Cuándo decimos que una moneda es rara

Onzas segovianas y el calificativo de su rareza

La revista Panorama Numismático describió la subasta de Áureo & Calicó de julio de 2017 (yo también lo hice) de la cual, uno de los mejores lotes era la onza segoviana de 1687/3 (que ilustra la entrada) y que fue catalogada por la casa de subastas como «muy rara». Esto hizo que el siempre incisivo Glenn Murray escribiera en su muro de Facebook quejándose del poco rigor a la hora de utilizar ese calificativo. Su argumento viene a ser que en 1687 se acuñaron en la ceca de Segovia 452 kilos de oro, más del cuádruple que en cualquier otro año. Por lo tanto, según Glenn Murray, esa moneda no es muy rara sino que se trata de una pieza común si se compara con otras onzas segovianas.

En efecto, las onzas segovianas de 1687 son las más comunes de esa clase (onzas segovianas). No sólo  porque es el año en el que más onzas se acuñaron, sino porque el índice de supervivencia es similar al de otras onzas segovianas. No cuesta demasiado encontrarlas en subastas, pues se suele ver un par de ellas al año. Por lo tanto son monedas que, si se tiene paciencia, se pueden encontrar a un precio razonable en el mercado. Salvo circunstancias donde se busque una alta calidad, en cuyo caso habría que cazarla al precio que sea cuando aparezca. Por lo tanto, digo con esta onza lo mismo que dije con el duro de 1869: en sentido estricto no es una moneda rara, pues a base de chequera se podría comprar un ejemplar. Ni qué decir tiene que yo no recomendaría comprar el ejemplar que se subastó porque supone un desembolso importante y las hojas que presenta dificultarían su venta en el mercado internacional. De hecho, en la subasta quedó desierto.

Onza segoviana 1687

No obstante, me parece muy razonable decir que una onza segoviana de 1687 es una moneda muy rara, al igual que cualquier otra onza segoviana. Aún considerando que se podría apuntar que la fecha 1687 es la más común dentro de la enorme rareza de esa serie.

Entonces, hay que entender que para el caso que nos atañe, esta discusión es bastante infructuosa. En primer lugar porque el el sentido del calificativo «raro» -al igual que «escaso», «extremadamente raro», «inusual» o cosas semejantes- es vago en donde se encuentre. Se trata pues de términos que utilizamos en nuestro lenguaje cotidiano sin un significado concreto. Decimos cosas como «es raro que llueva en agosto», lo cual puede significar que llueve un día en agosto cada 50 años o que de los 31 días de agosto lo normal es que sólo llueva en 2 o 3. Pues lo mismo ocurre aquí, no se puede pretender utilizar un término tan vago en un texto académico.

¡Pero es que una subasta no es un ambiente académico! … ¡Una casa de subastas busca vender monedas igual que cualquier comerciante!

Por lo tanto, hay que entender que una casa de subastas indica «raro», «muy raro» o cosas así sólo para informar -o persuadir- (como queráis) a sus clientes sobre el valor de una pieza en particular. También es una estrategia muy popular entre muchos comerciantes autónomos a la hora de hacer una venta. Serán muchos los coleccionistas que hayan oído decir que el céntimo de 1911 es una moneda «rara», o que el de 1906 SMV es «rarísimo» (por no hablar de la famosa peseta de Benlliure). Esto es algo muy común que hacen los comerciantes para facilitar la transacción y para que sus clientes queden satisfechos con su nueva adquisición. Cuando quieren ser específicos, las casas de subastas dicen cosas como «se conocen 8 ejemplares», algo que a los comerciantes autónomos rara vez se les escucha.

No hay que darle más vueltas.

Escalas de rareza

En cuanto a los catálogos numismáticos, algunos de los generalistas (dos ejemplos y otro más) incluyen precios pero cuando la rareza de la moneda es rara, simplemente indican su rareza con alguna notación (e.g. «R», «RR» y «RRR»). La falta de rigor en esos catálogos es de sobra conocida y también comprensible, por lo que no es razonable esperar que vayan a cuantificar la rareza de las monedas. Pero hay otros catálogos más específicos que sí lo hacen, proporcionando una escala de rareza cuya resolución dependerá fundamentalmente de la serie que describa. Esa escala se define en la introducción del catálogo.

Por poner dos ejemplos que lo ilustran, en el libro de Olivares sobre acuñaciones españolas a martillo sobre suelo italiano se indica la siguiente escala:

U: Hasta el momento único ejemplar conocido.
R5: 2 a 10 ejemplares conocidos.
R4: Extremadamente rara.
R3: Rarísima
R2: Muy rara.
R: Rara.
EE: Muy escasa.
E: Escasa.
C: Común.

