Cuando empecé a participar en subastas recibía con ilusión los catálogos impresos que mandan periódicamente estas empresas a sus clientes. Era una rutina para mí -al igual que una pesadez para mi familia- que llegasen a entregarme un paquete con un bonito libro lleno de fotos de monedas y de precios que me dedicaba a estudiar durante horas. Luego los almacenaba en una estantería para poder consultarlos, comparar precios y demás. Hasta que se llenó la estantería y empecé a guardarlos en un armario. Hasta que no hubo más espacio en el armario y los llevé al trastero.
Como había sacado matrícula de honor en arquitectura de ordenadores (después me estrené como profe en esa asignatura) diseñé la colocación de los catálogos como si de una jerarquía de memoria se tratase: los catálogos que era más probable que fuese a consultar debían estar en la estantería, así que ahí se encontraban las subastas especiales y los catálogos donde hay alguna colección que me llamase la atención; los catálogos que podría consultar pero que era menos probable debían estar en el armario, así que ahí se encontraban las subastas de los últimos meses; por último, los catálogos que era improbable que fuese a consultar, es decir el resto, los almacenaba en el trastero. Mi «jerarquía de memoria» era tan buena que durante meses solo consulté los catálogos que estaban en la «caché» de mi estantería y no abrí ni una vez el armario ni fui al trastero más que para meter nuevos catálogos.
Hasta que llegó la reflexión evidente: ¿para qué narices quiero todos esos catálogos si es muy improbable que los vaya a consultar alguna vez? La reflexión se tradujo en que regalé unos 40 kilos de catálogos a un conocido que estaba empezando y me quité un gran peso de encima quedándome solo con los de las subastas especiales porque no dejan de ser bonitos, describen algunos hitos del coleccionismo numismático en España y proporcionan información sobre series determinadas.
Mi falta de consulta a los catálogos no era porque no tuviera ganas de encontrar información, sino porque son datos almacenados en papel y eso tiene la enorme desventaja de que es imposible generar un sistema de búsqueda que facilite su localización. Es decir, si tengo un montón de catálogos y quiero saber cuántos remates ha habido en los últimos 10 años de los 8 relaes de Zaragoza de 1651, no me quedará más remedio que mirar uno por uno todos los catálogos. Algo absolutamente ineficiente. Almacenando catálogos se almacena información pero dicha información sigue siendo de difícil acceso. Y como en el mundo actual lo que sobra es precisamente información, me parece bastante inútil almacenar datos sin después poderlos consultar fácilmente.
Así que yo entré en una dinámica en la que recibía los catálogos, guardaba los de las subastas especiales y el resto los almacenaba durante unos meses para buscar a quién regalarlos cuando tenía un puñado suficientemente amplio. Luego me vine a Estonia y llamé a todas las casas de subastas para pedirles que no me enviaran los catálogos en papel puesto que me marchaba del país. Les dije que solo me mandasen los catálogos de subastas especiales y que les llamaría para recordárselo llegado el caso. Os puedo asegurar que no echo de menos para nada los catálogos a pesar de que es obvio que me estudio las subastas con bastante detalle.
He de decir que conozco otros coleccionistas expertos que prefieren seguir almacenándolos. Sé de uno que los guarda en un gallinero en su pueblo. Un veinteañero que conozco los colecciona y tiene una biblioteca de catálogos de subastas desde los años 70 hasta la actualidad. Finalmente, también conozco a otro coleccionista que guarda los catálogos «por si acaso» pero apunta información muy detallada de las series que colecciona en un cuaderno para poder tener a mano la información sobre los ejemplares subastados.
Por mi parte, cuando vuelva a España seguiré con la misma dinámica de no solicitar los catálogos. La razón es que me resulta muchísimo más cómodo ver la información a través de un ordenador y que el papel es demasiado ineficiente hoy en día. Se me ocurren varias ventajas de usar catálogos on-line en vez de en papel:
– No ocupan espacio físico, por lo que se pueden almacenar tantos como se quiera.
– Se pueden compartir automáticamente con cualquier persona del mundo.
– Los puedes llevar donde quieras si viajas o si te mudas de casa.
– Se pueden hacer búsquedas automáticas.
– Las fotografías de las empresas que se las toman en serio tienen más calidad en las páginas de los comerciantes que en los catálogos impresos. Las empresas que hacen las fotografías de cualquier manera las muestran igual de mal en ambos medios.
– No hay que molestar a nadie para que venga a llevar el catálogo a casa.
– No nos encontramos un albarán que nos pide que vayamos a una agencia de transporte a por un paquete como si no tuviéramos otra cosa que hacer.
– No se contamina.
– No se talan árboles.
– La casa de subastas se ahorra un dinero, lo que hace más eficiente el comercio numismático.
