Precios en las monedas a la venta

Hay dos tipos de comerciantes numismáticos: los que indican en un papel el precio de las monedas y los que no lo indican. Prefiero los primeros. Unos segundos que, a su vez, se pueden dividir en dos tipos: aquellos que te responden con una cifra cuando les preguntas por un precio y aquellos que te responden con una obra literaria compuesta para la ocasión. Prefiero los primeros.

Comerciantes sin precios en sus monedas

Suelo desconfiar mucho de los comerciantes que no ponen precios a las monedas que venden. La razón es que no comprendo los motivos de la ausencia de precios. Unos precios que facilitan mucho la venta, me hacen valorar la posible compra sin necesidad de preguntar al vendedor por cada pieza que me guste y facilitan su trabajo, pues no le será necesario recordar los 200 precios de cada una de las 200 monedas que tiene a la venta.

Solo se me ocurren tres motivos por los que un comerciante no tenga precio de cada uno de los ejemplares que están en venta (seguro que hay más posibles motivos y que los indicáis en los comentarios):

  • Los precios varían muchísimo por la alta inflación de la moneda de referencia. Esto puede ocurrir en Argentina o en Venezuela, pero con poner los precios en dólares se resuelve el asunto.
  • El comerciante quiere poder ocultar que las monedas están a la venta. Por ejemplo, si viene una inspección laboral al mercadillo podría alegar que él está exponiendo las monedas y no vendiéndolas.
  • El comerciante prefiere no hacer público su precio para así pedir más o menos dependiendo del cliente que se trate.

Mucho me temo que el tercer motivo es el más común. Por eso, cuando no veo precios en la mesa de un comerciante rara vez me detengo.

Los que te cuentan lo que les costó la moneda

Pero hay veces que pregunto por el precio de una moneda. En algunos casos (pocos) porque el comerciante no ha puesto precios y otras veces porque es un coleccionista que ha ido a un mercadillo con media docena de monedas. 

Cuando pregunto por el precio de una moneda lo que busco es que me den una cifra. A poder ser una cifra final: el precio mínimo por el que el vendedor estaría dispuesto a vender la pieza. 100 euros; 300 euros; 1.000 euros… Lo que sea. Pero una cifra. No tardo en decidir si la compra me conviene o no.

Pero hay quienes entienden que la primera cifra no es más que el inicio de un regateo. Algo así como el saque en un punto de tenis. Por lo que hacen dos cosas: hinchan el precio para luego poder rebajar y llenan el precio de literatura para ir ablandando al comprador.

Lo de hinchar un poco el precio lo veo hasta normal. Son muchos los compradores que más que comprar una moneda lo que buscan es jugar al regateo. Luego dicen eso de: “la moneda valía 180 euros, pero yo la he conseguido en 160” considerándose así los más listos de la clase. Por eso muchos vendedores piden 180 por la moneda que vale 160 y así todos quedan contentos. 

Pero lo que me molesta es lo de la literatura.

Es un aburrimiento cuando, antes de decir un precio, están 3 minutos hablando y diciendo dónde la compraron, lo que les costó, lo que se paga ahora en las subastas por ella, que si la abuela fuma… para acabar diciéndote que la compraron en 180 euros y te la venden en 200 euros. Unos márgenes de beneficio tan estrechos que no hay quien se los crea.

Porque yo no me lo creo. Pero si me lo creyera me daría exactamente igual: solo me importa el precio al que me venden la moneda, no al que la compró. Si resulta que esa moneda le salió gratis porque la heredó o porque se la regaló su antiguo propietario, me parece estupendo que gane mucho dinero con su venta. Si resulta que te equivocaste y pagaste por esa moneda el doble de lo que razonablemente vale, justo es que pierdas dinero. ¿No pretenderás trasladarme a mí tu error?

En definitiva: a quien pregunta el precio lo razonable es darle una cifra. Todo lo demás sobra.

Cuándo busco una explicación

Todo lo anterior no significa que tengamos que ser unos secos que no queramos tener una conversación con nadie. Muy al contrario, las conversaciones que he tenido con coleccionistas y con comerciantes son magníficas fuentes de información que me permiten mantener con vida esta bitácora.

Ahora bien, cuando busco que me den una explicación formulo la pregunta de manera muy distinta. Dejo claro que no quiero adquirir la moneda, sino que quiero aprender sobre ella. Por ejemplo, puedo decir: “solo por curiosidad ¿estas monedas por qué rango de precio andan?”.

