Que mi colección no acabe en un museo

Una de las características que comparten los coleccionistas más románticos -esos que desvinculan el valor de su colección a su valor económico o material- es que les encantaría que su colección acabase en un museo. Siempre dicen que el día que fallezcan, si no tienen hijos o herederos directos, les encantaría que sus monedas pasasen a formar parte del museo de su ciudad o de su región. Muchas veces dicen que así verían su esfuerzo como coleccionistas más que recompensado porque las futuras generaciones admirarían su trabajo y podrán aprender de su estudio. También suelen acabar diciendo que, por desgracia, ellos no tienen la capacidad económica de adquirir monedas dignas de un museo.

Yo no puedo estar más en contra de esta opinión. En esta entrada explicaré por qué y adelanto que algunos de los temas pueden ser polémicos, pero no deja de ser mi opinión al respecto.

Lo primero es que cualquier aficionado que tenga un mínimo gusto e interés histórico puede hacer una colección digna de un museo. No me cansaré de repetir que desde el punto de vista histórico y didáctico lo mismo nos puede valer una moneda de 2 euros que una de 20.000 euros. No hace falta irse ni a por las piezas de oro, ni a por las rarezas ni a por las grandes conservaciones para tener una colección interesante históricamente y de la que se pueda aprender mucho. Un museo bien podría exponer una colección de vellones y cobres que abarcasen desde la Edad Media hasta el siglo XX, cuyo valor material no pase de unos pocos miles de euros y que permitan dar un curso de historia de España sin más que contextualizar las monedas. Cualquiera de nosotros que forje una colección con cierta salsa tiene una colección digna de un museo. Así que esa excusa no me vale: quien quiera ceder su colección a un museo que lo haga porque seguro que la aceptarán.

¿Y por qué digo que yo no lo haría?

Pues por varios motivos. El primero y el fundamental es porque considero a la Administración Pública totalmente incapaz de hacer un uso mínimamente eficiente de un bien que no sea dinero líquido. Así de claro y así de sencillo. ¿Para qué voy a donar mi colección a un museo si resulta que solo en los fondos del Museo Arqueológico Nacional hay monedas como para montar un museo en cada capital española? Solo en moneda andalusí el MAN tiene 17.000 ejemplaresSería de tontos ceder a la Administración unos bienes cuando la propia Administación tiene muchísimos bienes a los que apenas da uso.

Alguno dirá que eso es cierto pero que esas monedas están en el MAN o en el MNAC y que en su pueblo hay un museo desprovisto de monedas de su región porque no puede acceder a dichos fondos. Claro, ahí viene la palabra mágica llamada «competencias», que es la que más me enfada. Resulta que una es la Administración Central, otra es la Diputación, otra es el Excelentísimo Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma… y lo que al final pasa es que «ni joden ni dejan joder», como se dice en los bares de mi pueblo. Yo creo que si se da el caso de que en una administración se necesita un bien (sea arqueológico o del tipo que sea) y esa misma administración tiene ese mismo bien al que no está dando uso, tal administración es ineficiente. Si además resulta que esa situación no se da de manera esporádica, sino que casi es la norma general, pues considero que tal administración es altamente ineficiente. Y si encima la situación se prolonga durante décadas, entonces ya sospecho que no hay ningún tipo de voluntad en que haya un cambio. Que conmigo no cuenten para colaborar con esa kafkiana situación.

denario Octavio Augusto

El segundo motivo por el que prefiero que mis monedas no se las lleve un museo es porque considero que en el caso de la numismática la divulgación proviene en su mayor parte de iniciativas privadas. Bien es cierto que hay algunas publicaciones muy interesantes realizadas por algunos académicos a partir del estudio de monedas que se encuentran en los museos; en este blog ya hemos hablado de Mozo, de Marta Campo, de Alberto Canto o de Eloisa Wattenberg, que son buenos ejemplos de esto que digo. Pero no creo equivocarme si digo que las publicaciones de estos autores se dirigen a un público muy especializado y difícilmente llegan a la mayoría de los aficionados a la arqueología y la numismática, por no hablar del público general. Sin embargo, otras publicaciones de iniciativa privada tienen mucho más impacto en las comunidades de aficionados y seguramente también en las personas que no tienen un especial interés por la numismática. Hablamos de soslayo sobre ello hace tiempo.

