Las monedas forradas

Yo suelo decir que después de inventarse la moneda el siguiente invento de la humanidad fue la moneda falsa. Al ver que un cacho de metal de plata u oro adquiere en una comunidad un valor que de por sí no tiene (quien crea que el oro y el dinero no tienen un valor relativo que vea Yellow Sky), no hace falta ser muy listo para pensar en «fabricar» ese metal por uno mismo como medio fácil de ganarse la vida. Además, en caso de guerra es fácil pensar en falsificar en grandes cantidades la moneda del rival, de tal manera que se produce un triple beneficio: se obtiene dinero fácil, se desprestigia la moneda del enemigo y, en caso de que sea moneda fiduciaria, se puede provocar una inflación descontrolada en el país rival. Quizá los casos más llamativos sean las falsificaciones inglesas de los duros españoles o la Operación Bernhard.

Un aspecto importante para entender las falsificaciones es que hasta hace poco el valor de las monedas era intrínseco a ellas. Es decir, una moneda valía según la cantidad de oro o de plata que contuviese. Por eso se falsificaban en un metal no noble con un diseño lo más semejante posible al de la moneda original. Además, para que el color de la moneda falsa fuese semejante al de la original era típico forrar la falsificación en metal no noble con oro o plata. Por eso se las llama «monedas forradas«.

Este tipo de monedas falsas no presentan ningún problema para su identificación a cualquier coleccionista. Una cosa es engañar a un bárbaro del siglo III colándole un denario forrado en una transacción rápida, o a un mercader fenicio meterle media docena en un pago grande, y otra es que un coleccionista que la mira a conciencia no se dé cuenta. Es igual que los billetes falsos: quizá nos cuelen uno, pero una vez que lo tenemos si lo miramos bien nos damos cuenta fácilmente que no es auténtico. Por otra parte, son documentos con interés histórico, y a veces más que las propias monedas auténticas. Por eso hay quienes estudian monedas forradas e incluso quienes las coleccionan; estos últimos están de suerte porque por lo general son muy baratas. Quizá las monedas forradas más corrientes y comunes son los denarios pero hay otras que se falsificaron mucho, como las lechuzas de Atenea, los reales de a 8 o las onzas españolas. Lógicamente las monedas susceptibles a ser falsificadas «en masa» son aquéllas que en su momento tenían una gran aceptación internacional.

Me parece curioso este artículo de «mapila» que indica que no todas las monedas forradas fuesen falsificaciones, sino que pudieran ser monedas de necesidad. Esta posibilidad la apoya con la detección de una moneda forrada que ha sido acuñada con el mismo cuño de anverso que otras monedas que se saben como auténticas. Me parece razonable la hipótesis de «mapila», si bien yo entonces me pregunto qué sentido tendría forrar una moneda que quien la recibe ya sabe que no es de metal noble. Si se confirma que hay monedas forradas hechas con cuños auténticos yo me inclinaría a pensar que el falsario tuvo acceso a los cuños, bien porque los haya robado o porque el falsificador sea alguien que trabaje en la ceca. En la historia de España tenemos casos de esto último, como el famoso «Gran Escándalo de Potosí» o las no tan famosas pero más actuales falsificaciones de los años 70.

Una moneda forrada que me parece muy curiosa es la última lechuza de Atenea que muestro en la entrada (todas sacadas de aquí). Antiguamente la gente comprobaba la autenticidad de la plata haciendo un corte a la moneda y viendo su interior. Por ejemplo, podéis fijaros en el segundo ejemplar cómo, tras los cortes realizados, se ve el núcleo de cobre. En cambio, el tercer ejemplar viene ya con el corte hecho pero sin dejar ver el núcleo de cobre de la falsificación. Es decir, los falsificadores hicieron una moneda de cobre, la cortaron y luego la platearon para que diese el pego.

