1 real madrileño de 1859 III: el comprador

Antes de nada, tengo que pedir disculpas por el estado del blog. El fin de semana hubo un error en el servidor que vino en el peor momento: yo volvía a Estonia tras unos días en España y el dueño del servidor comenzaba sus vacaciones por Italia. Por ahora hemos recuperado todo menos la portada. Seguiré actualizando el blog y esperemos que en los próximos días todo vuelva a la normalidad. Gracias por vuestra comprensión.

Ahora la entrada:

 

Las dos últimas entradas las hemos dedicado a un mail que me mandó mi amigo Enrique sobre un real madrileño de 1859/7 que compró a un profesional. En la primera entrada describíamos la moneda (se muestra en las fotos), mientras que en la segunda entrada comentábamos la actitud del vendedor, que a mi juicio fue nefasta porque convirtió el proceso de compra en una mala experiencia a pesar de la ilusión inicial de Enrique. La presente entrada cierra la trilogía y se dedica a ver qué hizo mal el comprador.

Reproduzco para ello las pistas que me dio al respecto en su correo electrónico. Pasad por aquí para ver el correo íntegro:

[…]
Esta mañana he ido a Numismática Paco, en Madrid. Por aquello, de que a priori será todo más serio y profesional. Llego, le pregunto que si tiene reales de Isabel II y me enseña un monetario. Sin ninguna protección ni nada. Le preguntó si las puedo coger y dar la vuelta y me dice: «Sí, sí chaval… tú coje sin problema». Me he llevado una pequeña lupa, y me he aproximado la moneda y nada. No sé, ¿esto es normal?. O es mi desconocimiento, y en verdad esas piezas no pasa absolutamente nada por hacer eso. Al mirarla, no me ha convencido porque tenía un pequeño golpe en el canto, y he pensado que sería normal sus 20 euros.

La dejo, cojo otra sin ninguna problema, y es 1 Real de 1859 de Madrid. Me ha parecido precioso. 125€ costaba. Justo me he acordado de otra entrada tuya, la de «Mi primera vez». Suelo ser muy exigente con mi propia colección, y ya me lo han dicho varias personas. Pero vete a saber si es así o no, ya que son o comerciantes de la Plaza Mayor o algún paisano que se esté dando una vuelta y oiga la conversación. Pero al verla, una y otra vez, diría que es como mínimo EBC-, si no EBC. Y me he lanzado. El tema es que nosotros siempre hemos comprado en mercadillos, y si te digo la verdad era la primera vez que pasaba a una numismática seria. E impactaba. En el monetario donde estaba, había una ficha con su descripción pero no ponía, ni en esta ni en ninguna, su estado de conservación. Aún así, no sé si bien o mal, la he comprado. Estaba como un niño con zapatos nuevos.

Yo no soy de regatear. Y estar llorando el precio. Si tienes 125 euros bien, si no nada. Algunas veces, me demuestran que hago mal, pero bueno. Voy a pagar, y 5 euros se los iba a dar en monedas, cuando me dice nuevamente. «Tranquilo chavalote, dame 120 y ya esta, venga». Me ha dado un recibí de Numismática Paco y solo pone 120€, ni la moneda que es ni nada. Le he dicho que era para mi hermano, y me ha dicho que si no la gustaba que la trajera para cambiar. Eso ya me ha dado más tranquilidad.

[…]

1 real Isabel II 1859 anverso

1 real Isabel II 1859 reverso

De todo lo que ha contado Enrique lo mejor es que se ha lanzado y se ha atrevido a comprar por primera vez una moneda de 125 euros. Como en tantos otros aspectos de la vida, la primera vez no suele salir todo bien. Y casi es bueno que así sea porque reflexionando los errores es la mejor manera de aprender. Así que si no sale bien pero aprendemos de lo que hacemos se puede decir que no lo hemos hecho mal del todo.

