Sirenas en la puerta de las convenciones numismáticas

Desde esta bitácora os he animado a asistir a las convenciones numismáticas, tanto las que organiza la AENP como otras internacionales u organizadas por otras instituciones dentro de España. Creo que en una convención se puede aprender mucho, se pueden establecer contactos y se puede añadir algún que otro ejemplar a nuestra colección. Por eso mismo os he contado mi experiencia en distintas convenciones, como Valladolid, Barcelona (una y dos), Berlín (una, dos y tres) o Munich.

En las convenciones los comerciantes ponen unas mesas en las que ofrecen su material a los coleccionistas. En este sentido, dentro de la convención el coleccionista está seguro de grandes timos puesto que, aunque no todos los que ponen una mesa sean comerciantes profesionales, la organización de la convención cuida mucho de que no haya piratas descarados. A todo comerciante le pueden colar una falsa pero cuando alguien llena la mesa de falsas directamente le echan de la convención y no le vuelven a permitir asistir. Digamos que el valor añadido de la convención es justamente ése: generar un entorno seguro donde se junten profesionales y coleccionistas para comerciar.

Pero mi amigo Enrique fue una vez a una convención y en la puerta se encontró unas sirenas. Estas sirenas estaban lejos de poseer la gran belleza femenina o el terrible encanto sexual con las que son descritas en la mitología clásica y en la tradición literaria occidental. De hecho, tenían aspecto de hombres pasada la cincuentena, con el pelo churretoso y la camisa desgastada. Olían a las colonias rancias con las que se engalaban los hombres de campo en la posguerra antes de ir a misa, pues son tremendamente efectivas para tapar el olor a sudor de quienes no se duchan más de una vez al mes. Son esa clase de gente que se les ve de lejos y ya dan repelús. Esos que fuerzan a acelerar el paso a cualquiera que tenga que cruzar a su lado. Esos con quienes nadie quiere tratarse porque hay algo que te dice que te la van a meter doblada.

Bien, pues con son esas sirenas las que cantaron a Enrique y consiguieron embaucarle.

as de Castele

Sus cantos eran más o menos los siguientes:

Estos de la convención son unos mafiosos. Aquí hay una trama organizada a nivel de todo España para aumentar artificialmente el precio de las monedas. Son unos estafadores que solo buscan el dinero de los coleccionistas y vaciarles los bolsillos, pues ellos saben bien que las monedas que venden a 200 euros no valen más que 80 euros. Que es al precio que ellos las compran. O incluso menos. Es una vergüenza. No sé qué hace la policía que los deja a todos amañar los precios de esa manera… bueno, sí que sé, porque estos tienen mucho dinero de todo lo que han robado y ya se sabe quiénes pagan a la policía. Una mafia. Te lo digo yo. Una mafia de verdad.

Por eso no me dejan a mí poner una mesa en la convención, porque yo no quiero pasar por el aro. Yo quiero vender las monedas a un precio justo y razonable. Si la moneda cuesta 80 euros, pues la vendo a 80 euros y no a 200 euros porque otros también lo hagan. Así que como les dinamito los precios no me dejan entrar. Y esa es la mafia que tienen montada. Están todos ahí metidos: los comerciantes, las casas de subastas, la policía… es una estafa monumental. Una estafa piramidal que no va a dejar más que lágrimas el día que reviente. Porque estas monedas valen menos de la mitad de lo que ellos piden por ellas, y si no me crees, ya te digo: vete y véndeles las monedas que te hayan vendido ellos.

Mira. Mira este as de Castele. ¡Mira qué bonito es! En Linares se acuñó, en mi tierra. Una preciosidad. Bueno, pues vas ahí dentro y te cobran por lo menos 150 euros por un as como éste. ¡150 euros! Y yo digo: «¡No!. Eso no puede ser». Este as vale 50 euros, que es lo que cuesta. O mejor dicho, es lo que costaría si los precios no estuvieran amañados y si no existiese esta mafia asquerosa.