Preguntas como esas me ayudan a obtener información e ir aprendiendo sobre monedas que no coleccionamos (todavía) pero sobre las que sentimos curiosidad. En esos casos me da igual el precio concreto que me indique el comerciante, me basta con un rango de precios razonable. Muchas veces la conversación deriva en el grado de rareza de la pieza o la conservación que tiene o qué cecas son más comunes que otras o qué módulos son más coleccionados… Todo eso es muy interesante y para ello soy todo oídos. Pero ahí no estoy comprando una moneda sino aprendiendo de monedas.

Claro que tampoco faltan los comerciantes que me dicen que ellos no están para dar clases y que si quiero aprender que me vaya a Salamanca. Bien está que me lo digan, así ellos no pierden el tiempo dando explicaciones y yo no pierdo el tiempo hablando con quienes solo quieren clientes desinformados.

18 comentarios en “Precios en las monedas a la venta”

  1. Buen post Adolfo
    Algunas matizaciones que se me ocurren:
    — Muy raramente un comerciante dará de entrada su precio final pues eso sólo servirá, en un alto porcentaje de los casos, para que el coleccionista quiera bajarlo más y como esto será imposible, pues se supone que es un precio final, mínimo, se irá sin comprar la moneda. Yo sólo le doy precios finales a clientes de confianza e insistiendo en que es un precio final. Personas con las que ya tengo un poco de amistad y saben respetar que, efectivamente, es un precio final.
    — La literatura puede ser censurable dependiendo del orden de los factores, no siempre per se. Me explico: si yo pido un precio y el comerciante me empieza a soltar una larga disertación, antes de entrar en negociación o a poco de entrar en ella, pues sí, está fuera de lugar. PERO, si yo pido un precio, me lo dan, y empiezo a batallar con el comerciante (sacándole pegas a la moneda, diciendo que eso vale menos, que en tal subasta se ha rematado uno mejor por la mitad, poniendo cara de Gordon Gekko tratando con Bud Fox, etc… hay muchas maneras) pues entonces no debe molestarme que el comerciante haga lo mismo con sus propios argumentos, con vehemencia (aka literatura) incluso. Una negociación, vaya, donde finalmente, si hay buena voluntad por ambas partes, se llegará a un punto de acuerdo y se materializará la compra.
    — «Ahora bien, cuando busco que me den una explicación formulo la pregunta de manera muy distinta. Dejo claro que no quiero adquirir la moneda, sino que quiero aprender sobre ella. Por ejemplo, puedo decir: “solo por curiosidad ¿estas monedas por qué rango de precio andan?”.
    Esto se debe hacer con mesura. Una vez, dos, tres seguidas a lo sumo con el mismo comerciante, todas ellas sin comprar nada. A la cuarta empieza a ser claro que el sujeto en cuestión busca sacarte información sin comprarte nada con la idea de utilizar esa información para comprar más barato por ahí. De ahí al «si quiero aprender que me vaya a Salamanca» hay un paso. Yo nunca he utilizado esa frase chulesca pero llamar al orden a listillos lo he tenido que hacer unas cuantas veces (no demasiadas, por fortuna). Una de ellas hace pocas semanas, de hecho.

    Yo, siendo comerciante, muy rara vez compro a gente que no tengo el precio puesto en sus monedas. Casi siempre intentan degollarte, aún conociéndote –no te digo ya si no te conocen–, y me parece un rollo tener que batallar una y otra vez para llevar las monedas a un precio lógico (no digo barato) con baja probabilidad de éxito. Prefiero ver qué monedas pueden valerme según los precios expuestos, una breve negociación y se compra o no se compra. Rápido, limpio y armonioso. A veces, si tengo suficiente confianza con el que vende las monedas, le digo algo como esto: me interesan varias monedas de las que tienes. Te voy a preguntar por una, si me intentas degollar (ejemplo, quieres 100 por una moneda, te vale con 85, pides 180), no te pregunto más y me voy. Si me pide 120 ó 130 lo entiendo y respeto, precio de subasta suiza del máximo nivel, no. A veces funciona, otras veces no (fifty, fifty, diría yo, y es que el hábito de intentar degollar está muy arraigado en algunos). Qué duda cabe que este sistema sólo vale si conoces bien el valor de mercado de las monedas de tu interés.

