Remates de las subastas de enero, febrero y marzo de 2016

En esta entrada voy a hacer un repaso de las jugadas más relevantes en las subastas numismáticas acontecidas en España hasta la fecha. No haré ningún comentario de las subastas de Lavín, Cayón y Pliego porque han sido subastas de «sota, caballo y rey»; pocas conclusiones se pueden sacar de ahí.

A principios de febrero la casa Áureo & Calicó organizó la subasta especial Lluís Companys, centrada en los billetes y monedas catalanes emitidos durante la Guerra Civil. Se trataba de una colección amplia, llena de rarezas (que son muy queridas por los coleccionistas de estos billetes), y en una conservación generalmente alta para lo que se puede pedir a estos billetes. Por eso no faltaron coleccionistas interesados: baste con decir que tan solo se quedaron 6 lotes sin vender, lo cual es menos del 1% de la colección. Esto es ya de por sí un resultado muy bueno para una colección que está destinada al público local.

15 céntimos de Olot

En cuanto a los precios de adjudicación, creo que en general han sido muy buenos. Muchos de los lotes han alcanzado varios cientos de euros e incluso alguno ha pasado de mil euros de remate, que es lo máximo que razonablemente se puede esperar de un billete local. No subrayo ninguno en concreto porque han sido cientos de lotes y decenas de ellos rarísimos, pero no me cabe ninguna duda que este catálogo ha pasado a ser un referente de precios para los coleccionistas de billetes de la Guerra Civil. Otra cosa curiosa es que el remate más alto corresponde a una moneda (los míticos 15 céntimos de Olot, vendido en unos razonables 3.200 euros). La prueba en oro de los 50 céntimos del Consejo de Santander, Palencia y Burgos se vendió por los 900 euros de salida.

La colección Lluís Companys iba acompañada de una subasta por correo. El porcentaje de ventas no fue tan alto como en la subasta en sala, como es natural, pero en general creo que las monedas alcanzaron precios altos. Bien es cierto que se trataban de monedas muy interesantes para una subasta por correo y por ello alcanzaron el precio que razonablemente hubieran adquirido en una subasta en sala, creo yo. Esto me hace preguntarme si es necesario tanta subasta en sala, con toda la parafernalia, logística y coste que supone. Por remates individuales, me he fijado en los 3000 euros pagados por el cuádruple excelente de los RRCC (lamentablemente maltratado), los 1200 euros de las 20 pesetas de 1814 y los 500 euros del ducatón de Amberes de Felipe IV (remate razonable, lo que no era normal era el precio de salida, creo yo). Curiosamente ha habido dos rarezas que se han quedado desiertas: el dirham de la ceca Merw y los 4 cuartos de 1811 acuñados sobre una moneda de Luis XVI. Tampoco se han vendido algunas de las «cosas raras» que sacaban al final, como los ponderales o el conjunto de cuños de testones. Se ve que son objetos curiosos pero de difícil venta.

La siguiente subasta la organizaron a principios de febrero Martí Hervera junto con Soler y Llach. La subasta que presentaban era muy interesante y el público respondió: vendieron más del 95% del volumen de la subasta.

En esta subasta la moneda antigua tuvo un comportamiento irregular dentro de lo positivo. En la moneda griega se da el curioso caso de que se vendieron sin problemas las piezas más potentes, subiendo incluso de precio muchas de ellas, mientras que muchas de las monedas más corrientes se quedaron sin vender. Por parte de las íberas, se vendieron regularcillo, sobre todo las monedas cartaginesas; en este caso puede que el precio de salida haya estado demasiado ajustado y no haya atraído pujas. En cambio, las piezas del Imperio Romano se remataron sin problemas aunque sin grandes subidas. Con el Imperio Bizantino se puede destacar que el buen puñado de hyperpirones de Juan II se vendieron bien (tampoco se puede esperar subidas grandes cuando aparecen 15 del tirón) pero se quedó sin vender el potente sólido de Irene.

2 escudos Lima 1703

Entrando en la parte medieval, la moneda visigoda también se vendió de manera irregular. No eran monedas que destacasen y los precios de salida hicieron que se quedasen la mitad sin vender. Mejores resultados, pero nada espectacular, tuvieron las monedas árabes y las piezas de la Corona de Aragón. Sin embargo, la Corona de Castilla no atrajo apenas pujas y creo que es el apartado que peor salió en toda la subasta.