Enrique escuchó los cantos de sirena y le convencieron. El desenlace de la historia ya os lo sabéis todos: se llevó un as de Castele falso. Normal. Si por alguna casualidad este hombre estuviera loco como una cabra, o fuera tonto, o necesitase desesperadamente dinero, o qué sé yo, y se pusiera a vender por 50 euros lo que en la convención se vende por 150 euros, el primer comerciante que pasase le hubiera comprado todo lo que llevase. Absolutamente todo. En cambio, la triste realidad es que a esa sirena sucia, con el pelo churretoso y la higiene despistada no la dejaban entrar en la convención porque es una estafadora que solo hace naufragar a los coleccionistas que escuchan sus cantos.

Eso sí, el as había sido fundido cerca de Linares, no va a ser todo mentira. No como los dos bonitos ases de Castele que ilustran la entrada, que sí son auténticos.

as acuñado en Castele

15 comentarios en “Sirenas en la puerta de las convenciones numismáticas”

  1. Buen post, Adolfo. Puro sentido común.

    «y si no me crees, ya te digo: vete y véndeles las monedas que te hayan vendido ellos.»
    Me ha hecho especial gracia esta frase pues hace muy poquito tiempo tuve una experiencia con un pintoresco personaje que no era un coleccionista precisamente aunque sí alguien relacionado con el mundillo de la numismática. Según él los comerciantes deberíamos recomprar a los coleccionistas las monedas que les vendimos al precio que se las vendimos en el momento que dichos coleccionistas lo determinen. De nada sirvieron los argumentos que le expuse para sostener lo contrario: era «su opinión» y contra eso no había nada que hacer. Incluso mantenía que el no hacer eso por parte de los comerciantes era lo que nos llevaba a perder clientes pues éstos se desanimaban cuando comprobaban que su «inversión» en numismática no estaba dando los resultados esperados.

    Eso sí, el material que traía para vender lo valoraba a precio de subasta intergaláctica (ni siquiera de subasta internacional) y dudo muchísimo que una vez pagado el precio que pedía hubiera aceptado «recomprar» las monedas. Al final se fue muy digno él, ligeramente ofendido.

  2. Desde luego Luis…
    ¡Cómo se te ocurre pretender ganarte la vida honradamente con las monedas!
    El que comercie con monedas ha de ser una especie de monje que altruísticamente emplee su tiempo, sus esfuerzos, arriesgue su dinero y humildemente se contente con recibir por sus monedas el dinero que el noble coleccionista estime que tan indigno mercader ha de recibir como compensación por sus desvelos, por supuesto sin que esto signifique que dicha cantidad tenga por qué cubrir la cantidad que el comerciante pagó.
    Desde luego…
    Luego los comerciantes pretenderéis repercutir los costes (viajes, alojamientos, convenciones, impuestos, gastos varios…) en el precio de las monedas para gastaros el dinero en lujos como pretender comer todos los días o tener un techo para dormir…
    ¡Si es que desde que se abolió la servidumbre de la Gleba y el derecho de pernada ya no sabéis que más pedir!

    1. Je, je, je… gracias, Athalbert, nada hay como el sentido del humor para enfocar esta clase de situaciones curiosas.

      Lo que más me llamó la atención de esa persona es que no entraba a valorar (ni se la planteaba siquiera) el hecho de que un comerciante, como tú bien dices, «emplee su tiempo, sus esfuerzos, arriesgue su dinero» a fin de lograr vender la moneda que compró en un precio a un precio mayor al objeto de poder vivir de ello. Según él, si la moneda la había vendido a un precio debía ser recomprada a ese mismo precio cuando el coleccionista lo decidiera y punto. Recomprarla por menos dinero era un intento de estafa para él.

  3. Hola a todos: un artículo muy interesante y lleno de sentido del humor. Los cantos de sirenas son tan antiguos como actuales. En otra ocasión, tienes que describir a más personajes de los que se pueden ver en la fauna que pulula alrededor de las convenciones.

  4. El «no querer pagar demasiado» está en todos nosotros que no vivimos nuestra vida de coleccionista al nivel del Rey Faruq de Egipto. Pero también entendemos que con la compra de una moneda no solamente pagamos por la moneda. También pagamos por la oportunidad de poder comprar esa moneda.

