Pasarse de listos IV

El fin de semana pasado hice una escapada rápida y numismáticamente muy intensa a Barcelona. De esta visita me traje mucho material para contar que ya irá apareciendo poco a poco en el blog. Una de las visitas que hice fue a Aureo & Calicó, donde se me trató estupendamente y donde, entre otras cosas, me enseñaron la que creo que es la mayor cafrada numismática que he visto en mi vida. Se trata del siguiente documento (podéis pulsar sobre él para verlo con más resolución):

Es un supuesto certificado de autenticidad que dice lo siguiente:

La medalla conmemorativa reproducida más abajo fue acuñada por la Real Casa de la Moneda Británica. Corresponde a la serie acuñada como celebración a la supuesta victoria del almirante inglés Edward Vernon ante el almirante español Don Blas de Lezo y Olavarrieta en la batalla de Portobello el 22 denoviembre de 1739. Tras la victoria española, el rey de Inglaterra mandó destruir las medallas ya acuñadas, salvándose algunas de ellas.
Este ejemplar constituyo el lote 3457 de la subasta de Aureo&Calicó realizada el 27 de febrero de 2012. Corresponde al lote 132 cedido por la Real Casa de la Moneda Española, perteneciente a la colección personal de Don Blas de Lezo y Olavarrieta cedida por sus familiares en 1802.
Y así lo hacemos constar por el presente certificado, del cual guardamos copia en nuestro archivo, con el número dos mil quinientos sesenta y seis.
En Barcelona, a 28 de febrero de 2012.

Mª Teresa Sisó
Departamento de monedas FNMT-RCM.

Aquí tenemos a un erudito estafador que quiere ganarse unos cuartos vendiendo una medalla (que puede ser falsa o no) y considera que si va acompañada de un certificado de autenticidad firmado por la directora de Aureo & Calicó  le pagarán más por ella.  Si además resulta que esa medalla perteneció al mismísimo Blas de Lezo, pues entonces el precio se dispara. Efectivamente, tal es el caso: estoy convencido de que una medalla acompañada de un certificado de autenticidad proveniente de una casa de subastas importante aumentará su valor en, al menos, un 10%. Pero de eso a falsificar un certificado con el fin de estafar hay un trecho.

Lo primero es que hay que ser mala persona para comprometer la reputación de un tercero en una estafa. Lo segundo es que hay que ser idiota para creerse que el estafado se va a creer semejante documento: Mª Teresa Sisó no tiene nada que ver con la FNMT, en la subasta de febrero de 2012 de Aureo no había 3457 lotes ni se celebró el día 27 y el colmo es decir que la medalla pertenecía a Blas de Lezo, que murió poco tiempo después de la Batalla de Cartagena de Indias y que dudo mucho que hubiese podido ver una sola de esas medallas. Pero lo más grave es que el código penal español  indica claramente en su artículo 395 que el particular que, para perjudicar a otro, simule un documento privado de manera que induzca a error sobre su autenticidad, será castigado con pena de prisión de seis meses a dos años.

Efectivamente, pasó lo que era evidente que iba a pasar:  el estafado se puso en contacto con Aureo para comprobar si ellos realmente había emitido ese informe tan extraño. Al no ser así, le pidieron que les mandase el supuesto certificado y Aureo lo puso en manos de su abogado. Así que ahora tenemos que la travesura se ha traducido en que va a tener que hacer frente a una falta de estafa (entiendo que el timo fue de menos de 400 euros) más la solicitud de una pena de prisión. No sé de cuánto habrá sido el timo, pero supongo que no más de 100 euros; hay que ser idiota para estrenar los antecedentes penales por esa cantidad, y más idiota aún si ya tenía antecedentes.

Como conclusión para los compradores, si os proporciona un certificado firmado por un tercero de reconocido prestigio está muy bien, pero hay que asegurarse de que realmente lo ha emitido ese tercero, en otro caso no vale para nada. La conclusión para estafadores variopintos es que falsificar un documento de la FNMT o de una casa de subastas es jugar con fuego. Se me ocurren pocas formas de estafar tan poco dinero que conlleven más riesgos y más pena.