La Monarquía Española comenzó con unos Reyes Católicos sin grandes resultados, pues varias de las piezas de oro se quedaron sin vender, pero rápidamente se convirtió en una subasta en lo que todo se vendía: la práctica totalidad de las monedas de los Austrias, de los Borbones, de El Centenario y de las extranjeras se vendieron. Sin duda alguna, la parte más importante de la colección era el detallado repaso que se daba a los Borbones, centrándose en sus acuñaciones en oro. La tónica fue muy clara: las monedas tenían un precio de salida que generalmente era el de remate o cercano (es muy fácil predecir el precio de remate en lotes tan comerciales), salvo las raras o excelentes, donde se dejaba un margen razonable para que los pujadores compitieran. Así, se han visto buenos precios en las onzas macuquinas y en las onzas sevillanas de Felipe V; los 2 escudos de Lima de 1703 en SC- subieron hasta los 5.600 euros; a 9.500 euros llegó la media onza limeña de 1763; la rarísima onza de Guatemala de 1813 se remató en 15.000 euros; y el lote estrella: 50.000 euros más comisión que se pagaron en «la repesca» por los míticos 4 escudos de Cuenca.  Es sorprendente también la buena venta que tuvieron las medallas. Son piezas que en principio tienen mucha menos salida comercial a pesar de ser más raras, pero en este caso se han vendido todas las que presentaban, que eran muchas, y a unos precios más altos. Porcentualmente han supuesto las subidas más espectaculares sin ninguna duda.

En cuanto a El Centenario de la Peseta me ha soprendido que los 50 céntimos carlistas se hayan subido hasta los 700 euros, así como que se rematase en 73 euros la variante de «Castilla Leon» (lo más probable en ambos casos es que dos novatos se picaran). También sirve como referencia de precios el raro error de 5 pesetas 1892 (92-92), que se remató en los 600 euros en los que salía. Se ve que cada vez hay menos coleccionistas de errores y variantes.

8 escudos Guatemala Fernando VII

El 3 de marzo Jesús Vico organizó otra subasta. En ella había unos 300 lotes de moneda antigua que tuvieron una aceptación bastante desigual. Por una parte, la moneda hispánica se vendió razonablemente, pero unas cecas bastante mejor que otras. En cualquier caso, la aceptación no fue tan buena como en la anterior subasta de esta misma casa, si bien es claro que la calidad de los lotes ofertados era sensiblemente menor. En cambio, sus monedas griegas, que eran muy bonitas, se vendieron estupendamente y las romanas también tuvieron una buena aceptación. Me han sorprendido los altos remates de los denarios de Alejandro Severo, así como lo bien que se han vendido los follis.

La moneda medieval me ha dejado bastante descolocado. Creo que lo más interesante eran las monedas visigodas pero se han vendido bastante mal; sin ir más lejos, los dos sólidos de imitación y la moneda única de Recadero II –que para mí eran las piezas más interesantes– se quedaron sin vender. En cambio la moneda andalusí y los reinos cristianos se vendieron estupendamente. Tal es así que el dinero leonés de doña Urraca subió hasta los 15.000 euros de remate, lo cual me parece una barbaridad pues hoy en día no se venden por ese precio ni los oros medievales (bueno… quizá sí, como diré más adelante).

dinero Urraca

A partir de los Reyes Católicos la subasta se vuelve tremendamente comercial y se vendió la práctica totalidad. La buena colección de reales de a 8 se ha vendido a buenos precios, si bien no ha habido margen para grandes subidas porque la calidad de las piezas no lo permitía. Los que sí que se podrían haber rematado un poquillo más altos eran los cobres y las platas de Isabel II. No son monedas realmente raras en esta calidad pero sí que eran piezas muy bonitas de las que yo esperaba algo más. Por parte de El Centenario de la Peseta, hay dos piezas que destacar: la prueba unifaz de las 100 pesetas de 1870, que se ha quedado desierta (los 4.000 euros de salida es mucho dinero si se compara con los remates recientes de otras pruebas de El Centenario) y las 5 pesetas de 1949*51, adjudicada por unos razonables 4.200 euros.

