Lo que he aprendido al asistir a subastas

En la entrada anterior Ignacio hizo un comentario tan bueno como los acostumbra a hacer preguntando para qué va a asistir alguien como él a una subasta. ¿Qué se puede aprender al ir? Si no se puede hablar con la gente ¿de qué nos vale asistir a la sala de subastas en vez de hacer pujas por correo u on-line?  En realidad no son preguntas que yo haya hecho a mucha gente ni tampoco es algo que yo pueda explicar de forma general porque mi experiencia en salas de subastas no es tan grande. Pero os puedo comentar lo que yo personalmente he aprendido de ellas.

Lo primero que tengo que decir es que si alguien va a una subasta a curiosear lo normal es que no aprenda nada. Se puede comer unos canapés gratis y se podrá tomar una coca-cola, pero poco más sacará en claro. Eso es justamente lo que me pasó a mí cuando fui a la subasta que celebró Kunker en la World Money Fair 2014. Pasaban por las diapositivas un montón de piezones y yo básicamente me entretenía admirando su estética, ya que de moneda centro europea no entiendo. Pujé por una moneda española un poquillo por si había suerte y como fue que no salí de allí prácticamente igual que como había entrado. Así que si alguien está un día aburrido en una ciudad y se va a ver una subasta porque no tiene nada mejor que hacer, mi consejo es que cambie el plan por dar un paseo por un parque porque de numismática va a aprender lo mismo y en el parque igual se pone moreno.

Ahora bien, si alguien va a comprar monedas y ve dicha compra como un ejercicio entonces se puede aprender. Y mucho. Lo primero en el propio proceso de preparación de la subasta. Cuando se puja por correo u on-line lo que hacemos es filtrar los lotes que nos interesa y determinar el precio al que queremos llegar en cada uno mirando remates anteriores. Pero para el que tenga la suerte de poderse acercar a la casa de subastas para examinar los lotes el proceso no termina ahí. Unos días antes de la subasta podrán ir a examinar los lotes y ver las monedas en la mano. Eso está muy bien porque permite afinar las pujas. Yo al ver las monedas en fotografía pujo por el máximo precio al que estoy dispuesto a pagar en esa calidad menos «el margen de sorpresa» -que no es igual en una casa de subastas que en otra- lo que hace que mis pujas sean más conservadoras ya que de entrada considero que puede haber malas noticias. Ahora bien, si soy capaz de ver las monedas en la mano no habrá margen que valga puesto que yo mismo las he valorado. Más importante es todavía esto para los lotes de conjunto, puesto que muchas veces las descripciones son muy pobres y son lotes que dan más pie a sorpresas, tanto agradables como desagradables.

En esos días previos uno se acerca a la casa de subastas, se sienta en una mesa con un tapete y una lámpara, saca su lupa y solicita los lotes que quiere examinar. Puede estar el tiempo que quiera y mirar las monedas todo lo que quiera. Incluso se puede solicitar una báscula para pesarlas. Yo lo que hago es no fijarme en la valoración dada por la casa de subastas en el catálogo, sino que voy marcando mi propia valoración. Al final el catálogo acaba lleno de valoraciones, marcas y notas que uso para repensarme hasta dónde quiero llegar en las monedas que voy a pujar o directamente para descartar algunas piezas. Creedme que éste es un ejercicio del que se aprende mucho.

Por supuesto, también hay veces que pido ver monedas por el simple hecho de verlas ya que en algunas subastas aparecen piezas que difícilmente se ven en ninguna otra parte. Esto lo hacemos todos y es comprensible por la casa de subastas. Siempre y cuando no nos pasemos de pesados no habrá problema por su parte. Otra cosilla a tener en cuenta es que mientras examino los lotes no estoy solo. Es fácil que haya algún comerciante profesional u otros aficionados. Obviamente hay que guardar cierto respeto y silencio pero eso tampoco es un funeral y es fácil que surja alguna conversación distendida e interesante. También es fácil que el personal de la casa de subastas esté disponible y pueda ofrecer algún tipo de asesoramiento. No es que vayan a dedicar dos horas a cada uno que viene pero se puede comentar algún aspecto de un lote concreto o incluso pedir asesoramiento de hasta cuánto pujar por alguna pieza.

Como tantas otras cosas en la vida yo creo que en esto de la subasta son más importantes los preliminares que el acto en sí. Si tuviera que elegir yo preferiría ver los lotes los días previos a la subasta y luego hacer las pujas por correo u on-line a ir a la sala el día de la subasta sin haber visto los lotes antes.

La subasta en sí es el mayor exponente del coleccionismo competitivo en directo. No suele haber mucha gente presente, pero quienes están suelen ser coleccionistas potentes, comerciantes profesionales (si bien la mayoría prefieren pujar en diferido para que nadie sepa dónde compran) o representantes de otros coleccionistas, generalmente extranjeros. Eso no significa que no haya novicios, que también los hay.

