El robo al Museo Británico

A mediados de agosto se difundió la noticia del supuesto robo de miles de objetos arqueológicos en el British Museum, algo que el propio museo admitió en un comunicado del día 16. La noticia rápidamente saltó a la prensa británica y a la internacional, concatenándose una miríada de publicaciones en los medios generalistas de todo el mundo (en España no se ha hablado mucho de ello aunque algo sí: uno, dos, tres, cuatro, cinco…). A pesar de ello, no debemos olvidar que solo se habla de un supuesto robo, pues hasta la fecha nadie ha sido condenado por ello; ni siquiera ha incoado formalmente una denuncia. Seguramente por ello el British Museum esté siendo muy cauto a la hora de ofrecer explicaciones y lo que maneja la prensa es, en su mayor parte, suposiciones.  

En este artículo voy a dar un pequeño repaso a la información que conocemos al respecto (Coins Weekly ofrece un excelente resumen) para, posteriormente, invitar a la reflexión sobre el tema.

El British Museum

El British Museum no necesita mucha presentación. Es un museo arqueológico que se encuentra en el centro de Londres y que contiene una colección estrepitosa de prácticamente cualquier tema imaginable. Esta colección se comenzó a forjar en el siglo XVIII y en la actualidad cuenta con unos 8 millones de objetos, de los cuales aproximadamente el 1% está expuesto. Además, es todo un referente en lo que a museística se refiere; el British lleva en la vanguardia muchas décadas y su influencia ha sido enorme en todos los museos del mundo. Su fama es tal que cualquier persona en cualquier lugar del mundo ha oído hablar de él, independientemente de su interés por el arte o la arqueología. Sin duda es una de las joyas del Reino Unido.

Tampoco es una joya exenta de polémica. Su colección abarca el mundo entero, por lo que tienen una parte muy significativa del patrimonio de algunos países, especialmente de aquellos donde la Pérfida Albión intervino militarmente. Es más que conocida la reclamación de Grecia sobre los frisos del Partenón o la de Nigeria sobre los conocidos como “Bronces de Benín”. La colección de arqueología china o egipcia (incluyendo la piedra Rosetta) es también espectacular y suscita polémica en sus países de origen. Por cierto, también custodian las glosas silenses, aunque esas parecen no importar ni a España ni a Castilla. 

En lo personal, conozco bastante bien el British Museum. He leído varias de sus publicaciones, tanto por motivos profesionales como por gusto personal. Además, lo he visitado cuatro veces, dedicando el día entero en cada una de mis visitas. En el Blog os hablé de su gabinete numismático y lo he citado en multitud de ocasiones (uno, dos, tres…). Después del Museo del Prado, yo diría que el British Museum es el museo que más he disfrutado.

El supuesto robo al British Museum

Todo este tema comienza con un comerciante de antigüedades danés llamado Ittai Gradel. Este comerciante acostumbraba a comprar por eBay. Desde 2014 adquirió varias piezas de un vendedor cuyo pseudónimo era sultan1966 y a quien pagaba por PayPal. 

En 2016 Gradel se percató de un fragmento de camafeo que fue retirado de la venta tras unas horas. Pudo reconocer el fragmento porque aparecía en una publicación del British Museum de 1926. Pero como no se registró en ningún inventario posterior Gradel consideró que probablemente hubiese sido robado del museo hace décadas

Con la mosca detrás de la oreja, siguió atento al extraño vendedor y, entiendo yo, siguió comprándole algunos objetos arqueológicos a buen precio. En total le compró unos 70 objetos arqueológicos cuyo precio pagado estaba entre 15 libras y unos pocos cientos de libras. Entre ellos adquirió un anillo del Reino Ptolemaico por 150 libras pensando que era una copia; cuando le llegó se dio cuenta de que era auténtico y ofreció otras 500 libras al vendedor por lo baratísimo que lo había adquirido. 

Ya en 2020 Gradel vio que el tal sultan1966 vendía un trozo de camafeo romano que se encontraba fotografiado a color en la web del British Museum. Esto ya delataba que sultan1966 estaba vendiendo objetos robados recientemente en el British Museum y que probablemente los que él había adquirido también fueran robados.  