Pero vamos a ser concretos y veamos los aspectos que Enrique debería cambiar para las futuras compras.

En primer lugar, antes de comprar cualquier moneda hay que hacer los deberes y tener una estimación razonable de su precio. En el caso de unas monedas «bonitas» de un real de Isabel II los años corrientes pueden rondar los 60 euros; entre 50 y 70 euros es razonable; incluso pueden ser razonables 40 euros para quien sea cliente habitual de un vendedor y ese día quiera tener un detalle. No hace falta saber mucho para llegar a esa conclusión, basta con mirar algunos remates de subastas. Lo que nunca se debe hacer, como hizo Enrique, es ir buscando algunas monedas concretas sin tener ni idea del precio razonable a pagar. Quien lo haga puede acabar pagando demasiado por ellas si el precio que le ofrecen es demasiado alto o puede que no se le enciendan las alarmas de «posible timo a la vista» si el precio que le ofrecen es demasiado bajo (claro que a otros se les niebla la vista aunque conozcan el precio razonable, pero ése es otro asunto).

En segundo lugar, no hay que impactarse por entrar en la tienda de un profesional. Cuando entramos en la tienda de un profesional entramos en un comercio serio. Igual que son serias una zapatería, una charcutería o una joyería. Pero, al igual que en otros comercios, no hay que impactarse. Si lo pensamos bien un comerciante es el mismo en la Plaza Mayor, en una convención, en su tienda o incluso en una subasta, si es que las organiza. Es el mismo comerciante, merece el mismo respeto y no debe impactar más en un entorno que en otro. Yo tengo un trato cercano con muchos de los comerciantes más potentes de España y, aunque la humildad no es la mejor virtud de ese gremio, una vez que los conoces son gente muy cercana y sencilla. Gente normal que tiene un negocio, vaya.

No hay que dividir el mundo entre «comerciantes serios» y «comerciantes que van a la Plaza Mayor». De hecho, a la Plaza van muchos comerciantes profesionales porque les permite conocer a nuevos clientes. Bien es cierto que a lo normal es que a la Plaza los comerciantes no lleven las mejores piezas por motivos de seguridad, pero tampoco es normal que enseñen una bandeja de onzas al primero que entre en su tienda.

Que conste que Enrique no es el primero que me comenta el «impacto» sufrido al entrar en una tienda numismática. Creo que ese impacto convierte en miedos todas las dudas con las que entra el cliente a la tienda. De repente siente que el lugar le viene grande y busca salir cuanto antes, por lo que hace (o no) una compra rápida y se despide rápidamente. Ese impacto le impide entablar una relación con el comerciante y disfrutar de la compra.

En tercer lugar, Enrique no «obligó» al comerciante a ofrecerle un valor añadido con la moneda. Enrique entró siendo un novato, compró una moneda y salió igual de novato de lo que entró. Es decir, con su dinero solo compró una moneda.

Hay que aprovechar las compras para aprender, pues son magníficas oportunidades para hablar con quien sabe más que nosotros. Esto es algo que siempre recomiendo hacer pero sobre todo a quien empieza. Por eso es bueno al principio las compras cara a cara: con cada compra se adquiere una moneda y cierto conocimiento. Quien entienda así la compra de una moneda disfrutará muchísimo más de la afición y no se andará fijando tanto si la moneda le cuesta 10 euros más o menos.

Tampoco hay que pensar que porque vayamos a comprar una moneda podemos estar la mañana entera dando la brasa al vendedor o que podamos entretenerle cuando tiene otros clientes esperando. El sentido común debe prevalecer. Como siempre. Pero si Enrique ve que el vendedor le puede atender -y si no Enrique se va y vuelve al cabo de un rato- le podría haber hecho preguntas como: ¿me aconsejas comprar esta moneda en lugar de esta otra? ¿por qué? ¿me aconsejas que entre a coleccionar Isabel II? ¿es mejor coleccionar por tipos o también por años? ¿esta moneda está en MBC+, EBC- o EBC? ¿y esta otra? ¿dónde está la diferencia entre ambas? ¿qué es esta mancha verde? ¿cómo la limpio? ¿dónde guardo las monedas?…

