Los contactos de los coleccionistas especializados

La semana pasada publiqué una entrada en la que hablábamos de los coleccionistas aislados. Estas entradas metodológicas suelen dar pie a debates interesantes porque todos podemos opinar sobre si nuestra experiencia encaja más o menos con lo que describo en la entrada. En el caso de la entrada que cito, los comentarios fueron muy buenos y entramos con ellos en el debate de si las subastas son realmente más caras que los comerciantes autónomos. Tuve que hacer una puntualización necesaria para completar lo que decía el texto. Sigo ahora a una discusión más general sobre ese mismo tema.

Si seguimos el criterio de clasificación de monedas según su oferta y demanda podemos decir que la inmensa mayoría de los coleccionistas buscamos monedas de oferta media y demanda media o alta. Estoy seguro de que si cito unas cuantas series abarcaría a la inmensa mayoría de los lectores de este blog: Centenario de la Peseta, denarios, durillos, 8 reales, bajo imperio, onzas, sestercios, moneda griega, «un poco de todo«… dentro de estas series cada cual ajustará la calidad a su bolsillo, pero estamos hablando de coleccionistas que en cualquier subasta o convención encuentran decenas de monedas que les encajarían.

En estos casos las monedas tienen un precio de mercado bastante concreto. Digamos que su margen de precios razonables es muy estrecho puesto que no son monedas raras. Pongamos como ejemplo un durillo corriente en MBC+ (como el de la siguiente imagen, subastado por Martí Hervera y Soler & Llach). Vemos cualquier catálogo de subastas y encontramos un puñado, sabiendo a ciencia cierta que sus precios de remate van a rondar entre 120 y 160 euros. Vamos a cualquier convención y hay varios comerciantes los tienen en sus mesas y nos piden entre 180 y 200 euros por ellos (precios finales tras «regateo razonable«).

medio escudo Madrid 1744

Seguro que llegando hasta aquí hay lectores que me ponen dos pegas:

La primera es que si bien es cierto que algunos comerciantes serán honestos otros muchos aprovecharán la venta privada y oculta para meter un MBC- como MBC+ (o un MBC+ como un SC-) al pringa’o que acaba de empezar. Cierto es que hay quien lo hace, pero yo me quiero ceñir a vendedores serios.

La segunda es que si hay durillos que se venden en subastas por 120 euros más comisión (unos 145 precio final), no tiene sentido pagarlos entre 180 y 200 euros. Es mucho mejor esperar a comprarlos baratos en una subasta.

Este segundo punto tiene cierta lógica y de él se deriva en una estrategia que siguen muchos coleccionistas: pujan por muchas monedas a un precio muy barato entendiendo que se llevarán un pequeño porcentaje de ellas. Por poner un ejemplo, si en una subasta hay 20 durillos, pujan los 20 por 120 euros y es de esperar que el coleccionista se lleve entre un 0% y un 20% de lo pujado (es decir, entre ninguno y cuatro durillos). Con esta estrategia el coleccionista se puede ahorrar razonablemente entre un 10% y un 20% en la compra, pero tiene sus inconvenientes: no sabe qué monedas va a comprar, no sabe cuándo las va a comprar, tiene que estar pendiente de las subastas que vayan apareciendo…

En cualquier caso, no por seguir esta estrategia de compra las monedas pasan a venderse baratas. Si alguien puja 20 durillos en MBC+ a 120 euros y se hace con 2 de ellos, esto significa que 18 de los 20 durillos se han rematado más caros de esos 120 euros. ¡Que nadie diga entonces que es «normal» rematar durillos en MBC+ por 120 euros! Y, claro está, el problema se encuentra cuando no queremos «comprar un durillo» sino cuando queremos uno en concreto (v.g. Sevilla 1754). En ese caso, si lo queremos habrá que pujarlo más fuerte y raro será que nos hagamos con él por menos de 180 euros, que es aproximadamente lo que nos pediría un comerciante serio por él.