En relación con esto, en 2015 hemos visto dos excelentes ejemplos de publicaciones de iniciativa privada que han surgido a partir de la venta de una colección. Una de ellas fue el estupendo catálogo de Cayón cuando sacó a subasta la colección de platas segovianas. La segunda publicación es el catálogo de la Colección «Ramón Llul», dedicada a la moneda mallorquina. En ambos catálogos se tiene una auténtica clase magistral de los aspectos históricos y estéticos que contextualizan la colección. Sin duda ninguna supondrán parte de la bibliografía básica para los coleccionistas futuros que se interesen por los temas que tratan esa colección. Además, siendo colecciones amplias hechas a base de buen gusto y paciencia, estoy seguro que supondrán una guía para los coleccionistas futuros, tanto en cuanto al corpus de la colección como en los precios de la misma. Este aspecto también es compartido con la Colección «Isabel de Trastámara» en lo que a platas y cobres de la Monarquía Española se refiere.

Yo no tengo ninguna duda de que los propietarios de la Colección «Ramón Llul» y la colección de moneda segoviana quedaron encantadísimos del trabajo hecho por sendas casas de subastas. Sin duda dormirán orgullosos viendo cómo su colección ayudará a aficionados presentes y futuros. Claro está que las casas de subastas se esmeran en este trabajo con un ánimo de lucro: un buen catálogo animará a otros grandes coleccionistas a vender con ellos su colección llegando el día además de que incrementará el interés y la potencial demanda por esas monedas. Pero que haya ánimo de lucro no quita nada de mérito al esfuerzo, sino que lo incrementa. Por último, los aficionados somos los grandes beneficiados de todo esto, pues no se nos pide nada a cambio de poder disfrutar del trabajo realizado por el coleccionista, por las casas de subastas y por los académicos.

En definitiva, que si algún día quiero que mi colección haga un «bien a la humanidad» yo no la llevaría a un museo. Lo que haría sería subastarla y preocuparme de tener un bonito volumen monográfico. Una vez que el dinero sea mío ya podré hacer con él lo que quiera. Quizá ése sea el momento de acordarme del museo de mi pueblo, de la iglesia de mi barrio, de los negritos del Congo o de Nuestra Señora de Lurdes. Si resulta que creo que la mejor manera de gastarlo es aumentando la cultura numismática de mi pueblo quizá pagase a todos sus habitantes un viaje a Madrid para visitar el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de la Casa de la Moneda. Seguramente eso tenga mayor impacto en su cultura que dejar mi colección en el museo provincial. Además de que me dan escalofríos solo de pensar que un político pueda decidir sobre el futuro de mi colección.

Y ya sé lo que estáis pensando: ¿qué pasa si mi colección no es lo suficientemente valiosa como para una subasta monográfica? Eso nos pasará a la mayoría de los coleccionistas. En ese caso lo que haría sería primero reflexionar si he desarrollado algún tipo de conocimiento como coleccionistas que merezca la pena ser contado. En caso de ser así, vendería la colección y del dinero que obtenga editaría un libro al respecto que bien podría ser compartido de manera libre. De nuevo, creo que el impacto sería mucho mayor que ceder las monedas a un museo.

as de Nerón

El denario de Octavio Augusto y el As de Nerón que ilustran la entrada aparecen en la próxima subasta de Áureo & Calicó.

25 comentarios en “Que mi colección no acabe en un museo”

  1. Ciertamente el Estado español deja mucho que desear, entre otras cosas por los funcionarios (como E. Wattenberg) que lo consideran algo privado y propio. Esto propicia el enchufe de numerosos mediocres
    También he pensado en el futuro de mi colección. Me gustaría cedérsela a alguien debido, en su defecto quizá la sepulte en un recóndito lugar de algún monte

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Enterrar la colección para hacer la gracia a alguien que se la encuentre dentro de unos cientos de años puede ser algo curioso también :)

      Por parte de Eloisa Wattenberg, yo no he tratado mucho con ella (soy más amigo de su hijo, que fue compañero mío de trabajo) pero no tengo más que buenas palabras hacia Eloisa.

