Las monedas acuñadas en Uruguay y su coleccionismo

Este texto de mi autoría se ha publicado originalmente en la revista Detección & Monedas.

La República Oriental del Uruguay declaró su independencia del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve en 1825. Siendo un país tan pequeño recién independizado y en medio de grandes países que lo habían controlado en su pasado reciente, no resulta difícil imaginar que por aquél entonces circulaba por Uruguay una gran variedad de monedas. Así, en palabras del historiador Francisco Oliveres, “la onza, el duro, el sol, la peseta, el peso, la balastraca, el real, el cuartillo, el patacón, el medio patacón, la pataca, los décimos, el cobre, el vintén, el vintén de a cuatro y el cinquiño eran denominaciones usuales. Entre las monedas de plata se distinguían las macuquinas […]. Tratándose de onzas, las había americanas y españolas y entre éstas distinguíanse las de rostro”.

décimo de Buenos Ayres
Figura 1. décimo de Buenos Ayres, 1831

Semejante caos en el circulante dificultaba las transacciones comerciales. Por eso, a partir de 1829 el gobierno comenzó a tomar medidas sobre el circulante. En primer lugar, se prohibió la importación de moneda de cobre extranjera, entendiendo que ésta era la que se utilizaba en las transacciones comerciales diarias (la moneda extranjera de plata y oro fue de uso legal en Uruguay hasta 1893). Ya en 1831 se ordenó que se retirase toda moneda extranjera de cobre y se adoptó el famoso “décimo de Buenos Ayres” (Figura 1) como moneda oficial. Estos décimos de Buenos Ayres fueron acuñados en Soho (Reino Unido) para Argentina y su historia es tal que son buenos merecedores de un artículo aparte.

Estos décimos eran una medida totalmente provisional que no podían durar mucho, ni tampoco podían satisfacer la escasez de circulante en la que se veía inmersa Uruguay. Por eso el 20 de junio de 1839 se establecía una ley con un sistema monetario para Uruguay. Este sistema definía la moneda de un Peso, que se dividía en 8 reales y éstos a su vez en 100 centésimas. A ojos actuales este sistema es muy curioso porque combina el sistema tradicional español de pesos divididos en 8 reales, con el por aquél entonces nuevo sistema decimal propio de los países ilustrados. Yo encuentro el sentido de este sistema al entender que la mayor parte de la plata circulante por aquél entonces en Sudamérica era moneda española, o de las nuevas repúblicas que seguían acuñando de manera tradicional. Sin embargo, el circulante de cobre (como los décimos de Buenos Ayres) se estaba importando fundamentalmente de Inglaterra y Francia.

5 Céntimos 1850
Figura 2. 5 Centésimos, 1840
20 céntimos 1840
Figura 3. 20 centésimos, 1840

Pero en 1839 estalló la Guerra Grande en el Río de la Plata, que supuso una guerra civil en Uruguay que se prolongó hasta 1851. Esta guerra condicionará prácticamente todas las emisiones numismáticas de las que se hablará en este artículo.

En 1840 el francés Agustín Jouve graba unos cuños y consigue la autorización del gobierno para emitir monedas de 5 (Figura 2) y 20 centésimos (Figura 3) con un peso teórico de 5,38 y 21,5 gramos respectivamente. Jouve se vio en grandes dificultades para realizar esta emisión puesto que el cobre era muy caro y escaso (Uruguay no tiene minas de cobre y era un país inmerso en una guerra) y además no contaba con más medios que un pequeño taller de su propiedad. Por eso la tirada de 1840 fue muy pequeña. El 15 de octubre de 1840 dichas monedas se pusieron en circulación. Hay que subrayar que 150 años más tarde se declaró el 15 de octubre como “Día Nacional de la Numismática” y cada año el Instituto Uruguayo de Numismática realiza por esas fechas las Jornadas Uruguayas de Numismática.

Debido a su pequeña tirada y a que fueron monedas puestas en circulación de manera inmediata, las piezas de la emisión de 1840 son muy raras; más aún en una calidad tan buena como la que se muestra en las Figuras 2 y 3. La de 20 centésimos se suele ver en subastas con cierta frecuencia, si bien en una calidad tan alta es rara y bien puede costar $2000 (el precio baja considerablemente en calidades más bajas). Mucho más rara –y también más cara- es la de 5 centésimos.

