Las monedas de los enemigos de los severos

Este texto, de mi autoría, fue publicado originalmente en la revista Detección & Monedas.

En un artículo anterior hablaba de las monedas de la dinastía Severa y su coleccionismo. Indicaba que es una dinastía interesante, bastante acotada en el tiempo y cuyo coleccionismo resulta sencillo a pesar de que aparecen bastantes personajes.  Es una colección que puede resultar barata, sobre todo para quienes solo busquen tener una representación de los denarios de cada emperador. Ahora bien, quien quiera hacer un poco más interesante su colección debería buscar complicarla un poco, siempre dentro de sus posibilidades teniendo en cuenta el tiempo y el dinero que pueda dedicar. Esas “complicaciones” acaban siendo lo más interesante de las colecciones, pues es lo que las extiende y las hace únicas.

Una posible manera de extender una colección de los Severos sería ampliándola dentro de la propia dinastía, pues de cada uno de los emperadores y emperatrices hay un amplio abanico de monedas, algunas de ellas muy raras. Otra posible extensión sería entrar en otras dinastías o introduciéndose de lleno en el abrupto periodo de la anarquía militar. Lo que propongo en este artículo es un acercamiento a las monedas acuñadas por los enemigos de los Severos. Creo que es un excelente complemento a las monedas de la dinastía porque aumenta la dificultad –y el coste- de la colección de manera razonable a la vez que ofrece una mejor descripción del final del siglo II y comienzo del siglo III en Roma. Ni qué decir tiene que, en general, las monedas citadas y representadas en este artículo son más raras y caras que las representadas en el artículo sobre la Dinastía Severa. Los coleccionistas interesados en estos emperadores no podrán exigir la misma calidad a estas monedas que a las de los severos, al no ser que estén dispuestos a dedicar años de búsqueda para adquirir cada ejemplar y luego dedicar una suma muy importante en la compra.

Esas “complicaciones” acaban siendo lo más interesante de las colecciones, pues es lo que las extiende y las hace únicas.

En el resto del artículo daré un breve repaso a las monedas acuñadas por los enemigos de los Severos. Las imágenes que ilustran el artículo, salvo que se indique lo contrario, provienen de la casa de subastas Áureo & Calicó, a quienes vuelvo a agradecer su disposición.

Tras el asesinato de Cómodo, Pertinax fue proclamado emperador el 1 de enero del año 193. Para entonces era un hombre maduro que contaba con 67 años. Desde el principio Pertinax fue un emperador austero que quiso poner el orden en la Administración Romana y en el ejército. Pero poner orden en un ejército acostumbrado a vivir bien y no trabajar mucho tenía mucho riesgo a finales del siglo II. Tanto fue así que a los 86 días de su mandato la Guardia Pretoriana asesinó a Pertinax.

Denario Pertinax
Figura 1. Denario Pertinax
Diobol Flavia Titiana Alexandria
Figura 2. Diobol Flavia Titiana Alexandria
Tetradracma Pertinax Junior
Figura 3. Tetradracma Pertinax Junior

Ni qué decir tiene que las monedas de Pertinax son raras. En los menos de tres meses que estuvo en el poder se acuñaron monedas con su retrato en los tres metales, siendo los denarios de plata (Figura 1) los más comunes con diferencia. También se encuentran cobres a su nombre, tanto sestercios como dupondios y ases, si bien estos son mucho más raros. Sus áureos están reservados sólo para los bolsillos más pudientes.

Pertinax, al igual que todo aquél que pudo alzarse con el poder en Roma, quiso formar una nueva dinastía. Por eso, al igual que hicieron los severos, acuñó monedas representando el busto de su mujer, Flavia Titiana, y de su hijo, Pertinax Junior. En un periodo tan corto el volumen de monedas acuñadas a nombre de los familiares del emperador fue realmente pequeño, lo que hace que hoy en día sean de extrema rareza. Curiosamente todas esas monedas se acuñaron en la ceca de Alejandría. La Figura 2 muestra un rarísimo dióbolo a nombre de Flavia Titiana que fue subastado por Heritage en 2009.

En cuanto a Pertinax Junior, es muy curioso que se haya acuñado alguna moneda a su nombre puesto que no fue nombrado César, debido a que su padre consideraba que no se debía dar ningún título sin antes habérselo ganado. Quizá fuera por eso por lo que se le permitió vivir tras el asesinato de su padre, si bien su posterior amistad con Geta le hizo desaparecer cuando cayó este último a manos de Caracalla. Sea como fuere, la cuestión es que en Alejandría se acuñaron unos poquísimos tetradracmas representando a Pertinax Junior, uno de los cuales (subastado por Ars Classica en 2008) se ilustra en la Figura 3.

