Cuándo una variante despierta interés

Últimamente es habitual que se genere en mi perfil de Facebook un debate paralelo al que se produce en los comentarios del blog. Al principio intenté que los comentaristas se concentrasen en el blog pero ya he entendido que cada cual escribe donde quiere, así que no tengo nada que hacer.

El caso es que a raíz de la última entrada hubo unos comentarios en Facebook por parte de Yeray tan interesantes como nos tiene acostumbrados. Su opinión era un buen ataque a las variantes de El Centenario y a los comerciantes que las anuncian. Y como buen ataque que se precie, tiene material suficiente para una reflexión posterior. Reproduzco parte de la conversación:

Yeray: Algunos le llaman variante a cualquier cosa. El que se lo quiera comer es libre de hacerlo pero sólo es una forma de intentar sacar más dinero por una moneda que además está flojísima.

Adolfo: Yeray, que cada cual coleccione lo que quiera… a mí tampoco me van estas variantes, pero es cuestión de cada cual

Yeray: Faltaría más. No critico al coleccionista de variantes sino al profesional que llama variante a cualquier chorrada con el único afán de llenarse los bolsillos, no me vale lo de que para eso montan un negocio, hay que tener cierta ética.

Adolfo: técnicamente eso es una variante de cuño

Yeray: Siguiendo esa lógica tendríamos que llenar los catálogos de medievales y modernas de variantes, hay que ser más serios.

Adolfo: ya… pero no hay coleccionistas de medievales que busquen coleccionar pequeñas diferencias de cuños y sin embargo sí que hay coleccionistas de El Centenario que las buscan

Yeray: La demanda existe, eso está fuera de todo debate y no es a lo que me refiero. Lo dejo para no repetirme más. Sólo espero que Martín Hervera se coma esa moneda a ver si así desiste de llamar variante a gilipolleces.
Por otro lado, tu comentario anterior me da a entender que una variación de cuño sólo es tenida en cuenta si hay gente que las compra. Eso es pervertir la numismática.
Te pongo un ejemplo, el real de abajo muestra una variante para la que no hace falta microscopio, en los vértices tiene flores en vez de roeles. Esa variante jamás la destacan las casas de subastas y hace que sea más rara que las normales con roeles (62-7 en acsearch).

Adolfo: No sé qué culpa tiene Martí Hervera: él solo intenta vender su producto lo mejor que puede. Como cualquier comerciante, vaya

Yeray: Pues la misma culpa que los charlatanes del lejano oeste cuando vendían sus lociones que lo mismo valían para quitar manchas que como crecepelos.

Adolfo: la diferencia es que eso es una estafa y lo de Martí no: esa moneda es una variante. Que coleccionar estas variantes te parezca a ti una bobada (y yo no seré quién lo defienda) es otro tema. Pero afortunadamente hay coleccionistas para todos los gustos

Yo creo que de esta conversación salen varias cosas. Daré mi opinión sobre las mismas y estoy seguro de que se enriquecerá con los comentarios.

La primera cuestión y quizá la más importante es qué es una variante. En mi opinión una variante se da cuando una moneda presenta una diferencia significativa con otras monedas de su mismo tipo debido a una diferencia del troquel con el que fue acuñada. Ya veis que esta definición tiene tres puntos flojos: el primero es que me la he sacado de la manga; el segundo es que liga el concepto «variante» al concepto «tipo», el cual también necesitaría una definición; el tercero es que «significativo» es un término que puede tener interpretaciones muy diversas.

Con el primer punto flojo no tenemos nada que hacer. Con el segundo, se puede entender intuitivamente que el «tipo» de una moneda podría definirse por su numeración en catálogos especializados o simplemente por lo que los coleccionistas consideren. Por ejemplo, hablamos de las 10 pesetas de 1878 (18-79) como un tipo diferente de las 10 pesetas de 1878 (18-78) la vez que consideramos que las doblas de la banda de Sevilla son todas de un mismo tipo. Esto lo hacemos porque los catálogos y los coleccionistas lo consideran así, ya que la diferencia entre las dos monedas de 10 pesetas de 1878 es tan solo un numerito que hay que mirar con lupa dentro de una estrella, mientras que en el caso de las doblas hay diferencias muy notables en el diseño, en la posición de la ceca o en las leyendas.