En cuarto lugar, Enrique tomó el precio marcado por el vendedor como el precio final de la moneda. Esto es un error claro, puesto que para la mayoría de los comerciantes el precio marcado es meramente orientativo pero no es el precio final. La razón es que en este mundillo de la numismática tenemos la insana costumbre de regatear por lo que los comerciantes se ven «obligados» a marcar un precio más alto del cual al que venderían las monedas. Digamos que el precio marcado es el precio máximo al que las venderían. Pero eso no significa que no las vayan a vender más baratas. De hecho, yo solo he conocido a un comerciante en toda España que no acepta ningún tipo de regateo con los precios que tiene marcados.

Personalmente no me gusta el regateo y no me ando con muchas milongas. Nunca jamás he montado la típica batalla para intentar bajar la moneda de precio a toda costa. Pero la cuestión es tan sencilla como coger la moneda y decir: «¿por cuánto me la dejas?». Estoy seguro de que, solo con eso, Paco ya hubiera bajado a 100 euros el precio de la moneda, dejándose otros 20 euros de margen para un regateo con el coleccionista llegado el caso. Además, con esa pregunta nos haremos una idea de cuánto suele bajar el comerciante con respecto al precio marcado. Por ejemplo, si de 125 euros marcados pasa directamente a 100, podemos contar con un 20% menos de lo que marquen las monedas; si nos dice que el precio marcado es el precio final, pues ya sabemos a qué atenernos; y si coge la moneda, la mira y dice un precio sin fijarse en el precio marcado, pues ya sabemos que los precios marcados no valen para absolutamente nada. En otra entrada hablaremos más sobre esto.

Como reflexión general, vuelvo a decir que en este mundo numismático hay que espabilar porque quien pueda arrearnos nos va a arrear. Digamos que es un poco como el boxeo: si un boxeador baja la guardia y el otro púgil le mete un derechazo que le parte la mandíbula, la culpa es de quien bajó la guardia y no de quien soltó el puño. Pues aquí lo mismo: la culpa es de quien lo paga caro sin obtener de vuelta un valor y no de quien se aprovechó del error. Sé que esta última afirmación es discutible pero yo recomiendo seguirla. La culpa siempre es compartida: unos se equivocan y otros se aprovechan. Lo que pasa es que nosotros no podemos hacer nada para evitar que otros se intenten aprovechar y sí podemos hacer algo para equivocarnos menos. Por eso creo que es mucho más productivo analizar lo que hemos hecho nosotros mal que despotricar sobre lo injusto que es el mundo que nos rodea. Es un principio que sigo para todos los aspectos de mi vida.

El último apunte complementa el primero. Conozco coleccionistas que llevan 20 años o más coleccionando y que nunca se han atrevido a dar el salto a esas monedas que cuestan algo más de 100 euros (algunos ni se lo plantearán nunca). En este aspecto, Enrique ha recorrido más a los 23 años que muchos coleccionistas a los 60. Si le sigue gustando la numismática estoy seguro de que acabará haciendo una colección estupenda.

15 comentarios en “1 real madrileño de 1859 III: el comprador”

  1. Espero que pronto esté todo arreglado. Respecto a la entrada, esta claro sabemos las cosas a veces a bases de golpes. Por poner un ejemplo, mi primera puja me la lleve por 130 euros más comisiones, el estado MBC+; por el mismo precio después se adjudicaron esa misma en EBC

  2. A andar todos hemos aprendido cayéndonos. Luego te levantas y te vuelves a caer, y así hasta que ya no te caes más.
    Con las monedas pasa lo mismo, creo que todos tenemos varias piezas que nos recuerdan lo novatos que fuimos un día y la «burrada» que pagamos por algo que no lo valía. En mi caso les tengo cariño porque me recuerdan como era de impulsivo y la juventud que corría por tus venas. Creo que este caso, no obstante, es muy exagerado ya que, comprar sin tener la más mínima idea del precio no es razonable.
    Saludos.

