Comportamientos inaceptables en mercadillos numismáticos

Me da hasta vergüenza tener que escribir esta entrada, pero más vergüenza la ha dado a Enrique tener que vivir semejantes situaciones que procedo a describir. Yo no es que vaya por el mundo de moralista o que me considere quién para decir a cada cual cómo tiene que comportarse, pero hay actos que no hace falta ser un aficionado a la numismática para darse cuenta de que atentan contra el civismo más elemental. Si bien hablaba de forma jocosa cuando describía tanto a los profesionales como a los aficionados que nos podemos encontrar en los mercadillos, o comentaba comportamientos de profesional y aficionados que pueden ser discutidos, ahora me pongo un tanto taxativo porque hay comportamientos, tanto de unos como de otros, que ha visto Enrique en el mercadillo y que no se pueden tolerar. Así que como me entere de que alguno de los lectores del blog lo hace, me voy a su casa a tirarle de las orejas.

 

 

SITUACIÓN 1: MAL PROFESIONAL

Enrique se acercó a un puesto acompañado de su novia. Miró unas monedas y el vendedor le preguntó qué tipo de monedas estaba buscando, a lo que Enrique respondió que de todo un poco. Entonces el vendedor le ofreció un par de ejemplares y Enrique dijo: «no me gustan, no están muy buenas». La respuesta del vendedor fue para enmarcarla: «hombre, es que buenas buenas… las monedas son como las mujeres: todas tienen algo. Tú tienes una mujer que se puede decir que está buena, pero seguro que también tiene algo. Pues lo mismo con las monedas, sólo que éstas te van a salir más baratas». No hizo falta que nadie dijese nada más: Enrique dejó las monedas encima de la mesa y se marcharon a otro puesto para nunca jamás volver a parar en aquél.

Lo más increíble es que Enrique se volvió a encontrar a ese vendedor en una convención de otra ciudad. Se encontró con un colega y de la mujer de éste. Cuando le dijo a su colega que ese vendedor era un idiota y que ni se acercase, su colega le dijo que ya se habían acercado a su puesto y que el idiota de vendedor estaba contando a otro tipo (delante del colega de Enrique y de su mujer) que esa noche iba a ir a no-sé-qué puticlub que le habían recomendado.

¿Pero se puede ser tan imbécil como para hacer semejante chistes con alguien al que no se conoce y con el que no tienes confianza?  ¿Se puede ser tan maleducado como para ponerse a habar de pagos sexuales delante de una cliente? Con cada comentario de ese estilo pierde, como mínimo, un cliente. Esperemos que no tarde en quedarse sin ninguno.

Conclusión: hay que tratar siempre con respeto a todos los clientes, evitar los comentarios soeces y saber valorar la confianza personal entre ambos.

SITUACIÓN 2: MAL PROFESIONAL

Enrique estaba mirando un puesto y vio que un aficionado discutía con el profesional. La discusión fue en aumento, tanto en la dureza de las palabras como en el tono de la voz hasta que ya no se pudieron contener. Entonces empezaron los gritos, las calumnias y, como si fuese una discusión entre niños de primaria, los dos acordaron implícitamente que el que más alto dijese la última palabra era el que llevaba la razón. Que si uno era un ignorante, el otro un estafador, que si el ignorante se cagaba en la madre del estafador y que si el estafador llamaba puta a la madre del ignorante…

Evidentemente, Enrique no tardó en irse de esa mesa, al igual que el resto de la clientela. Muy mal por parte de ambos, porque dos personas adultas y maduras no pueden perder los papeles de esa forma, pero peor por parte del vendedor. Al fin y al cabo el aficionado quedó en el anonimato, pero ese vendedor estaba custodiando su negocio y Enrique no vuelve a parar en su mesa.

Conclusión: ante todo  no pierdas los papeles y te pongas agresivo. Es preferible decir a un cliente de forma seria que se marche de tu mesa (o a malas llamar a la policía) a montar un numerito.

