Una colección como plan de pensiones IV: oferta y demanda

Las monedas, como prácticamente todo en este mundo mercantilizado en el que vivimos, tienen un precio. Y como se tratan de bienes totalmente liberalizado, ese precio no se rige más que por la simple y llana ley de la oferta y la demanda, que doy por hecho que todo el mundo conoce. La oferta de las monedas, en principio, permanece constante, ya que monedas antiguas hay las que hay y no se pueden fabricar más. Por lo tanto, en principio la variación del precio de las monedas lo define su demanda: si el número de coleccionistas de denarios republicanos aumenta, el precio de los denarios republicanos sube; si el número de coleccionistas de denarios republicanos baja, el precio de los denarios republicanos baja. Por lo tanto, una buena inversión numismática será aquella en la que la demanda futura de las monedas compradas sea mayor que la demanda actual, y como vimos que eso es algo imposible de predecir, invertir en monedas no es más que pura especulación.

En el párrafo anterior falta, además, un ingrediente importante que muchas veces se olvida: la ley de la oferta y la demanda asume conocimiento perfecto. Para el caso de las monedas, esto se traduce (entre otras cosas) en que esa ley asume que si yo tengo una moneda y alguien está dispuesto a pagar 100 euros por ella, yo sé quién es ese alguien y ese alguien sabe quién soy yo. Pero esto no es así en el 99% de los casos: de nada me sirve que alguien esté dispuesto a pagar 100 euros por una moneda si yo no soy capaz de acceder a ese alguien. Por eso el precio de una moneda es el máximo dinero al que su dueño es capaz de venderla. Y ese precio no es el mismo para todos. Por lo tanto, antes de saber si una moneda es una buena o una mala inversión hay que preguntarse lo siguiente: ¿a quién y cómo vendería yo esta moneda? Si nuestra respuesta es que la venderíamos al mismo comerciante que nos la ha vendido a nosotros, entonces es casi seguro que la inversión no es buena. Nos queda mucho por aprender antes de ponernos a invertir.

Teniendo en cuenta esto os propongo una clasificación de las diferentes series de monedas según su oferta y su demanda. Explico brevemente cada una de las categorías, pongo algunos ejemplos de series e indico brevemente qué se puede esperar de ellas. Me centro en cómo veo el mercado en Europa y sobre todo en España. Hay comerciantes que dicen hay que fijarse en el mercado internacional, y yo estoy de acuerdo siempre y cuando el coleccionista tenga acceso a ese mercado, ya que si la única manera de acceder al mercado internacional es a través de intermediarios, al final nos quedaremos sin beneficio ninguno. No obstante, es cierto que si una moneda tiene fácil salida en el mercado internacional, su demanda -y por tanto su precio- no se ve apenas influido por los veivenes de la economía española. Sirva como ejemplo que las monedas de Fernando VII han bajado de precio considerablemente debido a la crisis, mientras que las monedas de José I no porque se venden muy bien en cualquier parte de Europa.

estátera Filipo II

Altísima demanda y altísima oferta: estas son las monedas bullion, es decir, aquellas que se compran y se venden como metal precioso. En muchos casos carecen de interés desde el punto de vista del coleccionista, pero también conozco a muchos que empezaron por ellas y luego se aficionaron a las monedas históricas de buena calidad. Los ejemplos los conocemos todos: koalas, maple leaf, pandas, kookaburras, krugerrands… ojo, que también hay monedas españolas que se compran y se venden como bullion, por ejemplo las 100 pesetas de Franco, las 25 pesetas de Alfonso XII y la mayoría de los duros del siglo XIX o de las onzas de Carlos IV y Fernando VII en bajas calidades.

Estas monedas son lo más parecido numismáticamente hablando a un mercado continuo: hay una cotización pública del oro y de la plata y hay unos comerciantes que tienen unos márgenes de beneficio. A cualquier comerciante que preguntéis comprará todo el oro y toda la plata que le llevéis y el que quiera comprar no tiene más que decírselo a un comerciante y le proporcionará tanto metal precioso como necesite. Si los metales suben se gana dinero (menos la comisión del comerciante), si bajan se pierde dinero (más la comisión del comerciante). Desde mi punto de vista esto no tiene ningún aliciente numismáticamente hablando, pero también es cierto que es la única inversión numismática que suele salir bien a los coleccionistas no expertos.

