Duros en la sobremesa de Enrique

Enrique me ha mandado un e-mail de lo más tierno:

Buenas tardes,

En primer pido perdón por mi desconocimiento en este mundo.

Te pongo en antecedentes; mi señor padre, hoy día con 80 años y con un estado de salud envidiable, siempre desde que yo era niño nos decía que tenía unas monedas escondidas en casa que valían mucho dinero. Asunto, que hoy día, y tras tantos años, no hacía más que amenizar las sobremesas de los domingos y fiestas de guardar.

Esta misma tarde lo hemos picado para que las sacara y viendo las monedas queda claro que son antiguas, con total seguridad originales y no falsificaciones por la suciedad que llevaban, pero con suavidad y algo de bicarbonato le hemos devuelto el color.

Me gustaría saber si sería posible contactar para enviarte fotos o lo que necesites para que nos puedas informar sobre su autenticidad, con el fin de poder iniciar un proceso de tasación de las mismas… en principio sin ánimo de venderlas pero si el de esclarecer la cabezoneria de mi padre.

Monedas:
Amadeo I Rey de España 1871, 5 pesetas.
Alfonso XIII 1893, 5 pesetas.
Alfonso XIII 1888, 5 pesetas.
Alfonso XII 1881, 5 pesetas.
Isabel 2ª 1859, 20 reales.
5 pesetas LM 1870/ y dos de 1869.

Mi padre las recibió de su padre cuando era un niño y las guardo.

Muchos lectores ya tendrán una sonrisa dibujada en la cara solo con haber leído este texto. Os aseguro que son situaciones muy normales y que todas las semanas recibo mails de este estilo, aunque no con una redacción tan cuidada.

Le dije que las de 1869 seguramente sean falsas y su respuesta fue la siguiente.

Lo de que sean falsos me deja un poco choff :(.

Según mi padre pasaron de su abuelo a su padre y así sucesivamente. Pero te envió fotos.

Lo de la limpieza es que mi mujer empezó a limpiarlas frotándolas con bicarbonato. No sé si hizo bien o no. Pero están bien conservadas.

Las fotos son las que aparecen aquí. Menos mal que no valían nada porque si no el bicarbonato las hubiera destrozado.

Total, que esta vez maté la ilusión de Enrique y de su padre, algo que no me atreví a hacer a la cara. Seguramente en esa familia la sobremesa de los domingos dejen de estar amenizadas por el enorme valor de unos duros del siglo XIX y pasen a amenizarse por la tomadura de pelo de hijos y nietos hacia el abuelo. Pero con todo el cariño del mundo, con esa risa y esa mirada que quieren decir: «¡ay alma de cántaro! ¡tú que pensabas que guardabas un tesoro!».

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

5 pesetas

Y para que veáis que no es un caso único, sino que es algo bastante común, os dejo otro mail que me mandó otra persona hace muy poco.

Hola, mi nombre es XXXXXXXXXX hace mas de 25 años, heredé de mi abuelo un pequeño paquetito con monedas, él siempre hacia hincapié en una, decía que era un error único, y que no la vendiera. Siempre tuve curiosidad si la historia era cierta o no, evidentemente la moneda es diferente a la original, no en cara ni escudo ni nada de eso, es que yo he visto la original y es fina como las q usamos ahora, esta moneda que yo tengo esta acuñada doble, le paso fotos por si me puede aconsejar, no por el valor, pies ya le digo que no la vendo, solo por saber si su rareza es tal y como me contaba mi abuelo. Un saludo y gracias.

Os dejo el supuesto «error único».

moneda Isabel II falsa

moneda Isabel II falsa

moneda Isabel II falsa

12 comentarios en “Duros en la sobremesa de Enrique”

  1. Lo que no me queda claro de este último mensaje, debido a la manera en la que se expresa, es si la moneda tiene doble grosor en el canto, o cuádruple grosor. Es decir, ¿si son dos monedas, cada una de ellas con un canto más del doble de lo que sería una original, una puesta encima de la otra (que es lo que parece en la segunda foto) o es una moneda que parecen 2 unidas, con esos enormes cantos?

    Hubiera sido bonito que fuese o fuesen ponderales de 100 reales de Isabel, que es lo que parecen, más que falsas de época.
    me supongo que de no ser así, el falsario dejo su trabajo en la primera fase…ya que, ¿cómo iba a colar este tipo de moneda con dicho grosor? Es de locos.

    Como dato curioso, ya sabréis que este tipo de moneda fue bastante falsificada, encontrándose bastantes de ellas con núcleo de platino, algunas revestidas con oro y otras » a pelo»…casi siempre más difícil de adquirir económicamente que las originales.

    Saludos

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Mira tú, eso no lo sabía.

      He visto muchas de estas fichas, así que supuse que habrían sido emitidas por algún periódico o así, pero no sabía que eran para un juego de damas.

  2. Hablas de que es algo común lo del abuelo etc. Mi punto de vista es que puede que en algún caso sea cierto, pero que la mayoría ni hay abuelo ni abuela.

  3. En mi caso sí hubo abuelo, sí heredé billetes y monedas. De pequeño pensaba que tenía un fortunón. Entre ellas un 2 escudos de Carlos III. Oro del s. XVIII!!!, eso debe de costar una pasta!!!, y duros de plata del s.XIX… además guardaba todas las monedas de 10 pesetas que caían en mis manos, pensaba que cuando pasaran 20 años esas monedas terminarían revalorizándose mucho. iluso de mí.

