La evolución de las aficiones

Estoy seguro de que la mayoría de que lean estas palabras se definen a sí mismos como «aficionados a la numismática», o lo que viene a ser parecido «a quienes gusta la numismática». Y así lo dejamos: «nos gusta la numismática», e incluso la gente piensa que «entendemos de numismática». Como si fuese humanamente posible «entender de numismática»; como si diese igual que nos pusieran delante un rublo de Catalina la Grande que si nos traen una Varaha de Vijayanagara: nosotros sabemos qué es, su historia, su calidad, su rareza y, lo más importante, cuánto vale.

Evidentemente esto no es así, puesto que la numismática es una ciencia suficientemente amplia como para que no sea humanamente posible abarcar toda ella, al no ser que nos encontremos en nuestra cuadragésima reencarnación o algo así. Buena parte de la historia de la humanidad en los últimos 2600 años puede ser contada a partir de las monedas que han sido acuñados por los distintos estados.  Evidentemente, es imposible abarcarla entera. Pero lo que es todavía más interesante es que hay multitud de formas de aproximarse a la numismática: como coleccionista, como estudioso, como investigador, como comerciante… ¡o como una mezcla de varios aspectos a la vez! Sinceramente, ese aspecto es lo que más me atrae de nuestra afición, y lo mejor de todo es que nuestra actitud con la numismática puede evolucionar con el tiempo.

Esta evolución no sólo ocurre con la numismática, sino que también con otras aficiones, así como con nuestra vida profesional y personal: vamos madurando. Es bueno que así sea, pero también es bueno disfrutar cada una de las etapas. Como supongo que muchos de los lectores se encuentren en las primeras de sus etapas (que no tienen por qué coincidir con las de los demás), y quizá no se vea muy claro de qué estoy hablando, voy a ejemplificarlo con otra de las aficiones que seguro que es compartida con muchos, porque la comparte prácticamente toda la humanidad: la música. Ejemplificaré la «ev0lución de las aficiones» con la evolución que ha sufrido mi afición por la música; dejo para la próxima entrada una reflexión sobre la numismática en sí.

Como le pasa a todo el mundo, la música ha estado presente en mi vida desde que tengo uso de razón. Al principio escuchaba la música que ponían mis padres en casa o la que se ponía en la radio, pero a eso de los 12 años empecé a seleccionar por mi cuenta, y como todos los chavales de mi edad, empezaba a escuchar los discos de moda que ponían por aquellos años en los 40 Principales.

Afortunadamente, no tardé ni un año en comprender que yo no estaba hecho para tener los mismos gustos que los demás y dejé de escuchar aquello para centrarme en unos cuantos grupos que me gustaban. Oasis y Nirvana eran mis favoritos. Así que mientras los chavales de mi clase estaban a vueltas con las Spice Girls y los Back Street Boys, yo estaba dando botes con algo que ya había pasado de moda hacía tres años (nos parecía mucho tiempo por aquel entonces). Os dejo mi canción favorita por aquellas épocas:


Al poco tiempo fui ampliando la afición y fui escuchando más música. Por un lado influenciado por otros chavales de mi clase fui digiriendo a los 13 años rock urbano y punk español. Me gustaban especialmente Los Porretas y Def Con Dos. Por otro lado, a los Beatles a los Beatles. ¡Eso sí que estaba pasado de moda! Otro que también me llamaba la atención, a eso de los 16 años, era Marilyn Manson. Os dejo otra canción de esta etapa:

Si os dais cuenta, todo lo que hacía hasta entonces era simplemente escuchar música. Lo cual no es poco. Pero en la siguiente etapa pasaría de simplemente escuchar música a preocuparme de por qué esa música era así y no de otra manera. Pero para eso fue necesario que antes cambiase completamente de registro, dejase de escuchar casi por completo lo que había escuchado hasta entonces y entrase de lleno en el folk y la música tradicional. Jotas, ragas, tarantellas, fados, jigas… yo escuchaba tanto un oud como un djembe, un sitar o un cajón flamenco. Los cinco años de mi carrera estuve absolutamente fascinado por la diversidad musical que se puede encontrar por el mundo y escuché una cantidad bárbara de discos (hablamos de miles), comentándolos después con unos compañeros en foros. Ya no sólo escuchaba música, sino que intentaba adentrarme en ella y ver qué representaba para aquellos pueblos que la habían forjado. Música y etnografía se daban la mano, y era una forma perfecta de acercarse al hombre. Sin duda de esta etapa la mejor experiencia que he tenido fue cuando fui al concierto de Omar Faruk Tekbilek en Madrid. Os dejo un vídeo, pero esto no tiene nada que ver con verlo en directo:

https://youtube.com/watch?v=w_dWrUvDwMs

Después parece que mi afición por la música se cortó de repente. Pero sólo parece: han pasado varios años en los que apenas he adquirido ningún disco y la cantidad de música que consumo es muchísimo menor. No obstante, mi interés por ella persiste, aunque no de forma tan intensa. Ahora me dejo aconsejar: selecciono podcast de Radio Nacional de España y dejo que ellos seleccionen la música por mí. Eso me ha hecho acercarme a la música clásica. Ahora mismo considero absolutamente sublime el Réquiem de la Grande messe des morts de Berlioz, la Marcha Eslava de Tchaikovsky o las sonatas para piano preparado de Cage. Os dejo el réquiem de Berlioz.