Las monedas extranjeras también se vendieron muy bien. Acerté en mis impresiones: tanto el peso chileno, como los cobres rusos y las barbudas portuguesas subieron mucho de precio. No es de extrañar el remate; lo que era raro era el precio de salida. En cuanto a la subasta en correo, es de libro: solo se han vendido bien las series comerciales. Supongo que no haya atraído tanto la mirada de los coleccionistas pero siempre hay revendedores interesados en reponer monedas que saben que no son difíciles de vender.

dinero castellano

La siguiente subasta la organizó Áureo & Calicó el día 10 de marzo. Se trataba de una triple subasta: en sala, por correo y Selección. Sin duda alguna, la Selección era la que atraía todas las miradas y acabó siendo la que atrajo muchas de las pujas.

Que en la Selección de Áureo se vendan casi todas las monedas que salen a subasta ya hace tiempo que dejó de ser noticia. Y que en las monedas antiguas cuando se junta altísima calidad, rareza relativa y una excelente salida internacional los precios aumenten mucho, pues tampoco es noticia. Así que es hasta normal que las monedas griegas y romanas triplicasen su precio de salida, mientras que los ejemplares íberos, con no tan buena salida internacional, se vendieron bien pero sin llegar a precios exagerados.

La moneda medieval comenzó con buenas ventas entre las visigodas. Me parece sorprendente que el triente de Sisebuto de Coimbra se rematase en 15.500 euros (!!), mientras que el ejemplar inédito de Egica acuñado en Mantesa no subiese de su precio de salida. En la moneda andalusí también hubo alguna sorpresa: el dirham único de la Taifa de Lleida, que se remató en 6.000 euros (una barbaridad para un dirham) y el bonito dinar de Banu Ganiya de Córdoba, que alcanzó los 5.500 euros, pareciendo el mesías de lo que iba a ocurrir después con el resto de las monedas de la López-Chávez. Las monedas de la Corona de Aragón se vendieron muy bien, pero no de manera espectacular porque no había calidad suficiente para grandísimos remates. Aún así vimos al dinero de Barcelona de Lluís el Pietós rematarse en unos bárbaros 10.500 euros. Y luego llegó lo inesperado.

dirham Taifa de Lleida

Al describir la subasta decía que Áureo se estaba arriesgando al meter una colección potente de oro castellano en un momento en el que el mercado no parecía responder a estas piezas. ¡Pues vaya que si respondió esta vez! Yo lo estuve siguiendo en directo y no daba crédito a lo que veían mis ojos. Los morabetinos se pagaron carísimos, 45.000 euros por el de Fernando II y 49.000 por el de Alfonso IX; luego la locura se extendió a las piezas de Alfonso X, subiendo las doblas a 24.000 (sin ceca), 50.000 (Toledo) y 16.000 (Burgos) euros; se siguió con otros 50.000 euros por la dobla de Alfonso XI; se continuó con las monedas de Pedro I, que algunas subieron hasta los 7.000, 10.000 y 14.000 euros; y ya se remató con los 60.000 euros pagados por el Enrique de la Silla de Jaén o los 14.000 por el de Sevilla. Lo más impresionante no era tanto que los remates fuesen altos sino que había una cantidad importante de pujadores en la sala interesados en esas monedas, si bien la mayoría de los cartones se bajaban cuando los precios empezaban a no ser razonables.

¿Qué ha ocurrido aquí? ¿Por qué ahora se remata en 49.000 euros un morabetino cuando hace dos años no se vendió en 25.000 otro ejemplar semejante?

La respuesta simplemente es que, por algún motivo, hay coleccionistas potentes que se acaban de interesar por estas monedas. Si son más o menos novicios en esta serie, no tienen muchos precios de referencia y tienen el dinero suficiente como para que 20.000 euros más o menos no tenga demasiada importancia para ellos, entonces todo se explica. Me atrevería a afirmar también que son coleccionistas internacionales porque ha sido de libro: las monedas con una calidad exquisita se han disparado de precio, mientras que las rarezas extremas en baja calidad se han vendido sin subir apenas (como el Enrique de la Silla de Ávila) o se han quedado desiertas (como el Enrique de la Silla de Cuenca). Otro efecto que se ha producido es que la euforia que han generado las monedas de altísima calidad y rareza se ha traspasado a las que tiene alta calidad pero son mucho más corrientes. Solo así se explica que se paguen 14.000 euros «más propina» por una dobla de Pedro I y otros tantos por un Enrique de la Silla de Sevilla. Porque ya puede venir el Papa de Roma a decirme que si alguien lo paga es porque lo vale, que yo seguiré en mis trece de que ese alguien no ha hecho más que el primo, aunque tenga tanta pasta que no sea capaz ni de contar los ceros que hay en su cuenta corriente. Los herederos de López-Chávez deben de haber quedado encantados, eso sí.