Otra curiosidad son las falsificaciones en plata de las onzas españolas. Eran monedas en plata que imitaban a los 8 escudos y que tenían un recubrimiento de oro. Al final se les iba el recubrimiento y acababan circulando como una moneda de 8 reales, ya que era plata y el peso era semejante al de un duro. Esas monedas se veían con cierta frecuencia en las subastas de los 90, pero ahora no se ven casi nunca porque cada vez son menos los aficionados a coleccionar moneda falsa. Las que sí se ven con cierta frecuencia son las falsificaciones en platino de las monedas de oro o plata de finales desde finales del XVIII hasta mediados del XIX.

En la actualidad también hay monedas que valen su contenido en oro o en plata, las llamadas «bullion«. Como no podía ser de otra manera también hay falsarios de estas piezas que insertan un núcleo de material barato (u oro de menor aleación) rodeado de oro y la intentan colar. Pero hoy hay métodos fáciles, rápidos, no intrusivos y relativamente baratos para comprobar la pureza y la homogeneidad del metal. Basta con que el peso y la medida sean los correctos y luego usar un conductímetro para saber la conductividad del material; sabiendo la densidad y la conductividad podemos estar seguros de que la aleación es la que debería ser. La Royal Canadian Mint dice haber inventado otro método para detectar la autenticidad de los bullion que ellos emiten, pero en mi opinión no es más que puro márquetin ya que es un método mucho más caro y con un coste logístico mayor.

18 comentarios en “Las monedas forradas”

  1. Hola a todos: hoy día, con la electrolisis se pueden dar baños de oro y de plata. Pero, ¿qué técnicas emplearían los griegos, los romanos…para cubrir con metales preciosos las falsificaciones?

      1. Bueno, no me había dado cuenta de que está en una zona reservada a tribunos…
        …os copio aquí el primero de los artículos que al ser mío no tengo pegas en su difusión.

        LA MONEDA FALSA EN LA ANTIGÜEDAD (dedicado a Jordi, el hijo de Escipión)

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        Grupo de monedas forradas o imitaciones de época
        Siguiendo con lo anterior, hoy voy a tocar un tema cuando menos peliagudo, las falsificaciones.

        Cuando empezamos a coleccionar monedas nos llama la atención la sorprendente calidad de sus retratos, la atención al detalle que muestran, y la belleza general que desprenden…

        ¿Por qué es así? En teoría hubiese bastado con una simple marca de peso o de valor sin más adornos, y sin duda hubiese sido muchísimo más fácil fabricar los cuños.
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        Moneda germánica de oro de la zona del Rhin. Ejemplo de sencillez
        En primer lugar, la moneda ha sido desde su origen un instrumento de expresión de la soberanía (“Aquí mando yo y ordeno que solo circule mi moneda”) tanto como un instrumento propagandístico de primer orden con el que se podía hacer saber a todo el pueblo los logros de su gobernante (Un reverso que muestre al rey de turno con un cautivo encadenado a sus pies es un mensaje que más de 2.000 años después interpretamos sin ningún problema).

        Dicho mensaje propagandístico tenía que ser enviado al pueblo mediante imágenes que no precisaran de saber leer para interpretarlo correctamente, pero en teoría no se necesitaba un auténtico genio del grabado para realizarlo luego…

        ¿Por qué se gastaban la pasta en contratar auténticos genios para que hiciesen sus monedas?

        Había dos razones principales:

        1.- Por razones de prestigio.

        2.- Para dificultar su imitación no autorizada.

        Es este segundo punto el que nos interesa. Con la invención de la moneda una autoridad central garantizaba mediante la estampación de su sello el peso y el contenido de metal precioso de la moneda lo que hacía que bastase con contarlas para saber que cantidad de metal precioso (oro ó plata) habías recibido a cambio de tu vaca en el mercado.