Lo divertido de vivir en directo la subasta es que es una especie de juego de cartas en el que no se sabe qué es lo que lleva el rival. Según van saliendo los lotes se van descubriendo las cartas de los diferentes jugadores y el que está avispado saca partido de ello pujando por aquellas monedas que son interesantes pero que no tienen tanta competencia. Quizá otro se esté reservando en ese momento las balas para pujar por otra moneda y luego resulta que esa se la lleva el americano ricachón que se ha encaprichado de todas las monedas de esa serie y se las va a llevar al precio que sea. En algunos lotes hay cierta tensión y os aseguro que si en cuanto acaba la subasta se dijese «la subasta no vale, se vuelve a empezar», los resultados serían diferentes ya que todos sabríamos las cartas que llevan los demás.

Ver en directo la irracionalidad a la que llegan ciertos coleccionistas -novicios y expertos- es un espectáculo digno de admirar. Por ejemplo, después de una subasta vi a uno preguntar a un comerciante si había sido una buena compra un piezón que se había llevado. El comerciante le dijo que no se preocupara que era una compra estupenda por ser un ejemplar maravilloso. Yo en cambio le hubiera dicho que pagó 50.000 euros más (¡cincuenta mil!) de lo que yo consideraría el máximo precio razonable para esa pieza y hubiese dicho otro tanto de otra moneda que se llevó. Ese tipo de comportamientos también me sirvieron para reflexionar hasta qué punto me comporto yo mismo de manera irracional a la hora de coleccionar.

En cuanto a conversaciones, en la subasta hay que guardar cierto decoro y silencio pero antes, después y en los descansos hay conversaciones interesantes. En la última subasta a la que asistí conocería a unas 12 o 15 personas y me senté al lado de dos coleccionistas (uno por la mañana y otro por la tarde) que resultaron ser lectores del blog. Con todos ellos tuve una conversación agradable.

Para ser justos también tengo que decir que pujar on-line tiene una ventaja, sobre todo para aquéllos que no puedan o no quieran controlarse. Yo soy una persona muy calmada, pero el día que Teresa Sisó dijo que MI moneda palentina se la llevaba el Estado (lo que hasta la fecha son las palabras más horribles jamás pronunciadas por una mujer) os puedo asegurar que era una suerte que estuviese en casa, que el cabreo me lo comiese yo solo y mis improperios no llegasen a oídos de nadie.

En global yo recomendaría a todos los coleccionistas con cierta experiencia que se acerquen alguna vez a una subasta. El que viva en Madrid o Barcelona lo tiene fácil. Los que vivimos lejos no tanto pero siempre se puede hacer coincidir un viaje o aprovechar la ocasión para pasar unos días en las capitales del Reino. Otra cuestión es que a algunos coleccionistas les da vergüenza ir a las subastas porque ellos no tienen dinero para pujar mucho. Eso es lo de siempre: cualquier comerciante (casa de subastas o autónomo) entiende que no todo el mundo se puede gastar 200 euros alegremente por lo que a nadie ofenderá que vaya alguien a ver los lotes o acuda a la subasta y solo haga pujas por monedas muy baratas. No se es ni peor coleccionista ni peor cliente por ello.

Las monedas que ilustran la entrada son un 4 maravedís, un 4 reales y un 4 escudos que subastará Áureo dentro de la segunda parte de la Colección Isabel de Trastámara. Son módulos que a mí, personalmente, no me llaman la atención pero son monedas raras de ver en esta calidad.

22 comentarios en “Lo que he aprendido al asistir a subastas”

  1. Hola, sólo una preguntita. ¿Cuando vas a ver un lote o moneda a una casa de subastas, puedes llevar tus propios libros y documentación para que te ayuden a la valoración? Muchas gracias.

    1. No hay problema por ello siempre y cuando el número de libros sea razonable y quepan en la mesa. También te puedes llevar un portátil si quieres. Incluso si son libros comunes (el Calicó, el Cayón, los de Sear…) puedes pedírselos directamente al personal de la casa de subastas, que los suelen tener a disposición de los clientes.

      En cualquier caso yo prefiero consultar la documentación en casa con calma antes y después de ver los lotes.

  2. Hola blogueros,
    Muy buena entrada. Respecto a la temática de esta entrada, deciros que alguna vez he asistido a subastas pero en este caso de arte, más para hacer el pipa que otra cosa (por cierto, hacer el pipa es una expresión que se utiliza mucho en catalán para actos en los que uno va a revolotear cual mariposa en el campo). En las de tipo numismástico todavía no, pero me pica la curiosidad. Recientemente, sí que he realizado pujas por algunas monedas de la última subasta de Aureo y también fui un par de veces a inspeccionar los lotes que me interesaban. Al vivir en Barcelona y trabajar cerca de la casa Aureo me facilitó la tarea.
    Para finalizar recomiendo a todos los aficionados que aprovechen alguna subasta que organice Aureo para visitar sus instalaciones, yo la primera vez salí con la boca abierta.
    Saludos,
    Jordi T.