Una de las grandes ventajas de quien quiera hacer una colección de este estilo es que la compra de las monedas no requiere un esfuerzo considerable. Es muy fácil encontrar esas monedas. Uno puede dedicar una tarde al mes a mirar las subastas que vayan apareciendo, puja por las monedas que considere y Santas Pascuas. O quizá prefiera hacer compras privadas, pase de mirar catálogos de subastas y simplemente vaya de vez en cuando al mercadillo o a las convenciones que se organicen en su ciudad. O incluso puede ir más allá, coger confianza con un comerciante serio y pedirle que le vaya surtiendo monedas con cierta frecuencia. Si este coleccionista luego quiere socializar en foros o hablar de monedas con sus amigos es cosa suya, pero para el proceso de compra no necesitará tener demasiados amigos.

Esto no ocurre con el coleccionista especializado que busca monedas raras. En el mercado hay veces que salen monedas raras y éstas están años dando vueltas hasta que encuentran una colección en la que reposar durante décadas. Pero hay otras veces que se vende una colección (v.g. porque ha fallecido el dueño o porque ha salido un hallazgo) donde hay monedas rarísimas y los únicos que se pueden hacer con ellas son los que sepan que esas monedas están en el mercado. Si la venta es pública enterarse es muy sencillo, pues solo hace falta estar pendiente de las subastas; pero si la venta es privada la cosa se complica. Por eso es tan importante para los coleccionistas especializados tener contactos y saber mantenerlos.

Además, en estas monedas raras es donde las casas de subastas son caras. Deben serlo, pues de otra manera se les acabaría el negocio rápidamente. Para ilustrarlo pondré un ejemplo.

Imaginémonos que por casualidades de la vida cae en mis manos un precioso real de oro siciliano de Juan II que aparece en la imagen de abajo. Puestos a imaginar, supongamos también que me da por venderlo (vendería antes la casa y el coche… a pesar de que no tengo ni casa propia ni coche propio). Esa moneda fue rematada por Áureo & Calicó en 2011 por 6.900 euros. Supongamos que localizo a un coleccionista especializado en moneda de la Corona de Aragón y le pido 9.500 euros por la pieza (un 15% más de lo que costó en la subasta, aproximadamente). Realmente no es un precio barato lo que le estoy pidiendo pero es un precio razonable y le estoy brindando la oportunidad de hacerse con ella sin más competencia.

real de oro de Sicilia

Supongamos que el coleccionista me dice que eso es muy caro, que él sabe mucho y que pasa de la moneda por esos precios. Como yo no tengo más contactos potencialmente interesados, mando la moneda a una casa de subastas donde sé que van a cobrar una comisión por la venta. Pero también sé que todos los coleccionistas especializados en monedas de la Corona de Aragón -a los que yo no tengo forma de acceder pero la casa de subastas sí- estarán interesados en mi moneda y competirán por ella. Justamente ahí está el valor de la casa de subastas: ahora el coleccionista especializado que no quiso la moneda por 9.500 euros tendrá que «pegarse» con otros para comprarla; otros que no fueron conscientes del intento de venta anterior porque no tenían mi contacto. Y se la llevará el que más dinero ponga, sin trampa ni cartón.

Pero, además, puede ocurrir -como de hecho ocurre con frecuencia últimamente- que aparezca un chino en escena. Quizá el chino no sepa quién es Juan II ni dónde está Sicilia, pero el águila del reverso le recuerda a una gallina muy presumida que tenía su abuela cuando él era niño. Así que al chino le ha llamado la atención la moneda y como resulta que tiene tantos yuanes que no sabe ni qué hacer con ellos, ha decidido comprarla. Habla con la dirección de la casa de subastas buscando algún consejo y éstos le dicen que pujar hasta 10.000 euros sería razonable. Así que va el chino y puja 25.000 euros por la moneda: todo sea por tener un recuerdo de Faustina, que así se llamaba la gallina.

Con la entrada del chino a los coleccionistas especializados no les queda otra que fastidiarse. Solo uno tuvo el contacto de quien vendía la moneda, el que lo tuvo no la quiso comprar al precio que se pedía y ninguno pudo competir con el chino caprichoso. Todo el conocimiento y la sapiencia de estos coleccionistas especializados vale de poco en la subasta si un millonario quiere la moneda. Es por esto por lo que los coleccionistas especializados necesitan tener muchos contactos y saber pagar un precio razonable por las monedas que buscan.