Casi todo son ventajas. Entre las desventajas veo que las casas de subastas usa los catálogos como un detalle para el cliente y también como un aviso explícito de que va a acontecer otra subasta. También es cierto que algunas personas, sobre todo de cierta edad, no están tan acostumbrados a leer on-line y siguen prefiriendo leer siempre en papel.
Mi apuesta para el futuro es que los catálogos en papel tenderán a desaparecer. Ya hay dos casas españolas (Cayón y Pliego) que solo emiten catálogo en papel de cuando en cuando. Otras preguntan directamente al cliente si prefiere recibir o no el catálogo en papel y supongo que no tardarán en intentar reducir el número de catálogos físicos emitidos porque les supone un coste cada vez más absurdo. Parte de ese coste bien lo podrían emplear en generar un buen buscador on-line de sus subastas pasadas que liberase a sus clientes de la necesidad de archivo. Y si ya el buscador se basase en datos abiertos y enlazados, entonces lo consideraría orgásmico total.
Las imágenes que ilustran la entrada son catálogos de subastas que van a ser subastados por London Ancient Coins en una extraña colección de 176 catálogos de los últimos años. No sé si la subasta en cuestión tendrá éxito pero es evidente que hay quienes no opinan lo mismo que yo.
Por aportar algo distinto, decir que le dan un «valor añadido» no tangible a la moneda que haya salido de una subasta en concreto.
Por ejemplo, si regalas un denario con el catálogo de la subasta donde salió, el que recibe el regalo no le da por preguntarte si es auténtico…
El día que me dé por desprenderme de los catálogos, me quedaré con los de las especiales y donde aparezcan mis monedas.
Una cosa buena del papel es que ves las dimensiones de las monedas.
A ver si todas las casas liberan los datos a las plataformas de búsqueda. Espero que aureo se anime por fin. Es señal de mayor transparencia, y ayuda a luchar contra las falsificaciones!!
Yo hace mucho tiempo que me toco llamarles para que dejaran de enviarme catalogos. El de la empresa de paqueteria venia siempre a las 8 de la mañana, cuando yo estaba trabajando le daba por despertar a los vecinos, incluso la tuve con la central por dejar paquetes sin mi permiso a terceras personas, total que no veia ningun beneficio.
Yo estoy deseando que alguna casa de subastas española importe el modelo de CGB.fr. Para las subastas se asemeja al sistema de ebay. Visualmente no es el mejor diseño, pero te permite obtener información, como cuanta gente esta pujando, como va la puja etc… Pero lo mejor es su sistema de archivos que te proporciona mas o menos información según las monedas. Ademas suelen adjuntar cuales la bibliografia esencial para estudiar tal o cual moneda.
pega:
Cuando desaparezca una casa numismática, o simplemente decida ahorrar los costes de colgar toda esa información, adiós datos…
Soy un poco antiguo y conservo algunos catálogos en papel y otros los tiré al contenedor para reciclar, pues es cierto que con el tiempo acumulas varios kilos. Hojeando un catálogo de hace tiempo también se disfruta. Tanto ordenador cansa. A veces comparo precios, como todos, y sí, es un poco pesado ir mirando uno por uno, pero en esta vida hay tiempo para todo.
Si las casas de subastas cobraran algo simbólico por el catálogo (yo que sé… 2 euros) qué os parecería?
Yo soy de los que les encantan los catalogos y los espero con ilusion, de hecho ya he pujado por algunos, al igual que un ebook no es comparable a un libro en papel lo mismo me pasa con los catalogos en formato fisico.
Me parecen algo bello en si mismos, quizas sea porque solo tengo unas pocas decenas….cuando tenga cientos y no me quepan en la estanteria ya veremos si cambio de opinion.
Un saludo.
@Lanzarote, ese valor añadido lo puedes tener sin el catálogo físico. Es lo mismo que dar la referencia a la moneda subastada en cuestión o la URL de su publicación on-line.
@carpanta, hemos llegado a conclusiones semejantes a través de caminos diferentes :)
@Joaquin, no conozco la web esa. Echaré un vistazo a ver, pero de entrada parece más un archivo que un sistema de gestión de subastas.
@Athalbert, esa es una de las razones por las que los datos deben ser abiertos y enlazados: ya se encargaría Adolfo de hacer copias de seguridad sistemáticas de esos datos para que no se perdieran bajo ningún concepto. Luego podríamos pensar en aplicaciones que pudieran explotar esos datos.
@Javier y @sierramadre, al final lo que vienes a decir es que estás más acostumbrado a los catálogos en papel y que tienes cierta preferencia «romántica» al respecto. Yo ahí no me meto, pero desde el punto de vista práctico el papel tiene cada vez menos argumentos.