  3. me a encantado la triologia es buenisima .yo tambien he cometido bastante errores en mis primeras compras ,pero desde que comence a leer tu blog me preparo todas mis compras busco y comparo ,he intento comprar monedas que conozco sus precios ,cuando me ofrece algo que no estoy seguro o me genera duda lo dejo pasar.
    un saludo

  4. Sí, sin duda el pecado original de Enrique es no haber mirado antes el precio de la moneda, sobre todo si es un desembolso importante. No volverá a cometer ese error y en ese sentido la cagada ha sido valiosísima – mejor hacerlo con una moneda de 50€ que con una de 500.
    Quizás los ‘jóvenes’ estamos más acostumbrados a un tipo de comercio en que los precios son fijos y nunca cambian y siempre reflejan el coste del producto (fabricado en el tercer mundo) y el margen del minorista es relativamente pequeño debido a la competencia atroz. Se nos hace difícil creer que un comerciante pueda tener los huevos de vender algo el doble de caro y regatear según vea al cliente más o menos pardillo, y vivir de eso. Por eso vemos (o yo al menos veo) las subastas mucho más transparentes y desprovistas de esa capa de picaresca. Hasta que nos metemos en eBay, claro…

  5. @javi, si mi blog te ha ayudado a tomar esas prácticas me doy más que por satisfecho. ¡Muy bien! Es algo que deberían hacer todos los coleccionistas y de esa manera minimizarán -o eliminarán- los palos que les caigan.

    @Leo, no estoy muy de acuerdo con que los jóvenes estemos acostumbrados a un tipo de comercio transparente y en el que el precio de un producto refleje su coste. Más bien todo lo contrario: las nuevas generaciones nos hemos acostumbrado a que el precio de un producto depende más de lo que el cliente está dispuesto a pagar por él que de su coste de producción: las copas de los bares, las coca-colas en el supermercado, prácticamente cualquier prenda, los coches, productos y servicios on-line… son productos muy consumidos por los jóvenes cuyos márgenes de beneficio son enormes y cuyo precio nada tiene que ver con el coste de producción. Nos llevamos las manos a la cabeza de que un comerciante compre a 100 euros una moneda que nos vende a 180 mientras vemos normal que una camisa que costaba 90 euros se rebaje a 55. ¿Qué beneficio tiene Zara en una camisa que vende por 90 euros si vendiéndola por 55 todavía gana dinero?

    Las casas de subastas son, en principio, más transparentes. eBay no cuenta, pues no es más que una plataforma de compra-venta, no una casa de subastas como tal.

    @todos, por parte del blog hay varias cuestiones que todavía no funcionan: los comentarios recientes, la función de búsqueda, la portada y la cabecera (que me haya dado cuenta). Lo dejo así unos días y quedo contento de que los datos están a salvo y el blog disponible. Espero que la semana que viene todo vuelva a la normalidad. Os pido disculpas por los trastornos.

    Saludos,
    Adolfo

  6. Adolfo, además si en la ropa metes cómo explotan a las personas… el mundo numismatico es un mundo de más correcto; también es debido que se maneja menos dinero.

  7. Creo que en el tema de los márgenes comerciales pecaríamos de injustos en nuestro análisis si obviamos un detalle, el cual es la capacidad o no de devolver lo que no se venda. Me explico, un beneficio del 900% que es lo que normalmente hay en moda y es lo que permite como dices que con una rebaja del 70% se gane dinero tiene como contrapartida que, si no consigues vender en temporada esa pieza, probablemente ya no la vendas nunca. En las monedas, aún teniendo el riesgo de que pasen muchos años sin que la puedas vender, o que incluso, caiga su valor, la pérdida absoluta, para el comerciante, no se contempla salvo robo.
    A modo de ejemplo, el margen que tienen (o al menos tenían) los periódicos y revistas era bastante escaso, un 20% sobre precio de venta, eso si, los periódicos y revistas que no se vendían, se devolvían y no eran cobrados, por lo que el «riesgo» de pérdida era nulo.