 

Por cierto, ya que se ha citado a Blas de Lezo, quisiera decir que en mi opinión es uno de los personajes españoles más injustamente olvidados. Su biografía es más que interesante y la forma en la que, como almirante, dirigió a las tropas españolas en la Batalla de Cartagena de Indias es absolutamente admirable. Con 3.000 soldados y 6 navíos derrotó a toda la flota inglesa, compuesta por 186 navíos y más de 30.000 soldados, asegurando la supremacía española en el Atlántico durante otros 70 años.

Tan seguros estaban los ingleses de su victoria que, antes de haber ganado la batalla, acuñaron medallas y compusieron  himnos festejando la humillación de las tropas españolas. Cuando los restos de la flota volvieron con el rabo entre las piernas, el Rey inglés ordenó que no se volviese a hablar del tema. Ese voto de silencio parece que ha llegado hasta nuestros días, pues poca gente sabe quién es Blas de Lezo. En cambio, todo el mundo ha oído hablar de Nelson, y no hay inglés que no sepa cada uno de los detalles de su vida, a pesar de que Nelson sólo ganó batallas en igualdad de condiciones.

30 comentarios en “Pasarse de listos IV”

  1. hola,
    Estoy contigo en los dos casos.
    .Increible que metan en la estafa a terceros siendo fácilmente estos hechos comprobables.
    .Conocí la historia de Blas de Lezo hace unos 3 o 4 años, y me avergonzó en gran manera que no la hubiéramos estudiado en EGB o BUP…
    saludos

  2. Desde luego vaya personaje «numismático». Estoy con Igancio, es increíble que un personaje como Don Blas de Lezo ni siquiera conste en los libros de texto en los colegios e institutos. Parece como si nos gustase más regocijarnos en nuestras derrotas, que en nuestras victorias. Quiero aprovechar para recordar al General Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana, que en 1797 repelió un intento de invasión inglesa a la isla de Tenerife, comandada por Horatio Nelson, el cual perdió un brazo en esa batalla. Un discreto busto y la recreación anual de ese acontecimiento decisivo, es la aportación a su figura histórica en Tenerife. Pero en los colegios e institutos, ni mención a su figura. En este sentido deberíamos aprender de los ingleses que saben, mejor que nosotros, reconocer la importancia de sus héroes.

  3. Hola Adolfo, un artículo realmente bueno, enhorabuena. Lo que más me gustó fué recordar el nombre de Blas de Lezo, y también el de otros personajes como Bobes, etc… Desde luego que tenemos un enorme complejo de inferioridad sobre nuestra historia. Un saludo y a seguir haciendo artículos como este.

  4. Buenos días a todos, especialmente enhorabuena Adolfo por tu blog, y felicidades porque has conseguido un grupo de fieles seguidores que aportan muchas cosas de interés para principiantes de la numismátca y aficionados a la historia como yo.
    Por lo que se refiere a la entrda, es increible que alguien pueda estenar sus antecendetes con un hecho como el que cuentas, pero es que esto es España, y creo que a pesar de que pocos de ellos o ninguno ha leído las fortunas o adversidades de nuestro Lazarillo, poco ha cambiado desde que se escribó hasta ahora. El problema viene porque este tipo de personajes (el del certificado) piensa que lo que hace, engañar y estafar tamoco es tan malo o grave y que además tampoco le va a pasar nada, total como mucho una pena de multa la cual tampoco pagará, seguro que es insolvente o se lo hace, y si no nuestro sistema judicial es tan lento, que con un poco de suerte o no le denuncian (el perjudicado) y si lo hacen con otro poco de suerte prescribirá la falta.
    En cuanto al persnaje historico que nombras es una pena que no se le recuerden los hechos en los que participó, porque si nos trasladamos a su época, sería bonito recordar los valores por los que Blas de Lezo y los que le acompañaban (no los olvidemos) actuaron, honor, respeto a su profesión y a su pais, responsabilidad y sobre todo valor, cosas que creo hoy día no están nada de moda. Y si hablamos de recordarlo, vuelvo a insistir, estamos en España, no lo olvideis, somos más de la del «visillo», se nos da mejor ver los defectos del vecino que admirarles sus virtudes.
    En fin, es una pequeña reflexión que solo generalizo, no todos son iguales, y al blog me remito.
    Gracias por tu blog, ya que a pesar de que no participo activamente, sigo todas tus entradas y los acertados comentarios y apuntes que se hacen.
    Me gustaría pediros si fuera posible, porque seguro que conoceís el tema, ahora que hemos pasado por el bicentenario de la «Pepa», sobre la CECA de Cádiz y las acuñaciones que se hicieron en esa época, si es cierto que trasladron la de Sevilla en 24 horas y utilizaban la plata recuperada en Bailén, o cualqueira o otra anécdota que conozcáis, se que no admiras nada a Fernando VII, yo tampoco, pero estos días he vuelto a tener en mis manos los pocos 2 reales de 1811 – 1812 que tengo.
    Un saludo