Mientras que en el libro de Lázaro sobre redondos se indica esta:

RU: Única. Quizá pueda existir otro ejemplar aunque no está contrastado.
RX: Rarísima. Nunca más de 3 ejemplares conocidos.
R4: Muy rara. Entre 3 y 4 ejemplares conocidos.
R3: Rara. Entre 4 y 6 ejemplares conocidos.
R2: Escasa. Entre 6 y 9 ejemplares conocidos.
R1: Común. Más allá de 10 ejemplares conocidos.

Hablando de esto con Olivares, me dijo que había intentado cuantificar hasta R4, entendiendo que un R4 eran monedas de las que se conocían menos de 20 ejemplares. A las demás simplemente indicaba el grado de rareza atendiendo a su frecuencia de aparición en subastas. Es normal, no es razonable intentar cuantificar la cantidad de ejemplares de todas las monedas que se describen en su catálogo. Sin embargo, Lázaro ha hecho un catálogo de monedas que son raras o rarísimas todas ellas. De pocos redondos se conocen más de 10 ejemplares. Eso hace que lo que en el libro de Olivares es un «R4», en el de Lázaro sea una moneda «Común». Es algo que tiene lógica porque de muy pocos redondos se conocen más de 10 ejemplares, permitiendo cuantificar el número que se conoce de cada tipo y requiere de una escala con una resolución mucho mayor. Como curiosidad, vemos que uno de los pocos tipos calificados como «común» por Lázaro es el redondo de 1657 de Potosí. Sin embargo, cuando aparece en subastas viene tildado como raro. Es normal.

Finalmente, vemos también cómo en la próxima subasta de Catawiki (que cierra este domingo) aparecen muchas monedas descritas como «muy rara». Entre ellas estos 50 centavos de 1885, siendo éste un ejemplo más de lo vago que puede llegar a ser ese término.

50 Centavos de 1885

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13 comentarios en “Cuándo decimos que una moneda es rara”

  1. MARCOS MARTINEZ SANTOS

    Cada uno puede hacer su propia escala de rareza, edite o no un libro, pero creo que catalogar esa onza como muy rara es exagerar y con rara le llegaba de más. Ni que decir que catawiki diga que 50 centavos de peso de Filipinas sea muy raro ya es tomarnos por tontos, si acaso podrían decir muy rara en esta conservación, que tampoco es el caso. Tambien la catalogan como EBC+ y para mi es EBC.

  2. Creo que la rareza debe medirse estrictamente en el número de ejemplares existentes. A veces es difícil saberlo, otras veces no. Pero estimando cuantas han salido a la venta en los últimos 10 años se podría suponer. Que aparezca varias veces en un año a la venta, puede que simplemente ese año sea una excepción. Por otra parte que sea de extrema rareza un ejemplar no significa que sea difícil de adquirir para cualquiera que tenga suficiente dinero, no es lo mismo dificultad en adquirir que rareza en términos de ejemplares existentes. Puede ser rarísima y fácil de comprar (si dispones del dinero suficiente) porque hay muchos vendedores dispuesta a venderla al precio adecuado. También hay que tener en cuenta que a veces no se vende a los precios de salida y vuelve a salir a venta, o inversores/expeculadores la compran y la venden más tarde para sacar beneficio. Para dar datos exactos de los 8 Escudos. 1687 o 1687/3, en los últimos 10 años ha salido la venta 15 veces. Yo la clasificaría como rarísima si existen 20-50 ejemplares. Pero también diría que es fácil de conseguir en estos momentos porque quizá pocos compradores están dispuestos a comprarla, quizás en unos años sea imposible adquirla porque tiene mucha demada, y nadie quiere deshacerse de ella.

  3. Una posible definición de rareza según mi criterio:

    Se entiende la escasez de un determinado tipo de moneda. El interés y la cotización de las piezas dependen en gran medida de este factor. Para expresarlo he establecido el siguiente código:

    U Ejemplar único 1 ejemplar
    R5 Pocos ejemplares 2-5 ejemplares
    R4 Extremadamente raro 6-20 ejemplares
    RRR Rarísima 20-50 ejemplares
    RR Muy rara 50-100 ejemplares
    R Rara 100-500 ejemplares
    E Escasa 500-2.000 ejemplares
    C Común Más de 2.000 ejemplares

    La rareza también debe valorarse dentro de cada grado de conservación. Una moneda común (C) en estado MBC, podría ser escasa (E) en estado SC. Normalmente cuanta mejor es la conservación mayor rareza.

    La rareza no tiene porqué depender del número de acuñaciones realizadas. Ya que los ejemplares acuñados son retirados de la circulación y destruidos cuando se sustituyen por nuevos tipos. Puede que se hayan acuñado millones de monedas de un año y tipo, pero que solamente se conserven unos miles en la actualidad.