Hay teóricos de las inversiones, como Harry Browne, que recomiendan tener un 25% del patrimonio en metales preciosos. Otros, como William Bernstein no están de acuerdo en meter tanto dinero en un bien que produce poco rendimiento y es tan volátil; no obstante, en su libro más famoso de Bernstein (extraordinario) se dice que un 10% del patrimonio en oro físico puede estar bien para cubrirse de escenarios catastróficos, como guerras o hiperinflaciones. Se puede observar que esto no tiene nada que ver con la numismática.

Alta oferta, alta demanda: son monedas que se encontrarán fácilmente en una tienda de numismática, hay muchos coleccionistas interesados y son baratas. De hecho, la mayoría de los coleccionistas buscan este tipo de piezas. Me estoy refiriendo a euros, pesetas de Juan Carlos I y la mayoría de las pesetas de Franco, por poner ejemplos españoles.

Las que caigan en esta categoría no son buenas inversiones, simplemente porque hay muchísimas. Tantas que ningún comerciante necesita más. Además, como la demanda es alta lo normal es que caiga con el tiempo, como pasa con los euros y las novedades numismáticas. El que coleccione este tipo de monedas puede verse en la situación de que al intentar venderlas no encuentre a nadie que se las compre, y el que lo haga lo hará a precio de derrumbe. Bien puede ser que haya alguna pieza cuya demanda se dispare y por lo tanto su precio también, pero eso serán raras excepciones.

Alta oferta, demanda media o baja: estas monedas son de las que hay muchísimas pero poca gente las quiere, así que son baratísimas. Son monedas que suelen adquirir los niños, algunos coleccionistas novicios o aquéllos que buscan coleccionar por el simple y llano placer de rellenar huecos o conocer los países de donde vienen. Sirven como ejemplos la práctica totalidad de las monedas de circulación del siglo XX o las monedas españolas circuladas de Franco o de Juan Carlos I.

Obviamente comprar estas monedas no es más que un entretenimiento y no se puede considerar una inversión. De hecho es normal que se compren y vendan a kilos (e.g. 10 kilos por 50 euros) o por lotes grandes (e.g. 1000 monedas por 20 euros). Alguien podría decir que es posible que la demanda aumente mucho por una moda, pero al haber tanta oferta el precio es muy inflexible. Es decir, si se duplica el número de coleccionistas de Juan Carlos I el precio de unas 100 pesetas de 1984 circuladas seguiría siendo el mismo porque habría monedas de sobra para todos.

estátera Alejandro Magno

Oferta media, alta demanda: en esta categoría incluyo las piezas que se suelen ver en subastas con relativa frecuencia pero que no son tan corrientes como para que las tenga cualquier comerciante. Además, son aquéllas en las que hay muchos coleccionistas interesados. Ejemplos los conocemos todos: monedas de El Centenario en altas calidades, onzas de oro en altas calidades, reales de a ocho en altas calidades, denarios bonitos, sestercios bonitos, piezas íberas, duros del mundo…

Estas son las monedas más coleccionadas por todos aquellos que meten horas a esto de la numismática. No son piezas difíciles de conseguir, pero tampoco son monedas fáciles. Además, son monedas  de muy fácil salida puesto que hay miles de personas interesadas en ellas y es muy muy probable que en el futuro la demanda siga manteniéndose (estoy seguro de que los coleccionistas futuros seguirán apreciando los reales de a 8 y los 8 escudos). Por eso, en caso de tener que vender la colección, es seguro que cualquier comerciante va a estar interesado en estas monedas y su margen de beneficio puede no ser demasiado alto (quizá se conforme con un 30%). Además, es muy probable que conozcamos coleccionistas interesados a quienes poder ofrecer directamente las monedas.

Oferta media, demanda media: aquí se encuentran las monedas que se ven en subastas con relativa frecuencia pero en las que no hay tantos coleccionistas interesados. Yo incluiría en esta serie las monedas de medio, 1 y 2 reales en alta calidad, el oro medieval o la moneda bizantina.