    1. Buenos matices, Luis.

      Solo añado que lo de pedir que me indique por dónde van los tiros de los precios en ciertas monedas solo lo hago con comerciantes con quienes tengo cierta confianza.
      Por ejemplo, en la pasada convención de Burgos pregunté al respecto a dos comerciantes. Uno es un colega de Burgos con quien he hecho mil y un tratos; a ese puedo preguntarle lo que quiera. Le pregunté el valor de una moneda otomana y estuvimos hablando un poco sobre ella. El otro era un comerciante a quien le hice un vídeo que aparecerá en el canal cuando hable de la convención de Burgos. La publicidad que le hice no se la voy a cobrar, así que no le pudo parecer mal cuando le pregunté el precio de dos pruebas de billetes locales de Vitoria (no emitidos).
      Este tipo de preguntas hay que hacerlas siempre cuando el vendedor esté desocupado; y si vienen clientes, hay que apartarse para que pueda atender a las ventas.

      Saludos,
      Adolfo

      1. Hola
        En tu entrada dices:
        Hay dos tipos de comerciantes numismáticos: los que indican en un papel el precio de las monedas y los que no lo indican. Prefiero los segundos.

        Es un equivoco???. Yo desde luego prefiero tener toda la información que sea posible sobre una pieza. Me gusta ver el precio.

        Sobre discursos de los comerciantes, muchas veces no saben que dicen. Y alguien que vende algo debe saber al menos un poquito. Creo lo has dicho alguna vez, tienen que asesorar, poner cierto conocimiento de la pieza que venden.

        Te pondré ejemplo. Un mercadillo, una pieza brasileña acuñada sobre un 8 reales español . El comerciante me dice que es un 8 reales potosino( pieza huésped). Cojo lupa y veo la M coronada. La compré. El comerciante no ponía precios de monedas. Tampico regateaba.

        Otro ejemplo. Otro mercadillo. Medio duro de Franco estrella 70. Troquelada ponía en cartón. Cojo lupa. Le digo pieza es buena. Que se la compro. Insisti que era buena. Comerciante no acepta mi opinión. La compré por 10 euros. Lo que ponía en cartón.

        Te podría poner más ejemplos…si empiezas a hablar de acuñación o de alguna variante incluso conocidas…me llevo sorpresas….alguno miembro de la ANE…un miembro de la Ane no debería poner el precio?. No deberían dar al menos recibos de compra?.

        Se puede discriminar entre coleccionistas que compran, pues puedo entender que no es lo mismo un cliente asiduo que uno esporádico. Pero no poner el precio de un artículo es correcto, adecuado…?. De acuerdo mercado cambia, pero si un cliente busca ciertas piezas, cuando se las va a mostrar, no debería decir, por ejemplo, estas están ahora a este precio por esto,…

        Un saludo 🍻

        1. Me voy a tirar a la piscina…si no es un equívoco la primera frase…supongo que es porque si hay precios, estos estarán inflados, por la regla de que siempre se intentará regatear… O eso, o está mal…
          Respecto a los precios puestos en mercadillos o similares…. Llevar el estadillo de actualización de precios de todo, es horriblemente dificil…estamos hablando de que cada pieza es única y tiene precios diferentes….las podrían ordenar por precio en bandejas pero entonces el cliente nunca encontraría nada. Para poner el precio de un ejemplar en una web por ejemplo…el ejemplar tiene que merecer la pena.
          Ha pasado incluso en joyería, recuerdo a un joyero diciéndome que actualizar los precios de las cadenas de oro se estaba volviendo imposible….pero nadie espera que una joyería no tenga precio o te calcule algo al peso…un día compré unos pendientes y me llegaron a decir: te los estás llevando por debajo casi del precio del metal…

          1. Es una errata. No hay que darle más vueltas.

            Por parte de los precios de las joyerías, el problema es si el oro se vuelve muy muy volátil (uno de los supuestos que dije por los que entiendo que no haya precio). En una web es más fácil actualizar precios, pero entiendo que en una tienda será complicado.

        2. Efectivamente, es una errata lo de esa frase. Modifiqué la frase 6 veces antes de publicarla y finalmente acaba con error. ¡Qué desastre! Lo cambio.

          Por lo que dices, si un comerciante tiene una moneda mal descrita y no sabe lo que vende, justo es que el cliente se aproveche. Es su negocio, si no sabe lo que vende es problema suyo. Otra cosa es que sea un aficionado o alguien externo a la numismática.