        Lógicamente surgieron espíritus emprendedores que comprendieron que si imitaban dichos sellos podrían “colarte” mucha menos plata a cambio de tu vaca de la que tu creías recibir. Desde la antigüedad a dichos espíritus emprendedores se le ha elevado sobre sus conciudadanos en cuanto se les descubría (comúnmente se les crucificaba, se les empalaba o se les ahorcaba).
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        Los castigos por falsificar moneda no eran ni leves ni rápidos…
        En la antigüedad la acuñación de moneda tenía un carácter sagrado por lo que el falsificador era a la vez un sacrílego (no en vano la acuñación casi siempre se efectuaba en templos).
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        Los castigos dados a los falsificadores no variaron en 2.000 años, hasta 1.696 en España eran entregados a la inquisición…
        Como estos ciudadanos tan emprendedores eran de por sí modestos y no aspiraban más que a permanecer en el anonimato sin llegar a destacar sobre sus conciudadanos de una manera tan incómoda era preciso que imitasen la moneda oficial de la manera más fiel posible, pero al mismo tiempo tenían que sacar un jugoso beneficio a cambio del gran riesgo que corrían.

        Esto les planteaba dos preguntas:

        1.- ¿Qué moneda falsifico?

        a.- Moneda de ORO

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        Imitación de época de un áureo de Tiberio efectuado en la India
        A favor de su falsificación estaba el hecho de que daba un beneficio enorme, pero en contra estaba el que por su gran valor era examinada con gran detalle en todos los pagos (¿si os dan en un cambio un billete de 5 € lo comprobáis? ¿Y si el billete es de 500 €?).
        Sabiendo que la moneda iba a ser minuciosamente comprobada no podía diferir mucho en peso, tamaño o cantidad de metal precioso de las legítimas, y esto era sumamente difícil de lograr.
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        Imitación de época de un áureo de Septimio Severo efectuado en la India
        Tanto es así que la mayor parte de las monedas de oro de la antigüedad “falsas” que hay hoy día en realidad son imitaciones hechas por otros estados de esa moneda con igual peso y ley para suplir la carencia que se tiene de esa moneda que suele ser de gran aceptación en el país imitador. (Se conocen numerosos casos de áureos imitados en la India en la antigüedad)

        b.- Moneda de COBRE ó BRONCE

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        Imitación de época de un as de Nerón efectuado probablemente con consentimiento oficial para su circulación en Germania o Britania
        A favor tiene en que casi no se comprueba debido a su poco valor, pero en contra tiene eso mismo, que te juegas el pellejo para apenas sacar beneficio.
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        Imitación de época de un sestercio de Claudio efectuado probablemente con consentimiento oficial para su circulación en Germania o Britania
        Por esto gran parte de las monedas falsas de cobre o bronce en realidad son imitaciones efectuadas en lugares alejados de los grandes centros de acuñación que ante la falta de moneda menuda para el comercio decidían imitarla como medida de emergencia contando al menos con la tolerancia oficial diferenciándose normalmente de las legítimas en su peor arte (debía ser muy costoso trasladar grandes cantidades de calderilla en carretas en aquel entonces…).
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        Imitación de época de un Follis de Constancio I efectuado probablemente por tribus bárbaras para su circulación en Germania
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        Imitación de época de una Maiorina de Constancio II efectuada probablemente por tribus bárbaras para su circulación en Germania
        c.- Moneda de PLATA.

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        Imitación de una tetradracma de Atenas o «lechuza»
        Es la elegida por los falsarios a lo largo de los tiempos.
        Es lo bastante valiosa como para que el riesgo valga la pena pero no tanto como para gastar un tiempo demasiado largo comprobando cada pieza que se reciba.
        Además la densidad de la plata es bastante similar a la del cobre por lo que el peso no difiere demasiado de las monedas legítimas.

        Ya sabemos qué metal queremos falsificar, ahora tenemos enfrente la segunda gran pregunta:

        2.- ¿Cómo las falsifico?