Luego hablo de que dentro de un mismo tipo la diferencia debe ser «significativa» para que se considere una variante. Esto lo digo porque en último extremo cada cuño es diferente, así que alguien podría decir que todos los cuños generan variantes. No lo solemos considerar así. Pero de nuevo considerar una diferencia de cuño como variante o no vuelve a ser subjetivo y dependiente de los catálogos y los gustos de los coleccionistas. El mejor ejemplo son las 100 pesetas de 1966 (19-69) variantes palo recto y palo curvo. Para ver la variante se hace necesaria una buena lupa y un ojo entrenado, pero aún así se paga una variante al doble que la otra. Por otra parte, la variante del real de Pedro I que nos muestra Yeray ni siquiera se cita en los catálogos de subastas.

Obviamente, eso no significa que no sea interesante para algún coleccionista de moneda medieval que busque hacerse con diferentes variantes de un mismo real sevillano. Lo que significa es que la inmensa mayoría de los coleccionistas y de los comerciantes no valoran que los reales sevillanos de Pedro I tengan roeles o florones. En EEUU se consideran muchísimas variantes de cuño de cada tipo de moneda por el mismo motivo: hay muchos coleccionistas que buscan variantes de cuño.

Así que ya veis mi opinión: el mercado es soberano y nos dicta qué considerar variante y qué no. Esto es una perturbación de la numismática en la opinión de Yeray, mientras que en la mía es lo más normal del mundo. Que sean los coleccionistas quienes decidan qué se considera variante y qué no. En el caso concreto de la variante que comentábamos en la entrada anterior, la diferencia visual es mínima pero a mí me parece significativa si esa pequeña diferencia define que la moneda haya salido justamente del primer cuño que realizó monedas de 1875 (no tengo más referencias al respecto que el propio testimonio de Martí Hervera).

En cuanto a si Martí Hervera está intentando engañar o no al coleccionista, yo lo tengo claro: NO. Simplemente está ofreciendo un producto y vendiéndolo lo mejor que puede, que es su obligación como comerciante. El cedente querrá que su moneda se venda lo más cara que pueda venderse y para ello cualquier información que pueda proporcionar la casa de subastas será bien recibida. Por otra parte, los coleccionistas no quieren verse engañados pero obviamente hay que motivarlos a realizar la compra. Y Martí no engaña a nadie porque esa moneda es una variante. Que la diferencia con respecto a otras de su tipo sea o no significativa puede ser objeto de debate, pero basta que un subconjunto de los coleccionistas de monedas la consideren como tal para que deba publicarse como variante.

Por último, estoy plenamente de acuerdo con Yeray en que es paradógico que los coleccionistas de variantes se centren sobre todo en El Centenario de la Peseta, que es justamente el periodo de la numismática española donde menos variantes aparecen. Una posible causa que veo es que ese perfil de coleccionista es el más friki de todos, llegando a veces a una auténtica obsesión, y está más interesado en el coleccionismo en sí que en los aspectos históricos de las monedas. A estos les sugeriría que echasen un vistazo a la numismática medieval y moderna, donde aparecen infinidad de variantes tanto en monedas de vellón como en las de plata y las de oro. Se pueden ver diferencias notables entre los distintos talleres. Además, en los tipos que se emitieron durante muchos años se nota claramente cómo el estilo va evolucionando (el ejemplo más conocido en España son los oros de los Reyes Católicos, pero hay muchos más). Desde luego que ver y entender estas variantes me parece mucho más interesante que dejarse los ojos percibiendo pequeñas diferencias en las monedas del siglo XIX y XX.

Las monedas que ilustran la entrada son dos humildes y bonitas blancas de los Reyes Católicos acuñadas en Burgos. Con ellas, más que buscar variantes microscópicas se puede jugar a detectar las 7 diferencias.

29 comentarios en “Cuándo una variante despierta interés”

  1. Todo tiene que ver, en mi opinión, con el método de elaboración de cuños, y con el sistema de acuñación. Mientras más elementos se utilicen para confeccionar el cuño, más diferencias existirán.