Son monedas que tienen sus seguidores, pero no son muchos. Por eso suelen venderse a través de subastas o con comerciantes especializados que se centren fundamentalmente en los coleccionistas de ciertas series. Lo malo de estas monedas en comparación con las anteriores es que es más difícil venderlas, tanto para nosotros como para un comerciante, por lo que va a exigir un mayor margen de beneficio. Por eso mismo es especialmente importante tener muchos contactos de coleccionistas de estas series para poderlas vender a buen precio llegado el momento. Lo bueno es que en estas series hay bastante margen de que entren nuevos coleccionistas, y de hacerlo su precio aumentará significativamente ya que la oferta no es alta. Esto ha pasado con varias series, quizá el último y más notorio ejemplo haya sido el subidón de precios de la moneda rusa en los últimos años.

Oferta media, demanda baja: estas son monedas que no son muy corrientes pero que apenas tienen seguidores, por lo que son baratas. Como ejemplos podemos poner a las pellofas, los dieciochenos, algunas monedas medievales o andalusíes, tetradracmas de la Alejandría romana, dirhams sasánidas, las monedas de Bactria y  muchas monedas extranjeras anteriores al siglo XX.

Digamos que estas son piezas para coleccionistas «raros», y que por lo tanto no suelen ser muy queridas por los comerciantes. El perfil del que las busca es una persona que se tiene muy estudiado un periodo concreto y que se ha aficionado a su coleccionismo, muchas veces de manera bastante solitaria. Lo bueno de coleccionar este tipo de series es que muchas veces el coleccionista acaba siendo un gran entendido y a veces sabe más que el comerciante (es lo que tiene el especializarse); lo malo es que a la hora de venderlas o se tienen buenos contactos o se va a tener que medio-regalar la colección, ya que no son piezas que un comerciante vaya a valorar. Por supuesto, si da la casualidad que de repente se ponen de moda, su precio se puede disparar. Pero quizá sea más fácil que nos toque la lotería.

aureo Nerón

Oferta baja, demanda alta: en esta categoría se encuentran las monedas que todo el mundo quiere, las que están en las portadas de los catálogos y las que dan identidad a las grandes colecciones. Hablamos de sestercios imperiales raros, onzas segovianas de Felipe V o Luis I, onzas de Napoleón, cincuentines… y todas en extraordinaras calidades. El sueño de cualquier coleccionista, vaya.

Vender una moneda de este estilo es lo más sencillo de este mundo, pero venderlo al máximo precio posible no. Lo normal es que se compren o se vendan a través de una subasta pública porque este tipo de ejemplares es como más caros se suelen vender. Por lo tanto, serán buenas o malas inversiones si la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta supera las comisiones de la casa de subastas, que no son pequeñas (aunque, claro está, el que quiera subastar una onza segoviana de Luis I seguro que puede negociar el margen). Bien es cierto que en los últimos años ha habido grandes subidas en los precios de remate de este tipo de monedas, pero creo que se debe a que estamos en un momento histórico concreto (ocurre lo mismo con las pinturas, por ejemplo) y nada garantiza que este tipo de «exclusividades para ricos» vayan a seguir aumentando de precio en las siguientes décadas. La volatilidad del precio de estas monedas también es algo a tener en cuenta. Y parece bastante obvio, pero hay que decirlo: que todos se olviden de comprar un ejemplar de estos barato. El que lo quiera que prepare decenas de miles de euros por lo menos.

Oferta baja, demanda baja: aquí aparecen las monedas que son muy raras pero cuyo precio no es demasiado alto porque su demanda es baja. Por poner ejemplos incluiría muchas monedas andalusíes raras (tanto en oro como en plata), vellones medievales muy raros y piezas «exóticas» de los antiguos reinos de la India o de China. Por decir algo más moderno, algunas monedas coloniales como los duros de Mozambique, podrían caer en esta categoría. 

