Qué publicar y qué callar

Uno de los temas típicos que hablo con comerciantes es qué cosas se pueden publicar abiertamente y qué otras es mejor guardarse para sí mismo o para un núcleo muy reducido. Esto lo estuvimos debatiendo tanto en Madrid como en Lugo. Es una cuestión muy complicada; mucho más de lo que puede parecer a primera vista.

Como norma general, cualquier empresa debería dar acceso público a todo tipo de información que maneje que no sea confidencial, que no monetice y que no le suponga una barrera diferencial con sus competidores. Pondré un ejemplo:

Cualquier fabricante de automóviles tiene un montón de datos. Es razonable suponer que esos datos no los monetiza puesto que su negocio está en vender coches, no en vender información.  Sin embargo, un fabricante de coches no publica toda la información que tiene. Hay información que es confidencial, como por ejemplo el listado de clientes que han comprado coches de su marca. Obviamente eso no lo puede hacer público por motivos legales.  Hay otra información que le puede suponer una diferenciación con sus competidores a la hora de sacar nuevos productos, como por ejemplo las decenas de miles de pruebas, diseños, prototipos y testeos que se hacen antes de fabricar masivamente un nuevo vehículo. Seguramente toda esa información la consideren valiosísima porque les permitirá innovar a mayor velocidad que sus competidores. Esa información se considerará secreto industrial con casi total seguridad. Sin embargo, hay otro tipo de datos que los fabricantes de automóviles publican sin problema, como las especificaciones técnicas de cada vehículo, las pruebas realizadas a los vehículos en producción o la manera en la que llevan a cabo su proceso productivo. Esto no son datos confidenciales ni se monetizan (ya está el vehículo en la calle, así que cualquiera podría hacer las mismas pruebas) y tampoco les supone ninguna diferencia futura con sus competidores.

Creo que estas barreras rojas que acabo de indicar son bastante evidentes para cualquier industria. Aplicándolo a la numismática, podemos ver que hay dos tipos de conocimiento que se monetizan: conocer las monedas y conocer gente que quiera comprar o vender esas monedas. Ese segundo tipo de conocimiento son los contactos y ahí el tema está muy claro: nadie va a compartirlos con nadie. Es el secreto mejor guardado de cualquier comerciante y de la mayoría de los coleccionistas. Ni aún en los círculos más íntimos se comparte este tipo de información.

1 real México 1733
1 real columnario, 1733

El problema está en qué contar sobre las monedas. Esto tiene que ver con el modelo de negocio de cada comerciante. Pondré algunos ejemplos:

Hay casos en los que está claro qué información compartir sobre las monedas. Por ejemplo, un comerciante serio o un mentor no tendrá problemas a la hora de guiar a un coleccionista sobre las características propias de una serie que busque coleccionar (e.g., si es más o menos sencilla, si hay muchas falsas, el rango de precios razonable…). Un comerciante tampoco tendrá problemas a la hora de explicar los aspectos históricos de una moneda o de una serie. Todo esto forma parte del valor añadido que un comerciante debería dar a sus clientes; de esta forma el cliente saldrá más satisfecho con la compra, porque habrá obtenido un mayor valor por la misma, mientras que el vendedor conseguirá fidelizarlo y despertará su inquietud sobre otras piezas que le ofrecerá en el futuro.

«En la sociedad en la que vivimos cada vez hay más información y más datos ofrecidos de manera pública y abierta»

En otros casos no está tan claro. Supongamos un comerciante que se dedique a «dar palos». El típico que compra duros de El Centenario en MBC+ (precio aproximado, 25-30 euros) y tiene convencidos a un puñado de clientes que no han visto en su vida un duro bueno, que esas piezas están en EBC+ (precio aproximado, 300-600 euros). Creo que todos conocemos comerciantes así. Un comerciante que tenga este modelo de negocio lo último que hará será explicar abiertamente cómo valorar o cómo tasar monedas. Sin embargo, un comerciante que compre -o subaste- monedas sin engañar a nadie y que se lleve una comisión razonable por su trabajo, fomentará que se dé a conocer el cómo valorar las monedas. Digamos que el valor de este segundo comerciante no está en la ignorancia de sus compradores, sino en su esfuerzo y trabajo a la hora de adquirir monedas.