Las monedas de la Monarquía Española también se vendieron muy bien pero a unos precios mucho más razonables. Incluso tengo algunos colegas que pescaron alguna pieza a buen precio. Sorprenden los remates de los oros de Felipe II, en especial de las cecas europeas. Pero sobre todo sorprende el remate de la joya de la colección: 140.000 euros pagados por los 8 escudos segovianos de Felipe IV de 1638. ¡Otra barbaridad que salió hasta en los periódicos! Donde parece que no hubo tantas subidas como cabría esperar fue en las monedas de El Centenario de la Peseta y, sobre todo, en los billetes; ambas series con poca salida internacional. A pesar de ello, se vendió en la «repesca» la alfonsina de 1881 sin barba por 45.000 euros. Esta venta es buena si la comparamos con la no-venta de Ibercoin en 40.000 euros hace un par de años, pero malo si se compara con los 77.000 euros pagados por el ejemplar de la Hispania. Es coherente con lo que venimos viendo desde hace unos cuantos meses: el Centenario repunta pero todavía está lejos de lo que se pagaba hace años.

dinero Barcelona Lluís el Pietós

En cuanto a las subastas en sala y por correo, de nuevo se vendieron la práctica totalidad de los lotes ofertados. Se trataban de colecciones muy comerciales en las que la mayoría de los remates eran muy predecibles, así que hay pocas cosas que se puedan subrayar. Las que subrayo son justamente entre las monedas menos comerciales. Por ejemplo, los milareses se vendieron muy bien. Éstas son unas monedas muy poco conocidas (de las que tengo pendiente escribir algo desde hace meses) pero muy interesantes desde el punto de vista histórico. En cambio las monedas medievales cristianas no subieron demasiado de precio a pesar de que había algunas rarezas muy interesantes. Igualmente no se vendió la onza segoviana que anteriormente había estado colgada (de nuevo vemos cómo las monedas maltratadas se venden fatal), mientras que la prueba de los 5 céntimos carlista no subió de los 1.500 euros de salida. Finalmente, el amplio surtido de billetes locales catalanes se vendió en su mayoría, si bien apenas subieron del precio de salida.

 

9 comentarios en “Remates de las subastas de enero, febrero y marzo de 2016”

  1. A ver si tengo suerte y se vende fatal, pero fatal fatal, una maltratada que se subasta mañana y a la que le tengo echada el ojo. Me dan penita que acaben en el crisol estos pequeños trozos de historia. Soy un romántico.

    1. Adolfo muchas gracias por tu dedicación y entrega , pero creo que a la gran mayoría de los coleccionistas , este tipo de subastas y precios , nos viene un pelin grande, es como si colecciono laminas y veo catalogos de venta de Murillos y Goyas, por lo demás esta bien conocer que existen estos mundos, pero tengo una pregunta por hacer ¿Qué tipo de colección puede hacer un coleccionista que se puede gastar 20. 000 euros en una pieza? ¿ es Creso ?, modestamente a mi este tipo de subastas y remates me dejan frio ( también con un poco de envidia, por eso de las fatigas del querer y no poder), pues a no ser que se tengan una fuente de dinero muy , pero que muy potente, este tipo de subastas entran dentro de la inversión mas que del coleccionismo propiamente dicho.
      Saludos a todos.
      Jesus

      1. Adolfo Ruiz Calleja

        Hola Jesús.

        Buena crítica la que haces. La verdad es que ya me la han hecho varias veces y tengo respuesta.

        Lo primero es que el repaso que hago en estas entradas va más allá de exclusivamente citar los remates altos. Date cuenta de que en cada entrada siempre hablo de la tendencia de los apartados. En el plan de: «la moneda íbera se vendió bien», eso significa que las piezas (baratas y caras) se vendieron bien; si vemos que ese comentario se repite en varias subastas podemos deducir que el mercado de la moneda íbera goza de buena salud. Eso viene bien a quien se deja 800 euros en un as y a los que solo podemos permitirnos el de 100 euros. Un ejemplo claro es cómo hemos visto la evolución de los precios de El Centenario de la Peseta en los últimos tres años y mi comentario al respecto en esta entrada.