La gran ventaja de estas monedas es que se puede tener una pieza exclusiva, e incluso única, por menos de 6000 euros. Si resulta que por alguna casualidad estas monedas se ponen de moda dentro de unas décadas, el precio se disparará y al que las tenga le ha tocado la lotería. También puede pasar que se conozca a un caprichoso que ande buscando esa moneda y no le importe pagar una buena suma. Al ser tan raras su precio es muy flexible a un pequeño aumento de la demanda, y de ahí la ventaja. ¡Pero cuidado! También son muy flexibles a un pequeño aumento de la oferta: puede darse el caso de que al comprar una moneda sea única y resulta que a los diez años salen otra media docena en un pequeño hallazgo y el precio se desploma. Ya ha pasado alguna vez. También ha ocurrido que la demanda ha bajado más todavía, como ha ocurrido en la última década con los vellones medievales raros: en los últimos 15 años apenas han subido de precio.

sólido Justiniano II

La pregunta obvia es: «teniendo esto en cuenta ¿qué recomiendas coleccionar?». Mi respuesta es que primero lo que a cada uno le guste. Lo segundo de lo que cada cual entienda. Y luego ya hablamos del tema económico. Desde ese punto de vista, meramente económico, yo recomendaría coleccionar dos series diferentes: una de ellas de oferta media y alta demanda, y otra la que se quiera siempre y cuando la oferta no sea alta. Mejor si, además, una se centra en el mercado español (moneda española) y otra en el mercado internacional pero con fácil venta en España (moneda antigua, duros del mundo…). Ejemplos de colecciones interesantes serían: El Centenario + tetradracmas griegos; onzas españolas + sestercios de alta calidad; oro medieval europeo + duros españoles; florines + billetes clásicos; moneda italiana renacentista + vellones medievales raros… podéis decir que esas no son series baratas, pero si un coleccionista al jubilarse tiene 30 onzas buenas y 8 sestercios extraordinarios, creo que tiene una buena pasta en su plan de pensiones numismático. Y solo ha comprado una moneda al año.

dinar Khusro II

Las imágenes que ilustran la entrada están sacadas de diferentes vendedores de VCoins. Se tratan de una estátera de Filipo II, una estátera de Alejandro Magno, un áureo de Nerón, un sólido de Justiniano II y un dinar sasánida de Khusro II.

22 comentarios en “Una colección como plan de pensiones IV: oferta y demanda”

  1. Hola Adolfo, estoy siguiendo tu serie sobre inversión en monedas con mucho interés, y me ha hecho mucha ilusión ver la mención a Harry Browne, ya que soy un fiel seguidor suyo desde mi blog sobre el permanent portfolio.

    Efectivamente Browne pensaba que una cartera bien diversificada debía tener un 25% de oro, por varios motivos:
    1. Defender la cartera de inversión frente a la inflación.
    2. Descorrelacionar la cartera para reducir la volatilidad de la misma.
    3. Guardar cierto porcentaje de la cartera de forma «segura» alejada del mundo financiero, incluso desplazando una buena parte fuera del país de residencia.
    4. No pensaba que el oro fuese una inversión en sí misma, sino una herramienta de la verdadera inversión, que es la cartera al completo.

    Él mismo escribió varias veces en sus libros sobre la no conveniencia de las monedas de colección para la cartera, A NO SER que fueses COLECCIONISTA y aprovecharas ese patrimonio como parte de tu portafolio, sabiendo que el valor de mercado puede ser simplemente su cantidad de metal precioso.

    Un saludo.

  2. En cuanto a oferta es interesante observar que si bien la oferta individual de cada moneda es fija, en conjunto la oferta aumenta diariamente puesto que dia a dia se fabrican mas y mas monedas. Seria interesante saber como esa afluencia diaria de material al mercado numismatico afecta a la oferta de monedas clasicas o emitidas hace ya bastante tiempo, anteriores al siglo XX digamos.Si hablamos de coleccionismo-inversion hay que teneer en cuenta el factor falsificaciones. Te cuelan una y tu rentabilidad se va a pique. Este factor es mas acentuado en unas tipos de piezas que en otras.
    En lo personal no me gustan para nada las ultimas emisiones a nivel mundial, se estan haciendo tantos y tantos motivos que como que llega a saturar, parecen figuritas de cromos. Que colecciono? cobres, piezas de 5 kopeks rusos del siglo 18, 8 maravedis 1770-1850 y cobres ingleses anteriores a 1936. Una diferencia entre las piezas de cobre con respecto a las de plata radica en la acentuada diferencia de precios de un estado a otro, la cual no es tan acentuada en las piezas de plata (esta diferencia de precios se da en estados mas altos). Otro motivo por el que prefiero las piezas de cobre es que valen por su rareza y demanda; y no interviene en su precio el factor bullion que afecta a las monedas de plata. Aunque como quien dice gustos son gustos, aunque disculpen, creo que me estoy yendo un poco del tema de la entrada.
    Muy bueno tu post, saludos cordiales
    Andres