    2. Yo estoy dispuesto a recibir la donación de la persona que quiera donar su colección de monedas y billetes para cada vez hacerla más grande y terminar haciendo un museo.

  2. Francisco Javier Sánchez

    Coincido totalmente con la argumentación de Adolfo. Jamás se me ha ocurrido donar mi modesta colección de monedas a un museo; pero es que además la mayoría de los museos tienen fondos sin poder exponer por falta de espacio, de medios y de dinero para sufragarlo. En Santander hay hasta un museo sin sede, el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria ( MUPAC) que lleva 90 años en mudanza constante, tal como informa hoy mismo «El Diario Montañés».
    http://www.eldiariomontanes.es/fotos/cantabria/201602/01/algunas-joyas-mupac-30123125905667-mm.html

  3. Actualmente hay LITERALMENTE millones de monedas antiguas durmiendo en los sótanos de los muchos museos españoles…
    ¿Cuantas están expuestas?
    ¿Cuantas tienen sus imágenes colgadas en internet para divulgación científica?

  4. Me ha parecido una entrada excelente, clara, concisa y expresiva. Tocas un tema que todo coleccionista, en un momento u otro, se ha planteado. Yo hoy lo tengo claro, mañana «dios» dirá. Coincido contigo en no delegar mi colección a un museo y mis motivos son un «bis» de tus motivos. A día de hoy la vendería a particulares, amigos del gremio o una subasta que encaje en mis intereses y quien sabe en qué usaría el efectivo, quizás en una casa para mi mujer, que buena paciencia a tenido con mi afición. Confío en que la vejez reduzca ese sentimiento de pertenencia que tenemos los coleccionistas y me conforme con saber de la existencia e historia del panorama numismatico.
    Un saludo.

  5. Siempre he pensado que la modesta coleccion que deje va a ser malvendida, lo tengo claro, De dejarla a algun museo local, la dejaria pensando solo con que alguna moneda fuera expuesta pero la realidad es que terminaria al principio en los sotanos y pasados unos años en las manos de algun hijo de político para jugar a las chapas a si que como mal menor si la familia saca unos pocos miles de euros malvendiendola que lo disfruten que yo ya lo estoy haciendolo en vida.

  6. Ese que dice con la boca llena que dará su colección a un museo soy yo, pero …. pero también tengo una duda. ¿Aprecian los museos las monedas? Tan pequeñas, difíciles de exponer… Y después de leer tus argumentos no te puedo quitar la razón.
    Cierto es que enterrarlo todo seria interesante… lástima que algún pitero lo encontrara e hiciera el agosto.
    Tampoco quisiera que ningún politicastro pudiera decidir sobre ella (empezando por los iluminados que dicen todo contentos de vender los tesoros de los museos vaticanos para darlo a los pobres. En dos años ni piezas , ni dinero).
    También es cierto que los arqueólogos son exasperantemente lentos estudiando nada, pero a la vez pretenden que todo quede bajo tierra hasta que ellos hagan sus estudios, que a su vez les dan de comer.
    Por otro lado, los conservadores de las colecciones, a la vez que se llenan la boca hablando de que las colecciones deben ser publicas, restringen y limitan el acceso a ellas para sí y sus amigos (algunos de circunstancia, con derecho de pernada en la publicación de turno).
    En definitiva….un dilema difícil. Si no hubiera colecciones publicas, probablemente no podríamos tener los libros que tenemos, cuyas monedas más raras suelen ser las de colecciones publicas.