    Un ejemplo: Para elaborar un cuño de anverso de un real de a 8 del Real Ingenio hacen falta muchos punzones pequeñitos, entre otras cosas porque no es lo mismo punzonear una superficie curva que hacerlo sobre una superficie plana. Son cuños más artesanales, donde no hay dos iguales. Cada arma en el escudo tiene su propio punzón, con lo que imaginaos la importancia que puede tener que esté la cola del león pisada por un escusón o no.

    Yo no entiendo de monedas del Centenario, pero imagino que la matriz era más compleja, y los cuños elaborados serían todos idénticos, por lo que una pequeña diferencia es convertida en variante.

  2. Al parecer, y es lo que me molesta, las variantes se tratan más desde el punto de vista empresarial que numismático. Si vende que el rabo del león esté medio milímetro más arriba entonces es variante pero si las flores en vez de roeles en el real de Pedro I no se vende pues no lo es. Eso es, como dije en la conversación con Adolfo, una perversión. Será que yo no veo la numismática como medio de llenarme los bolsillos sino como ciencia, aunque sea auxiliar de otras.
    Lo del rabo del león yo lo veo como un cambio de cuño, como el punto sobre la N en 2 «bucles» que puso Emiliano en el mismo hilo de Facebook. Pero de ahí a reconocerlo como variante me parece que no es serio.

  3. Un saludo a Yeray y Lanzarote , me parece una buena entrada Adofolfo ,para estas variantes que salen asi por decirlo ,que para unos son y para otros no lo son , el ejemplo de este duro de Alfonso XII ,me deja un perplejo ,porque asta ahora nadie sabia su existencia ,estoy seguro que si lo mando yo a subastar a qualquir casa de subastas que sea ,si me lo aceptan seguramente ,pero no para subasta en directo ,sino por correo ,a precio de salida 20.-€ ,que su valor, ahí se queda la cosa .
    Aquí tenemos otro factor,el vendedor de este duro , es seguramente un experto de variantes , y el precio de salida lo deciden mutuamente ,esto me lo imagino yo ,igual no tengo razòn ,pero pienso que el sistema es este mas o menos.
    Seria mas justo que el valor se lo diera el mercado ,como tendria que ser ,subastarlo por su valor que son 20.-€ ,declarando esta variante,claro està ,que yo tampoco la veo como variante,pero si mas como un capricho numimàtico, que multiplica su valor real por 20 .Ahora estoy esperando que mis Buclés del 93′ con puntito en la N ,salga de parte de um VIP estudioso de variantes ,y diga que una variante,seria como si me tocara la primitiva,es decir con valor de 300.-€ que tiene ,multiplicado x 20= 6.000 pavos !! Precio de salida claro !! un saludo Adolfo ,espero de no haber dicho una chorrada ,,pero esta variante es lo que yo pienso !

  4. Interesantes comentarios. Estoy de acuerdo con Adolfo, aunque no le niego la suya a Yeray respecto al punto de vista mercantilista de la cuestión.
    A mí, que me gustan los denarios ibéricos, imagínate la importancia que le doy a las variantes. En este caso particular, tenemos que diferenciar ya por tipos (que engloban a diversas variantes), porque si no es imposible.
    Un saludo a ambos, y al resto de lectores.
    Por cierto, yo tengo también las dos variantes del Pedro I de Sevilla, con roeles y con florones, y una tercera, sin ninguno de los dos!

  5. Para quien le guste la variante del real con flores, se ha quedado una sin rematar, por 150 pavos, en la subasta de Pliego.

    La que yo tengo es con roeles, que ciertamente es la más abundante. Esto sí se considera variante, pues se han utilizado punzones distintos, no es que se hayan dispuesto los elementos algo desplazados, sino que uno de los elementos es diferente.