  3. Por cierto Adolfo tengo una duda respecto a las pujas on-line. Concretamente las que organiza Aureo. He visto que en subastas on-line como las que organiza Cayón, en sus subastas adjudican los lotes al precio menor posible, es decir que si un lote sale a 40 euros y pujo como máximo a 60 euros, si que nadie haya pujado por él, yo me lo adjudico por 40 euros. Pero en Aureo creo que no es así, o al menos en sus bases no lo explicita así. O sea que se te adjudica un lote al precio que hayas ofertado por él, sin tener en cuanta si hay ofertas inferiores realizadas.
    ¿Es así?

  4. Jordi, yo creo que merece la pena visitar todas las casas de subastas. Pero estoy de acuerdo contigo que el edificio de Áureo es especialmente bonito, ya no solo por su privilegiada localización sino porque los interiores parecen del siglo XIX. La estética es muy bonita. Además, si os fijáis en la sala de subastas hay un par de armarios grandes y negros. Uno de ellos era una caja fuerte de Caballero. Detalles como éstos hay muchos la sede de Áureo. Recuerdo también que en un armarito escondido pone en la puerta «colección de 50 reales». Es leer eso y que se te eche la imaginación a volar de lo que pudo haber ahí dentro. Por no hablar de la pequeña biblioteca que tienen en el piso de arriba desde donde se puede ver (o vigilar) lo que ocurre en la tienda. Como digo, el resto de casas también merecen ser visitadas si bien nos encontraremos con lugares más modernos, más funcionales y no tan románticos.

    Por lo que preguntas de las pujas on-line, no sé exactamente qué es lo que pone en las condiciones de Áureo pero estoy muy seguro de que el precio de adjudicación es exactamente el mismo sean las pujas hechas on-line o hechas en sala. Es decir, si alguien puja por un lote on-line 200 euros y se recibe esa y otra puja por 120 euros, el precio de adjudicación serán 140 euros. De hecho, muchas veces en la sala los pujadores «compiten» contra la orden.
    Luego hay mucha leyenda urbana de que si eso es lo que ponen en las condiciones pero las casas de subastas se inventan pujas fantasma y patatín y patatán. Nada de eso. Solo hay que pensar un poquillo para darse cuenta de que una casa de subastas que vende en una subasta normalita unos 600.000 euros no va a andarse con historias para ratonear 8 euros más a quien se quiere comprar un duro mexicano de Fernando VII. Si llegan a tener que hacer eso sería mejor que fuesen pensando en cerrar el negocio y dedicarse a otra cosa.
    De todas formas si tienes dudas de este estilo lo mejor es que preguntes directamente a la casa de subastas. Llámales por teléfono o pásate por la sede si te pilla cerca. Quienes trabajan en las casas de subastas son gente muchísimo más cercana de lo que la mayoría de los coleccionistas se piensan y preguntando por ahí sobre el negocio de otros solo se consigue que se produzca el «efecto teléfono escacharrado» (que me dijo aquél que uno dice que dijo otro que…).

    Por lo de hacer una pipa… vuestros vecinos del norte dicen «faire un pipe», pero creo que no es lo mismo :p

  5. No me he leido las bases de Aureo, pero en la ultima subasta por correo puje por una pieza unos euros por encima del precio de salida y sin embargo se me adjudico al precio de salida, hay mucha leyenda urbana.

    Un saludo

  6. Gracias compañeros. Mi inquietud queda resuelta. Aunque siempre quedará la duda en subastas tipo por correo, de si tu propuesta será la adjudicada o no, porque no se puede saber si alguien ha pujado por la tuya a no ser que vayas a la sala el mismo día de subasta.
    Salud!

  7. Adolfo,
    Estupendo, me gustaria ir a alguna, aunque ya se que no debo esperar mucho…
    Me preocupa una cosa que has comentado. Te dejan solo con las monedas? No solamente ya da un poco de miedo que alguien «toquetee» una moneda… sino que no esten vigilando muy de cerca… una moneda podria llegar ‘modificada’ de la foto que inicialmente está en el catálogo.
    Saludos

  8. Hola Ignacio, por mi experiencia en la última subasta de Aureo en septiembre, cuando fui a inspeccionar los lotes que me interesaban, había un vigilante joven de la casa que es el que te pregunta que lotes consultar, y de tanto en tanto, mientras consultas, te va echando un ojo a ver si tienes las manos largas.
    Cuando yo fui recuerdo que había un señor mayor toqueteando un 8 escudos creo que de Carlos III con mucha libertad.
    Cualquiera con mala baba y aprovechando la relajación del vigilante, creo que le hubiera costado dejarla caer al bolsillo.

