Las Medallas de Sir Reginald Huth

Este texto, de mi autoría, fue publicado originalmente en la revista Detección & Monedas.

Una práctica insólita

Allá por el año 1809, en plena Guerra de la Independencia española, el mercader y banquero Johann Freidrich Andreas Huth, de 32 años y nacido en Galicia, se trasladó a Londres. Se casó con Frances Caroline Marshall y de su feliz matrimonio nacieron Charles Frederick, Louis y Henry Huth, quienes no sólo heredaron un buen dinero de su padre sino también la profesión de banqueros. Charles Frederick siguió con el negocio financiero de su padre y además desarrolló un gusto propio por el arte que le llevó a acaparar una buena colección de acuarelas que fue vendida en 1904 por Christie’s. Louis tomó más en serio el coleccionismo artístico y se dedicó profesionalmente a comerciar con pinturas. Por otro lado, Henry era bibliófilo. Charles, el mayor de los tres hermanos, se casó con Manuela Filipa Lorenza Mayfren y tuvieron a Reginald como primogénito, quien acabó siendo uno de los coleccionistas más citados durante el siglo XX, como no podía ser de otra manera en semejante saga familiar.

Sir Reginald Huth nació en 1853 y fue banquero de profesión, al igual que su padre y su abuelo. También heredó el gusto por el coleccionismo y la vinculación sentimental con España. Tal fue así que esa trayectoria familiar le llevó a ser representante del Banco de España en Londres a finales del siglo XIX.

Sin duda alguna Sir Reginald Huth era una persona pudiente, culta y un tanto extravagante. Su afición era coleccionar monedas y medallas, centrándose en Inglaterra, Rusia y Reino Unido, si bien también tenía de otros países así como griegas y romanas. Dentro de su colección se encontraban algunas auténticas joyas, como el mítico soberano de 1879 acuñado para la Exposición Internacional de Melbourne o una medalla única en oro de María Tudor.

Desafortunadamente Sir Reginald Huth padecía una severa misofobia, que es un miedo patológico a la suciedad, los gérmenes y la contaminación. Esa enfermedad le hacía limpiar a conciencia todas las monedas de su colección antes de colocarlas en sus respectivos monetarios. La práctica de limpiar las monedas, ante la que hoy nos llevaríamos todos los coleccionistas las manos a la cabeza, era bastante común entre los coleccionistas de principios del siglo XX. No obstante, los frotados de Reginald Huth debieron ser tan extremos que han hecho que siempre se le cite como contraejemplo de por qué no hay que limpiar monedas. Como no podía ser de otra manera, tal práctica tuvo un impacto negativo en los remates de la colección de Reginald Huth cuando la subastó Sotheby’s en abril de 1927 (tres volúmenes). Poco le importaba a Reginald para entonces, pues el año anterior le había llamado el Señor a su Presencia.

Figura 1
Figura 2
Figura 3
Figura 4

Acuñaciones personales

Curiosamente Sir Reginald Huth no es tan conocido entre los coleccionistas españoles por las monedas y medallas que coleccionó como por las que mandó acuñar. Sus excentricidades le hicieron contactar con el medallista John Pinches para encargarle medallas fantasiosas sin más objetivo que el de satisfacer su gusto personal. John Pinches para entonces era un conocido medallista que había formado John Pinches & Co., una empresa familiar que emitió medallas, tanto oficiales como privadas, desde 1890 hasta 1969, cuando fue vendida a Franklin Mint. Por ejemplo, en la Figura 1 (arriba a la izquierda) se observa una bonita medalla en oro acuñada por John Pinches para la Royal Statistical Society.

El caso es que entre 1890 y 1904 Huth encargó a Pinches bastantes medallas en diferentes metales y con diseños de lo más atrevidos. Existen ejemplares en oro, platino, plata, cobre, níquel, bronce, hierro, paladio y estaño de diferentes diseños fantasiosos. Al ver las medallas parece claro que Reginald Huth tenía una especial sensibilidad por las mujeres y también por España. Eso le hizo dedicar bastantes medallas a Isabel II vistiéndola de un estilo victoriano muy atrevido. Por ejemplo, la Figura 2 (arriba a la derecha) muestra una de esas chocantes pruebas en plata (también existen ejemplares en níquel, cobre y hierro) en la que el anverso muestra a Isabel II con una extraña indumentaria, mientras que el anverso tiene un diseño propio de los cobres isabelinos. No es menos extraño el valor de 4 pesetas que refleja esa medalla. Todavía es más rara la medalla de la Figura 3, también en plata, (hay ejemplares en níquel y cobre), en el que se muestra a una Isabel II más mayor en el anverso mientras que el reverso contiene un diseño basdao en un duro segoviano del siglo XVII.

Otro diseño se muestra en la Figura 4, estando esta vez acuñado sobre un cospel de cobre (también existen ejemplares en oro, platino, bronce y níquel). En este caso se observa a la reina Isabel II y el escudo propio de España de principios del siglo XX.