    1. Hola Antonio, bienvenido al blog.

      Me gustan especialmente las monedas acuñadas en Cádiz, aunque no tengo ninguna, pero no conozco los detalles de cómo se hizo el traslado de la ceca. No sé si algún lector nos lo puede indicar o al menos nos puede recomendar fuentes bibliográficas sobre el tema.

      saludos,
      Adolfo

  5. Me parece que el que ha hecho el certificado, ha mezclado Portobelo, efectivamente saqueada por el almirante inglés Vernon en una campaña de desgaste de las defensas españolas en el hemisferio sur americano ( y donde no estuvo Blas de Lezo que dijo: «Si hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía.» ), con la batalla de Cartagena de Indias, objetivo al que después se dirigieron los ingleses con la intención de asestar el golpe definitivo, y donde recibieron una severa derrota por parte de los españoles al mando del almirante Blas de Lezo, natural de Pasajes (Guipúzcoa), y conocido por sus enemigos como «Patapalo». El gran revés de la armada de Vernon, armada superior en barcos y hombres a la «Invencible» de Felipe II, fue la peor derrota naval sufrida por los ingleses en el siglo XVIII. Sin duda Blas de Lezo es un heroe español desconocido.

  6. Agradezo la reseña sobre don Blas de Lezo y Olabarrieta. Me enteré de la existencia de este pedazo de héroe español hace 3 años y desde entonces no he dejado de investigar sobre su vida y batallas…

    Cartagena es la más increíble pero sólo fue una de entre decenas de ellas. Básicamente era «el almirante que aparecía entre la niebla» lo llamaban los ingleses y prácticamente todas sus batallas son vencidas en inferioridad de condiciones de forma magistral.

    El hecho de encontrar a alguien en un foro que dedique tiempo a don Blas ya es para agradecer ya que desgraciadamente olvidamos nuestras victorias y ensalzamos nuestras derrotas de forma incomparable.

    1. Miguel de Avendaño

      Creo que el problema, en particular con respecto a Blas de Lezo, es que se pasa de ignorar a exagerar. Se ha producido una especie de borrachera lezomaniaca en la que se ensalza hasta lo imposible y se da crédito a las historietas más absurdas, considerando como realidad lo que aparece en unas noveluchas malas como literatura y deplorables como historia. Mientras que en inglés hay estudios solventes sobre la campaña del Caribe de 1739-42, en español se han publicado 11 historietas de aventuras, a cada cual más disparatada, un libro muy deficiente (confunde ficción con realidad y es un pobre corta y pega) escrito por Crespo-Francés y otro libro, «La batalla de Cartagena de Indias» de Membrillo Becerra, que es un principio de estudio más serio.

  7. Miguel de Avendaño

    Por supuesto, ninguna de las medallas con Vernon fue «acuñada por la Real Casa de la Moneda Británica». Las medallas son producto de la industria del souvenir, muy activa en la Inglaterra del siglo XVIII y fueron creadas y vendidas por comerciantes en previsión de una victoria que nunca llegó.
    Y, por supesto, tampoco «el rey de Inglaterra mandó destruir las medallas ya acuñadas, salvándose algunas de ellas». El Rey Jorge II nunca ordenó ni destruir medallas ni silenció a los historiadores.
    Las medallas son relativamente abundantes (algunas se pueden comprar por poco dinero). Las colecciones más grandes de estas medallas (de las que hay más de 250 variantes y que han despertado la curiosidad de coleccionistas numismáticos en Inglaterra y Estados Unidos desde el siglo XIX) están en el British Museum y el National Maritime Museum en Londres y en la American Numismatic Society.