20 céntimos, 1843
Figura 4. 20 centésimos, 1843
Figura 5. 20 réis de cobre

Uruguay tuvo que esperar hasta diciembre de 1843 para que se emitieran nuevas monedas en su país. En ese caso se encargó la emisión a la Casa de la Moneda de Montevideo, recién inaugurada en unas condiciones más que duras, pues Montevideo era por entonces una ciudad sitiada. Esta primera emisión de la Casa de la Moneda fue de monedas de 20 centésimos (Figura 4) reutilizando los cuños que tres años atrás había empleado Agustín Jouve. Para ello se grabó un “3” sobre el antiguo “0” de manera bastante rudimentaria, algo que es completamente comprensible puesto que en una ciudad sitiada tendrían mayores problemas que dejar bonitas las monedas. A día de hoy los 20 centésimos de 1843 son monedas bastante raras por las que se pagan varios cientos de dólares por un ejemplar bonito. Es también interesante que a esta moneda se le conoció como “vintén”, imitando la voz portuguesa de “vintem”, que es como llamaban a los 20 réis de cobre (un ejemplo en la Figura 5). A día de hoy en Uruguay, Brasil o Portugal todavía se dice que algo “no vale ni un vintén”.

cinquiño de cobre, 1844
Figura 6. cinquiño de cobre, 1844
20 céntimos o “vintén” de cobre, 1844
Figura 7. 20 centésimos o “vintén” de cobre, 1844

La emisión de 1844 fue mucho más extensa y cubrió tres valores de cobre: los 5 centésimos, también llamado “cinquiño” de nuevo imitando la voz portuguesa “cinquinho” (Figura 6); los 20 centésimos o “vintén” (Figura 7); y los 40 centésimos o “2 vintenes” (Figura 8). Estas monedas son más corrientes que las emisiones anteriores. El cinquiño vuelve a ser, con diferencia, el más raro y bien puede costar $2000 si se quiere con un poco de calidad. Las de 20 y 40 centésimos no cuesta tanto encontrarlas y los coleccionistas se pueden hacer con ellas a partir de $100 y hasta algo más de dólares, dependiendo de la calidad que busquen. Se conocen bastantes variantes de cuño de estas piezas y hay coleccionistas que pretenden hacerse con todas ellas, lo cual resulta una tarea titánica. Dentro de estas variantes de cuño la más conocida es la famosa “sol de cabellera” de los 40 centésimos (Figura 9). Se trata de una rareza en la que se ha reemplazado el sol del anverso por la cabellera de un indio.

40 céntimos o “2 vintenes” cobre, 1844
Figura 8. 40 centésimos o “2 vintenes” cobre, 1844
sol de cabellera
Figura 9. sol de cabellera

Ese mismo año de 1844 también se acuñó la moneda más icónica de cuantas se han acuñado en Uruguay: el Peso del Sitio de Montevideo (Figura 10). Se trata de una moneda de plata de 27 gramos de peso, es decir, semejante a un 8 reales español. Puede resultar sorprendente que una ciudad sitiada acuñe moneda de plata (aunque hay varios ejemplos de ello) y cabe preguntarse de dónde saldría esa plata. Obviamente no era de otro lugar que de las pertenencias donadas de los ciudadanos y de las cofradías de la ciudad. Dadas las condiciones de una ciudad sitiada que acuña plata proveniente de vajilla, resulta sorprendente la belleza de estas monedas, pues presentan un escudo realmente trabajado. Hay autores que estiman unos 400 1226 pesos acuñados en 1844, mientras otros lo elevan hasta los 1.000 ejemplares. Estos ejemplares presentan dos variantes según la posición del anverso con respecto al reverso: tipo moneda (reverso y anverso girados 180º) y timo medalla (reverso y anverso coincidentes).

Peso del Sitio de Montevideo
Figura 10. Peso del Sitio de Montevideo

Debido a la Ley de Gresham (que viene a indicar que la moneda buena se acapara y la mala se usa para circular), los habitantes de Montevideo guardaron los pesos de plata y usaron para las transacciones diarias la moneda de cobre. Por eso muchos de los ejemplares sobrevivieron y se conservan en una calidad bastante buena por lo general. A día de hoy siguen siendo piezas raras, pero no resulta complicado encontrarlos en subastas internacionales. Por unos $1.500 es razonable encontrar un ejemplar bonito, pero el precio se dispara para quien busque la excelencia. Por ejemplo, la pieza mostrada en la Figura 10, que perteneció a la Colección Lissner y se considera el mejor ejemplar conocido, lo remató Classical Numismatic Group en $25.000 más comisiones.