  6. Estaba escribiendo esto y se ha publicado la entrada de Lanzarote, con el que creo comparto criterio.
    Para mí variante es cuando hay un elemento del diseño de la moneda diferente. Lo de los roles, flores o ninguno de los dos en el real de Pedro I es un buen ejemplo. Que el elemento diferente aparezca de forma intencionada o no me resulta indiferente a estos efectos.
    Lo demás son las típicas variaciones (que no variantes) que se dan en cualquier proceso de producción. Algunas pueden ser más llamativas o curiosas, pero no dejan de ser eso. Y claro que habrá más cuándo el proceso es más artesanal (martillo, rodillo) que en un entorno prácticamente automatizado. Para mí no es variante que la cola pise o no pise, que la espada sea más larga o más corta… Sí que la leyenda sea diferente, que un elemento de diseño no esté oesté cambiado…
    Pero vamos que es mi criterio y subjetivo seguro.

  7. Hola a todos: las variantes nos gustan a todos. Pero, cuando se abordan desde una perspectiva «erudita», o con tanto detalle como para caer en un cierto «preciosismo» o como se fijan algunos «especialistas» en aspectos casi «insignificantes» que poco aportan a la historia de la moneda en cuestión…a mí me parece que se pierde capacidad de síntesis y de camino se despista a numerosos aficionados, que se quedan, pues eso, en los recovecos del camino.

  8. Para volverse loco con las variantes esas.Bonitas blancas..si yo te contara todo lo que las blancas traen, sobre todo cuando se ve la cantidad de plata que a veces cubre la moneda completa. ¿Podríamos llamarlo variante al exceso de liga de plata?.
    Saludos

  9. Hola a todos.

    Perdonad que haya tardado en responder estos comentarios, pero ayer estuve fuera de casa.

    Creo que los gustos y pareceres de los presentes son bastante semejantes, pero debemos tener en cuenta que todos entendemos la numismática como una aproximación a la historia. Seguramente si alguien os muestra dos variantes de denarios íberos o de reales de a 8 segovianos y os explica cómo esas variantes se dan gracias al proceso de elaboración de los cuños, os resulte muy interesante. Sin embargo, el que alguien os diga que el primer cuño de 1875 tenía la cola del león desplazada 3 mm. hacia arriba os deje fríos como un témpano. Pero hay coleccionistas con otros perfiles que buscan esas diferencias sin salirse de las monedas de El Centenario.

    En mi opinión, los que profundizan tanto en las variantes es simplemente porque les gusta seguir coleccionando sin salir de su zona de confort. Al menos es el perfil que presentan los coleccionistas de variantes que conozco. Alguien colecciona monedas corrientes de El Centenario y no tadará mucho en «completar» su colección, dejando libres los «huecos» caros. En ese momento tiene tres opciones: o cambiar de periodo, que generalmente es hacia atrás; o mejorar la calidad de las monedas de la colección; o encontrar la manera de seguir coleccionando como hasta ese momento. Las dos primeras opciones suponen salir de su zona de confort y adentrarse en un mundo desconocido (ya sea por no conocer los periodos o por no conocer las calidades altas y la sensación de pagar cientos de euros por una moneda). La tercera opción es la más sencilla y por eso atrae a mucha gente que simplemente quieren disfrutar coleccionando sin complicarse demasiado la vida.

    Seguramente vosotros me diréis que esa «tercera vía» no tiene mucho aliciente. Lo diréis porque vosotros entendéis la numismática de otra manera. Pero el gustazo de encontrar una variante inédita no se lo quita nadie a este tipo de coleccionistas. Luego habrá que ver si esa variante importa a alguien más que a él, pero el gustazo queda ahí.

    Por supuesto que los comerciantes ofrecen a los coleccionistas lo que buscan. Esa es justamente su profesión.

    @Juan Luis, buena pregunta. Según la definición que he dado, el exceso de liga de plata no sería una variante, pero en las monedas de El Centenario hay veces que se cita la «variante oro rojo» y la «variante oro amarillo», cuyas diferencias están en la composición del cospel.