    Si coleccionas monedas en alta calidad, o poco comunes, o variantes poco estudiadas, o curiosidades como, dígamos, premios escolares que demuestran colmenas (sí, hay de todo en el mundo numismático), sabes que esos objetos no los vas a encontrar en la calle, y raramente en el canje con otros coleccionistas. La mejor probabilidad de encontrar esos objetos del deseo es con un comerciante especializado, y a él hay que pagar sus servicios, no nada más por la mercancía. Si no, muy pronto no habrá quien ofrece esas oportunidades de comprar.

    Hubo un tiempo en que Ebay estaba a punto de cambiar las reglas, pero ellos decidieron de dejar entrar a las sirenas, y ya la cosa no sirve para mucho…

  5. Me alegro de que os haya gustado la entrada. Se ve que todos hemos visto casos semejantes.

    Lo de querer pagar poco por nuestras monedas es normal. Igual que queremos pagar poco por cualquier otra cosa que adquirimos. Yo eso no lo veo nada malo. Pero al final está el sentido común: los chollos no se van a ofrecer al primero que pasa así por las buenas.

    Conozco coleccionistas muy expertos en ciertas temáticas muy determinadas que «pasan» de los comerciantes. Bueno, no es que pasen, sino que en las temáticas que ellos llevan 20 años coleccionando probablemente sepan más que cualquier comerciante de España, al no ser que esté tan ultra-especializado como ellos. Ellos buscan comprar al precio al que compran los comerciantes, pero para eso se buscan mucho las castañas (conocen a otros coleccionistas, son capaces de cruzarse España entera porque ha fallecido un coleccionista y los herederos se han puesto en contacto con ellos, adquieren colecciones enteras…). En otras palabras: se lo curran mucho. Y está claro que no son primerizos ni se comportan como tales.

    Pero pensar que alguien va a llegar de buenas a primeras a ofrecer un chollete al primero que pasa es, en el mejor de los casos, ser un inmaduro. Y lo del cuento este de la mafia ya lo he oído alguna vez como reclamo para pegar buenos palos.

    @Pedro I, cuando voy a las convenciones suelo estar en la convención y no por fuera. Poca experiencia tengo al respecto más allá de salir de la convención para tomarme un café con algún colega o para comer con algunos comerciantes que hayan asistido.

    Saludos,
    Adolfo

  6. «son capaces de cruzarse España entera porque ha fallecido un coleccionista y los herederos se han puesto en contacto con ellos, adquieren colecciones enteras…» Me pregunto ¿a precio de saldo aprovechando el desconocimiento de los herederos o son honestos y les pagan un precio razonable?.

  7. Yo solo sé una cosa:
    Hace varios siglos, se despertó la fiebre por el coleccionismo de moneda romana y griega, al no existir comerciantes especializados es cierto que en los mercadillos se podían comprar auténticos chollos…
    …pero de higos a brevas.
    Los coleccionistas compraban por norma general todo lo que caía en sus manos pues la oferta era caprichosa, irregular y escasa por lo que era preciso tener género de todo tipo para hacer «cambalaches» con otros coleccionistas…
    Hoy en buena parte gracias a los comerciantes que son capaces de cruzarse Europa en busca de un margen de ganancias aceptable, la oferta es estable y mucho más variada que hace un siglo.
    Está claro que como coleccionista me gustaría comprar los denarios a euro (una docena de denarios, diez euros); pero cuando quiero vender una moneda repetida me gustaría sacar casi lo que saca el comerciante.
    Simplemente; ¡¡¡lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible!!!

  8. Buenas noches, para que la gente contrate agentes de seguridad y ponga alarmas en casa, tiene que haber ladrones que generen inseguridad. No digo que los comerciantes y las sirenas estén del mismo lado, pero uno sin el otro verían menguar sus ganancias. Las monedas falsas actuales que circulan por ebay y otras plataformas de internet generan desconfianza, pero para eso existe la red, para comparar precios, calidades, fotografías y con paypal si no le gusta le devolvemos el dinero. No estoy contra las convenciones, pero los tiempos cambian.