    La rareza no siempre marca el precio de una moneda, aunque es un buen indicativo. El precio depende siempre de la oferta y la demanda, e incluso estas también pueden variar a lo largo de los años.

  4. Adolfo Ruiz Calleja

    Yo creo que ambos comentaristas están fundamentalmente de acuerdo con lo expuesto en la entrada: la rareza no deja de ser algo subjetivo y es cuestión de cada cual definir, según un criterio claro o no, lo que considera una moneda rara. A más de uno he escuchado decir que las 100 pesetas de 1969 es «muy rara», cuando es una pieza que se ve en casi todas las subastas y a veces más de una.

    También es cierto lo del grado de conservación. Hay series en las que cualquier moneda a partir de cierto grado es rarísima. Ya lo hemos dicho muchas veces. Buenos ejemplos son los vellones de los Austrias, las piezas íberas…. e incluso los duros del siglo XIX para quien quiera ejemplares PROOF.

    Saludos,
    Adolfo

  5. Hola a todos , en mi pais Cuba existen dos monedas catalogadas como muy raras que son , el peso plata de 1937 (conocido como ABC) y la moneda de oro de 20 pesos de 1916 que es extremadamente rara , por supuesto son monedas raras pues el numero de piesas es relativamente poco .un saludo

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Hay algunas piezas de oro cubanas que suelen ser tildadas como «rarísimas» por casas de subastas. Pero supongo que sean emisiones conmemorativas y por eso no las cuentes.

  6. Hay otro factor de relatividad y subjetividad: la capacidad productora de un país o de una ceca en relación a la demanda de esa serie.

    Así, una ceca de poca producción tendrá piezas consideradas comunes a pesar de que el número de ejemplares en el mercado tendrían alguna consideración de rareza si nos estuviéramos refiriendo a las de otro centro productor.

    Pienso que ello es debido a que, en este caso, la rareza está relacionada con la capacidad de satisfacer la demanda, si la abastece será considerada común, en cambio si no puede será rara.

    Supongamos ahora que esa pieza que hasta ahora satisfacía sobradamente la demanda de los cuatro freakis que la coleccionaban, por lo que sea, se pone de moda entre sectores voluminosos de coleccionistas, en ese momento esa pieza, que hasta ese momento era considerada común, pasará a ser rara de algún modo.

    Se podrá decir que esto habla más de la moda que de la rareza pero, en los términos coloquiales y comerciales descritos por Adolfo, no me lo parece, sino más bien afecta al código comunicativo del vendedor que con estas expresiones, en muchas ocasiones, resumen un conjunto de factores que afectan a la deseabilidad de la pieza.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Esto también es cierto: en las series más coleccionadas se suele indicar como «raras» monedas que no lo son tanto a juzgar por el número de piezas que hay en el mercado. Buen punto.

      Por cierto, Mir, encantado de leerte. Tus comentarios siempre son muy interesantes.

    2. Lo que comentas que la demanda comercial afecta a la clasificación de rareza de la moneda es algo que ya sospechaba. Por ejemplo, el duro de Amadeo I de 1873 se clasifica una y otra vez como «rara» o «muy escasa» en cuyo caso no deberían haber más de unos 250 ejemplares conocidos cuando me parece obvio, ya que es una moneda que sale en casi todas las subastas españolas, que su número real tiene que ser algo mayor. Pero como es una moneda muy apreciada por los coleccionistas del centenario, si el precio de salida es correcto, casi nunca su lote queda desierto.

  7. La historia de no acabar. Gran entrada por cierto. En los Estados Unidos utilizamos dos tipos de rareza, la absoluta y la de condición. La absoluta es la descrita por la entrada y otros comentarios. La de condición depende del grado de la moneda (por ejemplo los 8 reales de Iturbide en México 1823 es relativamente común, pero en MS66 es una rareza de condición, probablemente única si existiera). Las casas de subasta tratan de informar si se trata de una rareza (en cuyo caso generalmented dan raz del comentcomentario) o rareza de condición. Pero aún aquí se abusa de la rareza en las descripciones.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Como siempre EEUU nos lleva ventaja. Allí las empresas como NGC y PGCS publican recuentos muy detallados de las monedas que pasan por sus manos. Así se puede estimar muy bien la rareza de una moneda y la rareza relativa a su calidad.

      Algo así sería imposible en Europa.

      1. Los censos de NGC y PCGS son poco confiables debido a que muchas monedas son re enviadas con la esperanza de mejor grado, algo que ocasionalmente ocurre. Sin embargo en lo que corresponde a monedas no Norteamericanas la situación no es tan grave aunque el problema existe, uno puede darse idea en los censos sobre las rerazas absoluta y de condición.

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