    1. Muy interesante el comentario Miguel. ¿Podrías proporcionarnos alguna referencia al respecto para poder estudiar esas medallas? Es algo que siempre me ha parecido curioso.

      1. Miguel de Avendaño

        Sobre las «medallas» de la industria del souvenir véase «Medallic Portraits of Admiral Vernon», de Adams y Chao, Kolbe & Fanning, 2010. Al contrario de lo que se comenta, las mayores colecciones de medallas de Vernon están en el British Museum, el National Maritime Museum de Greenwich, la American Numismatic Society, la Massachusetts Historical Society, Yale University y la United States Naval Academy.

        1. Miguel de Avendaño

          Para un estudio serio de la campaña del Caribe basado en fuentes primarias británicas, creo que es recomendable Richard Harding, «Amphibious Warfare in the Eighteenth Century. The British Expedition to the West Indies, 1740-1742», Royal Historical Society/Boydell Press, 1991. Para un panorama más amplio, del mismo autor, «The Emergence of Britain’s Global Naval Supremacy. The War of 1739-1748», The Boydell Press, 2010. Imprescindibles para estudiar la figura del almirante Vernon: B. McL. Ranft (ed.), «The Vernon Papers», Navy Records Society, 1958; y C.H. Hartmann, «The Angry Admiral. The Later Career of Edward Vernon, Admiral of the White», Heinemann, 1953.

      2. Miguel de Avendaño

        Como información adicional, comentar que generalmente, este tipo de recuerdos de mala calidad los fabricaban botoneros, que eran los que tenían equipo para trabajar con metales a pequeña escala. Precisamente por eso hay tantísimas variedas, generalmente de muy mala calidad: son trabajos hechos a pequeña escala por pequeños comerciantes copiándose unos a otros y buscando sacar un pequeño beneficio rápido de un acontecimiento popular, de ahí la necesidad de fabricar deprisa y tenerlas dispuestas para la ocasión. Por otra parte, desde luego nadie ordenó retirar nada ni se «recogieron» las medallas (tarea, por otra parte imposible: ¿iban de casa en casa preguntando «tiene usted medallas»?; hay que ser un poco realista). El motivo por el que han sido tan populares para coleccionistas en Inglaterra es precisamente porque se adelantaron a algo que después no sucedió. Son lo que se llaman en inglés «curios»: «a strange and interesting object that evokes curiosity». En EEUU la campaña del Caribe de 1739-42 siempre ha sido de interés precisamente por el reclutamiento de colonos americanos y la participación del medio hermano de George Washington. Frente a lo que se viene diciendo en España («sólo se lograron salvar algunas en el Museo del Ejército en Madrid, bla bla»), con diferencia las mayores colecciones están en el British Museum, el National Maritime Museum de Greenwich (Inglaterra), la American Numismatic Society, la Massachusetts Historical Society, Yale University y la United States Naval Academy (EEUU). Por otra parte, hay que señalar que no todas las «medallas» de Vernon se refieren a Cartagena: se reparten entre las que celebran la victoria de Portobelo, Chagres y otras con las de la «no victoria» (derrota) de Cartagena de Indias.

  8. Miguel de Avendaño

    Por cierto, los ingleses no llamaban a Lezo “el almirante que aparecía entre la niebla”, ni España dominaba el Atlántico en el siglo XVIII ni el Rey de Inglaterra impuso silencio sobre el tema. La bibliografía inglesa y americana sobre el fracasado asedio de Cartagena es abundantísima. Desde que apareció la lamentable novelilla de Pablo Victoria (con otras diez novelillas, a cada cual peor, desde entonces) se ha propagado una visión fantasiosa y disparatada de Lezo, Vernon y la campaña del Caribe de 1739-42, convirtiendo al primero en una especie de superhéroe de cómic.