  8. Me he explicado mal. Desde luego Zara saca más beneficio que Paco el numismático, y a base de explotar a bangladeshíes. Estaba pensando más en el precio de un portátil, que más o menos es el mismo en todos sitios, y es el que tiene que ser. No quería entrar en el tema de márgenes comerciales.
    A lo que iba, es que es frustrante entrar en una tienda de monedas sabiendo que el comerciante puede rebajar el precio o no dependiendo de lo ‘entendido’ o decidido que parezca uno. A mí me la han metido doblada varias veces, y por supuesto siempre por pardillo – no haber leído previamente sobre acuñación débil, no llevar lupa, dar la iniciativa al vendedor para escoger monedas y confiar en su juicio y buena fe… Errores de novato pero que quitan las ganas de volver a entrar en una tienda donde el valor de la mercancía es totalmente subjetivo y volátil.
    A lo mejor es que simplemente he tenido mala suerte con el comerciante.

    Adolfo, después de todo el trabajo que pones en este blog, te perdonamos todos los problemas técnicos que puedas tener, no te preocupes por eso. Mil gracias por seguir.

  9. Al final es lo de siempre: el que tiene el principal eslabón en la cadena de valor es el que saca pasta. En el caso de la numismática es el comerciante quien tiene esa capacidad. En el caso de las prendas que hemos comentado, pues Zara o ese tipo de empresas. En el caso de la tecnología es el fabricante.

    El Appel molón que venden en todas las tiendas a 1400 euros tiene un precio fijado por Appel. Es el fabricante quien marca el precio y deja muy poco beneficio a los vendedores, además de definir claramente a cuánto se debe vender el ordenador porque lo último que quiere Appel es perder la exclusividad por la que pagan sus clientes (la gente compra Appel porque mola y está de moda, no porque necesiten sus componentes… que no son mucho mejores que los componentes de ordenadores que cuestan la mitad). Con todo el coste de fabricación de un ordenador de Appel es bajísimo en comparación con el precio de venta. De ahí los beneficios de Appel y de ahí que sea la empresa de mayor capitalización del mundo.

    Lo de los bangladesíes es cierto: el capitalismo occidental se sustenta en los recursos coloniales. No obstante hay que decir que esas industrias están creando una incipiente clase media en esos países. El caso de Bangladés no lo conozco pero estuve en Camboya hace un par de años y era bastante evidente que la clase media del país está mejorando sus condiciones aunque todavía queda muchísimo por hacer. No digo con ello que las industrias explotadoras sean buenas para el país, sino que serán buenas si se entienden como un paso hacia las mejoras económicas futuras.
    Por cierto, ya que estoy lo digo: nada más salir del aeropuerto de Phnom Penh tomé un taxi para ir al centro y me encontré un edificio con un cartel enorme de lado a lado que decía: «Esta semana descuento del 50%». ¡¡Era un hospital!!

  10. Hola,

    Bueno al final a lo que vamos, como va generar confianza un mercado donde en cuanto entras por la puerta, según la imagen de juventud real o supuesta, te catalogan inmediatamente como pipiolo, menesteroso o pringado.

    Ni es agradable gastarse una cantidad grande de dinero, lo que entendemos por grande varia con la persona, si estas continuamente angustiado por si te han pasado mercancía adulterada o carne de minino a precio de caviar beluga.

    Esa sensación de que te consideren un muerto de hambre que osa perturbar el elevado quehacer del comerciante ya me ha sucedido muchas veces, en un caso, no hace tanto tiempo, después de una impertinencia hacia mi novia deje 7.000 euros en joyas encima de la mesa.