Hartwig Fischer, exdirector del Museo Británico

Gradel notificó a la dirección del museo a través de terceros mientras continuaba con su propia investigación al respecto, a pesar de que sultan1966 dejó por entonces de vender arqueología en eBay. Se percató de que la cuenta de PayPal a la que realizaba los pagos estaba vinculada a Peter Higgs, curador de las colecciones griegas del Museo Británico. Reunió toda la información posible y en febrero de 2021 la envió a Johnatan Williams, el director adjunto del Museo Británico. Cuatro meses más tarde recibió una contestación, solo para decirle que nada de lo que reportaba estaba bien fundamentado. Un año más tarde, Gradel contactó a Paul Ruddock, administrador del museo, para mostrar su preocupación al respecto y éste simplemente respondió que lo habían investigado y que no había ninguna evidencia al respecto. Se ve que tenían mucho miedo a que saltase un escándalo.

Gradel finalmente contactó a George Osborne, quien había sido nombrado presidente del museo en octubre de 2021. Éste encargó una auditoría interna en la que se detectó que faltaban cerca de 2.000 objetos. Se notificó a la policía, el caso se hizo público y estalló el escándalo.

Escándalo tras el supuesto robo

Este supuesto robo ha supuesto un escándalo tremendo, no tanto por la mala praxis de uno de los curadores de un museo tan importante (si bien él siempre lo ha negado) sino, sobre todo, por la falta de seguridad en una institución tan importante. El daño reputacional será difícil de recuperar en el corto plazo

Según el presidente del museo, actualmente tienen tres objetivos: recuperar los objetos robados, detectar qué pudo haberse hecho para evitarlo e implementar nuevos sistemas de seguridad que eviten que ocurra en el futuro. Por el momento no han dado muchos más datos ya que la investigación está en curso. También hay que ser cautos al respecto porque, como he dicho anteriormente, todavía no ha habido ninguna denuncia formal al respecto.

Por el momento Peter Higgs ha sido expulsado de su puesto de curador (más) y Hartwig Fischer ha renunciado a su puesto de director. Johnatan Williams también ha renunciado como director adjunto y será reemplazado por Carol Heron. Parece que no les ha ido muy bien a quienes quisieron tapar el escándalo para que no se hable de él.

El friso del Partenón

El descrédito de la institución ha trascendido las fronteras británicas. Esta noticia se ha hecho muy intensa en los países que reclaman parte de la colección del Museo Británico. Tanto Grecia (más) como China han redoblado sus reclamaciones en las últimas semanas, alegando que el British Museum no es capaz de custodiar un patrimonio que griegos y chinos consideran propio. 

Incluso la parlamentaria británica Bell Ribeiro-Addy ha indicado que debe cambiarse la política de no devolver el patrimonio a sus países de origen, especialmente cuando uno de los argumentos que aparece en la ley de 1963 es que esos países de origen no pueden cuidar adecuadamente de ellos y que probablemente acabasen robados. ¡Ahora resulta que los objetos del Museo Británico acaban en eBay!  

Relacionándolo con otros casos

Si es lo que parece, tenemos un caso en el que el curador de un museo robó objetos para malvenderlos y así sacarse ilegalmente un sobresueldo. No es un caso común, pero lamentablemente tampoco es un caso aislado. Algunos ejemplos recientes que me vienen a la mente son el robo de la Colección de Belgrano en el Museo Histórico Nacional de Argentina o el robo de 800 objetos en el Canadian Museum of History. Son casos de museos con una enorme importancia en sus respectivos países; seguramente se hayan dado muchos más casos en museos pequeños pero estos han pasado desapercibidos. 

En los casos citados existe un paralelismo muy claro en el perfil y el modus operandi de los ladrones. Son empleados que llevan años trabajando en el museo y que gozan de la confianza de la dirección y el personal de seguridad; además, llevan el tiempo suficiente como para conocer con detalle todos los sistemas de seguridad que pueda haber y si existe algún tipo de vulnerabilidad. 

Su bajeza moral les hace sustraer objetos pequeños, no expuestos y no publicados (a veces tampoco inventariados) durante un tiempo que puede prolongarse años. Monedas, anillos, piedras preciosas, onix, pequeñas cerámicas, sellos… Todos estos son objetos que pueden despistarse con relativa facilidad y que quizá tarden años o décadas en ser revisados de nuevo por otro empleado o por un investigador. Si, además, no están inventariados será imposible determinar su procedencia una vez que salgan al mercado. Y cuando se detecte su pérdida será demasiado tarde para poder esclarecer lo sucedido. 