  9. Miguel de Avendaño

    El historiador y académico Hugo O’Donnell y Duque de Estrada:»Se ha dado en ocasiones una falsa imagen de valentón folletinesco de ese Lezo tan cortés como valiente, cuyo porte y facciones nos ha legado su retrato. Como entre nosotros no parece haber héroe sin villano, o al menos, antihéroe, los medios han llevado a nuestros días sus disputas con su superior, el virrey Eslava, en su beneficio, sin más, y se ha perdido la oportunidad de que un equipo de investigación analizase en profundidad ésta y otras cuestiones pendientes. No hay mejor legado de la conmemoración de un evento que un trabajo de esta índole, del que seguiremos careciendo. Y hemos ocultado los méritos de otros para resaltar los del protagonista. Y hay eslóganes tan poco afortunados como el de que la gesta fue la mayor derrota naval de Inglaterra o de que gracias a Lezo se sigue hablando en español en América» (ABC, 10/XII/2014).

  10. Para mi, estas medallas fueron acuñadas por propio mandato del rey Jorge II de Inglaterra y retiradas ( en la medida de sus posibilidades) por él mismo, una vez se supo la verdadera victoria de los españoles. La confusión, es dejarse llevar por algunos partidarios de la patria inglesa, apotando su visión individualista, encaminada a su propia convenencia.
    Discurriendo uno, se puede dar cuenta fácilmente después de leer tantas intervenciones suyas, que posee unas fuentes historiográficas de dudosa credibilidad, cargadas de un patriotismo inglés exacerbado, todo lo contrario a lo que algunos ntentan promulgar, como es el caso de Miguel. Ataca despectivamente a aquellos que buenamente intentan defender la figura de Lezo, argumentando exceso de patriotismo y fantasía y dando datos a doquier de ve a saber qué libros o citas. Desde mi pasión a la numismática, puedo aportar mi punto de vista ante tales medallas.
    cierto es que muchas de estas medallas no poseen una factura tan cuidada como debiera esperarse, pero, tan cierto es que en esa época , las monedas inglesas tampoco tenían mucho que envidiar. Por otro lado existe más de un modelo de este tipo de medallas que se sale de esta norma…detentando un cuidado arte y una bellísima acuñación. Todo ésto, unido a que a pesar de que existen muchos modelos de medallas, parecen todas tener rasgos parecidos en el arte, lo que da a pensar que los grabadores tenían que ser los mismos, y si no es así, pasar una serie de controles para que sus medallas no difiriesen mucho unas de las otras (aquellas que no cumplen estos requisitos, debiéramos considerarlas como falsas) Así que, la teoría de los botoneros no me cuadra. Una cosa es que trabajaran con metales, y otras es, que tuvieran un verdadero taller dedicado a acuñación de monedas y medallas ( cizallas, cuños, punzones, grabadores, cobre…a veces plata…) no cuadra.

    1. Miguel de Avendaño

      «lo que da a pensar que los grabadores tenían que ser los mismos, y si no es así, pasar una serie de controles para que sus medallas no difiriesen mucho unas de las otras (aquellas que no cumplen estos requisitos, debiéramos considerarlas como falsas)». Ya, ¿y evidencia de los controles?

  11. Problema del corrector. Muy típico de usted, desviar la información. Busque también «ignorante» «patriótico» y «España»… son palabras que también están en el diccionario…pero hágalo si gusta en un diccionario español, para que aparezca la Ñ… Letra que es vital para nuestra nación y que ustedes ni contemplan, al igual que muchas otras, como la «verdad histórica»…

  12. No. No hay una vasta conspiración. Y sí, se puede llegar a determinar la verdad con algo de rigor. En previsión de una victoria, en un momento de fervor patriótico, la industria del souvenir busca sacar tajada. Hay que apearse del patrioterismo y ver que la realidad suele ser más pedestre aunque uno deseara que todo fuera muy mussoliniano y heróico. Ingleses malos malísimos, tontos y perversos y españoles heróicos y virtuosos: pues no. Menos películas. Hay que molestarse un poco.

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