  3. ¡Madre mía!

    Si ya me sorprende que coleccionistas y profesionales que saben de numismática muchísimo más que yo consideren que este blog es interesante, no os quiero decir nada si mis posts sobre inversión numismática los considera interesante un experto en inversiones.
    Vaya por delante que yo no he leído prácticamente nada sobre economía, y lo poco que lo he hecho ha sido por motivos fundamentalmente filosóficos: considero que para entender una sociedad, entre otras cosas, hay que entender cómo esa sociedad reparte la riqueza. Browne y Bernstein están dentro de los teóricos que destilan sentido común. Es por eso que me gustan.

    Por parte de las inversiones en oro, como digo en la entrada, creo que son diferentes a las inversiones numismáticas. Cuando alguien compra una moneda como inversión numismática se fija en la rareza, en su calidad o en su trascendencia histórica. Cuando alguien compra oro (sea en monedas o en lingotes) solo se fija en lo que pesa. Comprar y vender oro es muy sencillo. Comprar y vender monedas no.

    Yo, personalmente, no tengo ningún interés en las monedas que se compran y se venden al peso. De vez en cuando me hago con algunas porque me entran en lotes que compro. En esos casos las vendo al peso un par de días más tarde de haberlas comprado y me quedo con las que tienen un valor numismático, que son las interesantes para mi colección. En un momento de desesperación absoluta siempre podría vender mi colección a peso de oro y plata, pero en esos casos perdería el 95% del valor de la colección.

    @Andrés, yo creo que hay un coleccionismo claramente diferenciado entre monedas actuales (digamos siglo XX y XXI) y monedas antiguas. Los que coleccionan monedas actuales se suelen ir a por la novedad. Antes eran las pesetas de Juan Carlos I, ahora son los euros. Si bien antes la mayoría de los coleccionistas hacían una colección de juancar, hoy la mayoría hace una colección de euros, y por eso la colección de Juan Carlos I tiene tan poca demanda. Ahora bien, no creo que un coleccionista de sestercios o de columnarios vaya a dejar de serlo porque aparezcan nuevas monedas de 1 libra en el Reino Unido (muy bonitas en general, por cierto). Yo creo que son mercados diferentes y con muy poca relación.

    Yo conozco pocos coleccionistas a quienes les guste más el cobre que la plata o el oro. Eso sí, todos los que me lo han dicho son gente que entiende mucho. Personalmente a mí me gusta más la plata que el oro o el cobre, excepto en las monedas medievales, donde me quedo con el oro sin dudarlo.

    Saludos,
    Adolfo

  4. Buenas,

    la clasificación que haces me parece muy buena y pienso que a partir de ella, aunque es imposible predecir la oferta-demanda, deja entrever lo que se puede esperar de una colección si se mira como inversión.

    Respecto al bullion, pienso que son muchos los coleccionistas que han pasado del bullion a la moneda «histórica». El paso creo que es fácil porque se comienza con piezas cuyo precio es más o menos el del valor del metal que contienen, y después si la afición engancha se van aumentando las calidades y precios.

    También creo que mantener una inversión comprando una moneda por año por ejemplo, es un poco dificil, porque requiere mantener la afición por una parte comprando sólo una o unas pocas monedas por año, y buscar en ello una inversión.

    Lo que no sé es qué es más rentable, si centrarse en acabar (si se puede) una colección concreta (por ejemplo duros del centenario), o picar de todo un poco.