40 reales oro, 1854, Montevideo
Figura 11. 40 reales oro, 1854

Una vez concluidas estas emisiones la Casa de la Moneda de Montevideo cerró. Acabada la Guerra Grande la falta de numerario en Uruguay seguía siendo un problema. Por eso en 1854 se vuelve a instalar la Casa de la Moneda y se promulgan dos leyes en las que se insta a acuñar monedas de 10, 20 y 40 reales en oro, así como de 5, 20 y 40 centésimos en cobre. Las monedas de oro nunca fueron una realidad en el circulante uruguayo. Pero ese año se hicieron unas pruebas de la moneda de 40 reales, acuñando poquísimos ejemplares con una ley de 21 quilates y un peso de 8,75 gramos. A día de hoy se conocen tres ejemplares de esta moneda, estando dos de ellos en manos públicas. El tercero (Figura 11) fue subastado en 2016 por Stack’s Bowers, rematándose en $37.500 más comisiones. Resulta curioso que ésta es la única moneda que incluye la marca de ceca de Montevideo, representada como un “Mº” en la leyenda inferior del reverso.

5 céntimos, 1854
Figura 12. 5 centésimos, 1854
20 céntimos, 1854
Figura 13. 20 centésimos, 1854
5 céntimos, 1854
Figura 14. 5 centésimos, 1855
20 céntimos, 1854
Figura 15. 20 centésimos, 1854

Mucho más extensa fue la acuñación de monedas de 5 y 20 centésimos en 1854 (Figuras 12 y 13). Para acuñar estas monedas se reutilizaron los cuños de emisiones anteriores, forzando de nuevo las fechas de una manera muy evidente. Esto hace que haya bastantes variantes de cuño en la que uno o dos dígitos están cambiados; el cinquiño de la Figura 12 es muy evidente en este aspecto. Estas emisiones se prolongaron en 1855, donde también se emitieron monedas de 5 y 20 centésimos (Figuras 14 y 15) aunque no en tanta cantidad como el año anterior. Con ellas se acabaron las monedas acuñadas en Uruguay, puesto que a partir de entonces el Gobierno Uruguayo siempre ha contratado la fabricación de monedas a empresas extranjeras. En efecto, la emisión de 1857 ya fue acuñada en la Casa de la Moneda de Lyon (Francia).

Las emisiones de cobre de 1854 y 1855 resultan más sencillas de encontrar para los coleccionistas. En torno a $100 se pueden encontrar ejemplares bonitos de estas emisiones sin demasiada dificultad. Lo que ocurre es que son monedas que circularon mucho, por lo que encontrarlos en una calidad tan alta como los de las Figuras 14 y 15 es un reto importante y puede suponer un desembolso de miles de dólares. También hay coleccionistas que pretenden completar todas las variantes de cuño de estas monedas, lo cual vuelve a ser un reto importante.

En global, se puede ver que hubo muy pocas monedas acuñadas en Uruguay pero todas ellas resultan muy relevantes por el contexto histórico en el que fueron emitidas. Yo no conozco a ningún coleccionista que se centre exclusivamente en estas emisiones, pero resulta muy razonable que haya una buena representación de ellas en cualquier colección de moneda uruguaya. En este sentido, yo creo que es razonable para un coleccionista medio intentar hacerse con todas las monedas de 20 y 40 centésimos y con las de 5 centésimos de 1854 y 1855, dejando la posibilidad de adquirir las otras si se presenta una buena ocasión. El peso del sitio de Montevideo creo que no puede faltar en una buena colección de duros de las repúblicas latinoamericanas. Lo que no recomendaría es entrar a coleccionar variantes de cuño; el coleccionista gastaría mucho tiempo y dinero en una colección que no va a ser más relevante desde el punto de vista histórico que la que solo tenga una pieza por año. Además, la gran dificultad de encontrar esas variantes puede hacer que el coleccionista acabe frustrado.