  7. Saludos a todos, no puedo estar mas en desacuerdo con Adolfo, ni se me ha pasado por la cabeza , malvender mi colección de monedas ( de hecho jamas he apuntado cuanto page por una determinada pieza , no es mi estilo, soy un poco excentrico) para que los comerciantes se lucren con ella, antes la entierro en el monte y le doy una alegría a alguien del futuro, yo en mi caso se la cederé ( no donare a mi pueblo) para que la expongan en el pequeño museo que tienen y si Dios quiere lo hare en vida, para organizar yo mismo la exposición y si no la quieren (haya ellos ) la venderé en bloque a algún coleccionista extranjero que quiera empezar con una colección ya hecha, pero paso de vender las piezas poco a poco.
    Jesus

  8. Traslado tu artículo a la bibliofilia.
    Coincido prácticamente en todo salvo por: «…quien quiera ceder su colección a un museo que lo haga porque seguro que la aceptarán.», no estoy seguro de ello. Más bien, la primera reacción de los responsables del museo-biblioteca será la de rechazo, suelen ser funcionarios que cumplen un horario y que piensan que lo que les donas sólo tendrá de valor para el museo un mínimo porcentaje. Salvo si resulta que por tu colección te has hecho un nombre reconocido, o por cualquier otro motivo eres un «prócer» local, entonces sí que aceptarán lo que les entregues por «mierdosa» que sea dicha colección: No queda igual de bonito un montón de calderilla con un cartelito que rece donado por el Excmo Sr. fulano de tal, que una excelente colección donada por un donnadie.
    La única opción es poner en valor tu colección, ya se trate de monedas, libros, cartofilia…. o lo que sea; y eso sólo te abrirá quizá la puerta del máximo responsable de la institución para analizar personalmente la colección y decidir si «te permite» incorporarla al patrimonio de la entidad, que para entendidos quiere decir que si encuentra alguna moneda que le interese especialmente por algún interés particular, estaría dispuesto a aceptarla. Aunque eso sí, olvídate de agradecimientos, discursos, defiles y fanfarrias… eso queda restringido a la gente VIP, sea cual sea el nivel de calidad de la colección.

  9. Con los libros, sean bibliotecas monográficas de un solo tema, o libros antiguos, pasa algo de eso. También con las colecciones de Historia natural. No los quieren…excepto que tengas un nombre y los periodistas puedan afearles que dejen escapar ese patrimonio. Son un engorro, mucho trabajo de integrar en la colección general, espacio y cuidados de almacenamiento.
    Y a los políticos, les importa un bledo…

  10. Adolfo Ruiz Calleja

    Pues parece que, en general, coincidimos en opiniones.

    Quizá museos grandes no acepten más que donaciones muy importantes o de gente de mucho nivel, pero en museos pequeños seguro que se puede donar una colección de monedas a poco interesante que sea. En el Museo del Cordón de Palencia hay un conjunto de 13 duros de plata, sin el más mínimo interés histórico o numismático, que fueron donados por un palentino. Eran las arras de sus abuelos.

    Saludos,
    Adolfo

  11. Emilio Hernández Fernández

    Muy buenas Adolfo, me ha gustado mucho que hayas sacado este tema en tu blog y te felicito por las anteriores entradas, siempre que puedo te leo. En lo que respecta a mi colección y a su futuro, no me importaría que algunas monedas se vendieran en subasta, pero ya independientemente de la rareza o la calidad de las mismas prefiero que estén en un museo expuestas de forma permanente, que si que lo normal es que no se expongan es cierto no se suelen exponer, pero en el caso de donarlas seria con esa condición, en caso negativo acabarían en manos de otra persona, si no encontrara a esta a subasta pero siempre como ultima opción. Y algunas piezas las donaría directamente a algún museo, aunque no se expusieran, pero serian muy poquitas en tal caso. Un saludo Adolfo.
    Emilio.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Hola Emilio.

      Me alegro de que te haya gustado el tema de la entrada aunque no coincidamos en la opinión :)
      Dudo mucho que un museo vaya a firmar una cláusula de «exposición permanente». Y si la firma, dentro de 20 años vete a saber cómo está la legislación «y donde dije Digo digo Diego».