Sin ir más lejos, a Gradel le dijo un curador jubilado del Museo Británico que hicieron un inventario de algunas gemas que allí se encontraban y que de un lote de 942 gemas que no estaban catalogadas, solo quedaban 7. En la noticia no indican quién era el curador jubilado ni cuándo se hizo ese inventario, pero muestra que esta no es la primera vez que hay un robo sistemático de objetos en el Museo Británico.  

  

Venus Afrodita

En cuanto a la forma de venta, siempre es la más cutre que uno se pueda imaginar. Son personas ajenas al mercado de los bienes arqueológicos y no hacen el más mínimo esfuerzo por conocer el mercado con un mínimo de detalle. Simplemente buscan vender rápidamente los objetos al precio que sea y sin mostrar una descripción clara ni dar ninguna explicación de su origen. Ya vimos que Higgs prefería vender un anillo ptolemaico por 150 libras que esforzarse por encontrar un cliente que le pagase un precio debido. Normal: a él le había salido gratis.

También comparten el motivo por el que el robo acaba siendo detectado. Se dan dos circunstancia: la primera es que no se percatan de que algunas de las piezas ofrecidas fueron publicadas aunque fuese en una publicación antigua; la segunda es que quien adquiere las monedas es un comerciante capaz de identificar el origen de las piezas ofrecidas (lo que requiere muchísimo conocimiento) y a quien no le importa dedicar tiempo a esclarecer el asunto a pesar de que irá en su propio perjuicio (en el mejor de los casos perderá el dinero de los objetos comprados). En el caso argentino fueron Alejandro y Ariel (directores de Río de la Plata) quienes dieron la voz de alarma, en el caso del British Museum fue un comerciante danés quien hizo lo propio. 

Mi reflexión al respecto

No me cabe duda de que estos robos son la excepción y no la regla. A pesar de ello, tienen un notable impacto mediático, social y económico porque muestran lo vulnerables que son los museos a la hora de conservar el patrimonio. ¿¡Qué podemos esperar de museos locales o provinciales si hasta las piezas del Museo Británico acaban vendiéndose en eBay!?

Muchos son quienes opinan que solo el Estado puede garantizar la adecuada conservación del patrimonio, mientras que yo creo que el Patrimonio se conserva mejor en manos privadas. Estos robos proporcionan argumentos sólidos a favor de la conservación privada. No tanto porque haya algunos trabajadores sin la menor catadura moral (es imposible que los miles de empleados en museos de todo el mundo sean personas honradas) sino porque el sistema no garantiza la conservación. 

De hecho, el Estado no puede garantizar esa conservación: el Estado sólo se interesa en acrecentar su poder y no en la gestión adecuada de dicho poder. Traducido esto a la conservación del patrimonio, el Estado simplemente busca gestionar cuanto más patrimonio mejor, sin preocuparse demasiado de ofrecer medios para su correcta gestión. Es como un niño caprichoso que quiere más y más juguetes sin luego preocuparse de los jueguetes que ya tiene. 

Esto también ocurre en el resto de servicios que el Estado gestiona. La diferencia es que en otros servicios (sanidad, pensiones, fomento, educación…) la ciudadanía tiene un mayor interés y fiscaliza el comportamiento del Estado; o al menos se queja del deficiente servicio recibido. Pero la gestión del patrimonio arqueológico se ve como algo técnico y ajeno al ciudadano medio; por eso el Estado no destina los recursos suficientes para preservar el patrimonio que gestiona: a los ciudadanos no les importa.

Esta desidia por parte del Estado daña al comercio legal de monedas y bienes arqueológicos; un comercio que, por otro lado, tiene que lidiar con unas leyes absurdas en muchos países. No proporcionar medios para evitar los robos en museos hace más probable que muchas piezas robadas se introduzcan en el mercado. Como consecuencia, los comerciantes honrados tienen que dedicar más tiempo y recursos a conocer la procedencia de los bienes que compran, además de encontrar una competencia desleal en los comerciantes sin escrúpulos que comprarán esas piezas a sabiendas de que son robadas. También se genera inseguridad en el comercio, pues al comerciante y al coleccionista muchas veces le resultará imposible saber si los objetos que le ofrecen son sustraídos de un museo y, aunque los adquiera de buena fe, puede verse en problemas futuros.

Por otro lado, es profundamente injusto que el Estado obligue a los coleccionistas privados a conocer la procedencia legal de sus piezas (o a proporcionar un inventario de las mismas, como en el caso de Ecuador, Perú o Bolivia) mientras que el propio estado no conoce la procedencia del Patrimonio que él mismo gestiona. ¡Y no lo conoce simplemente porque ni siquiera sabe cuál es ese Patrimonio que está gestionando! ¡Ni siquiera son capaces de hacer un inventario! ¿Es esa la función pública de los museos?

