omnipresente en sus escudos de armas. Por eso los caballeros aparecen en multitud de monedas lituanas, como el gross de Segismundo I de la Figura 13 (mediados del siglo XVI), las bonitas 5 litas de 1936 (Figura 14) o los actuales euros (Figura 15).

San Jorge a caballo

gross de Segismundo I

5 litas de 1936

2 euros Lituania

5 comentarios en “Representaciones ecuestres en la moneda de oro medieval”

  1. Un artículo interesantísimo. Sólo echo en falta la gran dobla ecuestre de 20 doblas de Juan II de Castilla, que se guarda en la Biblioteca Nacional de París y en mi opinión es la más bonita de todas.

  2. Muy interesante entrada, como son para mi gusto las de contenido histórico. En lo que respecta al «cavalier d’or» (en flamenco gouden rijder) de Felipe el Bueno y para complementar lo escrito, añadir que este soberano es el que unifica la moneda en sus distintos territorios borgoñones, de forma que éstas fueron emitidas y acuñadas en Brabante, Flandes, Hainaut, Holanda y Borgoña, diferenciándose cada una de ellas en la leyenda del exergo, en la que expones +HOLD’. En el caso de sus monedas de plata de doble gros –llamados Vierlander– la distinción por territorios era mediante un símbolo provincial en el centro de la cruz del reverso (león, lis, etc).

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