          Saludos,
          Adolfo

  2. Yago Abilleira Crespo

    Yo, cuando acababa la subasta, iba a ver qué quedó sin vender. A precio fijo como en tienda. He comprado muchas veces así. Por supuesto, también he comprado en webs de profesionales.
    Las (pocas) veces que he comprado en marcadillo he pagado el precio indicado, no regateo. Tampoco me pongo de palique con el vendedor. Cosas de ir con la mujer y la peque, supongo. Iba rápido para no hacerlas esperar.

  3. Joaquín Morales Reyes

    Hola Adolfo,
    Primero respecto de tu encabezado, creo que lograste el cometido. Todos nos hemos puesto a leer ya que esa aseveración no podría ser muy real con todo lo que hemos leído de ti.
    En general respeto eso de que los precios marcados son correctos. En diferentes partes del mundo significan diferentes cosas. Cuando tenía tienda a público tenía tres letreros que se veía el primero, al entrar al fondo, el segundo, cuando la persona lo leía miraba instintivamente hacia la izquierda y a media altura estaba el mismo letrero y el tercero, sobre mi cabeza, por si alguien venía a reclamar por los dos anteriores. Los tres decían: «Esta tienda es de precios fijos». Para mi eso significaba que las cosas tienen su precio, independiente de quien compra o vende. Muchos de mis clientes lo consideraban positivo. Si me equivocaba, era mi problema. En cualquier caso, las personas que reclamaban fueron el 10 años alrededor de 5, claro está otros entranban, leían y se iban sin decir nada. Seguro más de 20, pero a ellos no quería servirles.
    Sin duda es importante saber cuánto antes de hacer nada. En Asia, en mis viajes de compra aprendí rápido. Al primero que le compré sin regatear, me regaló muchas cosas, así que supongo que él quería la mitad o algo así. Le volví a comprar después y estabamos de acuerdo en que ahora si eran precios reales.
    Soy malo regateando, pero me ha servido para comprar muy bien y vender mejor. Como decía Ortega y Gasset: «todo depende del color del cristal con que se lo mire».

  4. Hola, buenas noches.

    Me parece una entrada excelente y comparto opinión con Adolfo. Nosotros, en nuestra numismática, trabajamos en este aspecto bajo dos premisas fundamentales:

    1) Precios siempre visibles tanto en tienda física como en la web.

    2) Los precios siempre son los mismos para todos los clientes, sin discriminaciones ni “chanchullos” a no ser que sea cliente fijo y fiel que, siempre y cuando el margen comercial lo permita, se le hace un precio especial.

    Saludos compañer@s,
    David Llamas.

  5. Muy buenas a todos!
    Recuerdo perfectamente una de las primeras veces que fuí a una tienda numismática. Me atendió un hombre con el que pude estar hablando y al principio me pareció todo muy bien ya que me explicaba cómo debía iniciarme en este mundillo. Todo bien hasta aquí pero en un momento de ma conversación me soltó lo siguiente: » Hay dos tipos de vendedores, los que te engañan en tu cara, te das cuenta y te piras sin comprar y otro tipo de comerciante que cuando llegas a casa y estudias la moneda te das cuenta que te han engañado, pero todos te van a querer engañar y quien diga lo contrario miente».
    Ese dia creo que no compré nada, se me quedó bien grabado su discurso, tanto que casi dejé la afición en ese mismo momento…
    Aquí te das cuenta que ir bien informado antes de comprar es muy importante y en ese momento yo era un buen novato.

    Después de un tiempo volví a la tienda y compré un Piastra de comercio de Indochina. Al llegar a casa empecé a mirarla y todo bien hasta que pesé la moneda…….. eran unos 6g menos de lo que debía!!!! Y mira que la misma moneda tiene inscrito su peso que algo puede variar pero no 6g… Me planté en la tienda y le dije que tenía razón, en la primera compra ya me había engañado!! Me dijo que no, que se refería a otros comerciantes, que sus monedas no podían ser falsas bla bla bla… Finalmente la pesó, comprendió su error y me dijo que cogiera otra pieza por mismo valor, jejejeje. Cogí mi dinero, me fuí y nunca más he vuelto. Buena lección me llevé nada más empezar…
    Por suerte en Mallorca hay más tiendas en las que me demostraron su honestidad y transparencia.

    1. Es muy raro que un comerciante te diga algo así. Tampoco encaja con mi experiencia: hay muchos muchos comerciantes honrados en este negocio (y en cualquier otro). Todos los patrocinadores del Blog Numismático, para empezar.