Qué hacer para que no vuelva a ocurrir

Decía el presidente del Museo Británico que iban a estudiar qué hacer para que no volviese a ocurrir un robo semejante. Yo les puedo dar algunas ideas dando por supuesto que el Estado debe jugar un papel en la gestión del Patrimonio (aspecto que, moralmente, no comparto):

  • Entender que el Estado no debe intentar acaparar más patrimonio del que pueda gestionar. Lo lógico es que el Estado se preocupe por gestionar adecuadamente -y para el bien de los ciudadanos- el patrimonio que ya tiene antes de plantearse adquirir más.
  • Inventariar y publicar todas y cada una de las piezas que hay en todos los museos. Que todos los ciudadanos puedan ver los objetos que estén custodiados en todos los museos no solo cumple la supuesta función pública de deleite, aprendizaje e investigación que tienen estas instituciones, sino que evita robos como los ocurridos. Si no hay medios para llevar a cabo este inventario nos podemos referir al punto siguiente.
  • Vender todo patrimonio arqueológico de propiedad estatal no cumple, ni va a cumplir, sus supuestas funciones en bien de la ciudadanía. Así se obtendrán fondos económicos que permitan gestionar adecuadamente el patrimonio que sí lo cumple, a la vez que se hace partícipe a la sociedad civil de la conservación del patrimonio. Si hay tratados internacionales que lo impiden, que se modifiquen esos tratados (como se hace con otros) o que se dejen de cumplir de manera unilateral (como se hace con otros). ¿Qué sentido tiene tener 400.000 reales de a 8 sellados y metidos en un hangar del ejército? ¿Qué beneficio obtiene la ciudadanía de ello?

Obviamente todo esto no son más que ideas utópicas sin ningún tipo de aplicación práctica. El Estado no tiene ningún interés en controlar cada vez menos, sino en controlar cada vez más; y la ciudadanía tampoco está por la labor de exigir una adecuada gestión del patrimonio estatal.

En podcast

Os dejo un podcast con un contenido semejante al de esta entrada:

Comentarios en: El robo al Museo Británico

  1. Yago Abilleira Crespo

    Uy, aquí en Galicia tuvimos al electricista de la Catedral de Santiago. A parte de robar cientos de miles de euros en efectivo, se llevó a casa el Códice Calixtino. Menos mal que se pudo recuperar, tras una larga investigación. El encargado del Museo Catedralicio dijo que el códice recuperado era auténtico porque tenía unas marcas que él le había hecho, lo que tiene bemoles.

    Y sobre lo de publicar las piezas… a parte de la numismática me gustan los cañones antiguos. Hay un catálogo de cañones muy bueno del Museo del Ejército…de 1907, a pesar de que han ingresado muchísmos más desde entonces. Pero ni sabemos cómo son ni nada, lo que impide avanzar en estudios o clasificación de los hallados bajo el agua.

    Lo de vender ya te digo que no va a ser ni de broma.

    1. Es verdad, e intentaron tapar los casos de prostitución homosexual, que se pagaban con las limosnas de los feligreses, desde entonces no puedo ni quiero ver a los curas, un saludo.

  2. Lo del Códice Calixtino es un buen contraargumento a lo que yo he dicho, y es cierto: una entidad privada (entiendo a la Iglesia Católica como entidad privada, aunque con mucho matices) no tiene por qué cuidar bien de su patrimonio en todas circunstancias. Hay veces que no sabe, otras que no quiere y otras que no puede.

    En el caso de los cañones, yo creo que habría que aspirar a que se publicasen modelos en 3D de cada una de las piezas. Seguro que si alguien que trabaja en un museo me lee se ríe de mí porque no hay fondos ni de lejos para hacer algo así. Pero mi opinión es que la política debería reorientarse: hay que sacar el máximo provecho que se pueda al patrimonio que ya tiene el Estado. Y si no lo pueden aprovechar, simplemente que no lo tengan.

    Como he dicho en la entrada y en el podcast, esto no son más que salvas al aire. Entiendo perfectamente que el sistema no permitiría unos cambios así.