    1. Lo de comprar una moneda por año lo recomendaría exclusivamente desde el punto de vista del inversor, no del coleccionista. Creo que al coleccionista le hace falta motivación, y para eso nada mejor que comprar alguna moneda de vez en cuando (quizá una al mes) y leer mucho.

      Por lo de si es mejor hacer una serie concreta o tener un poco de todo, creo que es la eterna pregunta sobre si diversificar o concentrar una inversión.
      Las ventajas de hacer una sola serie es que se puede llegar a ser un auténtico experto en esa serie y saber incluso más que cualquier comerciante. Ese conocimiento se puede traducir en mejores compras. Otra ventaja es que quizá sea mejor a la hora de venderlo porque si la colección tiene entidad suficiente es posible que se pueda vender a uno de los grandes coleccionistas de ese tipo de monedas o incluso hacer una subasta especial. En cambio, si se tiene un poco de todo lo normal es que haya que hacer muchas ventas.
      La desventaja principal es que se concentra la colección y eso hace que los vaivenes de la economía o de las monedas pueda afectar mucho al rendimiento de la misma. El que hizo una colección de vellones medievales raros en los años 90 ha perdido dinero, a pesar de ser monedas raras y muy interesantes. No te digo nada el que coleccionaba moneda de Franco…
      Por eso, desde el punto de vista del inversor, mi consejo es coleccionar dos series diferentes y que estén descorreladas entre sí. De esa forma se puede ser un experto en esas dos series y malo será que ambas estén bajas el día que las queramos vender.

      …pero particularmente yo no sigo mi propio consejo. No lo hago porque no soy un inversor, sino un coleccionista :)

  5. ¡¡Que interesante!! Como acabo de empezar la colección no me había planteado todas las variables que expones. Por ahora estoy en el grupo de «Alta oferta, demanda media o baja», intentando añadir al bote de pesetas del abuelo las de Franco, y tengo que contaros una cosa:

    ¡El fin de semana pasado fue mi primera visita «numismática» a la plaza mayor! La verdad es que por diversas razones llegue bastante tarde y pillé a todos los vendedores recogiendo. No me parecía bien entretenerles con preguntas de recién nacido (en el tema de coleccionismo de monedas claro) por lo que no entable ninguna conversación. Pero como no quería irme sin nada, compré una moneda de Franco de 50 pesetas 1957 *58 en EBC (según el comerciante claro) por 3€. No se si es precio de mercado, o si me han engañado, pero he de haceros una confesión: ¡no me importa! Me fui a pasar la tarde con mi chica e iba como un crío con zapatos nuevos, más contento que todas las cosas, sacando la moneda a cada poco para mirarla, jaja… Gracias a todos y lógicamente a ti el primero Adolfo, por este gran blog!!!

  6. Adolfo, ¿qué opinas de las monedas modernas chinas? He visto que hay incluso foros enteros dedicados a este tema (http://china-mint.info/forum/index.php?board=4.0). Tienen varias características que creo que las hacen una inversión interesante. Generalmente, cambia el dibujo cada año, lo cual hace que haya más interés por tener todos los años que si simplemente se diferenciaran por la fecha. Incluso he visto que en algunos años hay también varios modelos, dependiendo del valor facial de la moneda, al menos en el caso de los panda. Por otra parte, su oferta es bastante pequeña para ser moneda bullion, fabricándose muchísimas menos que Silver Eagles. Además, en algunos de los tamaños menos comunes (como 1k de plata, o 5 onzas) la oferta es realmente pequeña. Y bueno, algo esencial es que parece razonable esperar que mientras China siga creciendo, siendo un país que ya compra muchísimos metales preciosos, aumentará la demanda por monedas suyas de años anteriores, que hasta el momento generalmente se exportan.

    Parece ridículo comparar a los pandas con monedas clásicas, pero igual no es tan disparatado estudiarlo más en serio. Otro problema es que a menos que se compren de oro, al tener que traerlas generalmente de fuera de la UE (sobre todo si se quieren calificadas por NGS), se tendría que estar pagando bastante en aduanas.