Algo semejante ocurre con las variantes o las rarezas. Hace poco me encontré con un coleccionista que ha profundizado durante décadas en una serie muy concreta; probablemente sea el coleccionista que mejor conozca esa serie. Él me decía que muchas veces se guarda de comentar la existencia de tal o cual variante rara, puesto que no la conoce casi nadie y si aparece alguna en el mercado prefiere que el resto de coleccionistas no la conozcan para poderla comprar él a precio de una moneda normal. Me comentaba de una moneda que pudo comprar en una convención por 30 euros y luego ponerla en una subasta para que se rematase por 500 una vez que estaba correctamente descrita. Soy consciente de casos mucho más escandalosos donde se ha dado esto mismo.

8 real México 1733
8 reales columnarios, 1733 MX

Otro tema que algunos comerciantes comparten y otros no son los asuntos de mercado. Esto es normal porque puede llegar a comprometerles. Por ejemplo, si un comerciante dice abiertamente que las onzas de México son más comerciales que las onzas de Madrid, le será difícil vender a sus clientes onzas madrileñas en un futuro. Otros comerciantes, en cambio, prefieren ofrecer este tipo de información para ganarse la confianza de ciertos clientes y que luego sean ellos quienes decidan qué onzas comprar.

Luego están los que dicen haber hecho unos estudios muy profundos sobre tal o cual moneda y que tienen muchísima información pero que no la quieren decir a nadie porque si no se la roban y no sé qué otras historias. Pero esos no son más que unos iluminados que no dicen más que idioteces una tras otra, viviendo en su mundo de fantasía conspiranoica. Igual que a unos les da por decir que la tierra es plana a otros les da por decir que van a revolucionar el conocimiento existente sobre las acuñaciones de Alfonso X (por poner un ejemplo al azar). A esos les dejamos que coman aparte.

«el mercado no es una cosa estancada que permanece estable durante décadas»

Esta cuestión se complica si tenemos en cuenta las características del mercado numismático en España. Aquí no estamos hablando de empresas como BMW o Google. Aquí somos cuatro gatos y la empresa más grande de España no deja de ser una pequeña PYME. Todos se conocen, todos se compran a todos y a todos les interesan las buenas relaciones a la vez que ganar dinero. Es un mundillo extraño en el que es crítico para cualquier comerciante (y, en menor medida, también para cualquier coleccionista) saber nadar y guardar la ropa. Por eso, cuando publicar cierta información puede afectar directa o indirectamente a terceras personas, siempre hay que pensar mucho sus posibles consecuencias. Pondré un ejemplo:

Áureo & Calicó ha publicado de manera abierta y gratuita su histórico de subastas, ofreciendo un buscador sobre los mismos. Esta es una información exquisita para informar adecuadamente a sus clientes y que les da mucho prestigio porque muestra las colecciones más importantes que han vendido. Pero estoy seguro de que antes de publicar esta enorme cantidad de datos habrán reflexionado mucho en varios aspectos: ¿cómo se lo tomarán los comerciantes que les compren a ellos y luego revendan las monedas? ¿qué pasa si alguien usa esos datos para hacer un estudio cuantitativo sobre las inversiones numismáticas? ¿podrá dañarles si viene algún friki a criticar su manera de graduar monedas o a señalar una pieza que hayan vendido hace 20 años y que el friki considere falsa? etc.

4 escudos 1747 Cara de Perro
4 escudos Cara de Perro, 1747

Finalmente, se complica aún más si tenemos en cuenta que el mercado no es una cosa estancada que permanece estable durante décadas. El mercado numismático evoluciona. Aplicado al tema que tratamos, tiene dos consecuencias: la cultura de publicar información cambia y los aspectos que se monetizan también. Esto no es algo propio del mercado numismático sino de todos. Pero aquí tiene sus particularidades:

En la sociedad en la que vivimos cada vez hay más información y más datos ofrecidos de manera pública y abierta. Esto es algo cultural que viene favorecido por el desarrollo tecnológico. En la numismática vamos un tanto retrasados con respecto a otras industrias, pero el coleccionista tiene cada vez más información. En los años 80 ni siquiera eran públicos los remates de las subastas (el primero en publicar los precios de los remates fue Áureo en 1989). Por aquél entonces muchos coleccionistas no contaban más que con catálogos como el de los Hermanos Guerra como guía. Cada vez se va normalizando la compartición de información, los comerciantes son más proclives a compartir lo que saben y los coleccionistas exigen saber y premian a quienes les enseñan. Hoy en día los coleccionistas tenemos muchas bases de datos (incluyendo de monedas falsas) y espacios fácilmente accesibles para poder aprender sobre las monedas y su mercado. Un mercado que se está volviendo más transparente a pasos agigantados. Volviendo al ejemplo anterior, es genial que Áureo & Calicó ofrezca su histórico de remates de manera abierta; es un paso muy importante, pero acorde a los tiempos en los que vivimos. Hacerlo hace 15 años hubiera sido revolucionario y más complicado, pues hubiera requerido una tecnología mucho más costosa que en la actualidad.

Los aspectos que se monetizan también son diferentes de hace unos años. En los años 80 muchos comerciantes de provincias monetizaban el que conocían el valor de las monedas y sus clientes no. Para los coleccionistas de entonces desplazarse era muy caro, los remates de subastas no eran accesibles y resultaba verdaderamente difícil conocer el precio real de las monedas. Así que muchos comerciantes de entonces monetizaban ese tipo de información. Ahora queda alguno así, pero son los menos porque el mercado es mucho más transparente justamente porque hoy se comparte mucha más información. Sin embargo, aparece otro tipo de información que los comerciantes guardan con celo, como es la manera en la que hacen las fotografías. La calidad de las fotografías es una barrera diferencial entre empresas y eso hace que muchos comerciantes no quieran dar ningún detalle de cómo las realizan. Probablemente dentro de unos años esa barrera desaparezca y todo el mundo vuelva a compartir esa información sin ningún tabú.

«Mi negocio no está en saber cosas que oculte a mi público ni a mis clientes, sino en una estrategia de tierra quemada en la que yo voy aprendiendo y voy compartiendo lo aprendido»

Parece que a muchos comerciantes les ha costado entender que el mercado cambia. Pero no hay vuelta atrás: la tecnología actual permite que cualquier pueda publicar lo que quiera teniendo un público potencial enorme. Así que muchos coleccionistas y comerciantes ofrecen abiertamente muchísima información que antes solo era accesible para muy pocos. El que tenga un negocio que se base en tener una información que otros no tienen debe saber que antes o después alguien publicará esa información y su negocio se acabará. Los negocios del siglo XXI se basan en el desarrollo del conocimiento (que no en su retención) y en el trabajo. Es el mundo en el que nos ha tocado vivir y yo -que siempre me he considerado un aprendiz de por vida- me siento muy afortunado por ello.

Particularizando todo esto para el caso concreto de este blog, creo que escribir públicamente todo lo que iba aprendiendo supuso buena parte del éxito de este blog en sus inicios. Fue algo casi revolucionario porque nadie antes lo había hecho en la numismática española. Me llevó muchos años encontrar un balance sano sobre qué contar y qué no. Algunos amigos me aconsejaron que no contase tanto. No faltó quien me amenazó por ello. Por otro lado, había lectores de aquél entonces que se quejaban porque no les decía «a quién dirigirse para que les vendan monedas más baratas»; como si tal cosa existiese.

Mi interés sigue siendo el mismo: compartir todo lo que vaya aprendiendo para aprender entre todos. Lo que ocurre es que ahora tengo que tener mucho más cuidado con eso de afectar a terceras personas. Hace 8 años me leían 3.000 personas al mes. Si contaba algo que había ocurrido y lo anonimizaba un poco se podía sacar una lección aprendida dejando al protagonista en total anonimato. Sin embargo, ahora me leen más de 3.000 personas al día. Las últimas veces que he contado alguna historieta anónima he ofendido a los protagonistas, pues se han dado por aludidos. No es mi interés ofender a nadie, por supuesto. Esto también me hace medir mucho más mis palabras, pues no quiero comprometer a nadie por algo que se interprete que yo pueda estar insinuando. Por poner un ejemplo, hace algo más de un año compartí un enlace público en Facebook y un comerciante me criticó durísimamente en esa misma plataforma; se había enterado porque «decenas de clientes» le habían escrito mensajes privados para notificarle. ¡Y yo solo estaba compartiendo algo que ya era público! En cuanto pude hablé con él para solucionar el tema y evitar problemas, que yo no los quiero tener con nadie.