    Saludos,
    Adolfo

  10. Este es un tema apasionante que debería estar más sistematizado. Hasta donde yo sé cada autor usa su criterio para designar las diferencias, al menos en los aspectos más nebulosos.
    Desde luego no son lo mismo las pequeñas diferencias en la producción industrial contemporánea que las que se generaron en un contexto más artesanal en el que no hay dos cuños iguales, pero me parece que se podría hacer un esfuerzo para obtener un cierto consenso que debería adaptarse al contexto de la producción monetaria del momento.
    Un aspecto que me parece que debería ser resaltado es todo aquello que informa sobre la emisión o sobre el contexto monetario por encima de los aspectos decorativos que aportan datos estéticos sin mayor trascendencia. Claro que esto puede hacer que en un contexto un pequeño signo sea muy significativo mientras que en otro un buen número de diferencias solo se puedan atribuir al gusto del abridor de cuños. Lo mismo podríamos decir de la tradición monetaria en cada territorio, sobre todo en la edad media y moderna; en uno podría haber poca sistematización, que podría hacer que grandes diferencias fueran irrelevantes, mientras que en otros la disciplina productiva hacer que pequeños cambios sean trascendentes.
    En fin, que el estudio de cada serie es lo que debería definir la importancia de las variaciones y que valdría la pena encontrar un acuerdo aceptable sobre la materia, y cuanto más internacional mejor.

  11. Hola Adolfo.
    En primer lugar te doy la razón y decirte que a efectos numismáticos y por lo que respecta a ese tipo de moneda en concreto este duro de Alfonso XII, para mi si es una variante de cuño como afirma la casa de subastas, han tenido un buen ojo al detectarla, la variación del león respecto a toda la inmensa mayoría de los siguientes que salieron sin tal variación es evidente.

    Por otro lado no estoy de acuerdo en tu afirmación:
    «el mercado es soberano y nos dicta qué considerar variante y qué no»
    el/los mercado/os es = coleccionismo, estos no asientan las bases de que se va a considerar variante o no, el hecho de que una moneda pueda tener mas aceptación o menos por parte de compradores no significa que ya se valla a considerar o no considerar variante, es esta decisión la que debe de tomar la Numismática como ciencia y estudio de cada uno de los ejemplares que se han acuñado a lo largo de la historia, básicamente es como cuando los miembros de la RAE admiten una nueva palabra para el diccionario de la lengua castellana, tienen ellos algo que ver con el mercado o algo por el estilo??? pues no y no deberían por que entonces no seriamos imparciales a la hora de tomar decisiones si aceptar una nueva palabra o no, o si aceptar una variante o no, el hecho de aceptar una variante como es el caso de una pieza de la edad Contemporánea y del centenario lo debemos de dejar a cargo de los numismáticos que estudien dicho periodo y moneda no a los MERCADOS, los mercados juegan en otro campo, de los cuales se ayudan de los catálogos que escriben numismáticos, académicos, profesionales, etc.
    En el caso de las blancas te puedo decir que el 98% mas o menos de las variantes, se producen en la leyenda, el hecho es que cada periodo es un mundo, la edad Contemporánea tiene una forma de acuñación propria o formas porque desde el 1789 ha evolucionado a pasos de gigantes, pero no podemos aplicar todas las reglas estrictamente como es esta época a otras, como la Antigua o Medieval por ejemplo, con esto quiero decirte que el Real de Pedro I el Cruel se podria poner como una variante, en mi opinión es un tipo diferente al anterior ya que el diseño a sido cambiado añadiendo elementos o quitando al troquel, esta moneda y la que a puesto anterior serian tipos diferentes de una misma pieza, ahora bien podríamos llamar que la moneda que contiene las flores es un tipo y de este existirían variaciones o variantes como lo quieras llamar de su leyenda. Por eso tanto tu como Yeray ambos tenéis razón pero no podemos juntar peras con manzanas.
    Por ultimo decir a los lectores como yo, que espero pronto poder publicar el catalogo de la Blanca del siglo XVI y agradecer la ayuda con aportación de imágenes de algunos miembros de Foro Imperio y a Juan Luis.
    Un saludo Adolfo, buen hilo.