Una vez muerto Pertinax la Guardia Pretoriana subastó el trono y la subasta la ganó Didio Juliano con una oferta de 25.000 sestercios a cada soldado.  Didio Juliano fue proclamado emperador el 28 de marzo de 193. Tanto su mujer, Manlia Scantilla, como su hija, Didia Clara, fueron también proclamadas Augustas. Pero la situación se torció muy pronto. A los pocos días de comenzar su reinado los ejércitos de las provincias se abalanzaron sobre Roma nombrando a tres emperadores casi de manera simultánea: Septimio Severo en Panonia, Clodio Albino en la Galia y Pescenio Niger en Siria. Poco tardó el Senado en tomar medidas, proclamando emperador a Septimio Severo y dando muerte a Didio Juliano el 1 de junio de ese mismo año.

Los denarios de Didio Juliano (Figura 4) tienen una rareza semejante a los de Pertinax, si bien hay menos variedad de denarios con Didio Juliano y por ello los que se encuentran suelen ser algo más baratos que los de su predecesor. Sin embargo, los áureos y los cobres son todavía más raros que los de Pertinax. En cuanto a los denarios de su familia, al ser su mujer y su hija consideradas augustas desde el primer momento, aparecen representadas en monedas acuñadas en Roma. Tanto los denarios a nombre de Manlia Scantilla (Figura 5, subastado en 2017 por Classic Numismatic Group) como los que representan a Didia Clara (Figura 6) son raros, pero no son demasiado difíciles para quienes los busquen en el mercado internacional.  Los bronces de estas emperatrices son mucho más raros si se pide un mínimo de calidad y los oros pueden resultar misión imposible.

Denario Didio Juliano
Figura 4. Denario Didio Juliano
Denario Manila Scantilla
Figura 5. Denario Manila Scantilla
Denario Didia Clara
Figura 6. Denario Didia Clara

En cinco meses Roma había asesinado a tres emperadores y había nombrado a otros tantos. Ahora era Septimio Severo quien tenía la púrpura, pero había dos usurpadores en las provincias que la reclamaban: Pescennio Niger en Siria, apoyado con tropas por el rey parto Vologases V; y Clodio Albino en la Galia, apoyado también por las legiones de Britania. En un primer momento Septimio Severo se alió con Clodio Albino –ofreciéndole el título de César- en contra de Niger. Tras varias derrotas, Niger fue asesinado en el año 194. Supongo yo que para entonces ya todo el mundo supiera que la paz no sería posible en Roma hasta que Septimio o Albinio desaparecieran. Tal ocurrió en el año 197, cuando las legiones de Septimio Severo vencieron a las de Clodio Albino en la Batalla de Lugdunum.

Pescennio Niger acuñó denarios (Figura 7) en relativa abundancia, y con muchos diseños diferentes, teniendo en cuenta el poco tiempo que estuvo en el poder y sin que nunca lograrse hacerse con el Imperio.  También acuñó algunos áureos, si bien estos son tremendamente raros. Por parte de Clodio Albino, se acuñó moneda a su nombre cuando era César durante el mandato de Septimio Severo (Figura 8) como cuando se otorgó el título de Augusto (Figura 9). No resulta muy difícil encontrar un denario de Clodio Albino, aunque sí si se busca cierta calidad en la pieza. Este usurpador también acuñó sestercios y ases, que resultan mucho más difíciles de encontrar, así como áureos, que vuelven a ser tremendamente difícil y caros.

Denario Pescennio Niger
Figura 7. Denario Pescennio Niger
Denario Clodio Albino como César
Figura 8. Denario Clodio Albino como César
Denario Clodio Albino Lugdunum
Figura 9. Denario Clodio Albino Lugdunum

El breve espacio entre la muerte de Caracalla, en el 217, y la proclamación de Eliogábalo como Emperador, en el 218, lo cubrió uno de los asesinos del primero: Macrino. Este personaje provenía de Mauritania y, a pesar de que su familia no contaba con demasiados medios económicos, había conseguido ascender en el rango social hasta convertirse en prefecto del pretorio con Caracalla y en Emperador después. Como todos los que llegaban al trono en Roma, Macrino intentó crear una dinastía. Para ello nombró César a su hijo Diadumeniano, quien por entonces contaba con 13 años. Ni qué decir tiene que se dio muerte a padre e hijo en cuanto las legiones de Eliogábalo les vencieron.

Denario Macrino
Figura 10. Denario Macrino

Para el poco tiempo que tuvo la púrpura, resulta sorprendente la gran cantidad de monedas que acuñó Macrino. Hoy en día es muy sencillo encontrar denarios suyos (Figura 10). Un coleccionista medio puede perfectamente pretender hacerse con uno en alta calidad. Más raros, pero todavía relativamente asequibles, son sus antoninianos y sus sestercios, si bien en estos últimos costará más encontrar calidad. Los áureos, como casi siempre, son difíciles y caros. Más o menos lo mismo se puede decir de las acuñaciones de Diadumeniano. Sus denarios son algo más raros y caros que los de su padre, pero todavía bastante fáciles de encontrar incluso en calidades curiosas. Los cobres, en cambio, requerirán algo más de paciencia a quienes quieran hacerse con ellos.