11 comentarios en “Las monedas acuñadas en Uruguay y su coleccionismo”

  1. Este tipo de entradas me gustan especialmente. Tendré que dejar de leer tu blog, cada vez que entro me vienen muchas ganas de hacerme con las monedas de las que hablas en cada post… esto no puede ser bueno para el bolsillo :-)

    Bromas a parte, me ha sorprendido que, en la moneda de peso, el motivo que circunda al escudo sea un roble carballo (Quercus robur), una especie propia de Europa y que de natural no se encuentra en América. Pero ello me ha servido para descubrir que este árbol se introdujo en el siglo XIX en el país, y actualmente forma extensos robledales. Aquí más información: http://www.revistasmvu.com.uy/revista-numero-194/69-tecnicos/231-tecnico-intoxicacion-espontanea-y-experimental-por-quercus-robur-roble-ingles-en-bovinos-en-uruguay.html

    Para que luego alguien diga que biología y numismática no tienen nada que ver…

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      En este caso hay monedas bastante asequibles si no es que busques una calidad extraordinaria, así que algún ejemplar puede ser adquirido por todos los bolsillos. En lo que estoy muy de acuerdo es que cuando se conoce la historia de las monedas a los coleccionistas nos entran ganas de hacernos con algún ejemplar.

      Muy curioso también lo del Quercus. Eso ya es para nota. Vemos hasta dónde nos llegan las monedas. Jamás se me habría ocurrido que a partir de ellas pudiéramos aprender historia de la biología.

      Saludos,
      Adolfo

  2. Estimado Adolfo Ruiz Calleja, esto es solo un comentario sobre tu artículo que me parece que está bastante bien pero te debe hacer algunas aclaraciones. Cuando te refieres a monedas de Céntimos no te refieres a monedas de Uruguay porque la denominación nuestra es Centésimos, nuestro Peso se divide en Centésimos y no en Céntimos como en otras partes. El ejemplo de la moneda de 20 Reis de Portugal la cambiaría por una de 20 Reis de Brasil. Ese tipo de moneda que tu muestras no circuló en la Banda Oriental y lo que después seria Uruguay. Si circularon monedas luso-brasileñas que son otro tipo de diseño y que se acuñaban en Brasil y no en Portugal. Referente a la cantidad de monedas de 1 Peso llamado «Del Sitio», hay nuevos trabajos desde hace tiempo atrás, con documentos que detallan la cantidad de 1226 piezas. Este año se que se cumple los 175 años de dicha moneda saldrá nuevos trabajos referentes a la misma. En cuanto a los Décimos de Buenos Aires estos en el año 1822 se contrata a Robert Boulton, fabricante de Birminghan (Inglaterra), la acuñación.
    Como dije al principio esto es solo una aclaración sobre estos pequeños detalles pero que cambian un poco el contenido.
    A las ordenes, saludos cordiales – Javier Avilleira

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Muchísimas gracias por tus correcciones, Javier. Es todo un honor que leas este blog y más aún que te tomes un tiempo para enseñarnos.

      Para quien no le conozca, Javier Avilleira es un uruguayo estudioso de la numismática que sabe mucho de las acuñaciones de su país. Es editor de la revista UNAN Numismática. Aquí le tenemos leyendo hablando en la radio justamente del tema que estamos tratando ahora: https://soundcloud.com/monedas-uruguay/javier-avilleira-en-monte-carlo-a-sus-ordenes
      Que Javier haga puntualizaciones a mi texto sobre los inicios de la moneda uruguaya es como si a un alumno de física le corrigiese los ejercicios Einstein.

      Ya he modificado la entrada, como dije. La única cuestión es el tema de la ceca de Birminghan y de Soho. Son cecas que traté aquí: https://blognumismatico.com/2012/05/24/los-cartwheel-pennies-y-la-maquina-de-vapor/
      Según tengo entendido, se tratan de cecas diferentes aunque muchas veces se confunden. La ceca de Soho fue la primera que utilizó la máquina de vapor para acuñar monedas y se montó en un pueblo muy ceca de Birminghan a finales del XVIII. Esa ceca se arruinó en 1850 y después se montó una en Birminghan, que es la ceca de Birminghan propiamente dicha. Según esto, los décimos de Buenos Ayres se acuñaron en Soho.

      Echa un vistazo:
      https://en.wikipedia.org/wiki/Birmingham_Mint
      https://en.wikipedia.org/wiki/Soho_Mint

      Ni qué decir tiene que puedo estar equivocado. En ese caso, estaré encantado de que Javier o cualquier otro lector, me lo aclare.