Alguien podría decir que esto que acabo de describir sería una situación idílica de venta pero que no tendría por qué ocurrir así. Podría ocurrir que la moneda tuviera una salida de 7.000 euros (no sería difícil negociar esa salida con cualquier casa de subastas), no aparezca ningún chino y el resto de coleccionistas potencialmente interesados estén despistados o sin efectivo. En tal caso el coleccionista especializado que no quiso la moneda por 9.500 euros ha tenido la gran oportunidad de comprarla por 7.000 más comisión y yo como vendedor me tengo que fastidiar con recibir 7.000 menos comisión. Esto se puede dar de manera puntual pero no es lo normal. Si fuese lo normal la gente no consignaría sus monedas en subastas y el negocio de las casas de subastas se iría a pique. Justamente estamos viendo lo contrario: el negocio de las casas de subastas cada vez es más grande.

Un último apunte al respecto viene al respecto de otro comentario de la anterior subasta. Tener y mantener estos contactos supone mucho tiempo. Pero es que una colección especializada requiere un enorme dedicación de tiempo y no tanto de dinero; he puesto el ejemplo de un real de oro pero podría hablar de una moneda íbera, una pellofa o un cobre de los Austrias y su precio sería mucho menor aunque el problema seguiría siendo el mismo. Efectivamente quien quiera disfrutar de una colección agradable y no pueda dedicar tanto tiempo mi consejo sería que se centrase en series más comerciales como las que he citado al principio.

12 comentarios en “Los contactos de los coleccionistas especializados”

  1. jajajaja, vaya con la gallina, como Federico levante la cabeza….

    Muy mala suerte debes tener para encontrarte con un rico caprichoso. o no… no sé qué pensar, la última subasta selección puede dar mucho juego al respecto. Son nuevos ricos caprichosos?, o simplemente inversores desesperados?

    No digo que invertir en monedas sea mala inversión, ahí no me meto, pero sí es mala inversión invertir en algo que no conoces o no dominas, para eso necesitas un buen asesor numismático, y un buen asesor te desaconsejaría gastar el doble de lo «razonable» por una moneda.

    Interesante entrada. Yo como le tiro a monedas comunes y tengo bajo presupuesto para esto, mi único arma es la paciencia. Las colecciones más queridas son las que se hacen a fuego lento.

  2. Adolfo Ruiz Calleja

    Puede ser un rico caprichoso que no tenga mucha idea (conozco varios casos que han entrado así en las subastas españolas y han arrasado porque es imposible competir contra ellos) o puede ser un coleccionista potente extranjero al que le dé bastante igual 3.000 euros más o menos (también hay muchos casos). Lo importante es que si una moneda potente sale al mercado y se queda en España quizá haya media docena de potenciales compradores y todos más o menos saben lo que estarían dispuestos a pagar los demás. Pero si esa moneda sale en una subasta pueden venir nuevos postores internacionales con quienes los locales no contaban.
    Por ejemplo, en el real de oro de la entrada quizá no venga un chino pero pueden venir cuatro coleccionistas italianos a quienes les guste la moneda medieval. Resulta que entonces los coleccionistas españoles ya se tienen que pegar también con los italianos y ahí lo único que importa es quién pone más dinero.

    Que nadie piense que esto es solo para monedas de miles y miles de euros. Si de nuevo nos referimos a la Subasta Selección podemos ver las piezas de la ceca de Coruña y los precios que han alcanzado. No creo yo que sea un coleccionista gallego «de toda la vida» el que se las haya llevado.

    Efectivamente una persona que quiera meterse en inversiones y no sepa demasiado debería contar con un asesor que le guíe. El sueldo o la comisión del asesor será muy buen gasto si le evita resbalones importantes. Podría poner decenas de ejemplos.

    Saludos,
    Adolfo

  3. Yo me identifico con la estrategia de «tirar a todo lo que me interese al precio de salida o poco más». ¿por qué ? porque no me pillo los dedos y, salvo excepciones, siempre acabo pillando algo que me satisface.
    El problema de ir a por una pieza en concreto es el que has descrito, que como te aparezca competencia te puedes «picar» y al final acabas pagando lo que no deberías ni te hubieras planteado «en frío».
    Por eso, si lo que tengo es interés, en mi caso, en un denario concreto, aunque sea el último que me falta para acabar una gens, yo no pujo por el más de un 10-15% por encima del precio de salida. ¿Qué no lo consigo? entonces paso a buscarlo en comercio. Se que puedo no encontrarlo, o puedo pagar un poco más que de haber tenido suerte en una subasta pero evito, en este caso, acabar haciendo el «chino».