@andresitoo, una empresa que haga eso no conseguirá más que quedar mal con sus clientes.
Saludos desde Belgrado,
Adolfo
¿y que seria de cualquier tipo de coleccionismo si le quitamos el romanticismo?
Un saludo.
Hola a todos: el catálogo, en cierto modo, también tiene mucho de marketing. Se puede consultar una oferta por internet…pero todavía hay quién lee folletos, se lleva su panfleto publicitario…El catálogo bien confeccionado prestigia a la casa de subastas. (esto lo digo por dar un enfoque distinto a los comentarios anteriores, aunque por otra parte los comparto).
Buenas tardes. El futuro es internet y cuanto mas transparencia mejor. La calidad de las fotos y la posibilidad de aumentarlas hace más fácil observar detalles y errores. Otra cosa es querer tener el catálogo de una subasta en concreto de la que se ha obtenido una moneda. Pagando un poco para imprimirlo tal y como se hace con las fotos, se ahorraría mucho papel y cada cual que elija la calidad de impresión ya que se presentan en PDF.
Es cierto que los catálogos en papel son un coste para la casa de subastas, pero si algo resulta verdaderamente catastrófico es el daño producido al medio ambiente (celulosa, impresión, transportistas…).
Aunque por otra banda caigo en la contradicción de «coleccionar» catálogos, y quizás el motivo principal de este coleccionismo sea no poder consultar online catálogos anteriores al año 2005. Mi ámbito como coleccionista abarca todas las acuñaciones hispánicas, pero lo cierto es que tengo especial predilección por una ceca concreta la cual estudio dentro de mis posibilidades. Así que cualquier referencia anterior al citado año tengo que sacarla del papel, poco a poco voy creando una base de datos informática que me resulta de gran utilidad. Aunque a priori pueda parecer complicado resulta muy sencillo y cómodo.
Perdonad si me he extendido demasiado, pero considero los catálogos antiguos una fuente fundamental para el estudio de series concretas, y en mi humilde opinión deben complementar a la investigación de archivo cosa que en el 99% de las veces no sucede.
A mi me parece que los catálogos deben irse especializando cada vez más y hacerlos que puedan ser obras de consulta. Un catálogo seleccion, o de una coleccion interesante, es lo que más prestigio puede dar a una casa de subastas.
Para el coleccionista novel son indispensables, ya que internet está bien, pero son la puerta abierta, que te atrae y miras un montón de monedas que de otra manera no te fijarias, en definitiva es publicidad, y de la buena.
Yo en el catalogo, tumbado en el sofá, es donde hago la primera selección y hojeo sin querer muchas mas piezas, ya que en internet voy a la foto ampliada.
El color en el catálogo me gusta más. Y trae las dimensiones reales. Las fotos deben ser buenas y los comentarios de las piezas más abundantes e interesantes.
Obviamente cuando eres veterano y llegas a los 200… pues hay que hacer limpia… pero no los tiras todos…
Yo no digo que haya que eliminar los catálogos en papel pero veo un proceso imparable de que cada vez se restrinjan más y que se releguen a ser «un regalo de las casas de subastas a sus clientes cuando se haga una subasta especial».
Si os dais cuenta en los últimos años cada vez las casas de subastas están invirtiendo más en aplicaciones web (Sixbid, Coretech, aplicaciones de pujas on-line…) y menos en catálogos de papel. De hecho, aunque el precio de éstos ha descendido mucho en los últimos años, cada vez hay más subastas que se organizan sin su correspondiente catálogo en papel. Queda claro también que la inmensa mayoría de las monedas se venden al mismo precio en una subasta on-line que en una subasta en sala con catálogo incluido, siendo la subasta en sala mucho más cara de organizar. No hay nada que me haga sospechar que este proceso vaya a detenerse.
También veo claro que mi opinión está truncada por dos cosas: la primera es mi profesión, pues siempre me he dedicado a trabajar sobre sistemas de recuperación de información; la segunda es que ando de acá para allá y para mí es importante poder acceder de manera ubicua a la información «sin que pese». El año pasado vivía en Palencia, ahora en Tallín y dentro de un año vete tú a saber dónde estoy. He escrito entradas para el blog en 8 países diferentes, lo que me obliga a tener que acceder a datos desde lugares muy distintos. No puedo llevarme siempre los catálogos conmigo.
Pero estoy de acuerdo en que el coleccionismo es fundamentalmente romántico, así que no todo va a ser eficiencia :)
La lucha radica en la busqueda del equilibrio perfecto entre romanticismo y eficiencia.
Pero el equilibrio es imposible.
Fuera papel! Entremos en las vías de las nuevas tecnologías! (Eso sí, que las casas de subastas mantengan los ficheros para consultar todas las piezas subastadas en fechas anteriores, por favor)