«La práctica de limpiar las monedas, ante la que hoy nos llevaríamos todos los coleccionistas las manos a la cabeza, era bastante común entre los coleccionistas de principios del siglo XX…»

Reginald Huth también dedicó una medalla al niño Alfonso XIII, que se puede ver en la Figura 5. En este caso el diseño de toda la moneda parece coherente con una misma época, si bien no deja de ser una invención. Incluso se añadió una “L“ bajo el escudo para indicar que fue acuñada en Londres. La moneda de la Figura 5 está acuñada en estaño, pero existen ejemplares en cobre, hierro y platino. Por último, y quizá lo más curioso de todo esto, Huth homenajeó a la reina regente Maria Cristina con una medalla en la que realmente sale bastante favorecida (Figura 6).

Pero Huth no sólo representó monarcas y diseños españoles, sino que también homenajeó a Isabel I de Inglaterra con medallas de oro como la representada en la Figura 7. En otras se centra en Jorge V como en la Figura 8. Incluso llegó a mandar acuñar una medalla de oro representando a la Princesa Kaiulani (Figura 9), pretendiente al trono de Hawaii y cuyo nombre de pila no me puedo reprimir de reproducir: Victoria Kawekiu Lunalilo Kaianinuiahiiapaiapa Kaiulani. Mas el colmo de la extravagancia es la medalla representada en la Figura 10, en la que se muestra en el anverso a Jorge V y en el reverso un diseño propio de un duro “tipo María“, como los acuñados en Segovia a finales del siglo XVII. Se ve que al bueno de Reginald le gustaban los diseños segovianos; no tenía mal gusto.

Figura 5
Figura 5
Fiig 6
Figura 6
Figura 7
Figura 8
Figura 8
Figura 9.
Figura 9
Figura 10.
Figura 10

Otro último grupo de medallas sirvieron para que Reginald Huth homenajeara a su familia. Vemos en la Figura 11 una medalla en las que se homenajean las bodas de oro de sus abuelos. La Figura 12 es un tributo a su madre. Por último, la Figura 13 presenta un homenaje al propio Reginald Huth conmemorando los cinco años transcurridos desde su bautismo en Córdoba. Ya dije que el tipo debía ser un personaje bastante raro.

Figura11
Figura 11

Otro último grupo de medallas sirvieron para que Reginald Huth homenajeara a su familia. Vemos en la Figura 11 una medalla en las que se homenajean las bodas de oro de sus abuelos.

Figura 12
Figura 12

La Figura 12 es un tributo a su madre.

Por último, la Figura 13 presenta un homenaje al propio Reginald Huth conmemorando los cinco años transcurridos desde su bautismo en Córdoba. Ya dije que el tipo debía ser un personaje bastante raro.

Figura 13.
Figura 13

Consideraciones de su legado

Todas estas medallas las mandaba hacer Sir Reginald Huth por puro entretenimiento. Si bien luego despertaron el interés de algunos coleccionistas de medallas, desde un principio los catálogos las citaron como fantasías e invenciones de un tipo con pasta que no tenía nada mejor que hacer. Lo que pasa es que después muchos comerciantes se han esforzado por confundir a los coleccionistas tildando a estas medallas de “pruebas”, “pruebas de Reginald Huth”, “pruebas no adoptadas” y cosas semejantes. De hecho, las casas de subastas muchas veces colocan estas medallas en la sección de las monedas del reinado de Isabel II o de Alfonso XIII, lo cual confunde al coleccionista, en vez de colocarlas en la sección de “medallas extranjeras” u “otras efimérides”, que es donde deberían ir.

El coleccionista debe tener claro que son medallas bonitas y muy raras porque se hicieron en una tirada que simplemente pretendía satisfacer a un único coleccionista caprichoso. Pero la finalidad de dichas medallas es particular y simplemente lúdica. Desde el punto de vista histórico o numismático no tienen una trascendencia tan importante como las pruebas realizadas por los grabadores oficiales de las cecas, de las que hay bastantes pertenecientes al siglo XIX. No tiene nada que ver unas medallas hechas para sí mismo por un millonario fantasioso a principios del siglo XX, por muy buen gusto que tuviera, que las pruebas realizadas durante el reinado de Isabel II por el Departamento de Grabado o las pruebas realizadas por grabadores como Fernández Pescador o Luis Marchioni. Es obvio que el contexto de la producción es distinto y la trascendencia histórica también. Sabiendo esto se hace difícil entender los altos precios que alcanzan las medallas de Reginald Huth en las subastas públicas.

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6 comentarios en “Las Medallas de Sir Reginald Huth”

    1. Es claramente un error por mi parte, pero aquí no tengo la bibliografía que consulté al respecto…
      Ando saltando de aeropuerto en aeropuerto. Ya llevo tres seguidos; un vuelo más y estaré en Madrid.

  1. El reverso de la figura 10, está reacuñado sobre el del doble florín de Jorge V inventado por ese señor.

    El reverso de la figura 3 es precioso, recuerda mucho al Real Ingenio, de esas creo que tiene una nuestro amigo Emi.

  2. Un articulo muy bueno, felicidades.
    Siempre pensé cuando veía esas pruebas en los catálogos o PDF de las diferentes casas de subastas, que eran pruebas mandadas realizar por los diferentes y convulsos gobiernos del país en aquellos años.
    Gracias por quitarme un poco de la gran ignorancia que uno tiene.

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