    1. La frase que citas pretendía ser polémica :)

      No disto mucho de tu posición salvo en una cosa: corresponde a los coleccionistas y no a los académicos, indicar qué es una variante y qué no. Al menos desde el punto de vista del coleccionismo numismático.
      En la numismática no hay ni una RAE, ni unos académicos ni nada por el estilo. Aquí cada cual colecciona lo que le da la gana y cuando un conjunto de gente busca monedas que tengan ciertas características (sean variantes, errores o lo que sea) dichas monedas adquieren valor y se publicitan como tal. Al final eso es un mercado y todos influimos en él en mayor o menor medida.

      Pero a nadie nos gusta oir decir que el mercado es el que manda. En política nos gusta creer que a los mandatarios los elegimos entre todos y cuenta lo mismo la opinión de un humilde investigador que el de un magnate empresario. Por suerte o por desgracia no es así y no hay más que abrir el periódico para ver que países enteros se están estrellando contra la realidad impuesta por el mercado. No digo que sea bueno ni deseable. Simplemente es así.

      Igualmente nos gusta creer que nuestro coleccionismo tiene una base racional, estudiada y analizada pero tampoco es así. Ni las mejores colecciones se sustentan en criterios racionales y son poquísimas las que buscan criterios académicos (por no hablar del poco rigor académico que tienen la práctica totalidad de las publicaciones numismáticas). Los coleccionistas buscan incluir en sus colecciones las monedas que buenamente quieran y los comerciantes buscan satisfacer las necesidades de sus clientes. Como es normal en cualquier mercado.

      Estoy deseando ver el catálogo de blancas del siglo XVI :)

      Saludos,
      Adolfo

      1. Adolfo, un par de apuntes
        ¿Cómo que no hay académicos en la numismática? Precisamente es lo único que hay en la numismática como disciplina científica afín a la Historia.
        Y ¿qué es el coleccionista numismático? o_O Yo entiendo el coleccionismo de monedas, piezas moneteiformes, medallas y artefactos similares, y toda su comercialización y distribución, pero de numismática todo eso no tienen nada.

        Por eso tiene todo el valor del mundo la ANE, como asociación de numismáticos (académicos o psedoacadémicos) y por contra, ninguna base lógica y racional las siglas de la AENP (les sobra la N).
        Otra cosa es a quién le debamos gran parte del conocimiento numismático que poseemos en la actualidad, pues es la labor realizada por los coleccionistas anónimos durante siglos es la gran base empírica sobre la que se desarrollan muchos de los estudios desde la académia.

        En relación a quién dicta las variantes, pues hay de todo, pero normalmente las dictan la gente de la academia, o apegada a ella,

        saludos,

        1. Me expresé mal, lo que quiero decir es que en la numismática no hay un conjunto de académicos que dicten ciertas reglas. Lo equivalente a la Real Academia en el caso del lenguaje.

          Cuando yo digo que alguien es un «numismático» me refiero a que es un académico. A los coleccionistas y a los comerciantes les llamo «coleccionistas numismáticos» y «comerciantes numismáticos» porque lo que coleccionan o lo que comercian son los objetos de interés numismático. No sé si será correcto o no desde el punto de vista lingüístico, pero así nos entendemos todos. Por eso la AENP debe tener la «N», si no podría apuntarse en ella un comerciante de cemento.

          La mayor crítica que hago a los académicos de la numismática y a los aficionados que pretenden hacer aportaciones al conocimiento numismático es la falta de rigor. Esta terrible deficiencia es casi omnipresente en la numismática. Te pondré un ejemplo: ¿qué catálogo de monedas publica la metodología seguida a la hora de recopilar monedas y fuentes bibliográficas al respecto? ¿qué catálogo de monedas publica el criterio establecido para considerar dos monedas como iguales o diferentes?

          Saludos,
          Adolfo

          1. Emilio Almeriense

            Carlos le iba a comentar algo similar a Adolfo, estoy de acuerdo en tu opinión.

            Adolfo no puedes generalizar que hay falta de rigor de los académicos y de aficionados que hacen aportaciones a la numismática, hay personas que antes de publicar algo lo están contrastando todo lo posible, que luego sea correcto o no desde un punto de vista u otro es una cosa, y que haya falta de rigor es otra, y si es como dices algo generalizado da ejemplos de catálogos y artículos (se que en algunos los hay pero no en todos).