  9. @César, cuando se hereda una colección de monedas mucha gente tiene miedo a tener alguna moneda de altísima rareza, que sea la bomba lironda y cueste decenas de miles de euros, y que por no saber se la paguen por 10 veces menos de lo que cuesta. Esto es miedo y eso lo tiene la gente razonable porque el miedo lo genera el desconocimiento. Es normal. Otros tienen la certeza de tener una colección que vale millones porque se creen especiales o muy listos o vete tú a saber por qué. Esos no son razonables ni lo van a ser, así que lo mejor es darles una palmadita en la espalda y decirles que sí, que tienen el Tesoro del Carambolo.
    Cuando alguien tiene monedas buenas, de esas que cuestan lo que un obrero gana en 3 meses, lo normal es que quien las haya comprado haya pagado por ellas una pasta. Una pasta puede ser lo que en su día fue el sueldo de 1 mes (en cuyo caso le salió bien la jugada) o el sueldo de 6 meses (en cuyo caso le salió mal). Pero es una pasta. No es que haya dejado de tomarse un café y se haya comprado una moneda, puesto que quienes hacen eso tendrán una colección que nunca valdrá gran cosa desde el punto de vista económico (pero que puede ser muy interesante y entretenida, como ya hemos dicho muchas veces). Los que tienen piezas potentes son los que dejaron de meter un capital en el banco y con ese capital adquirieron una moneda.
    Quienes hacen eso son conscientes de que buena parte de la herencia que dejan a sus hijos/familia es una colección de monedas. Y en esos casos lo normal es que, aunque no hayan dicho a la familia el valor real de la colección, dejen instrucciones claras sobre qué hacer con ella el día que falten. Suele ser llevarla a un comerciante o a unos aficionados. Pero la idea es la misma: que la tase y la pague gente en quien ellos confían.

    Con todo esto lo que quiero decir es que el caso ese de que se compran colecciones buenísimas a precio de saldo a los ingenuos herederos es algo que he oído muchas veces pero de la que no tengo constancia de un solo ejemplo. En cambio tengo constancia de muchos ejemplos en los que comerciantes o coleccionistas han pagado un precio razonable por colecciones potentes.

    @Athalbert y @Jaume, creo que entre ambos habéis dicho lo que yo considero que son dos de los tres principales valores añadidos de los comerciantes: proporcionar seguridad al coleccionista (sobre todo a quien empieza) y «mover» el mercado. El tercer valor añadido es, en mi opinión, el asesoramiento. En mi opinión las casas de subastas ofrecen los dos primeros valores de manera más eficiente mientras que el tercer valor es ofrecido prácticamente en exclusiva por los comerciantes autónomos.

    Saludos,
    Adolfo

  10. De lo que ocurre fuera de la convención no puedo opinar ya que nunca me me atrevido a acercarme a los tipos que comentas en la entrada. Pero y como aviso a novicios he de decir que si tu vas confiado y con tu olorcillo de novato a una convención porque le estas comprando a un profesional afiliado y todo eso ya veras que bonita pieza inedita te llevas a casa. Y que conste que no hablo de oidas si no desde la experiencia personal. Si no hubiera suplido mi falta de experiencia con la bibliografia que he ido comprando ya tendria un par de bonitas falsas descaradas en mi colección.
    Resumiendo, como decia el que lo decía, no es que no me fie de ti…es que no me fio de nadie y he decidido que hasta que no tenga varios años mas de experiencia no vuelvo a comprar en convencion, de hecho a la proxima de mi ciudad ya he decidido no ir.

    Siento ser el que diga lo que nadie se atreve a decir pero me siento en la obligación moral de decirlo.

    Un saludo.

  11. Entre otras cosas por eso siempre recomiendo comprar solo las monedas que se conocen. Ni aunque las venda el Papa de Roma. Pero al menos al haber comprado la moneda a un profesional pudiste recibir el dinero de vuelta. Si se la compras a un sireno de esos te la comes con patatas.
    Dicho esto, yo nunca he comprado una falsa en una convención. O eso creo. Pero también es cierto que nunca he comprado en una convención monedas que no conociese a priori.

    Un par de cosas más.

    1.- Ayer tuvimos una curiosa conversación en Facebook a raíz de esta entrada. Se trata del producto de otro canto de sirenas, o mejor aún, de un autoproclamado Mesías que genera confusión entre quien se para a escuchar: https://blognumismatico.com/wp-content/uploads/2015/09/conversacionGumersindo.jpg

    2.- El diseño del primer as de Castele que ilustra la entrada me parece el más bonito dentro de los ases íberos.

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