  9. @Ignacio y @Jordi, esa misma pregunta se la hice yo al personal de Áureo. Me dijeron que en más de 25 años nunca han tenido ni un solo caso de una moneda que hayan sisado.

    Siempre hay uno o dos trabajadores vigilando a los que inspeccionan las piezas y dándoles servicio (ofreciéndoles lupas, catálogos, las monedas que quieran consultar…). Son trabajadores «normales y corrientes», no personal de seguridad. Hay que tener en cuenta que a la inmensa mayoría de quienes van a inspeccionar los lotes los conocen desde hace años y tienen plena confianza en ellos. También tienen derecho de admisión, por lo que si ven a alguien con pintas raras pueden decirle que se vaya por donde ha venido.
    A mí personalmente ha habido comerciantes (tres concretamente) que me han dejado solo con unas monedas suyas que valían mucha pasta. Pero mucha. Lo que más me sorprendió es que a uno de ellos solo le conocía de un par de conversaciones y me dejó en la calle una cartera con monedas que bien podrían costar lo que yo gano en un año y se fue a saludar a no-sé-quién. Los otros dos comerciantes me las dejaron en su despacho, pero la suma total de las piezas que había era mucho más alta.

    Saludos,
    Adolfo

  10. Hay que tener en cuenta que, como es lógico, Aureo dispone de cámaras de seguridad, con lo que si faltase algún lote tan solo sería necesario dar un repaso a la cinta y detectar al indeseable, más teniendo en cuenta que todos son conocidos.

  11. Yo creo que presenciar una subasta es una clase de psicología, siempre y cuando uno entienda lo que se está subastando y le guste. Aún cuando el ritmo al que se
    subastan los lotes hace que no dé mucho tiempo a reflexionar.

    Respecto a poder ver antes los lotes por los que uno tiene intención de pujar o al menos está interesado en ellos, cada vez estoy más convencido de que es lo mejor que se puede hacer para evitar sorpresas.
    Y a fin de cuentas no todos los días tiene uno la ocasión de encontrarse con Luis Piedrahita revisando los lotes :-) http://www.youtube.com/watch?v=8fEwYVac0RI

  12. dijiste: «pero el día que Teresa Sisó dijo que MI moneda palentina se la llevaba el Estado (lo que hasta la fecha son las palabras más horribles jamás pronunciadas por una mujer)».
    Las palabras más horribles que te puede llegar a decir una mujer son: «Cariño…¿estás dentro?»

  13. Se podría entender que estas casas democratizan el acceso a piezones de gran nivel, gracias a ellas todos tenemos la posibilidad de tener en nuestras manos monedas que, de otra manera, no podríamos siquiera ver, pues van a colecciones particulares.

    Por otro lado, veo que se ha podido abrir aquí otro debate, el de la confianza o no en este sistema de subastas, sobre todo en el de «exclusivamente por correo». Yo si no confiara en la honestidad de estas casas pujaría siempre en directo (sala, teléfono u on-line), y se acabó el problema. No es mi caso, que tengo mucha confianza en ellas, de hecho me he llevado en muchas ocasiones lotes por debajo de mi puja máxima. Ciertamente también me los he llevado por mi máxima, pero es normal, al sumar una puja en según que tramos, se ajusta a tu máxima, tengan en cuenta que hay tramos en los que la puja mínima va de 100 euros en 100.

    Muy entretenida esta entrada Adolfo.
    Un saludo.

  14. Hola a todos: me han gustado mucho la entrada y la inmensa mayoría de los comentarios. Ciertamente, se puede aprender y disfrutar en una subasta. Y también, de alguna manera, es una forma de comercializar las monedas con transparencia (no solo por la garantía de las casas sino también porque hay muchas personas presenciando la compra)

  15. Alfredo Chàvez Macìas

    Me encantan las subastas; en mi ciudad se realizan en promedio unas cinco al año y en todo el paìs aproximadamente una docena. Calculo que unas 6000 piezas al año.
    Estoy hablando de las que se realizan en sala. Uno de los dos màs fuertes subastadores edita un catàlogo de buena calidad y nos permite examinar las piezas durante unos quince dìas en su local comercial.
    El otro tambièn edita un catàlogo que cada vez tiene màs calidad y màs imàgenes; claro que tambièn lo podemos obtener por vìa electrònica e imprimirlo si asì lo requerimos. Con èl podemos observar las piezas solo 3 horas antes de la subasta, pero juzgo que es tiempo màs que suficiente para formarse un juicio adecuado.
    De las subastas de nuestra provincia no puedo opinar, pues no he presenciado ningùna.

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