      Saludos,
      Adolfo

  12. Por favor no entierren sus monedas, mejor me las ceden a mí :).

    Las monedas no son nuestras, simplemente las disfrutamos una serie de años, enterrarlas significaría posiblemente que desaparecieran del circuito de nuestra comunidad de aficionados, que otros coleccionistas no pudieran disfrutar de ellas en el futuro, que se perdiera conocimiento numismático si alguna pieza fuera rara o no estuviera catalogada. No lo hagan, ellas no lo harían con vosotros. A las monedas hay que cuidarlas, mimarlas, y pasársela a la siguiente generación de aficionados para que las disfruten como hemos hecho nosotros, gracias a que las anteriores generaciones nos lo permitieron. Y si se puede, habiéndoles dado el valor añadido del conocimiento, habiéndolas estudiado y catalogado lo mejor posible.

    Con respecto al tema de donarla a un museo, pues lo veo interesante para quien tenga resuelta su situación económica y la de los suyos, y sea una colección específica de moneda local, para donar a un museo local. En mi caso irá para mis niñas, si es que no necesito yo dinero antes, y de malvenderlas nada, a casa de subasta, y que se las lleve el mejor postor (tampoco tengo yo una colección que valga mucho dinero, la verdad, y mucho menos que pueda interesarle a un museo…).

    Conozco coleccionistas que tienen monedas únicas, que serían muy interesantes para determinados museos regionales, pero mejor no decir nombres.

  13. Adolfo Ruiz Calleja

    Muy bonita tu idea de que hay que cuidar a las monedas, Lanzarote.

    Yo tengo un amigo coleccionista que también tiene dos hijas. Es un coleccionista potente que se hace con ejemplares de decenas de miles de euros, piezas muy raras en una extraordinaria conservación siempre que puede. El caso es que dice que él va a dejar a sus hijas en herencia unas piezas que, si quieren, los podrán convertir en dinero. Pero si dice que si les dejase dinero, por mucho que éste fuera, sus hijas no se podrían comprar esas piezas. No le falta razón.

    Si resulta que mis monedas únicas (no tengo ninguna) las quiere un museo… pues que las pague, que quien algo quiere algo le cuesta.

    Saludos,
    Adolfo

  14. Totalmente de acuerdo con el concepto de Lanzarote. Siempre he pensado que las monedas no son nuestras. Somos simples depositarios de la historia que representan. Gracias a nosotros, los coleccionistas, tantas veces denodados (acaparadores, avaros, saqueadores…) se han conservado en el tiempo y se han salvado de acabar en el crisol. Y esa idea se corrobora con la necesidad que sentimos todos de que nuestro esfuerzo sea perpetuado en el tiempo. Nos valdría con saber que nuestra colección va a ser heredada por alguien que la continuará, que son adquiridas por otros coleccionistas que las mimarán como lo hemos hecho nosotros o que terminen en un museo y sean expuestas permanentemente para las generaciones venideras. Pero claro, la tercera opción es la más difícil. Y no se consigue con una sola generación. Harían falta varias generaciones de continuado esfuerzo (o disponer de un gran capital) para conseguir una colección digna de un buen museo. Y cuando la tengamos si que podremos exigir exposición permanente u otras cláusulas que nos garanticen que no va a ser guardada en un sótano o trastero. Y que mayor satisfacción que conseguirlo, aunque como todas las grandes obras no esté al alcance de todos.

  15. Hola a todos: en mi caso, no poseo ninguna moneda que pueda interesar a un museo. Pero si hubiera algún museo o entidad cultural que necesitara algún real de a ocho, por ejemplo, que lo solicite a las entidades públicas que los guardan en sus sótanos.
    Por otro lado, en caso de catástrofe, se conservan muchas cosas en manos de particulares, mientras proliferan los saqueos en los museos arqueológicos, por ejemplo, el expolio durante la guerra de España o las actuales en Siria, Irak, Afaganistán…