Con esto se puede decir que se acaba la numismática de los enemigos romanos de los Severos, pues el resto de usurpadores (hubo varios en tiempo de Eliogábalo y de Alejandro Severo, aunque de algunos se cuestiona su existencia pues las fuentes no son del todo fiables) no vivieron lo suficiente como para acuñar monedas.  Una vez que llegó al poder Maximino I “el Tracio” y se dio muerte a Alejandro Severo, la dinastía Severa ya nunca volvería a resurgir. No obstante, quien busque tener una colección que describa el contexto en el que se enmarcaba la dinastía Severa haría bien en mirar en las fronteras. Concretamente yo invitaría a mirar en la frontera este, pues el Imperio Persa supuso un quebradero de cabeza constante a Roma durante siglos e intervino en la política romana directamente (como en el caso del apoyo a Pescennio Niger) o indirectamente (como el continuo desgaste de muchos emperadores por culpa de las campañas del este). Además, durante la época que nos atañe la historia del Imperio Persa se vuelve muy interesante, pues es cuando cae la dinastía Arsácida y emerge la dinastía Sasánida.

Dracma Vologases V
Figura 11. Dracma Vologases V
dracma Vologases VI
Figura 12. Dracma Vologases VI
Dracma Artabanos IV
Figura 13. Dracma Artabanos IV
Dracma Ardashir I
Figura 14. Dracma Ardashir I

Entender la relación entre el Imperio Persa y el Imperio Romano es mucho más complejo de lo que a priori podría suponerse. Aquí bastará con decir que cuando Septimio Severo llegó al poder el Rey de Persia era Vologases V de Partia, perteneciente a la dinastía Arsácida. Éste fue quien apoyó a Pescennio Niger y quien después aprovechó la debilidad de Roma por sus guerras civiles para anexionarse algunos territorios hasta que los Severos pudieron contraatacar.

Volgases V murió en el 207 y el trono lo heredó su hijo Vologases VI. Pero el hermano de este último, Artabano IV, pronto entró en disputa generando una guerra civil de la que Caracalla quiso tomar ventaja invadiendo Persia. Los hermanos pararon su disputa interna para frenar al invasor común y lograron una gran victoria ante Roma. De hecho, Macrino tuvo que firmar la paz con condiciones muy desfavorables. No obstante, la rivalidad entre los hermanos pronto volvió a florecer. Esta rivalidad supuso un debilitamiento del Imperio Parto, que propició la revuelta desde Fars de Ardashir I. Éste consiguió hacerse con el poder, dando inicio en el año 226 a la Dinastía Sasánida.

Desde mi punto de vista, la moneda persa es la gran desconocida en España. Aquí hay muy pocos coleccionistas y casi ningún comerciante que la trabaje con profundidad. Por eso quien quiera añadir monedas persas a su colección seguramente se verá obligado a acudir al mercado internacional. Quien lo haga se dará cuenta de que no es demasiado difícil, aunque tampoco tarea de una tarde, encontrar dracmas de estos emperadores. Quizá el más complicado de ellos sea Vologases V (Figura 11), pues no suele aparecer mucho en subastas. Vologases VI (Figura 12) y Artabano IV (Figura 13) no deberían suponer un gran problema para los coleccionistas, además de poder encontrar dracmas bonitos a un precio bastante asumible.  Algo más raros son los dracmas de Ardashir I (Figura 14), aunque tampoco supone un gran desembolso hacerse con ellos. Queda bastante claro también, en estas cuatro últimas figuras, la existencia de un continuismo numismático dentro de la dinastía Arsácida y un cierto salto estético (aunque no metrológico) con la llegada de la dinastía Sasánida. Sin duda entender en profundidad estas monedas supone un esfuerzo notable para los ojos de un occidental, pero creo que hay que conocer al Imperio Persa si se quiere conocer el Imperio Romano.

13 comentarios en “Las monedas de los enemigos de los severos”

  1. Hola Adolfo , dime si las Arras Reales se consideran como monedas y se colecionan como tal o solo se hicieron como souvenir, me refiero a la coleccion de plata 925 con cubierta de oro 24 K , yo tengo dudas sobre esto , pudiera usted o los demas colegas del blog , ayudarme .
    Saludos .

    1. Esto no tiene nada que ver con la entrada, pero ya que estamos te respondo: si te refieres a las arras que ha emitido la FNMT, esas no son monedas puesto que no tienen ningún valor facial.