  7. Muy buenas
    Quiero aportar unos datos sobre monedas en plata y oro. De como se revalorizan. He tomado un mismo proveedor (L.B.) y un catálogo de hace cinco años y el precio actual. En plata, Fdo. VII un duro de Gerona pasa de 300€ a 450€. Las cinco pesetas de Tarragona de 250€ a 475€. En oro, 25 ptas. 1876 de 300€ a 420€. Las cien ptas. de 1897 A.XIII de 2300€ a 3900€. Las calidades de presentación s/catálogo son idénticas. No está mal verdad.
    Un saludo de Antonio

  8. @Angel, ¡qué mejor compra que con la que quedas contento!

    Otra cosa es que si algún día la intentas vender te vayan a dar algo por ella (que no lo harán). Pero ten en cuenta que has gastado tres euros en una compra en la que has quedado contento. Mucho mejor que tomarte una caña.

    @Saint Gaudens, esas monedas son bullion y como bullion se compran y se venden. Para mí no tienen más valor que un lingote de plata. Si luego resulta que 20 millones de chinos se ponen a coleccionarlas, entonces seguro que suben de valor. Pero yo no pagaría más que su peso en plata. Si quisiera monedas chinas con valor numismático me iría a por las cosas raras esas que hacían con forma de cuchillos o de llaves.

    @Antonio, esos precios baratos no son. Yo no sé muy bien qué política de precios tendrá ese proveedor, pero la moneda española apenas ha subido de precio en los últimos cinco años (de hecho yo creo que en los casos que citas ha bajado). Te puedo asegurar que cualquiera que comprase una alfonsina de 1876 por 300€ hace 5 años hizo un mal negocio: hoy no la vende por ese precio ni harto a cacahuetes. Lo mismo digo por las otras tres.
    Hay muchos que se auto-engañan diciendo: «mira, compré a este tipo una moneda por 300 euros y ahora la tiene en venta por 420 euros. ¡Qué listo soy!». De listo nada porque él no sería capaz de venderla por 420 euros… ni tampoco por 300.

    Saludos,
    Adolfo

    1. Yo creo que en general los coleccionistas no coleccionan las monedas bullion mas alla de que tengan bonitos diseños o sean esteticamente atractivas por lo siguiente: por ejemplo un Krugerrand, un panda o un saint gaurden, seguramente luego de emitidas pasaron a un banco, y de alli unos años despues a otro banco, o bien a una coleccion particular, es decir el contexto historico o humano podriamos decir es practicamente nulo, incluso para una pieza de finales del siglo XIX, en cambio, que podemos decir de un columnario (Barcos, naufragio, extraccion penosa del material en las colonias) una humilde pieza de 8 maravedis (antiguos comerciantes, tabernas de epoca); en resumen este ultimo tipo de mondedas asi como otras tienen un pedigree que no tienen ni tendran las piezas bullion y este pedigree es lo que en efecto motiva que yo y mucha gente mas coleccione.

      Saludos cordiales
      Andres

      1. Hombre, yo no meteria a un Saint Gaudens en el mismo saco que un Krugerrand :-D, a menos que estuviese hecho polvo… un Saint Gaudens bonito vale, no mucho mas, pero si un poco mas que el precio del oro. Y lo mismo diria con estas monedas semi-numismaticas, 20 marcos, 20 liras, libras Victorianas, 20 Francos (que no son del Gallo), y una 25 pesetas de 1876 seguro que se paga un poco mas del oro…

        1. Yo a las monedas que citas sí que las metería como bullion, salvo las fechas raras.

          Bien es cierto que las que estén en perfecto SC se pagan algo más caras, pero luego a la hora de venderlas va a ser difícil que las valoren por encima de su precio en metal. Si llevas a un comerciante 50 duros de El Centenario en SC, te los pagará muy por encima de su precio en plata (al no ser que sea un jeta y se dé cuenta de que no tienes ni idea de numismática); pero si llevas 50 St. Gaudens te los pagarán a peso de oro, por muy SC que estén.

