Cambiar monedas con un comerciante

Hace unas semanas hablábamos de la posibilidad de cambiar monedas con otros coleccionistas. Decíamos que cuando ambos son coleccionistas serios y hay un colegueo entre ellos se puede hacer el cambio con facilidad. Si las monedas son baratas, entonces la cuestión se facilita. Pero quien intente hacer ese tipo de cambios con profesionales se va a equivocar. La razón es la de siempre: un comerciante profesional está para ganar dinero y en ese tipo de tratos no va a ser un colega. Con un comerciante nos podemos llevar muy bien, podemos ir a cenar, nos tomamos unas cañas y todo lo que queráis. Pero a la hora de comprarle o venderle una moneda él está trabajando y eso no se nos puede olvidar.

A pesar de ello los cambios con los comerciantes son posibles. El primer requisito para cambiar monedas a un comerciante es tener una relación previa con él y que haya cierta confianza. No se puede esperar que un comerciante que sea el primer día que se le conoce vaya a aceptar cambiar unas monedas. Yo eso no lo he visto nunca. Para que os hagáis una idea yo habré cambiado monedas con cuatro comerciantes nada más, habiendo compartido mesa y mantel con todos ellos.

Como en cualquier cambio, a un comerciante habrá que ofrecerle algo que le interese. Lo bueno es que como son comerciantes son mucho más abiertos a tener stock que los coleccionistas: quizá a un coleccionista no le interese un duro de 1883 porque ya lo tiene, pero a un comerciante le puede interesar aunque ya tengo tres a la venta. Lo malo es que a un comerciante solo le interesará un cambio si con él sale ganando (recordemos que está trabajando) y eso generalmente supone que la otra parte sale perdiendo. Veamos cómo se puede evitar esto o cómo se puede hacer para quedar contentos aunque el coleccionista «pierda en el cambio». Vamos a ver tres situaciones diferentes que me ha contado Enrique.

La primera es cuando el comerciante es quien se interesa por las monedas que tiene el coleccionista. Por ejemplo podemos ir a un mercadillo o una convención y ofrecer piezas a los comerciantes que haya o incluso poner una mesa. Se puede dar el caso que el comerciante quiera algunos ejemplares -caros o baratos- y que diga que se hace con ellos. Pero es muy normal que si el precio que se pide por las monedas es un precio para coleccionista final, entonces diga claramente que las monedas le interesan pero que esos precios no los puede pagar. En ese momento es cuando se puede hacer un pacto muy sencillo. Basta con decir: «bueno, págamelas a este precio y yo cojo de tu mesa un precio equivalente en monedas que tengas a la venta». Yo todavía no he visto a ningún comerciante negarse a algo así.

En este caso el comerciante cambia stock que ya tiene por stock que le viene bien, mientras que el coleccionista podrá hacerse con alguna moneda que le venga bien por otras que tiene repetidas o que no le interesan. Bien es cierto que lo más probable es que económicamente salga ganando el comerciante porque lo normal es que los precios de la mesa de un comerciante sean mayores que los que intenta adquirir un coleccionista vendiendo sus repetidas. Pero también es verdad que quizá el comerciante se lleve 10 monedas y el coleccionista solo se quede con una y mejor.

La segunda situación es cuando se le va a comprar a un comerciante una moneda de un importe considerable (pongamos varios cientos o miles de euros) y se le propone que adquiera una moneda que pueda encajarle bien como parte del pago. Obviamente dicha moneda debe ser suficientemente interesante para el comerciante. No tiene sentido proponer que nos vendan un denario de 300 euros pero que damos 5 carteras de euros de 2004 más 200 euros por el denario. Pero por ejemplo podemos pensar en hacernos con ese denario de 300 euros y ofrecer otro denario que el comerciante podría vender por 250 euros más 150 euros en efectivo. Algo así es probable que lo acepte, sobre todo si tenemos confianza con él. Claro que tampoco nos tenemos que sentir mal si no lo hacen. Lo que siempre aceptan también es que parte del pago sea en plata u oro. En el plan de ofrecer como parte del pago de una moneda interesante unos cuantos duros de plata o un par de alfonsinas al peso. Saben que las podrán liquidar en cualquier momento.