        Hay básicamente dos métodos de falsificación en la antigüedad:

        a.- Por FUSIÓN.
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        Antoniniano falso de época de Salonina (esposa de Galieno) fabricado por fusión, observese los dos puntos por donde entró y salió en el molde el metal fundido, asi como la falta de definición de los detalles de la moneda
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        Imitación de época de un denario de Caracalla
        Ventajas: Es un método muy sencillo y rápido de falsificación, permite hacer centenares de copias en muy poco tiempo sin ruidos sospechosos de martilleo que llamen la atención del vecindario.

        Inconvenientes: Si quieres sacar beneficio tienes que poner mucha menos plata que en las monedas legítimas lo que te obliga a bajar la ley, tus monedas serán normalmente más oscuras que las legítimas.
        Además la copia por fusión es fácilmente diferenciable de la auténtica por su falta de detalles en general, brillo distinto, sonido diferente, menor peso por la presencia de pequeñas burbujas de aire en su interior etc…

        Podemos suponer que los “emprendedores” que elegían este sistema no tardaban en verse ensalzados entre el clamor de sus conciudadanos…

        b.- Por ACUÑACIÓN.

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        Ventajas: Es el método empleado en las cecas oficiales, por lo que el producto final es el más parecido a la moneda oficial.

        Desventajas: Requiere mucha mayor destreza para lograr copias que no sean distinguibles, es un método ruidoso por lo que se requiere un sitio apartado de oídos curiosos.

        Suponiendo que somos falsarios con un gran amor a nuestro pellejo, y contamos con una capacidad artística nada desdeñable elegiremos este sistema, para lo que habremos de vencer algunas dificultades a la hora de escamotear la plata…

        Básicamente podemos hacerlo de dos formas:

        1.- Preparando los cospeles (los discos de metal en blanco sobre los que acuñaremos la moneda) a base de poca plata y mucho cobre.

        Este sistema tiene el inconveniente de que el resultado final es mucho más oscuro que las monedas oficiales; ¿Cómo evitar esto? Simplemente sumergiremos los cospeles en ácido acético (vinagre fuerte) u orina durante varios días, este ácido o el amoniaco de la orina disolverá el cobre de la capa más superficial del cospel, blanqueándolos.
        Este método se usó en cecas oficiales del bajo imperio para fabricar antoninianos de cobre plateado y follises, pero tenía en contra de que los resultados eran muy poco duraderos, pues a la que la moneda se manoseaba un poco perdía la capa finísima de plata de su superficie aflorando el cobre.
        Como falsarios nos interesa que se descubra el pastel después de que la moneda haya pasado por muchas manos, a fin de que sea imposible seguirle el rastro hasta llegar a nosotros (Somos muy modestos ¿recordáis?)…

        2.- Preparando los cospeles de cobre puro y dándoles un baño de plata de la misma ley que las monedas legítimas.

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        Este sistema es algo más complejo, pero a cambio ofrece copias sumamente difíciles de distinguir de un simple vistazo de las monedas oficiales, solo se las distingue al comerciante entrenado por la sutil diferencia de peso con las monedas legítimas y por la diferencia de arte en los retratos, leyendas y diseños con las monedas oficiales.

        Sin duda este era el sistema que más probabilidades de supervivencia nos ofrecía a medio plazo, estas son las monedas que hoy día los numismáticos llamamos “forradas”, porque están hechas de un alma de cobre “forrado” de plata.
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        Sin duda en la antigüedad, los falsarios que usaban este método pero hacían monedas de un arte muy deficiente veían rápidamente recompensados sus esfuerzos con esa drástica elevación sobre sus conciudadanos que hemos mencionado antes o con una entrada para ver a los leones en el circo en primerísima fila, distinción que no solía ser muy de su agrado.