  4. Domitilo Tristán Jover

    Estoy totalmente de acuerdo con lo que has comentado Adolfo. Por eso pienso que muchas piezas estan sobrevaloradas ya que si un chino esta dispuesto a pagar 25000 euros por la gallina de oro para mi no significa que la moneda valga ese dinero. Obviamente lo valdrá para ese chino y quizas para unos cuantos que no saben que hacer con tanto dinero y le hacen la competencia. Es un valor ficticio, no real y mientras haigan quienes esten dispuestos a pagar estos precios por esta moneda no pasa nada y podras sacarle el dinero en el momento que quieras vender la piezas. Pero si no los hay … como dicen: «de un escaldao nace un avisao.» Por eso yo no compro monedas como inversión (si lo hago seria con onzas de oro) sino porque que gustan y me interesan.

    Personalmente aunque tengo una colección amplia no lo colecciono todo: me foco en ciertas piezas o periodos que me interesan y no me desvio mucho. El coleccionar de este modo significa que en unos cuantos años te has especializado y entonces el encontrar monedas para incorporar a la colección se convierte en una tarea y más si uno busca monedas en las mejores conservaciónes. Siempre sabiendo perfectamente el máximo precio que estaria dispuesto a pagar. Para no caer en tentación siempre pujo en subastas el precio máximo que estaria dispuesto a pagar. Si se me adjudica el lote fenomenal sino pues no pasa nada.

    De todos modos aunque es verdad que pujo por monedas en subastas yo prefiero comprar a numismáticos experto y conocidos. En el caso que tuvieran algo interesante mi experiencia es que son sino mucho algo más baratos que las casas de subasta. Lo malo que lo que busco generalmente no suelen tener. Solamente en alguna ocasión he podido adquirir algo único, pienso en una pieza obsidional del asedio de Zierikzee, en un piedfort a doble peso de los arquiduques Alberto e Isabel de la ceca de Amberes (si quires un doble ducatón), en un «doble ducatón» de Felipe IIII de la ceca de Bruselas o en la fracción del cuño de los 25 céntimos de Ibi. En todos estos casos he tenido que rascar el bolsillo pero nunca he tenido que pagar más de 6000 euros.

    La mayoría de los coleccionistas que yo conozo no tienen presupuesto para tanto (aqui en Holanda apenas se gastan 100 euros) por lo que pienso que para un comerciante seria muy difícil vender estas piezas y piezas como el precioso real de oro siciliano de Juan II por lo que, queramos o no, estas piezas lamentablemente casi siempre terminan en casa de subasta dondo posiblemente nos encontremos con «esos chinos.»

    Approvechando la oportunidad ;) si alguna vez te encuentras con alguien que tuviera los cuños de las monedas de Euzkadi y los quisiera vender o tuviera pruebas de las mismas monedas en cobre o similor en una conservación SC- (ya sabras a qué piezas de cobre me refiero) tendria interés. Por cierto las de la última subasta de Aureo & Calicó en una conservación EBC+ ya son mias. :)

    Saludos.

  5. Adolfo Ruiz Calleja

    Los dos últimos comentarios son de dos coleccionistas bastante típicos:

    Gerardo es un coleccionista al que le gustan los denarios pero no busca cosas demasiado raras ni únicas. Por lo tanto la técnica de tirar a por muchas monedas en una subasta pujando poco en cada una de ellas es muy razonable. Pero luego entiende que si quiere una en concreto o si la ve en una convención estaría dispuesto a pagar por ella un poquillo más que en una subasta siguiendo esa técnica. Muy razonable también.

    Domitilio es un coleccionista más especializado al que le gusta tener cosas únicas o de extrema rareza (un día nos tienes que contar algo más sobre esa moneda obsidional de Zierikzee). Esa voluntad requiere bastante más tiempo; hay que estar en contacto con muchos comerciantes y coleccionistas para poder pillar piezas, además de seguir las subastas que vayan apareciendo. Obviamente buscar esos ejemplares tampoco es barato aunque se pueden tener ciertos límites razonables según el bolsillo de cada cual (6.000 euros en este caso).