En este caso el comerciante recibe un dinero líquido por la moneda que probablemente equivalga, o incluso supere, a lo que a él haya pagado por la pieza. Además recibe otro ejemplar que en principio tendrá una venta más o menos sencilla. Por su parte, el coleccionista ha comprado una moneda que le interesaba y ha vendido otra que no le interesaba. Lo normal es que si él hubiera encontrado a un coleccionista que quisiera su moneda, hubiese sacado más dinero que la tasación de su pieza en el cambio. Pero no ha tenido que hacer ese esfuerzo y seguramente haya sacado más que vendiéndosela «en seco» a un comerciante.

La tercera situación es un cambio «de tú a tú» con el comerciante. Una moneda por otra y quizá un poquillo de dinero en efectivo en alguno de los dos sentidos para redondear el trato. Esto solo lo he visto hacer a coleccionistas expertos con comerciantes con los que ya tienen bastante relación de antemano. Siempre que lo he visto hacer se dan dos circunstancias: las monedas tienen un precio bastante importante (del orden de miles de euros) y el coleccionista recibe una moneda mucho menos comercial que la que está ofreciendo. Pongamos por ejemplo un comerciante que trate fundamentalmente la monarquía española y se haga con una colección en la que le viene un dinerito de Alfonso VII la mar de raro. No tiene un cliente claro para ese dinero pero sabe que puede valer 2.000 euros aproximadamente. Si resulta que un coleccionista de moneda medieval con quien tenga confianza le ofrece cambiarle ese dinerito por unas 100 pesetas de 1897 (18-97) en calidad media-alta es muy probable que acepte ya que sabe que las 100 pesetas las podrá vender fácilmente y sin embargo quizá tarde años en encontrar quién quiera la moneda medieval a precio de mercado.

En este último caso la ganancia del comerciante consiste en cambiar una moneda de difícil salida, y que quizá lleve meses o años en su stock, por otra que es muy fácil de vender. La ganancia del coleccionista es hacerse con una moneda rara para su colección a cambio de otra pieza que probablemente le haya costado menos que lo que el comerciante pedía por la que le ofrecía. Este es uno de los motivos por los que muchos coleccionistas expertos no se lo piensan dos veces a la hora de hacerse con monedas comerciales si las ven a buen precio aún incluso si ellos no las coleccionan. Si acuden a convenciones y están metidos en el ajo es muy probable que aparezcan oportunidades de hacer este tipo de cambios y de que en ellos la moneda que les costó 8 se tase como 10. Y si hace falta liquidez tampoco les sería complicado volverla a vender por 8. Pero repito que esto es para gente que sabe lo que está haciendo porque hablamos de monedas de importes altos y con ellas las lecciones salen caras.

Las monedas que ilustran la entrada son 1/16, 1/8 y 1/4 de real de México. Se tratan de tres cobrecitos que seguramente pasen desapercibidos dentro de la estupenda colección de Fernando VII con la que Áureo & Calicó deleita a sus clientes y otros aficionados.

14 comentarios en “Cambiar monedas con un comerciante”

  1. Yo en estos ultimos tiempos he tenido intercambios con un comerciante que conozco de años y he cambiado por piezas mas comerciales que las mias -en mi pais- (macuquinas y potosinas de 8 reales) por cobres ingleses de mi antigua coleccion del siglo 19, eso si, he puesto una parte de efectivo, y he bajado un poco el precio a mis monedas para poder efectuar la transaccion. No obstante aunque soy consciente que aunque haya perdido en el cambio, estoy muy conforme con lo obtenido, que de otro modo me hubiese llevado mucho mas tiempo lograrlo, ya que en Argentina no abundan los coleccionistas de moneda inglesa. Saludos y muy lindos los cobres mexicanos de la entrada.

  2. Bueno… quizas a un comerciante le pueda interesar mantenerte o incluso engancharte mas como cliente. Hay comerciantes que solo miran a corto y deberian mirar mas a medio/largo plazo… un buen cliente es un tesoro, es algo que sólo dejan escapar los comerciantes que, o van sobrados y no les importa o los que demuestran mala actitud…

    1. Un comerciante con experiencia se da cuenta enseguida si el que tiene delante es un «espabilaillo» que va a ver qué saca o bien un cliente potencial, entendido esto como un coleccionista con el que se va a poder mantener una relación mutuamente beneficiosa así como durable.

