Descuentos en el mercadillo

Mi amigo Pepe Botika, de quien tanto he aprendido, me ha dicho muchas veces que a mí me faltan muchas horas de mercadillo. Considera que el comportamiento racional que describo a la hora de comprar monedas no es tal y que en muchas ocasiones uno te ofrece por 10 las mismas monedas por las que el día antes pedía 30. Quizá ese día se haya levantado de buen humor, quizá se le haya ido la mano con el clarete o quizá una bronca monumental con la parienta le haya obligado a venderlas al precio que sea. Pero el caso es que las monedas que un día se vendían caras en el mercadillo, al día siguiente se regalan. Y ahí está el bueno de Pepe para aprovechar la situación.

Sin buscarlo explícitamente Hispánico (otro de mis maestros) me dio la respuesta. Os cito su texto:

Lo que pasa (que no digo sea tu caso pero sí el de mucha gente) es que algunos, por ahorrarse un duro (o dos), compran monedas en bajas o muy bajas calidades. Y no me refiero monedas de ínfimo valor sino por ejemplo monedas raras o semiraras que aún estando flojas cuestan ya un dinero. El problema es cuando van a venderlas y comprueban que los comerciantes no les ofrecen más que la quinta de lo que ellos pagaron por ellas. ¡Me han engañado!, gritan entonces para sí. Y no, no te han engañado. Lo que pasa es que las monedas en baja calidad, aunque sean raras, son muy, muy difíciles de vender, motivo por el que los comerciantes sólo las compran a precio de derribo y si no pues lo dejan pasar. No hay más. El que coleccione piezas en calidad ya verá como ningún comerciante le ofrece la quinta parte de su valor por la cuenta que le tiene. Pero el que coleccione baja calidad le espera una enorme depreciación a la hora de vender sus monedas. No hay más.

Un numismático puede tener monedas de 1, de 10, de 50 y de 3000 euros. Cada clase de monedas tiene su cliente natural. Las monedas de bajo precio son muy volátiles por abajo (unos las venden a 10, otros a 5) pero muy poco por arriba (si, por ejemplo, las pones a 12 no vendes ni una). Las de alto precio es al revés: nadie las vende por debajo de un determinado precio pero hay quien las vende realmente caras con éxito (subastas internacionales con éxito). Las medianas están como su propio nombre dice en el medio: no se suelen vender por debajo de un determinado precio pero tampoco por encima de otro. Eso quiere decir que si te interesan monedas de 10 euros (precio medio bajo) es posible que, buscando mucho, las encuentres a 5, pero si te interesan monedas de 1000 euros por mucho que busques no encontrarás a nadie que te las venda a 500 (falsas aparte).

100 pesetas 1983

 

Digamos que hay ciertas monedas que tiene todo el mundo y que adquirirlas es tan fácil como decir: ”la quiero”. Los euros, las bimetálicas, la inmensa mayoría de las monedas españolas del siglo XX y casi todo El Centenario de la Peseta (salvo que se busque la excelencia en la conservación) caerían en esta categoría. Además, no hay mucho valor añadido posible por parte del profesional, puesto que hay pocas falsas y las falsas generalmente son fáciles de reconocer. Cualquier comerciante que las adquiera las va a comprar a precio de derrumbe (a peso, generalmente), si es que las compra. Luego no les quedará otra que competir  en precio si quieren venderlas. Pero ahí su margen puede variar significativamente. Unos sacan el catálogo de los Hermanos Guerra y venden las 100 pesetas de 1983 por 65 euros la pieza, mientras que otros las venden por 25 euros la pareja de lis arriba y lis abajo. Y nadie está engañando.

En cambio hay otras monedas que venderlas es tan sencillo como decir: «la dejo barata». Esas son, justamente, las que nadie deja muy baratas. Cualquier pieza relativamente rara y en una calidad un poco curiosa caerá aquí, pues serán monedas líquidas. Digamos que esas monedas tienen una oferta asegurada y es más mucho más fácil venderlas que encontrarlas. Un ejemplo relativamente corriente sería un duro de 1882 en SC. Una pieza así puede rondar los 500 euros.  Es de esperar que un profesional la ofrezca entre 450 y 600 euros. Si se le compra un lote grande (pero muy grande) podría incluso rebajar hasta los 400 euros. Pero no es de esperar que esa moneda se vaya a encontrar en 250 euros. Y en caso de que tal cosa ocurra, lo normal es que la pieza se la lleve un comerciante antes que un coleccionista.