      1. Así fué Adolfo, por muy raro que parezca… en toda mi cara, y de entre todas las monedas fuí a elegir una falsificación que me vendió por buena. Ahora mismo, después de ocho años de aquello entiendo que ese pobre hombre no tenía razón. Durante este tiempo he conocido bastantes comerciantes y puedo decir que me flipa lo mucho que me aportan las charlas con ellos y nunca mas he tenido problemas.
        Es verdad, los mejores comerciantes son los patrocinadores del blog por supuesto! Creo que les he comprado a todos! ✌🏼😂

      2. En las redes sociales suelen aparecer muchos testimonios «extremos» –por decirlo de alguna manera– como el de Alex Mallorca que, siendo verdaderos como sin duda son, no constituyen más que casos aislados, extravagantes, en absoluto referentes del sector en cuestión, pero que sin embargo, por la propia naturaleza de las redes sociales, ocupan un porcentaje significativo de los testimonios expresados por escrito hasta el punto de poder inducir a error acerca de la realidad del sector. La explicación es que los seres humanos tendemos a querer comunicar vehementemente los sucesos más «gravosos» que nos han sucedido, a fin de aliviar nuestro «sufrimiento». Los sucesos mundanos, promedio, el día a día (en nuestro caso comprando monedas) nos los guardamos para nosotros pues ni nos quitan ni nos dan.

        Este fenómeno adquiere un tono especialmente delicado en los foros de afecciones persistentes y molestas (no hablo de enfermedades graves), donde las personas cuentan sus vivencias con una afección y su pelea con ella. Comprobareis que sobreabundan los relatos acongojantes, llenos de ansiedad, de gente pasándolo fatal, con la calidad de vida por los suelos, etc. Al que entra de nuevo, con la afección recién estrenada, se los pone «de corbata»: «joder, ésa va a ser mi vida a partir de ahora», piensas, lo que te deprime y te llena de ansiedad, dificultando en gran medida la recuperación. Son los médicos, los buenos médicos, los que te cuentan como la mayoría de afecciones molestas pero no graves a la larga se curan o por lo menos acaban por hacerse más llevaderas, lo que hace que los pacientes vayan recuperando su vida poco a poco y, al final, dejen de entrar en esos foros especializados. Eso sí, dejan de entrar sin acordarse de escribir un mensaje de despedida comentando qué ya se encuentran mejor, habiendo recuperado la normalidad o casi… Yo tengo una afección crónica que me hizo entrar en uno de esos foros y lo pasé muy mal hasta que una doctora me hizo ver esto que aquí cuento. Aunque hace mucho que mejoré (más bien me hice a ello) y hace muchos años que ya no entro en ese foro, el caso es que al menos una vez al año lo visito y dejo un mensaje positivo, contando cómo hay luz al final del túnel. Normalmente recibo muchos mensajes de «novatos» en la afección dándome las gracias.

  6. Hola a todos,
    Siendo novata me ha encantado la entrada. Estoy de acuerdo con Adolfo. Yo solo compro a precios fijos, y si los precios estan visibles. El regateo lo dejo cuando voy de viaje en paises que es costumbre.
    Saludos,
    Ana

  7. Buenas noches.
    He tenido la suerte de poder viajar bastante y, en muchos países del mundo, asiáticos y africanos, por ejemplo, el regateo es habitual y casi obligatorio. Pero estamos en España y aquí es algo que no se lleva. Por eso yo me quedo con el precio fijo y, a alguien que me quiere regatear, directamente NO le compro.
    Saludos.

  8. Hola.
    En la tienda de un comerciante o en un mercadillo utilizo mi «prueba del nueve». Si estoy interesado en uno o más ejemplares, pregunto siempre por una o dos monedas que conozca así como su precio justo (a mi criterio) en función de su rareza y conservación. Es a partir de entonces cuando decido iniciar mi compra o desaparecer.
    El tiempo es oro. Un saludo. Vicenç

  9. En España el regateo numismáticamente sí se lleva. No todos los comerciantes lo aplican, pero diría que sí la mayoría.

    Con respecto a los precios, en un mercadillo honestamente me parece un coñazo tenerlos actualizados, hablamos además de gente predominantemente mayor. Y enlazando con lo anterior, ahí entra el regateo, ya que muchos precios están desactualizados, pueden llevar años. Ayer mismo en el mercadillo de Barcelona, me compré un duro muy chulo pero ya fue el propio vendedor el que me ofreció rebaja del precio original sin haber abierto yo la boca de lo que iba a pagar, y justo el precio que me dio, era el que yo consideraba razonable.

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