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        ¿Pero que pasaba con las de mejor arte? Muchas iban pasando de mano en mano desapercibidas hasta que su propietario intentaba depositarla en manos de uno de los banqueros de la antigüedad; estos señores, que pasaban toda su vida dedicados al manejo de moneda sin duda estaban más que acostumbrados a separar churras de merinas, por lo que cuando alguna moneda despertaba sus sospechas cogían un pequeño punzón que llevaban siempre a mano en su puesto de comercio y con un mazo efectuaban una pequeña muesca normalmente en alguna parte sobresaliente de la moneda para comprobar si debajo de la plata que veían había más plata o cobre.

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        Como podeis ver en esta pobre tetradracma de Atenas, a veces no se conformaban con hacer una muesquita…
        Si encontraban plata la moneda era aceptada, pero si hallaban cobre raspaban la capa de plata para su aprovechamiento y desechaban la moneda.

        ¿Por qué no usaba ese método todo el mundo?
        Imaginaos en el lugar de un pobre panadero de la época que al acabar el día se encuentra con que uno de los denarios de la caja del día le resulta sospechoso; tiene dos opciones: o bien hace la prueba y sale de dudas (pero si la moneda es mala se la come con patatas porque ya no la podrá colar), o intenta colársela al día siguiente al comerciante que le vende la harina…¿Qué creéis que hace?
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        Denario forrado de Mariniana
        Muchas de esas monedas sobrevivieron sin ser descubiertas gracias a su excelente arte (tan bueno que algunos numismáticos creen que fueron acuñadas con cuños oficiales o hechos por abridores de cuños oficiales), pero tras pasar siglos sometidas a la acción de los elementos el cobre de su interior aflora a la superficie a través de pequeñas grietecillas o bien la capa exterior de plata se “desconcha” dejando ver el cobre de su interior.

        1. muy lindo articulo, por cierto son muy comunes las acuñaciones no oficiales de epoca de las monedas inglesas de 1/2 penny desde los años 1770 a 80 variando estas ultimas en peso -algo inferior- como en los diseños, las acuñaciones falsas han sido fabricadas en tal cantidad que se ven con mas frecuencia que las autenticas!

          Saludos

          Andres

        2. Hola a todos: gracias a Adolfo por su trabajo y por la libertad que nos da para hacer comentarios. Desde luego, éste de Athalbert es un comentario interesante y de gran preparación.

  2. Las piezas de vellón, dependiendo del ensayador y de la CECA, suelen plantear este posible problema debido a como el baño de plata se reparte, y en ocasiones las hay con mucha y en otras ni por asomo.El problema más serio con monedas falsas de este tipo,a mi juicio, es que es dificil a simple vista tener una duda razonable sobre todo si no se tiene mucha idea de la pieza o eres un novato (yo, el primero). Así que la tentación nos la juega sí o sí y volvemos a aquello de que si no conoces al vendedor pues……Ajo y agua.
    Saludos

    1. En cuanto a las mas recientes falsificaciones modernas hay muchos factores a tener en cuenta para detectarlas: peso, magnetismo, color; pero en el examen visual me parece de fundamental importancia el estudio detallado y comparacion de la fecha de la moneda sospechosa con la autentica (distancia de los digitos, altura, espesor) ya que es alli donde es mas evidente detectar la diferencia de acuñacion

      Saludos

      Andres

  3. No siempre el «forro», corresponde a una falsificación. Los pequeños discos de metal de 1, 2 y 5 cent+»imos» de euro, tienen un alma algo extraña, a la que el magneto atrae… ¿será una relación amorosa?

    ¿Serán estas unas falsas monedas…?

    1. Sí pero esas no se consideran monedas forradas. Las forradas eran las que se hacían con una capa superficial para engañar sobre su contenido de metal precioso. Ahora hay muchas monedas que se fabrican con diferentes capas de metal, pero ese es otro tema.

      Saludos,
      Adolfo

    2. Concretamente son de hierro recubierto de cobre; si las pones varios días en un bote con amoniaco observarás que el amoniaco se tiñe de azul a medida que el cobre se va disolviendo, al final obtendrás una moneda de 1, 2 ó 5 ctmos totalmente de hierro…

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