      Con el segundo estoy de acuerdo que se debe mirar a largo plazo y ceder alguna vez. Eso sí: ceder cuando ya la confianza está asentada (lo que dice Adolfo en la entrada) no la primera vez que lo ves tal y como alguno ha pretendido más de una vez conmigo. Con el primero no se duda en rechazar cualquier propuesta tipo trueque o similar pues siempre pasan por pretender darte lo que ellos no quieren (piezas de baja calidad: por eso no las quieren) a cambio de monedas valiosas y/o bonitas.

      Yo personalmente he aceptado cambios varios veces. Normalmente he ganado yo en ellos pero poco: han sido más bien favores a clientes de confianza que operaciones realmente provechosas. Sobre todo ha sido lo que dice Adolfo: cambiaba una moneda menos comercial pero buena por otra más comercial de valor similar.

  3. En Barcelona y Valencia ni se me pasaría por la cabeza intentar un cambio y creo que los comerciantes de aquí tampoco les interesa. Aunque es buena idea dar monedas repetidas para rebajar el precio de compra, creo que ese tipo de cambios solo se pueden hacer entre particulares o entre comerciantes, ya que un comerciante a un particular siempre le va a decir que le hace un favor quedándose esa moneda y que va a ser un trabajo colocarla, para justificar el margen del 30%-50% a su favor. De comerciante a comerciante, todo depende de los gustos de la clientela de cada uno, pero es mas ajustado.

  4. Hola a todos: me parecen muy interesantes los casos que enumera Adolfo. Alguna vez, he cambiado monedas y me parece que todos salimos ganando y, sobre todo, aumenta la confianza entre el profesional y el aficionado.

  5. Yo poco tengo que añadir a lo ya dicho. Simplemente remarco que aquí hay menos discusión que cuando hablábamos de cambios entre coleccionistas, lo cual evidencia que todos tenemos menos experiencia cambiando con comerciantes que con otros aficionados.

    @Ignacio, aparte de lo que dice @Luis tienes que tener en cuenta que muchos listillos se escudan en lo de «quizá yo llegue a ser un buen cliente» para pedir trato de favor sin dar nada a cambio. Cualquier profesional ya está de vuelta en eso y recordemos que encontrar clientes no es tan difícil, lo difícil es encontrar monedas baratas.
    Estoy muy de acuerdo que un buen cliente es algo que cualquier comerciante querrá tener, pero los buenos clientes son aquellos que permiten ganar dinero. Ningún comerciante (numismático o no) querría tener un cliente con quien no pueda ganar dinero o con quien pueda ganar muy poco. Es normal.

    Saludos,
    Adolfo

    1. Ciertamente, por eso he dicho engancharte más :)
      El primero que pasa por la calle es un cliente, pero si tienes un cliente habitual y le concedes algún favor, si el cliente no es tonto seguirá repitiendo, pero si abusa, matará la gallina de los huevos de oro.
      Son muy importantes los buenos clientes, al igual que, desde mi posición, ‘mis numismáticos de confianza’ como yo les llamo, son un tesoro para mí :)

      1. Sin duda tienes toda la razon, por otra parte, como dica Adolfo un comerciante esta para ganar dinero y eso hay que tenerlo en cuenta al comerciar con el. Creo que lo importante es que las partes se entiendan y se hable con franqueza sobre la valoracion de las piezas entre las partes, en un ambiente de confianza. Esto no suele darse en todos los casos

  6. SIMBIOSIS: Asociación de dos formas de vida diferente para provecho mutuo.
    PARASITISMO: Asociación en que una forma de vida es explotada o perjudicada para provecho exclusivo de otra.

    Creo que está claro…
    Lo único que tenemos que hacer es ponernos en el papel del otro y pensar: «si yo fuera él, ¿aceptaría?»

    1. No. Tengo unos cuantos ponderales en casa pero nunca he hecho una entrada sobre ellos. Podría hacer una introductoria con algunas fotos fácilmente pero si quiero hacer algo más serio me tocaría estudiar porque no entiendo de ponderales.

      Otro tema que se me escapa, todavía más, son los jetones.

      1. Los jetones son un auténtico submundo; apasionante, pero con pocas certezas, muchas hipótesis, poca documentación de la época y demasiada «leyenda urbana» para mi gusto…

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