            El tema que respecta al menos por lo que te puedo decir a mi catalogo, es un tema muy complejo y delicado, pero en el ira todo argumentado en cuanto a su ordenación y método por lo que respecta a las blancas, con toda la bibliografia usada y todo, no creo que gente como yo tenga falta de rigor las pocas publicaciones que he leído y que hay respecto a este tema de los RRCC podrán estar bien o mal, pero sus autores han argumentado todo en su libro o articulo.
            Por cierto estas invitado a la publicación del libro Adolfo y todos aquellos que quieran asistir cuando se publique.

            No creo que Antonio Beltrán, Arroyo Martinez, Pio Beltrán, Josep Pellicer i Bru, etc tengan falta de rigor, estarán algunas cosas bien o mal planteadas pero desde luego falta de rigor en absoluto la hay.

            La ANE es la que se tiene que encargar de decidir y junto a las aportaciones de académicos y aficionados que escriben artículos y libros que se podria considerar variante o no, como tantas otras cosas.

            Un saludo Adolfo.

          2. Estás citando a autores a quienes tengo mucho respeto, la mayoría de los cuales son más historiadores que numismáticos. Son publicaciones las he disfrutado mucho y de las que he aprendido un montón. No conozco los métodos históricos lo suficiente como para hacer una crítica.

            Me voy más a los catálogos. No conozco ninguno que indique la metodología de clasificación arqueológica que han seguido para desarrollar el catálogo. Ni que citen el procedimiento de análisis bibliográfico que han llevado a cabo. Ni que expliquen el criterio tomado para considerar que dos ejemplares pertenecen o no al mismo tipo (probablemente esto derivase de la metodología seguida)…

            Cuando se lo preguntas a los autores de los catálogos (he tenido la ocasión de preguntárselo a tres) se quedan extrañados por la pregunta y… resulta que no han usado ninguna metodología, ni han definido ningún criterio ni nada así.

            Emiliano, ¡¡vas a tener la ocasión de sorprenderme!!

            Saludos,
            Adolfo

          3. No había leído tu respuesta,
            No acabo de estar de acuerdo en los términos «coleccionistas numismáticos» y «comerciantes numismáticos» pues precisamente lo que se colecciona no rige un interés numismático, esto es, un interés académico en el sentido de generar conocimiento histórico. Soy un pesado en el uso de los términos, lo sé, pero pienso son importantes.

            Lo de la falta de rigor ya te lo contesta Emiliano abajo, no me repito. Pienso que hay que diferenciar entre un catálogo de monedas y estudio. En el primer caso se trata de listado descriptivo de piezas, independientemente del criterio que se use para su clasificación: tamaño, valor nominal, año de emisión, metal… me da igual, es sólo un trabajo descriptivo sin interés histórico a nivel académico. En el segundo caso se trata de estudios con una finalidad concreta, avanzar en el conocimiento de la producción (mayoritariamente) monetaria concreta en un periodo y área. Por poner un ejempoo concreto, cójase como catálogo-lista el catálogo de Fuster y compárese con la obra de Vilallonga como trabajo numismático, las diferencias son abismales…

            un saludo Adolfo,

  12. Cuando alguien busca algo exclusivo, una variante es importante, sino, no.
    Yo entiendo que un cuño diferente es una variante si es apreciable, pero de ahi que tenga interes o valga un potosi, eso si que lo marca el mercado…