    Quizá sea que en un mercado tan pequeño y pueblerino como el que tenemos en España esto sea inevitable. Tengo un compañero ruso que de edad y financiera mente vamos a la par y cuando lo acompaño a cierto tipo de tiendas se nota el cambio de registro de forma escandalosa, casi parece que el dependiente empieza a salivar… y el trato y amabilidad esta a años luz.

    En fin a algunos no nos quedará otra que fundirnos el dinero en Milan, Viena o Bruselas.

  11. ¡Entretenida trilogía!, aunque debo discrepar en lo mencionado al final de la entrada, cuando comentas que por haber gastado cierta cantidad con 23 años, ha recorrido más que coleccionistas con 60. Creo que es posible (y tú ya has hecho alusión a ello en alguna entrada) tener una digna colección sin gastar mucho, bien sean de cuartos de dolar, conmemorativas de plata o simplemente de Juan Carlos I o Franco.
    Yo por ejemplo sigo varias colecciones de bajo coste (por diversión), pero sin embargo estudio y reviso el mercado de un gran número de monedas que no están a mi alcance.
    Deberías dejar de estigmatizar a todos aquellos coleccionistas que no gastan lo que otros, a aquellos que compran una pieza sin estudiarla previamente (recuerdan que son coleccionistas, y el simple gusto estético puede moverles a la compra) y a aquellos que no siguen tus pautas al dedillo, porque pese a que continuamente te autoconsideres un aprendiz, crees tener la verdad absoluta sobre el mundo numismático.
    Disculpa el ladrillo, o si en algún momento he parecido malsonante o parezco enfadado, simplemente quería transmitirte mi desacuerdo en algunos comentarios, y que a causa de los requisitos exigidos para iniciarte en la afición, intuyes al miedo en los comienzos.
    Finalizar con unas felicitaciones por unas entradas tan interesantes después de las vacaciones.
    Gracias por dedicarme tu tiempo.

    1. Hola Javier.

      Siento mucho haberme expresado mal. El último párrafo pretende dar un brochazo de optimismo a Enrique. Remarco exclusivamente que el hecho de haberse atrevido a realizar una compra que supone un desembolso alto es ya un triunfo en sí mismo. Un triunfo que algunos coleccionistas no se han atrevido a dar después de muchos años. En ese sentido (nótese que esas mismas palabras son las usadas en la entrada) Enrique ha avanzado más que algunos de quienes llevan muchos años.

      Por supuesto que se puede hacer una colección interesante de monedas con poquísimo dinero. Con lo que cuesta un café en un bar se puede comprar una moneda bonita y curiosa. Pero también es cierto que hay coleccionistas que miran con envidia colecciones más potentes pero no se hacen con ese tipo de monedas por miedo. En cuanto a los impulsos de comprar una moneda, claro está que no es lo mismo comprar una moneda barata que una moneda cara: cuando compramos una moneda barata generalmente no nos importa tanto si el precio en un 30% más caro o no (normal, porque en cualquier caso su precio no será mucho) mientras que en una moneda cara hay que intentar afinar el precio. Si una pieza nos supone un desembolso importante lo mejor es habérnosla estudiado antes. Creo que en eso estamos de acuerdo todos los coleccionistas.

      En cuanto a la crítica más dura, yo intento dar en este blog unas pautas y promover a la reflexión conjunta. También hay veces que traigo otras voces discrepantes con la mía para que no sea mi única metodología la que aparezca en el blog. Pero obviamente mi manera de coleccionar tiene más peso en el blog que cualquier otra en este blog porque yo soy el principal autor. Si considerase que tuviera la verdad absoluta no permitiría ningún tipo de debate ni traería otras voces (¿para qué si yo tengo LA verdad?).

      Muchas gracias por la crítica, la tendré en cuenta.

      Un saludo,
      Adolfo

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