En resumidas cuentas: esa idea de esperar a que alguien aparezca en el mercadillo ofreciendo monedas a un precio de derrumbe puede funcionar en los mercadillos para aquellos coleccionistas (como Pepe Botika) que busquen monedas muy baratas o muy poco líquidas; sin embargo, una vez que nos metemos en monedas un poquito más interesantes y con una relevancia relativa, no es de esperar que se puedan encontrar esos cholletes. Por extraño que parezca, es mucho más fácil vender un duro de 1882 en SC por 350 euros que una pareja de monedas de 100 pesetas de 1983 en SC por 25 euros. Por eso no hay comerciantes que ofrezcan lo primero y sí los hay que ofrecen lo segundo.

Esta pequeña reflexión creo que es de especial interés para aquellos coleccionistas que hayan pasado unos meses en el mercadillo dominical de su ciudad, hayan visto ciertos «comportamientos extraños» y estén pensando dar el salto a monedas de mayor importancia. Deben tener en cuenta que es posible que alguien ofrezca por 5 lo que otros ofrecen por 10, pero nadie ofrecerá por 500 lo que otros ofrecen por 1000.

100 pesetas canto

12 comentarios en “Descuentos en el mercadillo”

  1. Por cierto, os escribo desde Madrid. Desgraciadamente ya se me acabaron las vacaciones y debería haber tomado un vuelo hacia Estonia de madrugada. Cual es mi sorpresa cuando a la hora de mirar el vuelo descubro que la compañía aérea Estonian Airlines… ¡¡ha desaparecido!! Así que me ha tocado comprar nuevos billetes «de urgencia» para esta misma tarde y reclamar mi dinero a una compañía morosa.

    Saludos,
    Adolfo

  2. Jolín, siento lo que te ha pasado Adolfo. Espero que puedas recuperar la pasta…

    La búsqueda del chollo es ya un clásico en los mercadillos dominicales. Es muy fácil diferenciar al coleccionista que acude a un mercadillo pensando que, por algún motivo, ahí se venden las monedas de calidad mucho más baratas que en las subastas del que simplemente va a ver si encuentra algo que le cuadre en su colección, estando dispuesto a pagar un precio ajustado a mercado si encuentra tal cosa.

    Antaño, cuando no había internet y sí mucha ignorancia, no digo yo que no se pudiera encontrar algún chollo de ésos en los mercadillos. Pero hoy en día eso es prácticamente imposible. Y es una situación en realidad más justa. Lo que no se puede es pretender que los comerciantes enseñen todo lo que saben a los coleccionistas pero que luego éstos se reserven el derecho de emplear ese conocimiento en ir buscando chollos por ahí. Queda feo.

  3. Hasta que no pongan vuelos desde Villanubla a Tallin no vas a estar tranquilo. Buena entrada, alguna vez tendremos que hablar de otros personajes oscuros que pululan por los rastrillos, son la cara mas negra del mundillo, piteros, rateros, descuideros de bandejas y carteras, que luego revenden a cualquier incauto o listillos que también existen y buscan chollon en ellos. Este tipo de personajes y su corte de los milagos también se da y hay que andar con mucho cuidado aunque por fortuna no son frecuentes al menos en mi ciudad. Que sea leve lo del aereopuerto, un abrazo

    1. Sería gracioso hablar un día de estos personajes, pero la verdad es que no los conozco apenas porque yo intento mantenerme lo más lejos de ellos que pueda.

      Saludos desde el aeropuerto de Bruselas,
      Adolfo

  4. Casi mejor que no te hayas subido en ese avión, si ha quebrado tal vez tampoco se gastaban los euros en revisiones. Por otro lado los «chollos» no existen, todo depende de los contactos y de la salida actual de la moneda, creo que casi todos tenemos las 100 pesetas del 1983 o sea que un par sin circular, se pueden devaluar hasta que alguien decida pagar algo como un plan renove. Además, es una colección en caida libre, incluso el duro del error del mundial. Es la oferta y la demanda, como las carteras de los primeros euros…

  5. Hola a todos: me alegro de que ya estés en camino a Estonia.
    Más o menos, lo que vienes a decir es que lo barato al final sale caro. Una moneda bien conservada siempre será atractiva. Sin embargo, otra de mala calidad puede que ni interese a un comerciante adquirirla (o bien sólo a precio muy reducido). Sin embargo, da un poco de miedo comprar una moneda de alto precio….también se puede perder un buen dinero a la hora de venderla más tarde, aunque porcentualmente se pierda más a la hora de vender un denario de 23€.