      Saludos,
      Adolfo

  2. Desde mi profunda ignorancia, lo que más salta a la vista de cualquiera, incluso sin el más mínimo conocimiento numismático, es la gran diferencia que hay entre el «retratismo» de las monedas imperiales romanas y sus contrapartidas persas. Que, por otra parte, son mucho más parecidas a las monedas más esquemáticas que emitiría luego Bizancio.

    ¿Una diferencia notable en la tecnología metalúrgica? ¿Una decisión estilística? ¿Diferente importancia política de la difusión de la imagen del emperador? La verdad es que es curioso, porque hay emperadores romanos a los que muchos lectores de este blog reconoceríamos si nos los encontráramos por la calle. Salvo por el pequeño detalle de estar muertos, vaya.

    1. En uno de los últimos números de National Geographic, y en parte en esta entrada…se comenta como el busto y el retrato evolucionaron hacia una perfección en la que se buscaba idealizar al individuo. Cobraba especial importancia los linajes familiares, hasta el punto que se guardaban máscaras en cera de los muertos y se las veneraba en la familia

      1. Pero ¿por qué en Roma? Es cierto que la política romana tenía que hacer descansar la autoridad más en el individuo que en la dinastía, ya que nunca llegaron a asentarse dinastías consolidadas. Pero Bizancio tampoco fué una balsa de aceite. ¿Qué fué lo que hizo abandonar una larga tradición retratista, para asemejarse más a los modelos más simples de sus vecinos? Esa es una pregunta, creo que interesante, que nos presentan las monedas.

        1. Una vez leí de refilón que había cierta polémica entre autores al respecto de por qué el Imperio Romano tardío evolucionó hacia un arte más simbólico y abstracto, dejando de lado la estética realista de los primeros siglos de nuestra era. Al parecer, se consideraba que era influencia de otros pueblos que fueron adoptando en Roma, pero autores más recientes consideran que es un proceso nacido del corazón de Roma. Yo no tengo ni idea del tema.

          Por cierto, este artículo y el dedicado a las monedas de la Dinastía Severa, los escribí inspirado en los primeros capítulos del podcast de El Ocaso de Roma: https://elocasoderoma.com

          Saludos desde Samaipata,
          Adolfo

          1. El motivo es político-simbólico. Hay una diferencia muy considerable entre los emperadores del alto y del bajo imperio: los primeros, dentro de su enorme poder, aún mantienen ciertas formas republicanas y respeto por las tradiciones clásicas del pueblo romano de raigambre «democrática». Los segundos, por el contrario, son soberanos omnipotentes, de corte oriental, cuyo abandono de las formas antiguas es prácticamente total. Esto implica que lo emperadores altoimperiales aún siguen, de alguna forma, la fórmula de primus inter paris propia de los primeros tiempos del principado romano, lo que implica la necesidad de que el emperador, en tanto persona «mortal», terrestre, una suerte de elegido del senado –imperator–, deba ser representado de forma realista en las monedas. Es esa persona, no otra. Sin embargo el emperador bajoimperial es un ser semidivino, a mucha altura sobre sus súbditos, cuyos rasgos faciales carecen de importancia en comparación con el hecho de que él representa a la suprema autoridad imperial. En otras palabras: los rasgos del emperador no importan, importan que es EL EMPERADOR y como tal supremo e incontestatable. Éste es el motivo, por ejemplo, de que los retratos de los cuatro tetrarcas no se diferencien demasiado entre sí; no por falta de pericia de los abridores de cuño (que un poco también) sino porque lo que las monedas querían transmitir es que los cuatro emperadores eran, de alguna manera, el mismo, mereciendo la misma sumisión por parte de sus súbditos, independientemente de sus nombres propios o rasgos físicos concretos. Es el gobierno de la Tetrarquía NO un régimen de cuatro emperadores, de modo que el público imperial no necesita conocer sus caras, le basta con leer sus nombres y observar una efigie regia y autoritaria en el anverso de las monedas.

  3. Gracias, Luis. Creo que esta posibilidad de observar las sociedades a través de sus monedas es, de entre las muchas cosas que me gustan de la numismática, la que más me atrae.

  4. Extraordinario, Luis.

    Muchísimas gracias por la explicación. Ha quedado más que claro. Este tipo de comentarios es lo que hace a un profesional GRANDE. Pocos son quienes son capaces de dar este tipo de argumentos a sus clientes para ayudarles en su afición.

    Saludos y gracias de nuevo,
    Adolfo

  5. Querría añadir que un óptimo libro sobre el Imperio Romano, que trata de esta y muchas otras cuestiones, aunque caro pero para nada pesado de leer, es el Gibbons (Historia de la decadencia y caída del Imperio romano). Quizás algunos lo conocéis aún..

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