 

SITUACIÓN 3: MAL AFICIONADO

Enrique estaba mirando unas monedas en el puesto de un profesional con el que tiene cierta amistad, mientras este profesional estaba atendiendo a otro cliente que parecía bastante novato. Le estaba vendiendo unas monedas que no eran muy caras, quizá 15 o 20 euros en total, y a mi entender el precio era razonable. Cuando ya estaban a punto de finalizar la venta, otra persona que estaba mirando las monedas va y le dice al novicio: «¡¿Pero cómo pagas tan caras estas monedas?! Si las puedes encontrar por menos de la mitad, hombre…». La mirada que le dedicó el vendedor se podría enmarcar, porque le había puesto en un el compromiso de defender a ultranza sus precios, con lo cual el novicio se pensaría que le estaba intentando persuadir a toda costa, o de dejar que ese chollero bocazas le destroce una venta y posiblemente le robe un cliente de mala manera. Al final todo se solucionó de forma satisfactoria: el vendedor mantuvo la calma y le pidió al chollero que se marchase; Enrique le echó un capote y le dijo al novicio que estuviese tranquilo, que esas monedas eran buenas y que este hombre vendía a precios muy razonables.

¿En qué cabeza cabe que una persona se entrometa en la compra/venta de unos terceros? No debería opinar bajo ninguna circunstancia, al no ser que uno de los dos se lo pida explícitamente (y aún así, con mucho cuidado). Aún en el caso de que viese que alguien está timando a otro alguien, lo mejor es que se calle. A lo mucho, si conoce a uno de los dos, podría comentarle su opinión cuando el otro ya se haya ido. Y si no le conoce, pues lo mejor es que lo apunte en la lista de los timos que ha visto, que no creo que fuese ni el primero ni el último. Si un día se levanta con ganas de que no haya más timos en el mundo de la numismática, que me mande la historia y la ponemos a nombre de Enrique. La única excepción que veo a esta regla es si el timado es un niño pequeño o un deficiente mental y el timo es muy escandaloso. Nunca he vivido algo así, y me parecería muy raro, pero si pasase lo mejor es directamente llamar a la policía.

Conclusión: no te metas donde no te llaman y no opines sobre una transacción que están haciendo dos terceros.

SITUACIÓN 4: MAL AFICIONADO

Estaba Enrique tranquilamente mirando unas monedas en la mesa de un vendedor, cuando de repente le viene alguien por detrás, se le presenta y le dice que si quiere ver las monedas que tiene para vender. La respuesta de Enrique dejó poco margen para su de interpretación: «¿pero no ves que aquí está vendiendo este señor?».

Está muy bien que los aficionados llevemos las monedas que tengamos repetidas o que ya no nos interesen a los mercadillos para intentar cambiarlas o venderlas a otros aficionados. Eso es algo muy común y que hacemos muchos. Pero hay que tener en cuenta que los profesionales pagan por tener una mesa y tienen un espacio reservado para que ellos vendan, cosa que nosotros, como aficionados no tenemos. Ellos pueden atraer a más clientes, pero justamente para eso pagan. No hay que invadir su espacio, sería como entrar a una panadería a vender barras de pan; lo normal es que te echen a patadas. Es los mercadillos es preferible ofrecer siempre las monedas a unos metros de distancia de cualquier puesto y sólo intentar atraer la atención de aficionados que no estén mirando un puesto concreto. En las convenciones lo mejor es no sacar monedas propias para que las vean otros aficionados en el espacio de la convención, en caso de querer hacerlo lo mejor es salirse ambos a la calle o a otro espacio del hotel y dejar la convención para que comercien los que han pagado por poder comerciar.

Conclusión: está muy bien que quieras vender tus monedas, pero no intentes hacer competencia desleal ni quitar clientela a ningún vendedor.