  6. Una moneda bonita es «una moneda bonita». Puede que no tenga un valor alto pero como curiosidad se puede vender sólo por eso, » porque gusta». S i tienes clientes o es un lugar de paso la gente puede llevarselas porque les atrae. Yo tengo varias monedas modernas que son corrientes pero tienen unos relieves magnificos. Simplemente, me gusta. La parte de coleccionar o investigar o intentar tener piezas antiguas es otro territorio. Yo creo que las monedas en general son un magnifico regalo como curiosidad.
    Saludos

  7. Los que empezaron a coleccionar monedas de Juan Carlos «el breve» (así le llamaban por aquel entonces muchos aquí) y tenían 25 años en 1975, actualmente tienen ya 65; esto significa que están jubilados con lo que su poder adquisitivo se ha visto muy reducido o incluso han comenzado a morirse y sus monedas a volver al mercado…
    Por supuesto apenas han aparecido nuevos coleccionistas de esas épocas con lo que al aumentar poco a poco la oferta y disminuir poco a poco la demanda nos encontramos con que los precios irán bajando paulatinamente hasta tocar un «suelo». Este suelo puede estar tremendamente bajo al tratarse de monedas de nula demanda mundial…

  8. En mi opinión, la bajada de precios de las pesetas de Juan Carlos se debe a su enorme oferta (se han guardado millones y millones de monedas) y a que ha pasado de moda entre los coleccionistas.
    Lo normal es que un coleccionista empiece por lo que tiene en el bolsillo ya que son las primeras monedas que descubre. Hoy en día la gente empieza coleccionando euros, hace 20 años se empezaba coleccionando pesetas. De hecho, me atrevería a decir que la mayoría de los coleccionistas numismáticos -y la práctica totalidad de coleccionistas casuales- se dedican a los euros. Y todos esos antes se dedicaban a las pesetas. La demanda se ha desplomado, la oferta sigue siendo enorme así que los precios no pueden hacer más que caer.

    No es de extrañar que a pesar de que en las monedas de Juan Carlos no haya nada realmente caro, se sigue cumpliendo el patrón de que las monedas baratas bajan mucho más que las caras. Recuerdo que hace 10 años una pareja de 100 pesetas de 1983 bien podría costar 50 euros, mientras que hoy en día se podría encontrar por la mitad (50% menos). Un duro del mundial podría costar entonces 250 euros, mientras que ahora se podrá encontrar por unos 180 (30% menos). En cambio las monedas de 10 pesetas de 1995 o 1996 se podían vender fácilmente por unos 2-3 euros la pieza (recuerdo que pillé un lote de unas 50 piezas y con él me pagué las cervezas de los sábado de un par de meses) mientras que ahora no se paga nada por ellas.

    Saludos,
    Adolfo

  9. Coincido plenamente, la mayoría coleccionamos, cuando empezamos, la moneda circulante, y luego muchos terminamos adentrándonos en monedas con más siglos de historia. Así que muchos de los que coleccionábamos las de juancar y franco ya salimos de ese mercado, y muchos de los que se quedaron ya pocas pueden comprar que mejoren lo que ya tienen, si a eso le sumas la ingente cantidad de monedas acumuladas, pues normal que bajen los precios.

    Con respecto a rentabilidad de la que habla la entrada, también coincido, mejor moneda con extraordinaria conservación y belleza, que esa siempre tendrá mercado.

    Siento el fin de tus vacaciones, ya nos contarás qué tal la experiencia por América.

  10. Yo, justamente, estoy comenzando, y no me fio del mercadillo. Aunque estoy empezando por monedas con un valor puramente sentimental (mi primera compra fue con un duro de la M.Coronada), pretendo llegar a conseguir monedas mucho más interesantes, como la primera peseta, aquella de 1808. He empezado por las más baratas, además por el valor sentimental, porque si cometo errores con una moneda con un precio de 0,25, no duele. Poco a poco iré aprendiendo y buscaré cuando me sienta más seguro, monedas más interesantes. Y los mercadillos… yo no me fío. Lo que hago es: estudiarme bien la moneda, acudir a la tienda del profesional, o a la subasta y mirar cada detalle con cuidado. Si el precio es coherente con las adjudicaciones medias recientes, pago su precio. Me dan muchísimo miedo los chollos.

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