    Por cierto Domitilio, no suelo dejar poner información sobre compra-venta en los comentarios, pero puesto que te veo con muy buena intención, lo dejaré esta vez. Buena compra hiciste con las pruebas de Euskadi que salieron en la Subasta Selección, si bien es cierto que esas monedas son muy locales y es poco probable que se interese un chino por ellas.

    Saludos,
    Adolfo

  6. A mí el chino de Faustina me tiene mosqueado, no tanto porque se haga con ese Triomfo precioso por el que no voy a ir (por lo verde que lo veo más que nada), como porque sea en realidad el nuncio precursor de una horda de, pongamos, 25000 nuevos coleccionistas chinos que se animen a hacer eso con monedas de valor medio o medio-bajo. Ahí ya la hemos liado. Eso si podría ser que hayamos hecho una buena inversión, pero es que a esto me puse por coleccionar.

    1. La Arcadia feliz que para muchos coleccionistas les pareció la posibilidad de pujar on line, desde el sillón de casa, en las principales subastas del mundo, llevaba escondido este peligro: también lo pueden hacer los coleccionistas extranjeros, muchos de ellos más potentes económicamente que el coleccionista español medio. Hoy en día me consta, por las quejas de los coleccionistas, que no se están llevando apenas monedas realmente buenas (EBC ó superior), no españolas, en las subastas, españolas o no. La gran mayoría del material sale para afuera y así lo reconocen los propios gerentes de las casas de subastas, incluso con orgullo. Un gran éxito para el coleccionista medio español sin duda.

      1. Adolfo Ruiz Calleja

        Hombre, todo hay que decirlo: los comerciantes autónomos también venden fuera de nuestras fronteras. Y el que no accede al coleccionista de alta capacidad económica para venderle monedas (sea nacional o extranjero, eso es lo de menos) es porque no puede, no porque no quiera.

        Saludos,
        Adolfo

        1. Sí, Adolfo, tienes razón pero nada de ello invalida un ápice lo que yo digo más arriba. El coleccionista medio español acabará echando de menos los tiempos anteriores a las subastas online en tiempo real. La tecnología juega en contra de él como también lo hizo en contra del comerciante autónomo. Y digo hizo pues hoy en día al comerciante autónomo que le va bien es precisamente porque se ha buscado las habichuelas para poder pescar en el caladero de coleccionistas internacionales utilizando internet. El coleccionista español también lo trabaja, claro está, pero teniendo en cuenta que no supone más de un 20-25% de su facturación.

          1. Adolfo Ruiz Calleja

            En definitiva lo que comentas es que el mercado se ha internacionalizado. Ahora ya nadie se ve restringido a comprar solo a la numismática «de su pueblo» pero «a su pueblo» también puede venir cualquier a comprar. Como bien dices son muchos los empresarios -tanto autónomos como casas de subastas- que encuentran en el mercado internacional su principal fuente de ingresos, no restringiendo su facturación al mercado local.

            Podríamos discutir en una entrada dedicada las ventajas e inconvenientes que ha supuesto para el coleccionista medio este proceso. Sinceramente yo prefiero la situación actual que la que había hace 20 años.

            Saludos,
            Adolfo

  7. «Sinceramente yo prefiero la situación actual que la que había hace 20 años.»

    Para comprar monedas de tipo medio y/o calidades medias es mejor la situación actual. Para la compra de altas calidades yo rareza era mejor el sistema «antiguo». Y los coleccionistas especializados suelen buscar piezas con enjundia, raritas y bonitas a la vez. Ésos se las van a ver muy fastidiadas compitiendo con pujadores internacionales si no tienen la cartera bien llena. Y no te imaginas la de coleccionistas de «morro fino» que hay en España que luego no ganan más de 1200 euros al mes…

    A mí esta situación ni me alegra ni me entristece. Antes me entristecía pero ahora le estoy empezando a coger el truquillo y el gustillo a la venta internacional por internet. Hoy por hoy no querría volver al sistema antiguo. Pero ya te digo que el número de coleccionistas «fuera de mercado» que estoy viendo a mi alrededor –españolas– es cada vez mayor. Todos los meses se me queja alguno de que «ya nunca consigue nada», «que el mercado está muy mal», «que no hay monedas», cuando la realidad es que monedas ahí lo que pasa es que ya no las pueden comprar a los precios que las compraban antes debido a la competencia de los pujadores internacionales.

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