8 escudos cara de perro, 1747

Por último, que yo comparta información no significa que trabaje gratis. Yo he escrito una guía sobre cómo comprar monedas y he hecho un tutorial sobre cómo tasar monedas. Pero ni voy a decir a nadie cómo comprar más barato ni voy a tasar gratuitamente las monedas de nadie. En este sentido, mi modelo de negocio es coherente con lo que he dicho antes: yo gano dinero por trabajar y por desarrollar conocimiento nuevo, pero este conocimiento una vez desarrollado, lo comparto. Mi negocio no está en saber cosas que oculte a mi público ni a mis clientes, sino en una estrategia de tierra quemada en la que yo voy aprendiendo y voy compartiendo lo aprendido. Quien venga conmigo no lo hará porque yo sepa algo que él no puede saber, sino porque quiera acompañarme en mi aprendizaje. Esta estrategia me obliga a seguir aprendiendo toda mi vida, pues en el momento en el que deje de desarrollar conocimiento se acabará mi negocio. Justamente esa obligación a aprender junto con todos vosotros es lo que más me gusta de este blog.

Las monedas que ilustran esta entrada forman parte del primer volumen de la Colección Fleming, que subastará Áureo & Calicó el próximo 13 de noviembre. Todas ellas son monedas mexicanas rarísimas. Concretamente son 1 real columnario de 1733los 8 reales columnarios de 1733 MX (hablamos de otro ejemplar semejante aquí), los míticos 4 escudos de 1747 «cara de perro» y los 8 escudos de 1747 «cara de perro» (hablamos de otro ejemplar semejante aquí). El pasado mes de julio mostré los oros de esta subasta en vídeo, incluyendo los dos «caras de perro». También comenté brevemente esta subasta en la entrada anterior.

8 comentarios en “Qué publicar y qué callar”

  1. Supongo que tarde o temprano todo se acaba sabiendo y cada vez ocurre con más rapidez. De ahí la necesidad de constante renovación. Creo que el negocio pasa por ser divulgativos porque el coleccionista medio no es un investigador, colecciona a tiempo parcial y busca pautas claras de clasificación o valoración. Por ejemplo, me sorprende que los comerciantes y las casas de subastas no potencien continuamente la creación de materiales divulgativos para ensanchar la base del coleccionismo y sus futuribles clientes. Estos negocios suelen limitar sus publicaciones a meros catálogos clasificatorios o los precios de salida. Quizá tendrían que potenciar la creación de artículos más divulgativos que desvelen el contexto histórico, el proceso de fabricación, aspectos lingüísticos… para llegar a más gente. Hasta ahora todo esto suele quedar en manos de eruditos y entidades más o menos altruistas.

    1. Muy buena aportación. Sería genial, como muy bien dices, que los comerciantes y las casas de subastas publicaran de forma regular artículos divulgativos. Creo que esto, bien hecho, sería un buen gancho para captar a nuevos coleccionistas y fidelizar a otros.
      Sé que, por ejemplo, Tauler & Fau tiene un apartado de blog dónde han publicado algunos artículos, aunque creo que se trata de algo puntual, y no de algo regular y constante, aunque no estoy 100% seguro.
      En cualquier caso, sería estupendo si esto lo hicieran todas las casas de subastas y comerciantes.

      1. Desde mi humilde punto de vista… Entiendo que para ellos patrocinar este blog significa justo eso, ayudar económicamente a alguien para que difunda la afición. Puedes contratar un empleado que genere contenido, pero es mucho más útil patrocinar a alguien que ya tiene el canal, los seguidores y las ganas de divulgar

  2. Un tema muy interesante y seguramente, también muy peliagudo, el que has comentado hoy. Seguro que daría para un debate sin fin y en la que no nos pondríamos todos de acuerdo.
    Al leer el artículo, no he podido evitar que me viniera a la cabeza una frase, que ahora mismo no sé quién me la dijo porqué hace ya muchísimo años, que más o menos venía a decir así: “Tú sabrás todo lo que yo te he enseñado, pero nunca sabrás todo lo que yo sé”.
    Así es cómo estoy yo respecto a ti. Quizás podría llegar a aprender todo lo que has publicado, pero aún y así, no sabría tanto cómo tú. ;-)
    Muy buen artículo para reflexionar.