  13. JUAN CARLOS MONZÓN ESPIGA

    En relación a las variantes quería comentar que a mí si que me atraen especialmente. Me da igual si están catalogadas o no. Es un verdadero placer encontrarlas y son las que le dan salsa a la colección. Por ejemplo, una colección del Centenario sin variantes es lo más aburrido que hay. Es como mirar un catálogo o un libro que hemos leido miles de veces sin ningún interés añadido. Sin embargo, una colección con múltiples variantes, algunas más destacadas y otras menos, dan mucho que comentar cuando se enseña la colección. Otra cosa, por supuesto, es su valor crematorio. Hay variantes que multiplican muchas veces el valor de la pieza tipo y, otras que, prácticamente valen lo mismo. Como siempre influye la demanda y lo conocida que sea esa variante, así como la conservación de la misma. No se trata de meter variantes a cualquier precio sino de conseguirlas en la mejor conservación posible. Las variantes dan una exclusividad que no se consigue con otras piezas.
    Lógicamente, son más difíciles las variantes desde que se empezó con la acuñación mecánica (Revolución Industrial) ya que los diferentes troqueles se acuñan a partir de una matriz que hace que sean todos idénticos. Sin embargo, la acuñación masiva de piezas en un proceso industrial hace inevitable que aparezcan pequeños errores que, muchas veces, se convierten en variantes (por ejemplo, utilizar un cuño del año anterior para acuñar el año siguiente rectificando la fecha, como la serie de 1882 sobre 1881 que nos aportó la peseta, las dos pesetas, el duro y las 25 pesetas, todas rectificadas sobre 1881, e incluso, más tardíos los 50 céntimos de 1885, acuñados también sobre 1881) o la serie de 1904 con el cero partido (en los 2 céntimos y la peseta) que no es más que una rotura de cuño. Y como esas, muchísimas más que amplían enormemente el campo de colección (sobreensayadores, bases de columnas, con o sin punto, orejas rayadas, etc., etc.).Si a esto añadimos los errores de acuñación (desplazamientos, reacuñaciones, cuños doblados, sin agujero donde debería haberlo, etc.) os aseguro que la colección que la colección va cogiendo un colorido de lo más pintoresco. El límite lo pone el coleccionista. Yo tampoco estoy de acuerdo con ínfimas diferencias microscópicas, como ocurrió más tarde con las monedas de Juan Carlos I, defectos difícilmente apreciables que me parecen una pérdida de tiempo. Pero dentro de la lógica y con criterio, las variantes alegran la colección y la vista.
    He puesto el ejemplo del Centenario, pero también es aplicable a cualquier época. El problema es que, cuanto más atrás nos vamos, más variantes hay debido al propio proceso de acuñación. Al final, nos tendríamos que quedar con todas las monedas que cayeran en nuestras manos, porque todas tienen alguna pequeña o gran diferencia. Lo difícil es conseguir dos exactamente iguales y en ese momento nos planteamos, incluso, si serán clones. Ahí vuelve a intervenir el buen criterio del coleccionista que decidirá si quiere coleccionar variantes de diseño, de adornos, de leyenda, etc. Y por supuesto, esas variantes volverán a alegrar la colección y la vista.

  14. Domitilo Tristán Jover

    No he leído todos los comentarios pero si la entrada de Adolfo. Tampoco sé cual fue la pieza del centenario que resultó en este debate. De lo que he leído tengo que admitir que coincido con los argumentos de Yeray. El único punto que se deberia de tener en cuenta al valorar las variantes en piezas medievales con las del centenario es que generalmente en las piezas medievales son más comunes que en las piezas del centenario debido a que estas últimas fueron acuñadas con un sistema técnologico muy avanzado y por lo tanto es muy raro de encontrar una variante para no decir imposible. Obviamente existiran excepciones . El ejemplo de 62-7 que da Yeray es muy significativo. Acerca del significado de lo que es una variante no entraré pero si quisiera questionar el valor que algunas casas de subastas dan a «variantes» en piezas del centenario. Sobre la pieza medieval que Yeray da como ejemplo creo que no existe duda alguna que se trata de una variante rara. Pero en las piezas del centenario el asunto no esta tan claro. A veces tengo la sensación que cualquier retoque de cuño lo consideran una variante.

    P.S. Si alguien ya ha comentado algo similar a lo que acabo de dedir pido disculpas.

    Salu2.

    1. Adolfo Ruiz Calleja

      Bueno, al final hay que tener en cuenta que cualquier comerciante (sea casa de subastas o no) se va a regir más por criterios comerciales que numismáticos. Si una variante se paga más por el hecho de ser esa variante, pues la anunciarán a bombo y platillo; si no se paga más… pues muchas veces ni se molestarán en indicar la variante en cuestión.

      Saludos,
      Adolfo

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