    1. Saludos de nuevo, cuando dije que cedería mi colección al pequeño museo de mi pueblo, pienso que la aceptaran, no es que tenga monedas especialmente caras, pero si muy raras en España, como no me puedo centrar en un solo tema , con los años he ido reuniendo un pequeño panorama de la numismática mundial, monedas heptalitas , kushahnas, de askum, nabateas, de sogdiana etc etc, no son muy frecuentes en los museos españoles, solo en la Casa de La Moneda , tienen un poco de moneda sasánida expuesta por ejemplo, eso creo que dara cierta gracia a mi cesion y por entre otras cosas por eso no quiero venderlas en subastas españolas , pues ese tipo de monedas en España no tienen demanda, aquí griego, romano e hispánicas.
      En fin cada coleccionista y su colección es un mundo, ya se sabe tres españoles cuatro opiniones.
      Jesús.

  16. No puedo estar más de acuerdo contigo, si al museo le apetece alguna que acuda a la subasta y la consiga allí, pues tú puedes ir con toda tu ilusión a donarla y puede acabar en una caja en un desván y nadie las va a disfrutar

  17. Interesante entrada. Comparto mucho de lo que dices, en especial, lo de poder armar, con poco dinero, una colección didáctica interesante. Por muchos años coleccioné moneda antigua, luego vendí la colección y me dediqué sólo a la investigación numismática académica. Pero resulta que, hace poco, me vi forzar a coleccionar otra vez, y descubrí que mi colección pasó a ser polifacética… en ella hay desde piezas romanas antiguas, hasta monedas de nulo valor de mercado, como una de Cuba de 1992 con el retrato del Che Guevara, por ejemplo ¿por qué? no responde a un hecho simple de «me gusta», para nada. Soy docente, enseño en colegios secundarios historia, y descubrí que las monedas pueden ser grandes disparadores que enganchan a los alumnos. Por ende, de a poco, me fui haciendo de monedas que considero didácticas, históricas o curiosas… a veces, son modestas piezas, que como dije, no tienen valor en el mercado.

    En fin, por otro lado, «coleccionar», para mí, es «gobernar el caos», y eso significa que cada pieza, por más modesta que sea, tenga su razón de ser dentro del conjunto. Independientemente del valor de mercado (o de estudio científico), que posean. Vale decir, con el tiempo, me volví menos radical.

    Saludos. Leo a menudo tus entradas.

  18. Acabo de ver esta maravillosa y antigua entrada y hay dos puntos que me gustaría recalcar, siempre desde mi modesta opinión, claro:
    – Primero: las monedas claro que son nuestras Lanzarote. Nosotros somos dueños de las monedas, al igual que somos dueños de un terreno, o de una casa, o de una partitura, o de una composición, en caso de que seas músico. Lo que está claro, es que no es propio partir por la mitad una pieza, por el sólo hecho de que sea nuestra… Aunque tampoco, la justicia tendría que hacer algo al respecto, porque, positiva o negativamente, las monedas son nuestras…
    Si yo compongo una suite de dos clarinetes, y en un futuro se hace famosa… Podremos decir que será de dominio público cuando pasen un número determinado de años (creo que son 70) desde el fallecimiento del compositor… Aún así, si esa misma partitura , tu la compras, siempre será tu partitura, independientemente de que la música sea del pueblo… Con las monedas pasa lo mismo, la idea de que el conocimiento y el disfrute de una pieza debe ser global, para todo el mundo, no debe estar vinculada a la idea de perder la propiedad privada sobre esa pieza. Nosotros somos dueños y señores de nuestras piezas, porque para eso las hemos comprado… Y cuando el coleccionista fallece, ciertamente la pieza le va a superar en años y pasará a formar parte de otra colección o de dominio público en caso de que un heredero tuyo desee donarla o que un museo se la compre… Pero esa es otra cuestión.
    El que yo tenga un Picasso en casa, siendo considerado este autor o su arte, como un bien de interés mundial, no significa que mi cuadro sea de todo el mundo. Será mío, porque para eso lo he comprado o lo he heredado… Si yo un día deseo quemar el cuadro, será un daño mayúsculo que haga al arte y a la humanidad, pero el cuadro sigue siendo mío, y yo decido qué deseo hacer con él, aunque ésto, claro está, iría en contra de toda lógica.