Las monedas de la fotos son algunas de las más humildes que tengo en mi colección. Se trata de una blanca de Cuenca de los Reyes Católicos, dos maravedís de Cuenca de Felipe II y un maravedí segoviano de 1747.

15 comentarios en “Comportamientos inaceptables en mercadillos numismáticos”

  1. Pues sí, cosas como esas se ven mucho. Hoy mismo sin ir más lejos he visto situaciones parecidas a la 1 y la 3. Por cierto, y sin que te siente mal, lo mejor es que se calle, no que se caye xD. Saludos.

  2. Muy bueno Adolfo…he visto de todo en la Plaza Mayor de Madrid…inclusive un cliente volcar la mesa del comerciante y lanzar las monedas al aire despues de una discusion.

  3. Las buenas maneras, la educación, el saber estar y un mínimo de ética deberian ser exigibles a cualquier ciudadano y en cualquier lugar. Esta entrada se podría extrapolar a cualquier ámbito de nuestra sociedad. Tus comentarios son tan de cajón que tienes mucha razón y comparto tu primera frase del texto en la que incluso te da verguenza de tener que escribirlo y verguenza ajena al contemplar estas situaciones.
    Personalmente creo que el remedio empieza desde pequeños, volvamos a aprender a decir «buenos días» cuando entramos en cualquier sitio, a agradecer las acciones de los demás, a respetar a los otros, etc , etc, de tan elemental que creo que todo esto es, duele tener de repetirlo, pero es la base de una sociedad madura, civilizada y respetuosa donde convivir.

    Saludos y gracias por tu dedicación Adolfo.

  4. Hola, creo que el respeto o la educación no es solo en decir buenas tardes o buenos dias…, el respeto y la educación se tiene o no se tiene, sin mas. Un saludo.

    1. Sí, correcto, solo digo que la educación empieza por estas cosas tan elementales como el saludar, y añadir que la educación y el respeto se aprende y se adquiere desde la familia, entorno, la escuela etc. Pero no existe gente que nazca educada y respetuosa «sin más», sinó que són comportamientos que se adquieren y se aprenden. Saludos.

  5. Estoy de acuerdo en que este tipo de comportamientos éticos tienen que ver con la capacidad de cada cual de vivir en sociedad. Claramente los ejemplos 1 y 2 no deberían darse en cualquier comercio, sea numismático o de cualquier otra cosa. No obstante, hay veces que no nos paramos a reflexionar sobre nuestro propio comportamiento: estoy seguro que muchos lectores no verían nada malo en sacar unas monedas en una convención y enseñárselas a otro coleccionista porque no se dan cuenta de que están invadiendo un espacio por el que otros han pagado.

    Y por la numismática presencial/on-line… en ambos casos la tónica general es amigable. Yo por lo menos he tenido buenas relaciones con casi todo el mundo. Maleducados los hay tanto en los mercadillos como por Internet, jugando además estos últimos la baza del anonimato.

    saludos,
    Adolfo

  6. He estado «liao» últimamente, ya con ganas de comentar. Está claro que en todos los ámbitos de la sociedad hay maleducados y personas que hasta les cuesta simplemente saludar o dar las gracias. En fín, «parecido» a otros países, donde no chillan en los bares, no dicen burradas, respetan a los no fumadores…

  7. Hola Adolfo.
    Mira tú que han pasado años desde que te dió por comentarnos estos comportamientos y seguro seguro que este domingo en la Plaza Mayor de Madrid los vuelvo a ver.
    Una autentica lastima, pero se podría decir que es habitual verlos domingo tras domingo. El respeto y el sentido común parecen cosas olvidadas por ciertos señores sean vendedores o aficionados.
    Sin querer aburrir al personal, a mi padre directamente le llamaron » el to..o toca co…nes» por preguntar en dos ocasiones si tenia un determinado vendedor monedas de un país. En fin juzgar vosotros mismos como es el comportamiento a día de hoy, después de que Adolfo escribiese esta entrada hace seis años.
    Un saludo.

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