      Un saludo,
      Adolfo

  3. Estimado Adolfo, agradezco mucho tus palabras que no las merezco, todos estamos aprendiendo y cada vez que leemos vemos que nos falta mucho para seguir haciéndolo y he aprendido mucho contigo leyendo tus artículos que son muy agradables y jugosos en contenido. Te comento que he dejado de ser Editor de la Revista UNAN Numismática, mi último número fue el 24 y por motivos laborales y de tiempo he dado un paso al costado. En cuanto a las monedas de Argentina es un tema que como tu dices son zonas cercanas y no pongo duda que pueda ser como tu dices, ya que la prensa escrita pueda generalizar ciudades pequeñas en zonas mayores, me encantaría ver ese trabajo tuyo referente a este tema, saludos y fuerte abrazo a la distancia.

  4. Adolfo Ruiz Calleja

    En Facebook estamos debatiendo sobre la fecha de independencia de Uruguay. En el artículo indico 1825 porque es la fecha que oficialmente se suele dar, y es la que se celebra cada año el 25 de agosto en el famoso Desfile de Artigas. Pero, obviamente, la independencia de Uruguay (y del resto de países latinoamericanos) fue un proceso muy complejo donde es muy complicado poner una fecha. Yo no tengo conocimientos para argumentar al respecto.

    Aquí os dejo el enlace del debate: https://www.facebook.com/aruizcalleja/posts/2279460632105991

    Saludos,
    Adolfo

  5. Adolfo Ruiz Calleja

    Por el tema de la independencia de Uruguay, según he podido leer y entender (gracias al aporte de otro lector uruguayo y de haber echado un vistazo por mi cuenta) es lo siguiente:

    * Uruguay se declaró Independiente el 25 de agosto de 1825.
    * Inmediatamente pasó, por propia voluntad, a formar parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
    * En febrero de 1827 ocurre la batalla de Ituzaingó, que enfrenta a las Provincias Unidas del Río de la Plata contra Brasil.
    * En octubre de 1827 Lavalleja formalizó un golpe de Estado y cesa el Gobierno Provisorio y Sala de Representantes.
    * El 27 de agosto de 1828 se firma la Convención Preliminar de Paz entre Brasil y Argentina, reconociendo Uruguay como territorio independiente.
    * Todo este proceso acaba el 4 de octubre de 1828, cuando se ratifica el tratado. Algunos historiadores consideran ésta la fecha de independencia de Uruguay.
    * El 28 de junio de 1830 se promulga una primera Constitución para Uruguay, que fue jurada el 18 de julio de ese mismo año.
    * Quienes salieron ganando de todo esto fueron los anglosajones, algo que ha sido una constante en la historia de América desde finales del XVIII hasta la actualidad.

  6. Horacio Morero Ferrero

    Estimado Sr. Adolfo Ruiz Calleja,
    Hago un solo comentario referente a las monedas llamadas Décimos de Buenos Aires, acuñadas en 1822 y 1823.
    Como Ud. estuvo presente en Montevideo cuando presenté un trabajo en coautoría con Darío Sánchez Abrego, le confirmo basándome en ese trabajo que los Décimos de Buenos Aires (Ayres) fueron acuñados en la Soho Mint, en Birmingham (en realidad por aquellos años el lugar no pertenecía a lo que es hoy Birmingham). La llamada Heaton Mint o Birmingham Mint nació después que cerró la Soho, en 1850, por lo que de ninguna manera pueden existir dudas sobre quén fabricó esas monedas.
    En ese trabajo aclaramos también que no existe ningún Robert Boulton. El dueño de la Soho por aquellos años se llamaba Matthew Robinson Boulton, hijo del fundador de la Soho, Matthew Boulton. Para que su nombre no se confundiera con el de su padre, el hijo agregó el apellido de su madre, Robinson. Algunas cartas las firmaba Rob., y en una traducción que se hizo de los contratos presentados a Rivadavia el traductor transformó Rob. en Robert. Este error se arrastra desde hace más de 100 años, en toda la bibliografía sobre el tema. Pero ya aparecerá corregido en el próximo catálogo de monedas argentinas que editará Carlos Héctor Janson. Esperamos poder publicar nuestro libro en los próximos meses con toda la historia de los Décimos.
    Saludos cordiales

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Hola Horacio.

      Muchas gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo con la distinción entre la ceca de Soho y la ceca de Birmingham, aunque son cecas que suelen confundirse. Si me haces llegar un ejemplar de vuestro libro (o un pdf por correo electrónico, o puedo comprar algún ejemplar en España), estaré encantado de dedicar una entrada al mismo y darlo difusión.

      Un saludo,
      Adolfo

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