    Saludos,
    Adolfo

  3. Yago Abilleira Crespo

    En temas de Patrimonio considero a la Iglesia una entidad pública, pues se financia con fondos públicos (o externos privados) para la conservación y exposición de Patrimonio. No pretendía contraargumentar, si no apoyar.
    Saludos

    1. Yo tiendo a meter a las órdenes religiosas dentro de las entidades privadas pero, efectivamente no se puede decir que sea algo propiamente privado porque reciben muchos fondos públicos y el alto clero es, claramente, parte del estado.

      Lo cual es una pena, porque cuando más convence y cuando más fieles atrae la Iglesia es cuando supone un contrapoder al Estado y no cuando forma parte de él. Pero eso es otro asunto.

  4. Muy interesante las reflexiones que haces. Yo opino que el problema está en las PERSONAS que dirigen la «cosa pública», vamos, los políticos, y da igual su ideología, porque a la mayoría de ellos no les interesa el Patrimonio cultural, sólo se mueven por su egoísmo e interés personal. Lo del museo británico sólo es la punta del iceberg de un gran negocio mundial, y que sólo es denunciado por unos pocos «Quijotes», al final, es la condición humana de su egoísmo.

  5. Que el patrimonio esté en manos privadas tampoco es garantía de nada. Conozco dos casos de pequeños museos o instituciones privadas de Mallorca (para más señas, de ámbito religioso) donde he sido testigo (y de uno tengo pruebas) de la desaparición de objetos numismáticos. En uno, una vez vi expuesto un cuño de moneda mallorquina del tiempo de Carlos I (no sé si era auténtico o de falsario) del que tomé nota para volver más adelante a fotografiarlo. Al regresar unos dos años más tarde, ni estaba expuesto, ni el curador a quien consulté sabía de qué le estaba hablando. Además, en ese mismo museo, había una exposición numismática donde se alternaban sospechosamente monedas mallorquinas de vellón con duros de Franco. En otro caso, un fondo de moneda mallorquina con piezas extraordinarias que había sido fotografiado por un numismático conocido años atrás, más tarde fue expoliado descaradamente y las piezas mejores habían sido sustituidas por otras con poco o sin ningún interés. Por ejemplo, un escudo de Mallorca de Carlos III el Archiduque de Austria había sido sustituído por un escudo de Carlos III… de Borbón. Conclusión: por estar en manos privadas no hay que dar por garantizada su conservación.

    1. Buen apunte, Jaume.

      No quiero decir con mis palabras que privatizar la conservación del patrimonio sea la panacea. No lo es.
      Pero si hablamos de la Iglesia Católica y del Estado Español, solo hay que recorrer Castilla y fijarse en cómo están los monasterios que fueron desamortizados en el siglo XIX y cómo están los que no fueron desamortizados.

      Saludos,
      Adolfo

  6. Hay medios de sobra para digitalizar todas las colecciones de todos los museos de España (o de cualquier país). Tiempo hay para hacerlo. Es difícil de entender que en el British Museum tengan ese descontrol.

    No me parece que dejar en manos del mercado los objetos arqueológicos o históricos garantice su conservación ni mucho menos que se vayan a exponer al público. Algunos objetos pueden tener relevancia histórica (p.ej. la dama de Elche o la espada del Cid) y mejor será que estén en un museo nacional para que los podamos ver todos los españoles y no en la casa de un millonario, digo yo. Podrían acabar en la otra punta del mundo.

    Es cierto que el Estado a menudo no tiene interés en algunos objetos arqueológicos u obras de arte y las tienen abandonadas en sótanos. Por no hablar de los expolios en tiempos de guerra: la espada del Cid apareció en el castillo de Figueras y la colección de monedas del MAN ya sabes lo que pasó. Lamentablemente con los políticos que llevamos padeciendo los últimos 200 y pico años, mal vamos.

    Es un tema complejo. Probablemente lo mejor sería crear asociaciones privadas y exponer las obras al público. O bien se tendría que organizar la gente (y poner dinero) o bien que algún millonario cree una colección y la exponga al público en un museo privado. Como la colección Huntington de la Hispanic Society. Para eso hace falta gente interesada en la cultura y en la historia y dinero para hacerlo.

    Echamos la culpa siempre a los políticos pero mueve más a las masas el fútbol que la arqueología o la Historia.

    1. No creo que sea un problema de los políticos españoles. Unos políticos que, tomando los últimos 200 años, no han sido especialmente malos si los comparamos con los de otros países. Los ha habido buenos, malos y regulares, como en todas partes.

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