        Lo que pasa es que cuando cito remates individuales lo hago de las monedas que me sorprenden. No voy a andar citando un duro de Alfonso XII que se vende en 350 euros y a la siguiente subasta en 380 y a la otra en 360. Digamos que eso es lo normal y de ahí pocas conclusiones podemos sacar. Ahora bien, si alguien paga 5300 euros por ese duro, entonces es cuando lo cito. Por ejemplo, en esta entrada he citado algunas monedas muy baratas, como los millares o la variante de «Castilla Leon».

        Por lo tanto, creo que esto es información útil para las compras de los coleccionistas medios.

        Por otro lado, hay a muchos coleccionistas que nos gusta saber las monedas que van saliendo de las series que nos llaman la atención y saber sus precios, las falsificaciones, cómo unos ejemplares van apareciendo en diferentes subastas… a pesar de que lo más probable es que nunca nos vayamos a poder permitir ninguno. Efectivamente, es como si unos coleccionistas de láminas siguen el mercado del arte. Al fin y al cabo es su afición y por eso lo hacen.

        Un último apunte es que los que se gastan 20.000 euros en una moneda no solo lo hacen por inversión. En su mayoría lo hacen por coleccionismo exactamente igual que tú cuando compras una moneda de 50 euros. Simplemente tienen más dinero y van a por mejores piezas, pero el resto es igual. Sienten el mismo nerviosismo, la misma apetencia y las mismas ganas de hacerse con un ejemplar que cualquier otro coleccionista. Quienes compraron las monedas de López-Chávez no eran inversores, y en caso de serlo eran inversores nefastos.

        Saludos,
        Adolfo

  2. Adolfo, la verdad que ese punto de vista , no me lo había planteado, ese punto de curiosidad `por seguir la evolución de piezas singulares a través del tiempo, precios y distintas subastas y colecciones , es un enfoque para mi peculiar de la numismática, desde ese esa óptica si tiene sentido el seguir esas piezas caras.
    Ahora bien si eres un tipo con una economía media, hace falta estar muy enamorado de una determinada pieza para gastarte 20000 euros en ella, eso desde mi punto de vista, y eso que todos nos gastamos mas dinero del que en principio pensamos en esta afición, si eres un tipo con muchísimo dinero, te da igual pagar 20000 0 40000, solo debes de esperar que salga la pieza y comprarla, con dinero y hacer una mala colección , debería ser delito.
    Saludos.
    Jesus

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      La cuestión es que las monedas potentes son buenos termómetros para el ánimo de las monedas más corrientes.

      Cuando hay poco mercado las de 400 euros se pagan a 320 y cuando hay mucho se pagan a 500. Pero las de 20.000 al ser mucho más raras pasan de no pagarse a 15.000 a pagarse a 50.000. Por eso son mucho más evidentes las fluctuaciones de mercado en las piezas raras.

      En otras palabras: que quien coleccione duros debería estar pendiente de los precios de los duros baratos, los medios y los caros. Aunque solo se pueda permitir los baratos.

      Saludos,
      Adolfo

  3. Buen comentario Adolfo.

    Vengo siguiendo en tus entradas la bajada de los remates del oro medieval castellano (y leonés), sin embargo lo que ha pasado en esta es alucinante, también la seguí por web en directo, y no daba crédito.

    Es verdad que los morabetinos leoneses son, en mi opinión, la cumbre del románico numismático, si yo fuera rico me tiraba a la piscina por uno de ellos, y eso que no es mi negociado.

    Puede que quién, o quienes, se los quedaron hayan pagado cantidades inesperadas pero eso solo pudo suceder porque al menos había dos subiendo la puja hasta ahí.

    Otra cosa que me parece significativa es que parece que se trataba no solo de piezas de calidad sino también con pedigrí y eso parece que cada día tiene más importancia a la hora de hacer el burro.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Estoy plenamente de acuerdo contigo: los morabetinos leoneses y los portugueses son la cumpre de la numismática románica a nivel mundial. Si tuviera dinero «a base de bien» serían uno de mis objetivos.

      El tema del pedigree no sé hasta qué punto influyó. Lo que está claro es que es algo que influye más fuera de España que dentro y los dos compradores que subieron tanto las pujas eran extranjeros.

      Saludos,
      Adolfo

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