          Saludos,
          Adolfo

  9. La ventaja de esas monedas bullion es que no engañan al coleccionista. NI en conservacion ni en precio, y ademas conservan un valor cercano al metal. Creo que son un buen punto de partida…

  10. Adolfo, no soy coleccionista de monedas de oro, es sólo un comentario, y están a tu disposición los catálogos que he citado, por cierto son de un numismático muy conocido de Barcelona (L.B.)
    Un saludo de Antonio

  11. Simplemente estoy expresando mi opinion personal, porque veamos; mi sueño, y tal vez el otros coleccionistas seria la quimera de conocer el paradero de cada moneda desde el momento de su acuñacion hasta que llega a nuestras manos. Logicamente esto seria imposible, al menos en mas del 90% de los casos, y esto lo reemplazamos en buena medida hurgando en los libros. En mi caso ese proceso mental es la medula del coleccionismo. Por ejemplo una coleccion formada exlusivamente por piezas provenientes de distintos naufragios; el valor de un mismo columnario de la misma ceca seria mucho mayor aunque estuviera corroida (para este coleccionista) si proveniese del naufragio del Hollandia y no estaria siendo engañado por pagar de mas si la procedencia es fidedigna; por citar un caso. No se puede pensar en rentabilidad siendo coleccionista ya que son dos ideas opuestas que circulan por la mente.En el mejor de los casos puede que evites perder dinero, o autofinanciar tu coleccion.
    En un momento uno tiene que replantearse sinceramente que es lo que quiere hacer y por que colecciona,o dedicarse a ser un comerciante numismatico y coleccionar otra cosa

    1. Bueno, cada coleccionista tiene sus propias motivaciones. Conocer la trazabilidad de todas las monedas que se posean desde luego que sería muy bonito, pero es imposible en la mayoría de los casos. Lo de los naufragios también es un mundo bonito, pero en España apenas hay coleccionistas que quieran una moneda de cada naufragio. En EEUU sí que hay coleccionistas que lo buscan.

      Saludos,
      Adolfo

  12. Hola Adolfo. Mi comentario no tiene que ver con el tema, que me parece muy útil, sinceramente, sino que es para agradecerte la sugerencia que me hiciste cuando solicite alguna recomendación de catálogo de monedas medievales y me recomendaste:

    «Medieval European Coinage: Volume 6, The Iberian Peninsula [Hardcover]
    Dr Miquel Crusafont (Author), Dr Anna M. Balaguer (Author), Philip Grierson (Author)»

    ya lo tengo y es buenísimo. Gracias.

    1. Si no recuerdo mal me pediste recomendación sobre un libro, no sobre un catálogo (en caso de querer un catálogo no te hubiera recomendado ése). En cualquier caso, es un libro excelente. Un día de estos le dedico una entrada.

  13. Hola a todos: sigo el blog y me parece Adolfo nos facilita una manera estupenda para compartir esta afición con otras personas.
    Respecto al tema de la rentabilidad que puedan tener nuestras colecciones, en el peor de los casos, siempre podremos recuperar más dinero que si vendiéramos nuestro coche o nuestros recuerdos de un crucero…o de un gran almuerzo…o de cualquier otro entretenimiento.

  14. A mi entender una colección es algó que va más alla de nosotros y nuestro tiempo. Es entender la historia como un todo y como nosotros formamos parte de un ciclos. Aparte de la colección que a uno más le guste por el tema que considere oportuno, considero que es importante entender el momento mundial en el que vive.

    No es lo mismo aquel que vive un momento histórico atípico, como las dictaduras del sXX, con posibilidad de encontrar material diferente, que vivir un ciclo anodino como el actual en el cual reina la cantidad por encima de la calidad.

    Posiblemente el coleccionista busque su tesoro en la calidad, al precio que cada uno pueda costearse, frente a la inversión en lo que se busca cantidad para buscar un beneficio o un resguardo de las pérdidas.

    Saber interpretar el periodo histórico, con la cantidad que le nutre, buscando la calidad y saber esperar otro momento histórico en el que el precio vuelva a tener valor.

    Por desgracia pocas personas son capaces de este ingenioso coleccionismo, pero aquellas que labran su futuro con estas monedas obtienen una gran recompensa.

    Porque comprar es fácil pero vender bien es muy difícil.

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