    También recuerdo coleccionar las pesetas plan completista, por años, tipos, pero de vez en cuando tenía que sacrificar alguna de 500 pesetas para poder pagar el botellón.

    Pensaba que mi colección de moneda circulante extranjera valdría un dinero (algo al menos), tenía monedas de más de 200 países distintos y más de 2000 monedas diferentes. Ya ves, eso hoy día se vende al peso!!

    En fin, cosas de la edad. Hoy día es muy fácil valorar una colección con internet, no entiendo cómo hay quien sigue pensando que tiene un tesoro guardado en los cajones y no se molesta en buscar el valor por la red.

    1. Qué bueno lo de sacar una moneda de 500 para el botellón! Yo hacía lo mismo! Qué recuerdos… Completismo del Juancar, acaparación de monedas de 10 pesetas, kilos de chatarra extranjera… Qué fácil era entonces

  4. No se puede esperar que alguien sin un mínimo conocimientos de numismática pueda valorar sus monedas correctamente, porque ya sabemos lo que pasa, descubren que una de sus monedas es parecida o «igual» a la que aparece en una página web valorada en muchísimos euros y ya concluyen que la moneda que tienen en sus manos cuesta un pastón.

  5. Adolfo Ruiz Calleja

    Lo de gente que se aventura a tasar las monedas por su cuenta llegando a la conclusión de que tienen un tesoro y que todos los demás les quieren engañar, es todo un clásico. No hay semana que no reciba un par de correos de ese estilo.

    Pero esta historia me parece mucho más bonita. Un abuelo diciendo a la familia durante décadas, con toda su ilusión, que tiene un tesoro escondido. Al cabo de un tiempo las enseña y resulta que esas monedas no valen ni para pagar la cena que están comiendo. Todo un chasco, pero seguro que en esa familia quedará durante generaciones la historia de las monedas del abuelo.

    Saludos,
    Adolfo

  6. Esto de encontrar monedas falsas en una colección (tesorillo) creo que es de lo más habitual. En un tesorillo que heredé había una moneda de 5 pesetas, otra de 2 escudos de Isabel II y 5 francos franceses. Las he guardado en un caja que pone falsas junto con un par de monedas de dos euros falsas.

    Un día vino un amigo con una moneda que encontró en un cajón de casa su abuela. Era una reproducción que hizo la Vanguardia hace años … Lo divertido del caso es que creo que eran de plata.

    Saludos

  7. Pues sí, según leía se me iba esbozando una sonrisa… hasta que he llegado a la palabra ‘bicarbonato’. Y se me ha helado.

    En casa también teníamos una ‘pequeña fortuna’ con una historia familiar detrás. Mi bisabuela reunió cierta cantidad de duros de plata, que probablemente constituyeron su dote o algo así, y que, cuando falleció, pasaron a mis abuelos paternos. Hablamos de la Andalucía profunda de la inmediata posguerra civil. Cuando mi abuelo enfermó de tuberculosis, mi abuela fue tirando de esos duros de plata, uno a uno, para sufragar el sustento de la familia y los gastos médicos. Se los gastó todos, perdió toda esa pequeña fortuna, a excepción de cinco de ellos (cuatro amadeos y uno del gobierno provisional) que aún conservaba cuando ella y mi padre, entonces un adolescente, emigraron a Barcelona. Mi abuela, por supuesto, procedente de una generación (nació en 1906) para la que un duro de plata era un duro de plata, creía tener un pequeño tesoro. Esos cinco duros de plata, que hoy conserva mi padre como una reliquia, y que mi abuela, en su desconocimiento, limpiaba de vez en cuando con bicarbonato en la creencia de que la plata brillante vale más, están hoy tan desgastados y sin pátina que no tienen más valor, medido en términos meramente económicos, que el del peso del metal fino. Y sin embargo, hablan; cuentan una historia como supervivientes de tiempos difíciles, de estrecheces, penuria y hambre, que ninguna moneda en calidad SC es capaz de contar.

  8. Buenas tardes,

    Cuando falleció mi abuelo, mi padre encontró multitud de monedas, sobretodo de Franco. Yo ya coleccionaba monedas y nunca tuve ni idea de que mi abuelo coleccionaba también. Mi padre si sabía del asunto y se fue directo a por un álbum en el que estaban todas las monedas «más valiosas». Cuando me enteré del asunto, quise verlas y básicamente no quiso enseñármelas (soy muy dado a la compraventa y tenía miedo de que las largase a la primera de cambio). Solo me dijo que había buscado en la web y que había alguna que superaba los 3000€. Yo que empezaba en esto, me sorprendió y después de darle mucho la vara me dejó verlas. Eran unas 20 monedas tipo duro, siendo una de Carlos IV 1790 y otras 3 de 20 Reales de Isabel II, el resto duros del Centenario. Nada más verlas, le miré con cara de «Te la han colado macho…». Así que me fui a por una báscula y a por el imán de la pizzería al frigorífico. Mi padre es químico así que no hubo que explicarle nada cuando el imán se iba pegando una a una en todas y cada una de las monedas. Con todo y con eso, no me las quiso dar por si le estaba engañando… tiempo después me las dio para que las guardase como recuerdo y ahí están en mi álbum.

    Siempre me quedará la duda de si mi abuelo era consciente de la falsedad de las monedas o se la colaron por toda la escuadra.

    saludos

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      ¡Qué buena historia!
      Puedes considerar que, tanto si tu abuelo era consciente de que eran falsas como si no, él era feliz con sus monedas.

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