  3. Parece que está gustando mucho esta reflexión tanto aquí como en Facebook y Twitter.

    @Joan, las casas de subastas tienen un objetivo comercial. Ellos publican mucha información de sus subastas pero no es de esperar que dediquen su jornada laboral a escribir artículos académicos o compendios numismáticos. Saben mucho porque por ellas pasan monedas muy potentes y han visto las mejores colecciones, pero no tienen el tiempo (y, en algunos casos, tampoco las ganas o los conocimientos necesarios, puesto que no es su trabajo) para poder hacer publicaciones de este estilo. Es normal.

    Creo que la solución razonable es que esas casas de subastas apoyen la publicación de artículos e información que divulguen el conocimiento numismático. Podéis ver en los patrocinadores de este blog que la mayor parte de las casas de subastas españolas lo hacen.

    @David, tienes razón: Tauler & Fau mantiene un blog activo desde hace un año ( https://www.tauleryfau.com/es/blog?page=1 ). En este tiempo han publicado 23 artículos. Además, en sus catálogos de subastas en sala incluyen descripciones muy interesantes de las monedas.

    Por la otra cuestión que comentas, hay un tema muy claro: cualquiera que aprenda de alguien, en ese aspecto está por detrás de ese alguien. Por lo tanto, no le va a poder hacer competencia. Creo que esto es una característica distintiva de la competitividad hoy en día en comparación con cualquier otro tiempo histórico: no se es más competitivo por retener más conocimiento, sino por desarrollar nuevo conocimiento.

    Saludos,
    Adolfo

  4. En relación a esta entrada, no me resisto a comentar una anécdota reciente. Un conocido comerciante nacional publicó en su blog una entrada sobre el Centenario. En esa entrada se mencionaba de pasada que cierta serie tenía pequeñas diferencias en el busto según el año. Como se daba la casualidad que yo tenía esa serie completa, y nunca lo había advertido (no son SC) con ocasión de acudir a sus oficinas para abonar y recoger una compra, no pude evitar preguntar por el tema. No me detalló en que consistían esas diferencias, pero me dejó claro que eso le permitía distinguir lo auténtico de lo falso. Me pareció un excelente motivo para un comerciante y un pésimo motivo para el aficionado.

  5. En favor de las casas de subastas, hay que recordar que algunos de sus catálogos són autenticas joyas para el conocimiento numismático. Voy a destacar a Aureo & Calicó por dos docenas de catálogos que no són catálogos sino bibliografia numismática (y ya esto de publicar su histórico es lo más), y más esporadicamente Vico (Huntington o Cores) o Cayon (la de Segovia) han hecho aportaciones importantes. Un caso especial me parece el de Pliego en donde trabaja Ruth Pliego, primera espada en moneda visigoda.

    También he visto cierto patrocinio de Aureo en algunos autores especializados en el aceso a determinadas piezas para su estudio o editoriales vinculadas a casas de subastas que han publicado buén material o reditado obras clasicas (esto con internet como que ya no).

    Pero es verdad, Adolfo, lo que no publican es de donde sacan el género.

  6. Excelente publicación Adolfo, al respecto quiero compartir mi experiencia como coleccionista. En los últimos años me he dado a la tarea de coleccionar la moneda del General José María Morelos y Pavón, llamada SUD Morelos de la Guerra de Independencia, (tema al que ya dedicaste un post). Me he encontrado con poca información al respecto, incluso esa poca remite a las mismas fuentes, redundando en temas o resultando en especulaciones y ambigüedad. Lo anterior considero que ha causado cierto recelo entre coleccionistas que abiertamente afirman no optar por está moneda en su colección. Por otro lado, la casas de subasta (en mi opinión) no logran establecer si una moneda es auténtica, y más refiriéndome a las piezas de plata. Incluso se comenta que en los catálagos de Krause, la pieza de 8 Reales SUD 1813 plata que se presenta como modelo es falsa, así sin más. Toda esta ola de especulaciones impacta de manera negativa la valoración que ésta pieza de colección tiene. Sin embargo, en lo personal, me resulta una de las piezas más atractivas para la colección en el tema del Periodo de Guerras de Independencia de México, ya que las particularidades y en su caso rareza de algunas piezas las hacen simplemente hermosas. Un cordial saludo desde México. Arturo Morales.

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