    Todo coleccionista debe tener un principio moral arraigado en la conservación de sus monedas, pero también debe gozar en última instancia de adoptar dónde quiere que acabe su colección, poco o mucho nos duela a alguno, porque, para eso son sus monedas.

    La idea de que no nos pertenecen las cosas, es de régimenes comunistas (Lanzarote, no es un ataque a tu opinión, he entendido perfectamente lo que has querido decir, pero ya que estamos, enlazo con mi punto de vista)… Pasa en España cada vez más… Si no, mirad el telediario cada dos por tres, cuando los okupas se encargan de entrar en las casas ajenas, como si tuvieran todo el derecho del mundo. Por el sólo hecho de que puede que sea una segunda residencia tuya… Eso no les da derecho a que nadie ursurpe tu propiedad… A ésto se le debe llamar robo, y robo y más robo, y quién lo permite, también es un ladrón y un sicario en contra de la propiedad privada…

    Hace poco, en la distinguida casa de Subastas de Jesús Vico, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, retiraron una pieza (placa romana) de la consabida subasta, pues consideraban que era robada, o que por su importancia, debía firmar parte de un museo… Otra vez iendo en contra de la propiedad privada. Una acusación muy grave, no fundamentada, y amparada por el sólo hecho de que muchos arqueólogos adoctrinan a los políticos de turno, con la idea, de que todo lo que aparece en un museo, es tan importante, que nadie más puede poseerlo. Desde esta perspectiva, ya hay países en cierto riesgo, como Italia o Argentina, en las que los numismáticos están empezando a verse como verdaderos delincuentes.
    Sin ir más lejos, no puedes sacar una moneda antigua comprada en Italia, porque se considera patrimonio nacional… Estamos llegando a unos extremos insostenibles .. y es debido, a una cantidad enorme de estúpidos, que aleccionan a los gobiernos de turno, con unas ideas del todo inacertadas sobre el uso y disfrute del coleccionismo, y de lo que ellos consideran justo o inapropiado, sin tener un criterio lógico y meditado al respecto.
    Por eso, yo nunca donaría nada a ningún museo público, porque no quiero contribuir a que se engorde la idea de que todo bien cultural, debe ser público por obligatoriedad, y no privado.
    Por otro lado, opino, que el propio estado debería ocuparse más en comprar piezas para los museos públicos, y medios para exhibirlas… Y no dejar morir, cómo pasa con el tesoro del Oddisey, monedas con un valor histórico importante.
    Si ellos mismos no se encargan de sus museos, ¿Por qué debemos hacerlo nosotros? Pagamos un dineral ya en concepto de Seguridad Social, IRPF … que debería ir destinado entre muchos otros ámbitos, a éste…
    Es como ahora los «palmeros»… Estoy harto de ver, como instituciones y personas de a pie, intentan ayudar a esta gente, cuando el gobierno no hace nada al respecto… ¿Por qué nuestro dinero, el que declaramos a Hacienda, no se usa para paliar estos problemas? ¿Por qué no se crean puestos de trabajo para los sanitarios, en vez de llamar a personal jubilado? ¿Por qué no se hacen museos como Dios manda, con dinero público, y se establecen los medios adecuados para la conservación de lo que ellos llaman patrimonio nacional, y su posterior exhibición?
    Porque mientras haya personas que cedan sus bienes a otras entidades, les hacemos el trabajo fácil a ellos.
    El segundo punto que quería mentar es el de, ceder en vez de donar…
    Tal vez, para paliar la carencia de ciertas piezas en las colecciones de diversos museos, o para contribuir a una propagación mayor de la cultura nacional en los museos, la mejor manera, sea, a partir de cesiones de piezas que siempre debería ser nuestras (hasta que dijésemos.lo contrario, si se da el caso) y que también puedan disfrutar otros por medio de la exhibición de las mismas
    Un saludo

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