https://youtube.com/watch?v=CT-aYBX_KXI

Ya veis que en un periodo de tiempo relativamente corto, si se compara con toda una vida, he pasado por diferentes etapas dentro de una misma afición. Y podría haber pasado por muchas más si me hubiese puesto a tocar un instrumento o incluso a componer. También hubiese podido profundizar en temas etnográficos y haber acabado siendo un experto en tarantellas o incluso no haber evolucionado mucho y seguir escuchando grunge hasta los 80 años. Todas esas opciones hubiesen sido igual de válidas y hubiesen sido caminos naturales a seguir a partir de los que ya tomé en su día.

También es cierto que ahora no dedico demasiado tiempo a la música y he vuelto a ser un simple y llano consumidor. No pasa nada, ¿quién sabe si dentro de 2, 10 o 30 años me vuelva a picar con el asunto y me ponga a leer documentación sobre ciertas cuestiones musicales? No tengo en mente ser ningún investigador, pero quizá cuando me jubile me interese lo suficiente el las jotas que haga una tesis doctoral sobre su evolución desde el siglo XVI al XIX  ¿quién sabe? Es normal que durante unas temporadas se dedique menos tiempo a una afición en beneficio de otras; la vida es muy larga y da tiempo a retomarlas.

Otra cuestión que se podría discutir es si la música de Berlioz es mejor (o no) que la de Los Porretas y compañía (grupos que ahora me aburren a mitad de la primera canción). Pero lo que es innegable es que tanto unos grupos como otros los he disfrutado mucho, aunque en etapas diferentes de la vida. Mis intereses de pegar botes con Los Porretas pasaron cuando las hormonas de la adolescencia se relajaron; ahora resulta que disfruto de cosas más calmadas. ¿Quién sabe qué me gustará dentro de 15 años? A lo mejor me paso el día escuchando a Mozart o a Elton John, a pesar de que ahora no me llaman la atención. Lo importante es conseguir tener un gusto propio, disfrutar cada una de las etapas en las diferentes fases de la vida y aprender de ellas todo lo que se pueda.

Me imagino que todos los lectores, tanto los más aficionados a la numismática como los que no lo son tanto, estén pensando en su propia evolución en cuanto a sus gustos musicales o  en relación con otra afición. Bueno, pues con la numismática pasa lo mismo, se pasa por diferentes etapas y hay que saber disfrutar de todas ellas. Dejo para la siguiente entrada otra reflexión al respecto.

4 comentarios en “La evolución de las aficiones”

  1. Yo pasé del grunge al nu-metal no sin antes oir algo de extremo, porretas, etc. Ahora lo mismo me escucho una pieza de Liszt, que Alterbridge, bandas sonoras o lo que más me motiva a día de hoy: «Two steps from hell». En cuanto a moneda estoy en un punto de reflexión en el cual no quiero hacerme con ninguna pieza hasta más adelante. Ando acabando el centenário, pero quiero hacerme con «las últimas» por lo que tendré que echarle paciencia y seleccionar con mucho tino (ya pasan a ser «joyitas» mas que piezas).

    Después de este «proceso» (espero que no más de dos años), se me ocurren varios senderos por los que discurrir, y aún no lo tengo claro del todo, los módulos de dos y cuatro reales (anteriores a Fernando VIII) me encantan, aunque finalmente quizá me decante por medieval para luego ir a la íbera… no sé, supongo que eso vendrá con la evolución como tú comentas.

    Seguiré leyendo como el primer día (y ya hace ; ))
    Musiquito: Two Steps From Hell – Norwegian Pirate: http://youtu.be/tvriqdS3vsc
    Me vienen a la cabeza cofres llenos de macuquinas xDD

    1. Hola Rubén,

      yo lo que te recomendaría es hacer justamente lo que estás haciendo: darte tiempo, tomártelo con calma y estudiarte varios libros de las épocas que te llamen la atención. Luego ya decides.
      También puede ser que te guste tener «un poco de todo». Tu colección puede estar formada por varios dineros de seis líneas, ases de Gades y 2 reales Segovianos. ¿Por qué no?

      saludos,
      Adolfo

  2. Muy buena reflexión, como la has ido guiando. Me gusta la consciencia de que antes éramos de una manera, y mañana lo seremos de otra. Todo cambia. Y, efectivamente, cada etapa es tan válida como la siguiente. En su día disfrutamos tanto de Porretas, como lo podemos hacer hoy con una canción tradicional de Malí. Sí, «we are dust in the wind»… y los caminos por los que transitamos son una fascinante incentidumbre que hay que vivir y disfrutar.

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